Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

8.13.2018

La realidad guatemalteca




Según he leído en algunos medios y redes, parece que en Guatemala no sólo Jimmy Morales vive en la Luna. Por ese motivo, decidí hacer un breve recuento de algunos de los muchos hechos que nos muestran la realidad en la que vivimos: una verdadera crisis que se agudiza.

Uno de los casos más dramáticos es el de la Mina San Rafael, que ya cumplió más de 400 días sin operar, a un costo diario para nuestra economía de 5.1 millones de quetzales, una pérdida acumulada de más de 2 mil millones. Pero lo más trágico es que a la fecha se calcula que alrededor de 6 mil personas se han quedado sin ingresos debido a esta situación. ¿Quiénes son los principales responsables de  estos hechos deplorables? Los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC), que maliciosamente han retardado su decisión, por lo cual deben ser juzgados y pagar las consecuencias de su malevolencia: la ley establece que la CC debe dar una resolución cinco días después de la vista pública, la cual se dio hace casi 300 días.

Según funcionarios del Banco de Guatemala, las exportaciones cayeron aproximadamente un 2.7 por ciento en los primeros seis meses del año y la Inversión Extranjera Directa (IED) se contrajo 6.5 por ciento de enero a marzo, comparadas con el mismo período del 2017. La IED ha decaído en los últimos tres años. En julio el Índice de Confianza de la Actividad Económica retrocedió a 31.25 puntos, la más baja del año. El 92 por ciento de los encuestados consideró que la economía está peor que hace un año y el 75 por ciento descartó que la situación mejore en los siguientes seis meses.

Los conflictos sociales en las comunidades preocupan hasta a los directivos de las Cámaras de Comercio Binacionales de Guatemala, quienes demandaron garantías para la inversión. Se prevé que los conflictos van a aumentar, principalmente en el interior del país. Parte del problema es la tolerancia de las autoridades a las medidas de hecho de los grupos de presión, tales como las invasiones de fincas, los secuestros y los bloqueos. Conflictos que empeoran por la falta de empleo productivo que lleva a muchos a emigrar o a emprender en lo que puedan, aceptando que serán extorsionados por los pandilleros de su área. Todo lo anterior sumado a la multiplicación de las “patrullas de seguridad locales”, ante el incumplimiento del gobierno de su función primordial: velar porque no se violen los derechos individuales de los ciudadanos.

Si agregamos a la falta de certeza jurídica, los obstáculos que hay en nuestro país a todo nivel para emprender, comerciar y producir, es creíble el aumento de la pobreza que presentó la semana pasada el gobierno de Guatemala en Perú, durante la III Conferencia de Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, convocada por la  Organización de Naciones Unidas. El porcentaje de pobres se calcula en 59.3 por ciento de la población, lo que representa un aumento de más de ocho puntos porcentuales con relación a 2006.

Se me acabó el espacio, pero no las evidencias de que la realidad de la mayoría es peor de lo que imagina la minoría, a la cual le caería bien poner los pies en la Tierra y dejar de falsear la realidad. Si no cambiamos el sistema político (estatista e intervencionista), estamos condenados a vivir, más que en una eterna primavera, en una eterna agonía.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 13 de agosto de 2018.

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2.23.2015

La Guatemala feudal



La Guatemala en la cual las condiciones de vida de la mayoría dependen de caudillos, autoproclamados defensores de los pobladores, más temidos por estos últimos que respetados, gente que aplica a su antojo una supuesta justicia totalmente ajena al debido proceso que suele prestarse para cometer injusticias. Un estilo de vida preindustrial que no es cosa del pasado: está presente y es vigente entre nosotros, aunque gran parte de los capitalinos y aquellos que viven en los municipios aledaños a la ciudad ignoren esta realidad.

Una Guatemala donde cualquiera puede ser condenado a muerte en cualquier momento: una pena que se ejecuta inmediatamente impuesta, se haya o no probado que el acusado es culpable de lo que se le imputa, independientemente de si el delito o crimen del que se le hace responsable amerite semejante castigo fatal.

Una Guatemala donde los pobladores de dos municipios vecinos se enfrentaron por una escuela, cuyo resultado final fue la destrucción del bien que los involucrados en la trifulca anhelaban. ¿Dónde quedó la justicia salomónica? Todos perdieron. Una Guatemala donde prevalece la voluntad del más fuerte, donde millones viven en las antípodas de un Estado de Derecho, donde la violencia es el primer recurso que muchos emplean para alcanzar sus objetivos.

Una Guatemala donde el poder local es ejercido por reconocidos delincuentes que apaciguan ¿narcotizan? a los habitantes del área que controlan con medidas populistas, imitando a los políticos corruptos que gobiernan desde las más altas esferas. Políticas a las cuales también recurren aquellos que se encuentran en campaña con el objetivo de ocupar algún cargo importante dentro de la ineficiente burocracia estatal, ya sea por medio del  voto o asociándose con alguien que haya logrado el objetivo mencionado o que tenga posibilidades de alcanzarlo.

Un feudalismo contemporáneo que surge por los mismo motivos que nació en la Edad Media en Europa: por la inseguridad e inestabilidad en la cual nos ha sumido el estatismo, colectivista e intervencionista, que ha predominado desde tiempo atrás como sistema político en nuestro país, sin importar quiénes lo impongan o que se declaren de izquierda o de derecha. Un feudalismo más que pareciera aún más castrante que aquel que imperó entre los siglos IX y XV en el viejo continente. Al menos en ese tiempo los vasallos firmaban un contrato sinalagmático con el señor, un compromiso que en muchas ocasiones era cumplido.

Sé que la mayoría de la población urbana, en especial aquellos que pertenecen a grupos donde la situación no es crítica, eligen ignorar o falsear la realidad. Creen, tontamente, que al desentenderse de los problemas que enfrentamos como miembros de una misma sociedad estos desaparecerán ¿por arte de magia? ¡Qué ilusos! Por no utilizar otros adjetivos que describirían mejor su actitud. El resultado de esa irresponsabilidad ha sido, es y será trágico para todos, incluidos los ignorantes por elección.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de febrero de 2015.

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8.19.2013

Chaleco arcoíris



Ni solo color esperanza ni solo color naranja. Imagínense a todos los motociclistas con un chaleco que llevara los siete colores del arcoíris: desde el rojo hasta el violeta, pasando por el naranja, el amarillo, el verde, el azul y el añil. Una bella imagen, permanente, que nos haría recordar diariamente ese hermoso fenómeno óptico y meteorológico producido por los rayos del Sol cuando atraviesan pequeñas gotas de agua contenidas en la atmósfera terrestre, cuyo resultado visible es un espectro de frecuencias de luz continuo en el cielo. Nos haría suspirar a muchos… menos a los pobres individuos que tendrán que portarlo. Eso sí, no habría discriminación: todos los colores de los partidos estarían representados.

De todas formas hoy deben de portar un fúnebre chaleco negro impuesto por Álvaro Colom, y que por disposición del Presidente del Ejecutivo, Otto Pérez Molina y el Ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, deberán reemplazar casi ipso facto por uno color naranja. Aquel que para el 16 de septiembre no haya cambiado al color que identifica al Partido Patriota deberá atenerse a las consecuencias por semejante desfachatez.

Por supuesto que la excusa que dan es que el otrora conocido como anaranjado simboliza la seguridad… sí, principalmente la seguridad INDUSTRIAL. ¿Qué tiene que ver con el abuso de uniformar a todos aquellos que circulan en una motocicleta? Por cierto, quienes se han tragado el cuento de los gobernantes olvidan que el uniforme naranja también lo portan los presos. ¿Cuál de todos los significados del naranja vamos a considerar correcto? Quedará a discreción de cada uno decidirlo. A lo mejor a alguien le entretiene hacer un estudio semiótico sobre el naranja y lo que este color simboliza para la mayoría de los guatemaltecos.

Pero, al final, lo más importante a discutir no es el color del chaleco, sino la obligación de portarlo. ¿En qué contribuye a que haya más seguridad? ¿Qué sucede si un ladrón roba el chaleco de un motorista? ¿Qué pasará con aquellos que asaltan a pie a los conductores de los vehículos parados (motoristas incluidos) por el tránsito cada día más pesado? ¿También deberemos portar al caminar por las calles un chaleco que nos identifique? ¿Qué número debiera ser visible (que no legible) en nuestro chaleco de caminantes? ¿El del DPI? ¿Y si tengo problemas para sacar la nueva identificación en el RENAP? Si llevo una gorra en la cabeza, ¿debe ser visible mi número de identificación? Absurdo. Un cambio de color en el chaleco de los motoristas no nos brinda seguridad. Es una decisión prejuiciosa que viola derechos individuales y clasifica a los motoristas como delincuentes.

Al menos con el Acuerdo Gubernativo 289-2013 eliminaron la prohibición de que circule más de una persona en una motocicleta. Pero si hubieran querido enmendar el error del gobierno anterior, simplemente debieron derogar el acuerdo de Colom, no emitir uno nuevo. Otra decisión de Otto Pérez Molina y su gente que nace muerta. Fracasada.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de agosto de 2013. El collage lo elaboré con imágenes que bajé de la Internet.

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2.25.2013

En defensa propia




Sobre la muerte de Edward Giovanni Cifuentes Pérez el pasado miércoles 20 de febrero circulan varias versiones. En lo que coincidieron muchos de quienes comentaron ese día el hecho, es que el fallecido había asaltado a alguien que se encontraba detenido por el tránsito de esa zona, conocida por los constantes robos a quienes recorren el área. Por cierto, si es comentado todo a pulmón, más que a sotto voce, y desde hace tiempo que por ese lugar atracan ¿por qué no hay policías atentos a detener a los asaltantes? ¿Son los maleantes socios de los agentes a cargo de ese sector?

La mayoría de testigos que en su momento se pronunciaron (testigos que hoy aparentemente desaparecieron, cosa entendible) contaron que una persona que se encontraba dentro de un vehículo detenido por un semáforo fue amenazada por un ladrón que, se presume, era Cifuentes. El criminal se transportaba en moto. La víctima del robo al defenderse e intentar recuperar sus bienes disparó a Cifuentes provocando que estallara el tanque de la moto, lo que le costó la vida. ¿Qué pasó? A ciencia cierta, no lo sé. ¿Llegaremos a conocer algún día la verdad? Tampoco lo sé. Esa es responsabilidad del Ministro de Gobernación, de la Fiscal General y del equipo que con ellos trabaja.

Lo que considero importante, suponiendo que los testimonios iniciales son ciertos (lo cual creo probable), es que un ciudadano cansado, como lo estamos tantos, de la situación de indefensión en la que nos encontramos, decidió ejercer su legítimo derecho a la defensa personal, y al ejercer ese derecho perdió la vida el malhechor que había puesto en peligro su vida. ¿Acaso la amenaza no es el celular o la vida? ¿Habrá quién cree que un criminal usa un arma para hacer reír a sus víctimas? El hombre agredido disparó. Una de las balas hizo estallar la moto. Si era el ladrón, murió a consecuencia de sus decisiones. De lo contrario, murió por la inseguridad en que vivimos. No me alegro de su muerte. Quisiera que las cosas fueran diferentes en mi país. Pero la realidad es otra.

Lamento que el Procurador de los Derecho Humanos, Jorge De León Duque, haya confundido un acto de legítima defensa con algo tan delicado como es la justicia por cuenta propia, la que se presta a muchas injusticias, tal es el caso de los linchamientos. Toda persona tiene  el derecho de defenderse, defender a sus seres queridos y a sus bienes. Esa es la verdadera defensa de los derechos individuales, y la misión olvidada por los funcionarios públicos.

Como bien lo explicó Frédéric Bastiat, el Estado no debería ser un instrumento de opresión y de expoliación recíproca entre los ciudadanos, sino la fuerza común instituida para garantizar a cada uno lo suyo y hacer reinar la justicia y la seguridad. Cuando el gobernante falla en cumplir con su tarea, los ciudadanos tienen el derecho legítimo de defenderse. Y lo anterior, lamentablemente es lo que está sucediendo en Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de febrero de 2013. La imagen la bajé de Facebook. No se identifica el creador.

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1.09.2010

"A tiros" de Carlos Alberto Montaner


Muchas gracias y a mi amigo y maestro, Carlos Alberto Montaner. Al fin, más allá del debate de quién lo dijo primero, es una verdad indiscutible que: "El precio de la libertad, es una eterna vigilancia de la misma".
La fotografía la tomó Jorge Jacobs el 26 de enero de 2009, en una restaurante de la zona 10 de la Ciudad de Guatemala, mientras disfrutábamos, junto con María Dolores Arias, de una deliciosa charla... en todos los sentidos.

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12.21.2009

Ruta 1


Viernes 18 de diciembre de 2009. 7:38 de la mañana. Primer Sudoku del día. “Aquí va un cuatro, nueve, uno…” Ring, ring, ring. “Ya voy. ¿Es usted Carmen? Buenos días, mire, por favor… ¿Qué le pasó?” Llanto. “¡Ay Licenciada! ¡Ay, Licenciada!”.

Jueves 17 de diciembre. 3:47 de la tarde. “¿Ya vendrá la camioneta? ¡Ay Padrecito! ¡Ahí viene, ahí viene la uno!” Sube. “Córrase pa’ atrás. Faltan diez len”. Suspiro. “Siéntese señora”. Sorpresa. “¿Un caballero? Padre nuestro que estás en el cielo. La cruz del Papa, ¡cuánto tiempo ya! Santificado sea tu nombre. Cuida a mi papá. Pobre mi mamá. ¿Estará ya más tranquila?” Una sombra pasa. Un hombre camina al frente del autobús. “¿Dónde me quedé? Santificado sea tu nombre, vénganos tu reino. ¿Me alcanzarán los ochocientos cincuenta?” Suspiro. “Ni pensar si no llevo las medicinas. Hágase tu voluntad”. Un grito agudo. Voz de mujer. Voz de hombre: “Seguí manejando cabrón o te mato”. Son cuatro hombres, relativamente bien vestidos. Tres morenos y uno blanco. Sus edades oscilan entre 25 y 35 años.

Martes 15 de diciembre. Casi medianoche. “¡Qué cansancio! Pero valió la pena. Noche llena, eso es lo que considero una verdadera nochebuena. ¡Cuántos platos salieron hoy! Mañana tengo que ir temprano al mercado”. Sirenas. “¿Un accidente? ¿Un asalto? ¿Delincuentes?” Se hace a un lado. Pasan dos motocicletas. Detrás dos pickups doble cabina. Radiopatrullas. “Pero si me hice a un lado, ¿qué hago aquí? ¿Qué pasa? ¿Qué es esto?” Cinco Patroles cuatro por cuatro, grises, polarizadas, de modelo reciente, rodean al Peugeot 205, hatchback, de hace algunos años, también polarizado. Desde los vehículos lo amenazan. Se acerca un pickup lleno de soldados armados. Le apuntan. Lo orillan. Casi lo sacan del bulevar. Una de la Patroles ostenta la placa número uno. Circulan en contravía de la Ruta 1. “Ya pasó”. Respira profundo. Sí, ya pasó el Presidente.

Jueves 17 de diciembre. 3:53 de la tarde. “Dame tu bolsa". Angustia. "No traigo". Hastío. "Dame tu dinero, necia”. Levanta el brazo, le golpea la cara. Le hiere el rostro con las uñas. Le toca los pechos. “¿Dónde tenés el dinero? No traigo nada. ¿Qué cargas en la mano? La receta de mi papá”. El hombre blanco, vestido con pantalón negro y camisa gris, toma la pequeña bolsa negra de plástico. Adentro van los ochocientos cincuenta quetzales. “Hija de la gran puta, ¿verdá que sí tenés pisto?” Le pega de nuevo y continúa su ruta dentro de la camioneta. 3:59 de la tarde, cerca del Campo Marte. “Pará, aquí nos bajamos”. 4:04 de la misma tarde. “Bájense, me siento mal, no puedo continuar”. Para en la 12 avenida, cerca de Formosa. Voz de un joven: “Vos sos cómplice, vas a regresar”. Abandonados. Convertidos en una isla desierta, rodeados de gente y muertos de miedo.

La Ruta 1 en vías opuestas. Camionetas con destinos diferentes. Con distintos pasajeros. Para unos la ruta de la desesperación, del dolor y la cólera. Para otros, la ruta segura a su casa. La ruta del abuso. Viernes 18 de diciembre. 10:42 de la mañana.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de diciembre de 2009. La fotografía la tomé el domingo 17 de mayo de 2009 en la Plaza Italia, durante la primera manifestación masiva después del asesinato de Rodrigo Rosenberg.

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10.01.2007

En lo alto del cerro


Paredes contó que subió a encontrarse con Dios, pues el Señor lo llamó desde el monte y le dijo: anúnciales mis palabras a los habitantes de Cerro Alto. Paredes relató el linchamiento de un delincuente en San Juan Sacatepéquez. Paredes, aferrado a su inseparable Biblia, describió cómo, ante la amenaza de la pena de muerte, más de cien pandilleros entregaron sus armas:

“Lastimosamente, ya estábanos cansados de tanta situación que vivía nuestra población, tanta intimidación, tanto robo, tanto asalto, y sucesivamente esto fue una situación que le oramos mucho a Dios... Fue una fecha inolvidable, que fue el día 9 de septiembre del 2007… Nosotros nos organizamos y le pedimos la guianza a Dios, primeramente, verdá, para poder actuar…

Unos niños me dijeron: Paredes, fíjese que aquí abajo hay unos tres muchachos que no son de acá. Entonces nosotros organizamos un grupito como de unos ocho o diez, y bajamos al sector y les pedimos documentos de identificación... Yo les dije están seguros muchachos que son de aquí. Y me dijeron: pues así es. Entonces les dije yo: vamos a ir con sus papás para que tomen cartas en el asunto. Y sucesivamente así lo hicimos. En eso tres niñitos, que decirle, de unos ocho, diez años, pegaron la carrera a un lugar céntrico… e intentaron dar la alarma acerca de lo que nosotros estábanos agilizando…

Proseguimos y lastimosamente en ese momento salió este muchacho [Mynor Cotzayaj] y actuamos y le dijimos, muchacho, queremos hablarte en el amor de Dios… Entonces él me dijo: pues a mí nadie me manda… Dialogando estábanos cuando soltaron un disparo… Por un momento nos intimidamos… En ese momento Dios, pues usó medios… seguimos con la persecución.

El muchacho volvió a tratarnos mal y la turba se enojó tanto… El problema fue berlo soltado. Cuando lo soltamos, él inmediatamente pegó la carrera, y gritó un grito fuerte pidiendo auxilio y que no teníamos la capacidad y pantalones para dominarlo. Entonces la turba enardecida lo persiguió y le dio caída o lo agarraron, para más claro, en un terreno baldío. Ya iba bastante golpeado. Ya le habían dado ciertos golpes como para hacerle reflexionar… él gritaba que nosotros no éramos competentes. Entonces yo le dije, hay competencia porque Dios está con nosotros… el muchacho, de una y otra manera, decía que no había quién lo dominara… Cuando nosotros vimos el centro estaba totalmente lleno de la población y dijeron: estamos con todos. Nosotros queremos que haya paz y tranquilidad…y lastimosamente tuvieron que actuar en prenderle fuego.

Nosotros lo que queremos es una población tranquila como hace muchos años lo era. Entonces seguimos el proceso y les dije: Señores, hoy más que nunca reflexionemos… y entonces la población acató el llamado… con la ayuda de Dios están entrando a una vida mejor”.

Lo que Paredes no mencionó es que Dios está cansado de ser responsable de las acciones sin consecuencias de los hombres.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de octubre de 2007.



La fotografía fue publicada en el diario guatemalteco "elPeriódico".

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7.09.2007

Vidas robadas




El fracaso del Estado benefactor/mercantilista desborda la angustia de nuestras sociedades tropicales, conformistas y en eternas terceras vías del subdesarrollo. Ante tanta promesa utópica de cambiar la naturaleza humana, propia de las mentes intervencionistas, precisamente el ser humano perdió la seguridad ganada con el ausente y mal entendido Estado de Derecho. Al menos por las latitudes latinoamericanas.

Es obvio que los habitantes de Guatemala no somos ajenos a esta situación. Lo que es peor, vivimos inmersos en ella. Día a día, la mayoría se cuestiona si va a regresar con vida a su hogar. La inseguridad imperante, la falta de respeto a los otros, a sus bienes, a sus decisiones, hace que la desesperación sea la madre de la actuación sin razón.

Un ejemplo de consecuencias imposibles de medir es la consigna que parecieran tener algunos burócratas, políticos y reporteros, para atribuirle a la adopción (y a las ambiciones monetarias, dicen, de algunos notarios), hechos probablemente propios del contexto general que afrontamos hoy. Un contexto caracterizado por el aumento constante de la criminalidad ante la impotencia de los gobernantes de frenar los crecientes abusos de los antisociales.

Llamar al secuestro de niños, de forma manipuladora, robo, ha propiciado que resurjan mitos ancestrales en mujeres y hombres que se encuentran, como casi todos, acosados por el miedo. Y si a ese sentir se le suma la desinformación, ¿qué podemos esperar de la actuación individual irresponsable, encubierta en medio de una turba: una muchedumbre de gente confusa y desordenada? Sin duda, la proliferación de los linchamientos, donde más que justicia se busca venganza: quién me la paga, no quién me la debe. ¿Cuáles de las versiones son ciertas y cuáles falsas? ¿Una realidad u otra excusa más de supuestos defensores de derechos humanos para conseguir más dinero?

Según la Procuraduría General de la Nación, alrededor del 95 por ciento de los niños adoptados son entregados a estadounidenses. De estos últimos, el 95 por ciento presentan pruebas de ADN previo a la autorización de la adopción, y el restante 5 por ciento son criaturas abandonadas, de padres desconocidos, los cuales, después de cumplir con el proceso, son otorgados a quienes cumplieron con los requisitos solicitados. Estos datos, verificables, hacen poco posible el gran negocio del robo de niños para dar en adopción que tanto cacarean algunos.

En fin, urgen adopciones, no legislación que las entorpezca, sea o no avalada por expertos del Buró de La Haya.

Como dijo el dramaturgo español Jacinto Benavente: "Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes". Que caiga el peso de la culpa en la conciencia de aquellos que por intereses espurios difaman a la Institución milenaria de la Adopción… si es que acaso tienen conciencia. Voleur de vie.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de julio de 2007.

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