Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.21.2016

Renacer



Un 21 de marzo nacieron Song Taizu, Johann Sebastian Bach y Benito Juárez, entre otros muchos más. Entre estos últimos me encuentro yo que también nací un 21 de marzo, día en que generalmente se celebra el equinoccio de primavera: la primera estación del año que trae nueva vida después del invierno pasado. Los idus para los romanos, el de marzo incluido, eran días de buenos augurios, aunque no lo fueron para Julio César, quien fue asesinado el 15 de marzo del año 44 antes de la era común. Para muchos ha sido el día de nacer, para otros el de morir. Ambas fechas que no dependen de nosotros en la mayoría de los casos, sino de otros o de otras causas.

Todos los que vivimos, conscientes de la vida o simplemente dejándose llevar por el pasar del tiempo, tenemos que nacer. Pero no todos vivimos un renacer. Yo renací el día que descubrí que el mundo que desde niña había deseado puede ser ganado, existe, es real y posible… y es mío: de mi depende hacerlo realidad. El detonante de mí renacer fue un libro que me regaló un maestro a quien agradezco todo lo que de él he aprendido: Warren Orbaugh. Recuerdo que en 1997, me dio una copia de una obra breve llamada Anthem. Fue precisamente cerca de mi cumpleaños, lo que lo convirtió en uno de los mejores presentes que he recibido. Fue el principio de un viaje intelectual que terminará cuando muera.

Al profesor Orbaugh lo conocí a principios de ese año en discusiones académicas en las cuales participaban catedráticos y estudiantes. Yo cursaba la maestría en Ciencias Sociales, y por ser una estudiante inquieta y cuestionadora, fui invitada a participar en los mencionados seminarios. Desde un principio me llamaron la atención las intervenciones de Warren, por lo que al final de los diálogos me acercaba a él a hacerle cualquier cantidad de preguntas. Fue eso, según recuerdo, lo que le motivo a obsequiarme la obra que iba a cambiar, para bien, mi vida.

Himno, conocida en sus primeras ediciones como ¡Vivir!, es una novela corta de Ayn Rand publicada en inglés en 1938, de la cual les comparto pasajes que considero claves: Son mis ojos los que ven... Son mis oídos los que escuchan, y mi capacidad de escuchar le da música al mundo. Es mi mente la que piensa, y el juicio de mi mente es la única luz que puede encontrar la verdad. Es mi voluntad la que elige y la elección de mi voluntad es el único edicto que debo respetar…mi felicidad no necesita un fin superior para ser posible. Mi felicidad no es un medio para ningún fin. Ella es el fin. Ella es la meta. Ella es su propio propósito”.

Aprendí a amar a quién lo merece y que el honor, como todo en la vida debe ser ganado. Aprendí que no soy “el medio para ningún fin que cualquier otro quiera cumplir. No soy una herramienta para ser usada. No soy un sirviente para sus necesidades…No soy una pieza de sacrificio para sus altares…Yo guardo mis tesoros: mis pensamientos, mi voluntad y mi libertad. Y el más grande es mi libertad”. Aprendí que también soy Prometeo.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de marzo de 2016.

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12.30.2013

Embriáguense



No dudo de que más de uno se escandalice con la sugerencia que da nombre a este escrito. Sin embargo, antes de que alguien crea que renuncié a la práctica aristotélica de la justa medida, quiero poner en contexto porque comparto, hasta cierto punto, lo expresado por Charles Baudelaire en el pequeño poema en prosa que lleva el mismo título de este artículo, el cual reproduzco a continuación:

“Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso. / Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense. / Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán: ¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca”.

El anterior es, a mi parecer, un hermoso y bien logrado verso sin rima, una composición que, por cierto, me inspiró a escribir esta columna: la perfecta excusa para huir del esplín que por estas épocas aflige a muchos, a pesar de la algarabía de la cual forman parte. No tengo nada en contra de la melancolía. Más aún, hay ciertos momentos en los cuales la considero necesaria. Lo que sí desprecio es el tedio de la vida: me parece un desperdicio del preciado tiempo limitado con el que contamos. Por supuesto, quien así decida pasar su breve ser, es libre de hacerlo: respetemos su derecho a vivir desecho.

¿Es la exhortación de Baudelaire un llamado al exceso o un clamor por vivir plenamente? Depende de cómo lo interprete el lector. Para algunos será otra excusa más que justifica su decisión de evadir la realidad, ajenos a la responsabilidad que implica vivir. Para otros, como en mi caso, es un recordatorio de que se ES en tiempo presente. Y que ese efímero instante que soy, si quiero ser feliz, debo vivirlo de manera autentica, integra, intensa. Profunda. Una convicción personal que depende de nuestras respuestas a las siguientes interrogantes: ¿A quién queremos agradar? ¿Con quién deseamos quedar bien? ¿Con nosotros mismos o con los demás?

Yo, tal y como lo he expresado tantas veces, me decanto por la vida virtuosa, la senda correcta de la felicidad verdadera. Camino que depende de mí y mi escala de valores. Una vida que se enriquece si la acompaño de exquisito vino, de comida variada, de buena literatura, de filosofía objetiva y amigos que sean mis pares. Es quererme y amar a quienes se han ganado mi querer. Embriagarme de ser.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 30 de diciembre de 2013. En la fotografía me encuentro dentro de las bodegas de un viñedo en Francia.

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12.23.2013

Temporada de evasión



Por estas fechas suelo toparme en los diarios con exhortaciones de bienintencionados columnistas invitando a sus lectores a meditar respecto a los temas serios del ser. A pensar acerca de los factores que son claves para que progresemos, por ejemplo, la necesidad de convivir en paz. Casi todos los días de diciembre, en reuniones de cualquier índole, escucho a un sinnúmero de personas aconsejar a los demás a reflexionar sobre la vida. Se supone que es una época en la cual podemos aprovechar el tiempo para hacer una evaluación objetiva de nuestras acciones, en particular de lo que hicimos y logramos el año que recién termina. Y, por supuesto, planificar cómo queremos vivir mañana. Decidir quién queremos ser el resto de nuestra vida… o al menos durante los siguientes doce meses. Asuntos que siempre debemos considerar, estoy de acuerdo.

Sin embargo, lo que veo hacer a la mayoría es evadir la parte de la realidad que nos cuesta comprender, a veces aceptar. Aún muchos de los que invitan a cavilar sobre la trascendencia y el sentido de nuestra existencia, se dedican a divertirse, más que a filosofar. Algo que no considero pecaminoso ni una mala práctica. También necesitamos relajarnos, distraernos, entretenernos en cuestiones que no impliquen perdernos en emociones que pueden causar un daño permanente a nuestro estado de ánimo. Como bien dijo el multifacético fundador del Movimiento Scout Mundial, Robert Baden-Powell: "Quien no siente la necesidad de sonreír no goza de buena salud". Y eso solemos desear constantemente por esta época, en todos los idiomas, cada vez que alzamos nuestras copas: salud, santé, lejaim

No obstante, como explicó Aristóteles en “Ética a Nicómaco”, la felicidad verdadera solo la encontramos en una vida virtuosa la cual demanda la práctica de la justa medida: no privarnos de aquello que nos da placer, pero siempre buscando el equilibrio correcto para nosotros mismos y teniendo presente las consecuencias que nuestras decisiones tienen en el largo plazo. Una vez pasa la algarabía de compartir con seres queridos, y de que hicimos nuestra evaluación personal del período que finaliza, también es recomendable dedicar un tiempo a viajar a nuestro interior. ¿Cambié en algo? ¿Fue para bien o para mal? ¿Qué aprendí? ¿Con qué contradicciones me topé? ¿Fui valiente al reconocer mis errores y enmendarlos? ¿Por qué? ¿Cuidé mis valores y logré alcanzar otros? ¿Qué virtudes abracé y practiqué? ¿Para qué? ¿De cuáles vicios me despedí? ¿Fui feliz?

Mi visión de la vida no es como la de tantos: monocromática. Ni es color de rosa, ni es color de hormiga. Tampoco es negra la cosa: ausente de color. La patina de la vida es inmensa, está compuesta de infinidad de tonalidades. Y es esta esta variabilidad infinita y absoluta a la vez la que nos hace únicos e irrepetibles. La anterior, considero, es la conclusión más importante a la que llego: el secreto de una vida verdaderamente vivida. Descubrimiento que quisiera otros hicieran. Vivan: sean felices.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de diciembre de 2013. La imagen fue tomada en Chicago, EE. UU., por mi hermano Constantino Díaz-Durán A.

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6.17.2013

Quinceañeros



Recién cumplí quince años de dedicarme al periodismo de reflexión. ¡Quince años! Casi no lo puedo creer. Los reconozco porque los he vivido, aunque parece que fue ayer cuando entré por primera vez a una cabina de radio como conductora, en compañía de mi querido amigo Jorge Jacobs y a la par de Armando De La Torre. Fue precisamente el Doctor (como le llamamos muchos) quien nos invitó a acompañarlo en esta ¿locura?, por lo que le voy a estar agradecida toda la vida. Siempre me he preguntado si el motivo por el cual terminé haciendo radio fue por ser una estudiante que se pasó de atrevida y que probablemente hacía más preguntas de las debidas.

El lunes 16 de junio de 1998 fue el primer día que mi voz invadió las  ondas hertzianas. La ansiedad pretendía dominarme. No sabía cómo iba a terminar esa aventura en la cual me había embarcado. Menos sabía cuánto iba a durar. Hoy, todavía no tengo respuestas al respecto. Quiero creer que voy a continuar ad æternum compartiendo el camino de aclararnos las ideas con todos aquellos que, como yo, buscan la verdad. Que a pesar de que nos incomoda reconocer que nos equivocamos, agradecemos a quien nos ayuda a identificar nuestras premisas falsas, dejando en nuestras manos la decisión de cambiarlas por verdaderas.

Y, para colmo de alegría mía, el miércoles 24 de junio de ese mismo año salió publicado mi primer artículo (“El Pragmático”) en el diario Siglo Veintiuno, que sigue siendo la casa que acoge todas las semanas mis escritos. En estos quince años de compartir mi aprendizaje, mis reflexiones, mis dudas… con quienes me hacen el honor de escucharme o leerme, he cambiado. Un cambio para bien. He resuelto muchas contradicciones en este tiempo, y en el presente, además de estar más integrada, mi felicidad es más plena.

Sé que para varios es de mal gusto compartir públicamente anécdotas privadas. Aunque en este caso, pienso que es un hecho público porque ni escribo ni hago programas radiales en secreto y con el objetivo de que nadie lo sepa. Todo lo contrario. Quisiera que cada día fuéramos más los que nos atrevemos a pensar: a usar nuestra razón para identificar la realidad y cambiar lo que podemos cambiar, para bien de todos en el largo plazo.

Así que me puedo encontrar con este artículo en una zona gris que haga dudar a los puristas del periodismo, con quienes comparto algunos puntos. Sobre todo la necesidad de recobrar la misión del periodismo: la búsqueda de la verdad de los hechos. No la presentación de distintas opiniones. No. Esa idea políticamente correcta le ha hecho un daño enorme al importante oficio periodístico, convirtiendo a un sinnúmero de colegas en simples megáfonos de los gobernantes y de los líderes de los grupos de presión. Sin embargo, soy optimista y creo, como Gay Talese, que "el periodismo es una profesión honorable, y no estoy de acuerdo con quienes nos pronostican un futuro tenebroso, porque no hay nada más importante que la verdad". La senda que seguiré por el resto de mi existencia.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de junio de 2013.

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12.01.2012

Seré yo




Hace algunas noches viví una pesadilla. Fue una experiencia horrorosa. Soñé que no era yo. Que era una impostora. Que me había robado la vida de Marta Yolanda Díaz-Durán. Todos me reconocían como ella, pero yo sabía que no lo era. Vivía su vida, bebía sus vinos, disfrutaba de su comida, pero no era ella. Leía sus libros, dormía en su cama, reía con sus amigos, pero no era ella. ¿Por qué? ¿Qué había pasado? ¿En qué momento me habían cambiado? ¿Quién era responsable? ¿Cuándo volvería a ser yo? ¿Quién era yo?

En esta historia incontable que intentaré contar, solo sabía que estaba viviendo la vida de alguien más, motivo por el cual decidí hacer un viaje por el globo en búsqueda de mí. Decidí ser una especie de émulo de Anthony Bourdain. Viajaba sin reservaciones, y a la hora de arribar al hotel no tenía donde hospedarme. ¿Cómo me iban a dar un cuarto si no lo había reservado? Pensé que la traducción del inglés al español había cambiado el doble sentido de no reservations. Sin embargo, a pesar del mal entendido, continué mi viaje. Total, en mi sueño era una Marta Yolanda que iniciaba una nueva etapa de su vida: había conseguido que alguien financiara un programa de televisión que le permitiera conocer de primera mano la cultura, el paisaje, la gastronomía… de inolvidables rincones del planeta.

Recuerdo que llegué a Hong Kong, entusiasmada de comer no solo platos orientales, sino aprovechar la mezcla de culturas expresada en la cocina del territorio de los libres en China. La velocidad de la gente en la ciudad me dejó pasmada. Sin moverme en la acera en la cual todo y todos se movían. Imagino que sabían a dónde iban. Yo, me dediqué a observar mientras decidía por dónde caminar. Y luego comer. Por supuesto beber. Después de saciar mi hambre de nuevos sabores, olores y texturas, decidí que era el momento ideal de partir: no entendía el cantonés.

Tomé la ruta de la Toscana. Creí que los colores intensos de la región despertarían en mí a mi verdadero yo. Divagaba entre el verde de la tierra y el rojo sobre el azul del cielo. Probé el lardo en un pan hecho en casa de no sé quién, mientras observaba una impresionante escultura hecha en mármol de Carrara que me recordó al David de Miguel Ángel. Aclaro que no me encontraba en Florencia, sino en alguno de los pueblos perdidos y olvidados, como yo, en el centro de Italia. Después de disfrutar de un pan bañado en aceite de oliva extra virgen con prosciutto (lo sé un delicioso exceso), acompañada por una botella de vino tinto casero elabora por alguien que olvido su nombre, como olvidé el mío, decidí continuar mi periplo.

Brinqué a Nueva York, en cuestión de un instante me encontré en la capital del mundo donde están representadas todas las etnias que lo habitan. Aterricé en pleno Times Square. Ya sé, un lugar común, como lo es también el hecho de reconocer que no pensaba dormir hasta solucionar el misterio. Recordé que mi hermano ¿o él hermano de MY? vive en la gran manzana. Lo fui a buscar, y al llegar a su apartamento en Manhattan me dijeron que él también se encontraba de viaje por todo Estados Unidos con el objetivo de escribir su primer libro: Walk like an american. En fin, tal vez me quede en Nueva York, una de mis ciudades preferidas, hasta que despierte.

Eso de no ser uno mismo está fregado. O tal vez no. Pero es aún peor no saber quién es uno, porque, entonces, da igual ser cualquiera. O tal vez no. Que los demás decidan quién soy. ¡Imaginen esa tremenda situación! Eso sí está fregado. Ir por la vida sin saber adónde voy o qué quiero hacer con esa existencia que se va. Que se me va. Es evidente que si no soy yo, no sólo engaño a los otros, me engaño a mí misma que, a mi parecer, es el peor de los engaños. ¡Vaya, tengo un parecer al respecto! Espero que lo anterior signifique que al despertar, seré de nuevo yo. O tal vez no. Decidí que si no voy a ser yo, seré Marta Yolanda Díaz-Duran. Al fin, me encantó su vida. Habibi.


Artículo publicado en la edición 36 de la Revista NuChef, correspondiente al bimestre agosto-septiembre 2012. La imagen de Anthony Bourdain la bajé de Internet.

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2.06.2012

MY loves Gt



Emeye me dicen muchos de mis amigos, tanto en ámbitos virtuales como reales (¿acaso no es el mundo virtual también parte de la realidad?). El apodo surge de unir y leer, como si fuera mi nombre, las iniciales de este. Y “Gt” son las siglas por las cuales se identifica mí país y el suyo: Guatemala. Y digo “suyo” porque, independientemente de dónde haya nacido, si acaso está leyendo este artículo es porque le interesa conocer mi opinión sobre lo que sucede en mi terruño. Motivo por el cual imagino que también usted tiene su versión de mi nación. A lo mejor, al igual que yo lo he hecho, hasta la eligió para vivir su vida. Al menos hasta hoy, ya que por el momento no pienso tirar la toalla, hacer mi equipaje y emigrar a otro lugar. Lo cual tampoco descarto como una opción, una vez llegara a ser imposible vivir feliz en Guatemala.

La anterior es una decisión que afirmo día a día, a pesar de conocer las condiciones en las cuales vive la mayoría. Leer que encontraron congelados los cadáveres de 14 recién nacidos en el Hospital Regional de Cobán me hizo despreciar todavía más a quienes acabaron con la institución de la adopción en Guatemala. Por otro lado, enterarme de que atraparon al acusado del asesinato de Luisa Fernanda Fajardo López, me hace reforzar la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien.

Reconocimientos como el del Ministro de Trabajo de que la mayoría (en especial en el interior de nuestra guanabí República), no ganan el salario mínimo decretado por el gobierno, me hace pensar que muchos se pueden dar cuenta ¡al fin! de que los ingresos no aumentan por orden del gobernante. Que si queremos mejorar nuestra calidad de vida, debemos retirar los obstáculos que nos impiden transformar los recursos en riqueza, comenzando por los impuestos directos. Aunque sé que en el corto plazo lo anterior es poco probable por la ambición y la falta de visión de los poderosos, y el sistema Benefactor/Mercantilista que impera en Guatemala y en gran parte del planeta.

Declaraciones como las de Luz Lainfiesta, nombrada Ministra de Desarrollo Social, y el Presidente Otto Pérez (aunque insulsas por ser hechos conocidos por casi todos) de que han encontrado pruebas para sustentar las denuncias de corrupción en Cohesión Social, me llevan a creer que sí van a pagar sus crímenes algunos de los funcionarios del gobierno de Álvaro Colom. A pesar de la contradicción de Pérez al convertir los tales programas en un nuevo Ministerio.

En fin, mi Guatemala no es la misma suya: la diferencia la hacen mis recuerdos, mi escala de valores y mis metas. No me dejo engañar por la falsa Guatemala que nos venden los gobernantes y los tontos útiles que les sirven de comparsa. Yo quiero vivir en una Guatemala diferente, no sólo soñar con ella. Por eso, no falseo la realidad. Busco los medios para cambiarla. Yo reconozco la valía de los creadores y denuncio a los saqueadores que nos esclavizan. Yo amo a mi Guatemala.


Nota: la imagen que acompaña este artículo es un “collage” de fotografías que contiene mis valores más importantes y algunos de los recuerdos claves para mí y mi vida en Guatemala. La razón por la cual amo a mi Guatemala. Por eso, no hay dos Guatemalas iguales. Por eso, NADIE se debe sacrificar por la Guatemala que nos quieren vender los poderosos. No se deje engañar, no se deje manipular.


El presente artículo fue publicado el lunes 6 de febrero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.

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1.23.2012

Para: el mandatario Otto Pérez Molina



De: la mandante Marta Yolanda Díaz-Durán Alvarado.

Comienzo esta epístola pública deseándole éxito en su vida y el camino que recién emprende como Presidente del Organismo Ejecutivo y Jefe de Estado de la República de Guatemala. El motivo de la presente es para recordarle el marco dentro del cual va a ejercer los cargos citados. Lo hago porque hasta hoy, casi todos los que han sido electos para servir a los habitantes de mi país, lo único que han hecho es servirse de nosotros para acumular fortunas para ellos, sus familiares y sus amigos cercanos.

¡Ah! Y enriquecer a sus socios en el proceso de saquear: los líderes de los grupos de presión que son propios del sistema que, lamentablemente, impera en nuestra nación y contradice los ideales republicanos liberales. Me refiero al Estado Benefactor/Mercantilista que explota a los creadores de riqueza. Un producto de la usurpadora democracia que reina en sociedades poco desarrolladas como la nuestra, donde la mayoría, engañada por una minoría, termina apoyando medidas que castran la esencia del ser humano racional y libre.

Primero, quiero aclarar un par de conceptos que son claves para que cada quien ocupe su lugar y, en su caso, cumpla con el mandato que se le ha dado. Mandatario, según el DRAE en su segunda acepción significa: “Persona que, en virtud del contrato consensual llamado mandato, acepta del demandante representarlo personalmente, o la gestión o desempeño de uno o más negocios”. Y la misma fuente, en su primera acepción, identifica al mandante como el “que manda”. Lo anterior para dejar claro quién obedece a quién en este contrato social.

Segundo, tenga presente lo mandado por la Constitución en los artículos 1°, 2° y 3°, que representan lo más importante de su mandato: “Artículo 1º. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común”. “Artículo 2º. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. “Artículo 3º. El Estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona”. Lo anterior aplica a TODOS en Guatemala, razón por la cual no se justifica violar los derechos de unos para beneficiar a otros.

Como ciudadana guatemalteca que paga sus impuestos “porque son impuestos” (y no contribuciones), como reconoció su ministro de Finanzas mostrando su inclinación por medidas propias del Ancien Régime al mejor de los estilos Louis XIV de Francia, le recuerdo el artículo vital para la defensa de los ciudadanos y la legitimación de la desobediencia civil contra el abuso del poder por parte de los gobernantes: “Artículo 45. ...Es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la Constitución”.

Atentamente, yo.


El presente artículo fue publicado el lunes 23 de enero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de Internet.

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5.09.2011

El apellido


El acompañante inseparable de nuestro nombre propio: el nombre de la familia a la cual pertenecemos. Lo heredamos de nuestros ancestros y lo legamos a nuestros descendientes. Algunos de ellos nos hacen sentirnos honrados y orgullosos de portar el mismo apellido. Otros, quisiéramos que fueran parientes de cualquiera menos de nosotros. Pero, en fin, es un hecho innegable que no escogemos a aquellos con los que nos unen lazos de sangre. Eso sí, tenemos la dicha de elegir a nuestras amistades, quienes en la mayoría de los casos llegan a ser más cercanos a nosotros que aquellos con quienes no tenemos relación, ninguna relación, más allá del apellido. Personas con quienes no compartimos valores.

La anterior reflexión la hago para dejar de una vez en claro y por escrito que, fuera de compartir uno de mis apellidos con el anunciado candidato vicepresidencial de la UNE, Roberto Díaz-Durán Quezada, no tengo ningún otro vínculo. Además de que descendemos de ramas diferentes (yo de la rama de Joaquín Díaz-Durán y Durán y él de la rama de José Carlos Díaz-Durán y Durán) también somos frutos distintos. Aunque pienso que pertenecer a ramas diferentes no nos hace frutos diferentes. Nos diferencian nuestras elecciones.

Para enfatizar el punto, a continuación comparto con ustedes una conversación que sostuve con un amigo virtual en mi muro en Facebook:

“– RO: Marta Yolanda, hola. Te quería preguntar si ya hablaste del vice de Sandra. ¿Es tu pariente? – MY: No he hablado del tema. Sí, es tío lejano mío ya que su papá era primo en segundo grado consanguíneo de mi abuelo. No lo he hecho porque no considero relevante hablar de él solo porque compartimos apellidos. Pienso que son obvias las diferencias en nuestras escalas de valores. – RO: Sí, pero me imagino que no seré el único con la duda. ¡Qué mal por él!

MY: Qué mal que haya quienes piensen que tengo que opinar de otros solo porque compartimos apellidos. Y lo digo sin ánimo de generar una polémica. Pienso que tenemos que aprender que cada individuo es responsable de sus acciones. Y que las decisiones de tus amigos o familiares son de ellos. Solo las tuyas son las que, si lo deseas, vas a divulgar y comentar [además de asumir las consecuencias de éstas]. Eso sí, si llega a ocupar un cargo público y violenta los derechos de los habitantes de Guatemala, pueden tener la seguridad que seré de las más críticas y combativas. [Lo afirmo] con toda la seguridad de que sé quién yo soy”.

Yo, que no necesito ocupar un puesto público por ningún motivo. Yo, que no ambiciono llegar al ejercicio del poder. Yo, cuyo mayor anhelo es seguir siendo quien es, cada vez mejor. Repito: compartir apellido no implica compartir valores. Yo, Marta Yolanda Díaz-Durán Alvarado, sé quien soy y vivo a partir de mi propia escala de valores: la que yo he elegido. Soy coherente y busco ser íntegra. Solo soy responsable de mis actos y asumo las consecuencias de los mismos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de mayo de 2011. La imagen es “del abuelo de mi abuelo, Coronel Joaquín Díaz-Durán y Durán, hijo de José María y Ana Josefa. Fue cónsul de Guatemala en San Francisco durante el gobierno de Reyna Barrios y estuvo auto-exilado en Nueva York durante el de Justo Rufino Barrios. Este retrato a carbón fue hecho en Nueva York” tal y como escribe mi hermano Constantino en Facebook.

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4.18.2011

Paréntesis


Yo celebro la vida. Ese paréntesis entre mi nacimiento y mi muerte. Celebro mi vida todos los días de todas las semanas del año. Poco me preocupa la inevitable muerte que no es otra cosa que el final de mi existencia. ¿Para qué perder esta última elucubrando sobre su término en lugar de vivir ese breve espacio entre uno y otro evento vital? ¿Ese espacio que hace la diferencia entre las personas que dejan un legado y las que pasan sin dejar huella?

Mejor me ocupo de vivir y disfrutar plenamente, en las buenas y en las malas, en sus variadas facetas y estadios. No me refugio en mitos que alejan a tantos de la felicidad terrena, con promesas similares a las que suelen hacer los políticos en campaña, ofreciendo un futuro mejor si hoy el votante se sacrifica por llevarlos a ellos al poder. Lo único que hay que hacer es obedecer. ¿Y mi derecho más preciado después de la vida, mi libertad, dónde queda? ¿Para qué hipotecarla sin garantía de que se vaya a cumplir lo prometido?

Prefiero la realidad a la fantasía. La imaginación, sea o no loca, habite o no mi casa, la reservo para crear escenarios, buscar medios posibles que me permitan alcanzar mis objetivos y gozar de estos. Experimentar profundamente la felicidad de abrazar aquello por lo cual me he arriesgado, trabajado y esforzado por obtener. Saborear el éxito de mis emprendimientos, cuyo costo he pagado con gusto, a la espera de conquistar un bien más valioso para mí.

Los grupos de presión y sus discursos políticamente correctos con los que pretenden manipular a los demás me importan tan poco como pasarme la vida llorando mi final. Discursos basados en palabras y conceptos malentendidos en el mejor de los casos, y la mayoría de veces sobrevalorados o distorsionados. Compromiso social, revolución, entrega… ¡qué larga es la lista de vocablos no cuestionados por aquellos llamados a inmolarse! Y, si no lo haces, serás considerado una especie de paria, un malagradecido saber con quién. Lo que sí sé es quién sale beneficiado con tales arengas: aquel que se encuentra en el ejercicio del poder y quienes lo rodean.

Dentro de ese paréntesis que es nuestra vida misma, encontramos muchos otros paréntesis llamados de distintas maneras: etapas, procesos, períodos. Y de estos, damos testimonio de los momentos pasados. Esos paréntesis en los cuales hemos decidido ser quienes somos hoy. Nos hemos construido, creado, modelado según la imagen que de nosotros tenemos.

Durante ese tiempo hemos acumulado muchos objetos de los cuales nos es difícil separarnos: ya sea porque pensamos que algún día nos pueden servir de nuevo, porque nos recuerdan épocas ya idas o simplemente por dejadez de entrarle al cúmulo de cosas que llenan nuestro clóset. Para salir de bártulos y cachivaches nos sirven otro tipo de paréntesis: los asuetos. Total, lo más importante que nos dejan éstos son los recuerdos que llevamos siempre con nosotros.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de abril de 2011. La fotografía la tomaron el 24 de febrero de 2010, en una de esas memorables veladas que he pasado en compañía de amigos entrañables en el taller “Ars Artis” del maestro Walter Peter, tomando vino y celebrando el arte, la filosofía y la vida misma.

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3.07.2011

Campaña de Prestigio


En todos los sentidos. El fin de la misma es defendernos de las acusaciones infundadas que nos hacen los fiscales de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), encabezada ayer por Carlos Castresana y hoy por Francisco Dall’Anese. Una farsa a la cual se prestó, entre otros, Carlos Enrique Morales Monzón, Director General de Radiodifusión y Televisión Nacional y Director de la Radio Nacional TGW.

Queda claro que Morales Monzón es empleado por el actual gobernante, Álvaro Colom, una de las personas señaladas por el abogado Rodrigo Rosenberg como responsable del asesinato de Khalil y Marjorie Musa. Acusaciones que nunca fueron investigadas por la CICIG. Sólo fueron negociadas. Probablemente pensó Castresana que todos en Guatemala nos íbamos a quedar callados. Pensó que todos somos ingenuos o hipócritas, políticamente correctos, seres serviles que se postran ante aquellos que ostentan el poder. Se equivocó, como tantas veces, Castresana. Y ahora se equivoca Dall’Anese.

La nuestra es una acción pública, no secreta ni a escondidas, ninguna conspiración. Una acción legal que busca poner en su lugar a quienes se pliegan a los poderosos y venden su honor. Una demanda interpuesta por Estuardo Zapeta, Pedro Trujillo, Gabriel Orellana y la presente escribidora. Cuatro de los nueve acusados de formar parte de una campaña de desprestigio en contra de, entre otros, la CICIG, según Dictamen Pericial de Morales Monzón, supuesto experto cuya imparcialidad no es creíble por ser, repito, empleado del actual gobierno. Una acusación falsa, sin evidencias, y una obvia violación del debido proceso y de la presunción de inocencia. Una violación al derecho a la libertad de expresión protegido por el artículo 35 de nuestra Constitución.

Decidí formar parte de la querella penal señalada porque considero mi nombre mi bien más preciado. Un apellido heredado por mis antepasados y que dejaré a mis descendientes. Participo a pesar de que considero que hoy la justicia en nuestro país más que ciega se encuentra fracturada, casi en estado de coma, más aún después del paso de la CICIG por Guatemala, ente que ha pisoteado lo poco de institucionalidad, propia de un Estado de Derecho, que había en nuestro país.

Yo decido mi destino. Todos enfrentamos retos y obstáculos en nuestra vida. La diferencia en los resultados obtenidos es consecuencia de cómo decidimos enfrentarlos. Es esa decisión, en especial cuando las circunstancias nos son adversas, la que representa la verdadera medida de una persona, de nosotros mismos, y la que nos distingue del resto. La que muestra de qué material estamos hechos y cuáles son los principios que rigen nuestra vida. Los retos nos ponen a prueba. Como bien lo dijo el político y escritor decimonónico francés, Marie-Henri Beyle, más conocido como Stendhal: "Puede adquirirse todo en la sociedad, excepto el carácter". Ese lo cultivamos cada uno de nosotros siendo virtuosos y enfrentando sin miedo a los mentirosos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de marzo de 2011. La fotografía me la tomaron el domingo 18 de abril de 2010 en un taller de cerámica, mientras hacía una vasija.

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12.20.2010

A la carrera


El viernes 17 de diciembre, un día antes del cumpleaños de Constantino (mi hermano, no el emperador bizantino fallecido hace casi diecisiete siglos) me levanté a las 5:47 de la mañana para escribir el artículo que quería que ustedes leyeran hoy, lunes 20 de diciembre de 2010. Sin embargo, descubrí que, a pesar de mi inclinación rebelde, para algunas cosas soy metódica: estoy acostumbrada a cumplir con ciertos ritos que me cuesta abandonar de un día para otro. En este caso, no es la hora de levantarme la que varió, sino la actividad que pretendía llevar a cabo.

Así que, después de un par de horas divagando frente al computador, medio escribiendo a regañadientes y pasando más tiempo navegando en las redes sociales virtuales que frecuento (Twitter y Facebook), no había logrado avanzar más de tres líneas en un escrito de largo aliento con el cual quiero iniciar una discusión intelectual (para pensadores honestos cuyo objetivo es separar lo falso de lo verdadero y aclararse las ideas) sobre dos sistemas de gobierno opuestos: la Democracia y la República. Un intento fallido que queda pendiente para una próxima entrega.

Lo único que puedo adelantar es que yo me decanto por la República, no la Democracia. Considero al sistema demócrata como el vehículo ideal para que lleguen al poder oportunistas y vividores, dictadores en el peor de los casos, que confirman la opinión de Frédéric Bastiat de que “el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todo el mundo”. Objetivo insostenible en el largo plazo, tal y como lo evidencia la historia.

A las ocho de la mañana, salí corriendo a arreglarme para irme a la carrera al desayunivivio que organizaron mis compañeros en Libertópolis. Total, es esta una época ideal para disfrutar en compañía de aquellas personas a quien uno valora. Y yo me encuentro entre los muchos que, más allá de una aparente actitud de Grinch, disfrutamos como infantes de las tradiciones propias de fin de año.

¡Cómo me divertí compartiendo con todos ellos! Ellos, a quienes quisiera nombrar uno por uno para agradecerles todo el apoyo, paciencia y comprensión que nos brindan día a día para poder cumplir a cabalidad con las expectativas que de nosotros tienen nuestros amigos invisibles que, de lunes a viernes, nos acompañan al mediodía en “Todo a Pulmón”. A quienes, por cierto, también quiero agradecer esa compañía que nos hace más fácil el camino. No sólo la ruta de “encontrar respuestas a las preguntas que nos hacemos”, sino en el proceso mismo de la vida. Me siento halagada.

Al terminar, pasadas las diez, salí a la carrera de nuestros Estudios ubicados en las torres gemelas de Guanjatan, en donde comimos, celebramos, e intercambiamos regalos. Luego, ya en mi asteroide, regresé al lugar en el que inicié este día mis actividades (frente al computador) para desearles a ustedes, apreciados lectores, aunque sea a la carrera, bendiciones por siempre.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de diciembre de 2010. La fotografía del Porsche Carrera la bajé de Internet.

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12.13.2010

Liberleaks @mydda


Como afirmaba en mi artículo pasado, me fascina vivir en la época mía. Un tiempo de cambios tan rápidos que para muchos pasan desapercibidos y, casi sin sentirlo, sin darse cuenta, se quedan varados en el olvido del pasado.

Del presente, una de las opciones de comunicación que frecuento es Twitter. A mí, el ser parte de esta red social virtual me ha permitido intercambiar de una manera más cercana con lectores de mis columnas y oyentes de mis programas. Mis amigos invisibles, pero siempre presentes. Y, claro, inevitablemente, un par de supuestos enemigos, masoquistas ellos, quienes me divierten con sus comentarios infantiles y sus irracionales acciones, comenzando por su decisión de seguirme.

Por lo general suelo estar muy activa por la mañana, desde muy temprano, cuando aprovecho a tomar un capuchino cuádruple, leer los diarios y consultar medios internacionales para enterarme de la evolución de los hechos trascendentes y, por supuesto, de las nuevas noticias que recién se empiezan a gestar.

Después de desearles “libertarios días” y de tuitear la temperatura que impera en la frontera sureste de Guajantan, procedo a compartir con mis followers mis primeras impresiones de lo leído. Y algunos de esos tuits quiero compartir con ustedes hoy, porque creo que nos pueden ayudar a aclarar nuestras ideas: a separar lo falso de lo verdadero para que tomemos mejores decisiones, tanto en nuestra esfera privada como en la pública. Omití por seguridad y respeto a la intimidad de mis interlocutores sus nombres y agrupé los mensajes por tema. Es lo siguiente nomás una pequeña muestra de un solo día:

“@xx La información no es libre. Libre es el ser humano. La información es poder. ¿Cómo vamos a usar la información con la que hoy contamos gracias a Wikileaks? Información que muestra la esencia de la política y quiénes son verdaderamente los que ejercen el poder, no sólo los gobernantes de USA. Wikileaks es mucho más que simplemente libertad de expresión. Es la posibilidad de fiscalizar y limitar el ejercicio del poder”.

“Es lamentable la ignorancia de varios columnistas de la era del performance que se alegran, como lo hace Rafael Espada, de la aprobación de la LED (Ley de extinción de dominio). Los mismos columnistas que apoyaron la ley antiadopciones que hoy se evidenció como una condena para los huérfanos en Guatemala. La mentira siempre es despreciable. Es lamentable que se confunda el respeto a los derechos individuales con aceptar la mentira. No es sólo cuestión de ‘querer hacer el bien’. Es cuestión de saber qué ES el bien”.

“@xx Respeto la vida, la libertad y la propiedad de todos. Pero desprecio y denuncio la mentira y la farsa. Lamentablemente por el miedo al qué dirán muchos se callan y se dejan manipular. Un motivo más por lo que vamos de mal en peor. Ningún tinte amarillista. Es la verdad sin adornos que sin duda molesta. Si seguimos falseando la realidad, ¿dónde vamos a acabar?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de diciembre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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11.29.2010

CICIG



Crisis de Identidad Conceptual Institucional Generalizada: CICIG. Sé que más de uno, pudo confundir las siglas que sirven de título a mi artículo con las de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, aparato burocrático creado por los dirigentes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para supuestamente combatir a grupos del llamado crimen organizado.


Hoy me dedico a pensar si hay algo rescatable del experimento mencionado. Hoy que somos testigos de la debacle anunciada por algunos, entre ellos yo, hace casi siete años cuando aún pensaban llamarlo “CICIACS”. Hoy, después de haberme presentado el jueves 25 de noviembre de 2010 al Ministerio Público para aclarar la falsedad de las acusaciones en mi contra de ser parte de una campaña de desprestigio contra la impune y poderosa entidad citada. Hoy que es vital rescatar el concepto de justicia. Justicia, que no es encontrar quién la paga, sino quién la debe y compensar a la víctima.

No es el objetivo de los ciudadanos guatemaltecos “apoyar a la CICIG”, como lo dijo recientemente una académica guatemalteca, según nota de Prensa Libre del pasado viernes. El fin es que haya justicia: que se le de a cada quién lo que le corresponda. Que los antisociales, que violenten los derechos individuales de otros, reciban el castigo que merecen y paguen las consecuencias de sus acciones. Y, por supuesto, lo más importante es, repito, que se compense a la víctima. Pero me refiero a la víctima real, no al ficticio Estado, que termina siendo la excusa para que aquellos que detentan el poder, terminen lucrando y beneficiándose de los dictámenes de los tribunales.

Una de las peores CICIG en nuestro país es la que impera en los medios de comunicación. Por ejemplo, llamar a la iniciativa que pretende acabar con el derecho de propiedad y la presunción de inocencia (la Ley de Extinción de Dominio) ley antinarco, no sólo es ingenuo, sino es una manera de desinformar y confundir. Algo que debería ser señalado y evitado. Más si sabemos que el fin del periodismo es la búsqueda de la verdad de los hechos. Lo que hace necesario reconocer que existe la verdad: la realidad, única, de la cual somos parte. Por supuesto, nadie conoce toda esa realidad: el conocimiento no sólo está disperso, sino hay más cosas de la realidad que desconocemos que las que conocemos. Pero lo anterior no es excusa para falsearla y pretender que no se puede conocer.

La confusión conceptual en algunos casos, en otros la crasa ignorancia, sin olvidar al sofista falsificador y distorsionador de los conceptos, son el origen de las malas decisiones políticas y el fracaso de las estrategias adoptadas a la fecha. En fin, sobre este tema espero elaborar más en futuras entregas. Hoy escribo sólo para reconocer ese ¡ajá moment! como le llamaría Albert Loan. O, como lo hemos chapinizado sus estudiantes con un sencillo ¡sí pues! Algo es rescatable de la CICIG para enfrentar a la raíz de nuestros problemas: sus siglas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de noviembre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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8.04.2010

Muso, lo voy a extrañar ¡mucho!


Y voy a honrar por siempre su legado. Gracias por todo.

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8.03.2010

No quiero ser Presidente


Ni ocupar otro cargo de elección popular. ¡Menos ser parte del séquito de un gobernante! Parte del Leviatán: la burocracia estatal. Sería la peor pesadilla de los tatascanes. Desde pequeña, hecho que pueden confirmar mis padres, no acepto órdenes sin entender el porqué de estas. ¡Vaya que me dolió en algunos casos esa racional rebeldía! Además, el costo que tendría que pagar sería demasiado alto. Quién sabe, a veces pienso que llegaría a ser un sacrificio. Y no creo en entregar un valor superior a cambio de uno inferior. Y lo digo sabiendo que, por ser políticamente incorrecto, será mal interpretado, descontextualizado y manipulado. Pero, como dijo José Ortega y Gasset: ‎”…la vida de cada cual no tolera ficciones, porque al fingirnos algo a nosotros mismos, sabemos, claro está, que fingimos...”.

Espero les quede claro a mis enemigos, que en lugar de miedo me dan risa, para que cambien de táctica de ataque. Por cierto, los pocos insultos (críticas no son) que de pura casualidad pasan por mis ojos, me muestran que no han evolucionado, aunque hayan cambiado de medios para expresar su resentimiento. Más aún, estoy convencida que han involucionado. Una muestra más del tipo de gente que hoy ostenta el poder y los guanabí gobernantes. ¡Ah! Y de sus esbirros. Algunos de ellos, pobres, aceptan esos empleos por la escasez de éstos en nuestro país. Sin embargo, ¿serán conscientes del costo personal que representa trabajar para personas a las cuales desprecian?

Participar en política partidista es un derecho individual que NO me interesa ejercer. No obstante, es necesario que lleguen al poder, en especial al Legislativo, individuos con las ideas claras, convencidos de que necesitamos urgentemente sustituir el Estado Benefactor/Mercantilista por un Estado de Derecho liberal. Ese que ha permitido el progreso y la mejora en la calidad de vida de los habitantes del llamado primer mundo. Hacerlo no resta credibilidad, una vez que quien decida dar ese paso sea coherente con sus principios e intelectualmente honesto. Que logre vencer las tentaciones que va a encontrar en su camino.

Lamentablemente, la hipocresía y el oportunismo privan hoy en la esfera pública de Guatemala. Tanto entre los políticos, como los poderosos y aquellos autonombrados representantes de ese abusado abstracto conocido como sociedad civil. Mientras, a los ciudadanos exitosos se les persigue, bajo amenaza de terminar en la cárcel, por supuestamente no pagar más impuestos a los delincuentes que ostentan el poder y descaradamente se roban el dinero de los tributarios.

En la realidad las cosas son más complicadas que en la ficción, porque no existe un guionista, un solo escritor que decida la trama, cómo se va a desarrollar y cómo va a terminar. La historia de la civilización humana, en el presente y en el futuro como lo fue en el pasado, es escrita por cada uno de nosotros, con nuestros actos en vida y algunos hasta con su muerte.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de agosto de 2010. La fotografía fue tomada el 30 de enero de 2010, desde el balcón de mi asteroide.

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7.06.2010

Los minutos



Martes 22 de junio de 2010. Sudáfrica 2, Francia 1.

Sábado 3 de septiembre de 2005. Recorro la Avenida de Las Américas. Voy tarde. Los minutos corren. Entro a La Reforma. Voy del sur al norte. Mi objetivo es llegar a un antro de sabiduría. El tipo de tardeada que disfruto plenamente: reunirme con un grupo de adictos a la lectura a discutir sobre algún libro que previamente acordamos leer. Me entretengo en el camino, mientras los minutos pasan, escuchando a un par de comentaristas narrar un partido de fútbol en el cual uno de los equipos protagonistas es el de Guatemala. No soy amante de este deporte. No obstante, tengo curiosidad por entender ese fenómeno de masas que mueve a casi todo el mundo. Quiero entender qué es lo que provoca, y por qué, tanta tristeza o alegría a muchos que dedican parte de su día, algunos su vida, a este deporte.

“Ganamos”, dice un locutor. “Derrotamos”, confirma el otro. Una lágrima de felicidad asomó por mis ojos. ¡Qué emoción más ajena a mí! ¿Será una prueba de que, a pesar de las circunstancias, quiero más de lo que creo, paradójicamente, a mi terruño? Me alegro del triunfo de mis compatriotas. Aunque, aún faltan nueve minutos para que acabe el juego. Sólo “nueve minutos”, repite el locutor. Pienso, ¿qué puede pasar? Nada. O todo, reflexiono. Pero, ¿cuáles son las posibilidades? Poquísimas. Así que decido bajarme del vehículo ya estacionado, y caminar el trecho que me separa de mi destino. Al menos, el de hoy por la tarde. En el camino, me topo con varios miembros de la fanaticada chapina, que salen de los establecimientos donde vieron el encuentro con la cara alargada. Qué extraños estos aficionados, ¿no les gusta "derrotar" como decía el locutor? Ni modo, such is life in the mayan tropics.

Jueves 24 de junio de 2010. Eslovaquia 3, Italia 2.

Sábado 3 de septiembre de 2005. Unos minutos más tarde. Llego al fin a "Sophos" y, mientras empieza la actividad que me convoca, me entretengo ojeando una novela que algún día próximo leeré, pues la terminé comprando. Escucho a un hombre preguntar por el resultado final del partido y, sin ningún titubeo, le respondo: ganaron 2 goles a 1. No, me contradice alguien más. Perdieron 3 goles a 2.

¿No ganaron? ¿Perdieron? ¿Qué pasó? ¿Estará en drogas este chavo? ¿Acaso no aseguró el narrador que derrotaban a Trinidad y Tobago? ¡Qué mal hace este señor al intentar engañar a los interesados en conocer el resultado del juego! ¿Será que se refiere a un encuentro cercano de otro tipo? Tal vez. Puede ser. Lo cuestiono algo molesta: “¿Cómo es posible? Apagué la radio nueve minutos ¡apenas nueve minutos! antes de que acabara el partido, ¿cómo es posible que hayan perdido los integrantes de la selección del circo nacional en esos pocos minutos?” “Lo es”, me responde el dialogante: “en esos minutos, precisamente, los otros metieron los dos goles que les dieron la victoria”. Yo, perpleja. “Dicen que”, continúa mi interlocutor antes de desaparecer: “al igual que otras veces, los ídolos del pueblo jugaron como nunca y perdieron como siempre”. Los minutos, que trascendentales son los minutos. Interrumpe mi meditación Clarissa: “Marta Yolanda, no perdás el tiempo, ya empezamos la discusión”. Regreso al mundo de las horas.

Viernes 2 de julio de 2010. Holanda 2, Brasil 1.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de julio de 2010. Este artículo está basado en un escrito que hasta hoy sólo había publicado en mi “bitácora” virtual. La fotografía la tomó Adelaida Loukota el domingo 4 de julio de 2010 por la noche, en la presentación de “Penn & Teller”. En la imagen me encuentro yo. ¿O me pierdo yo?

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6.30.2010

Frágil


Hoy tengo la tentación de pedirle que no lea la presente digresión. Frágil, como el título que le di. Total, sólo es una idea vaga de los sentimientos que me atormentaron hace un par de meses, provocados por una experiencia que me acercó a la posible pérdida de un ser querido. Una sensación de impotencia. Una impresión que me recordó que la vida, además de breve, es frágil.

Para inspirarme busqué apoyo en Jaime Sabines. Sin embargo, no encontré más que el siguiente verso: “Te agradezco al aire. Eres esbelta como el trigo, frágil como la línea de tu cuerpo”. Luego, me acerqué a Alessandro Baricco, que me dijo en privado y bajito: “nuestra vida se asemeja a la existencia de los gusanos que crean la delicada seda: al menor de los descuidos, mueren”. Más cuando contamos entre nuestros preciados amigos a Leonardo Da Vinci, quien nos cuenta en sus “Apuntes de Cocina” que Salai, su siervo, se niega a prestarle ayuda en sus experimentos desde que lo encontró colocando en su comida cantidades incrementadas de estricnina y belladonna. ¡Oh los genios! gente incomprendida.

Hoy me atrevo a llamar al día frágil. El sol aparece y desaparece, la temperatura baja y el viento recrudece, aunque por momentos pareciera que amaina. Hoy que me siento a escribir este suelto que he pensado tantas veces en los últimos meses. Qué frágil ha sido mi decisión de transcribir las vivencias que me obligaron a cuestionar la falsa eternidad de mi más preciado bien: mi vida. Y la vida de mis amores, mis valores primeros.

Leo de nuevo mis entregas anteriores. Busco el hilo conductor de Le Haim. Al fin me cae el veinte: cada Le Haim es diferente como cada día es único, irrepetible e incierto. Así como no sé de qué manera voy a terminar este día con que inicia la semana, tampoco sé dónde pondré el punto final de este escrito. Hoy, como la hoja que se lleva el viento, quiero que mis pensamientos se dejen guiar por lo que dicta la tirana que vive en mí. Esa voz interior que a veces quisiera acallar. Esa dictadora que hace mi vivir más frágil de lo que comúnmente es vivir para la mayoría. En fin, a veces creo que Le Haim se convierte en ese diario que tantas veces empiezo ¿o continúo? y pronto abandono.

¡Qué cosa! Mientras escribo, un temblor hace que se balancee el edificio en el cual orbita mi hogar al cual he apodado el asteroide B506. Aunque en este caso, esa aparente fragilidad lo que muestra es el ingenio humano a la hora de construir los espacios que vamos a habitar. Como el bambú que no se quiebra a pesar de la fuerza de Céfiro, al cual vence sin retarlo. A veces, elegimos andar con personas con quienes no compartimos fines. Ni medios. Personas que nos parten. ¿Somos tan frágiles? Ser valientes y construirnos tal y como nosotros lo deseamos y no los otros. Esa es mi respuesta, tal vez incomprendida. Buscar el balance. Life is too short for lies.

Vivo mientras escribo. Y lo que vivo va a influenciar lo que escribo. Una llamada que recibí mientras divagaba me regresó al asunto de la fragilidad. La voz abatida de alguien a quien admiro me decía: “¡Qué tristeza la que percibo!”. La anterior afirmación me llevó a preguntarme: ¿nos sentimos tristes cuando nos creemos frágiles? Una vez pasa esa voluble e intermitente compañera del homo sapiens, ¿nos deja su paso el camino abierto para el placer? Melancolía armoniza con vida. Así como con alegría.

Sé que el propósito de Le Haim es celebrar la vida sin falsearla. Gozarla. Al menos la mía, ya que como lectora empedernida, a veces necesito imperiosamente escribir. ¿Podemos tenerlo todo? No sé. Depende. Lo que sí sé es que no podemos tenerlo todo al mismo tiempo. Tenemos que elegir. Y yo elijo terminar por hoy disfrutando del Tignanello 2006 con el que una de las tres Reinas Magas reconoció el pasado 6 de enero mi deseo de ser feliz.

El presente escrito fue publicado en la edición 23 de la Revista NuChef, ejemplar que corresponde al bimestre enero-febrero 2010. La fotografía la tomó Raúl Contreras en el taller de cerámica de Kira Sapper, ubicado en La Antigua Guatemala, el domingo 31 de marzo de 2010. La responsable del recorte y edición de la misma soy yo. En la imagen intento hacer una vasija de barro. Al fin, logré hacer una especie de cuenco. Logré mi objetivo: además de distraerme y disfrutar la experiencia, hice un utensilio útil, aunque este no hubiese sido mi meta primera.

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6.14.2010

OK


Zero kill. Sin duda, no en Guatemala. Esperar cero muertos es una utopía en un país cuyo índice de mayor crecimiento es el de la criminalidad: el número de asesinados, secuestrados, robados. En una palabra: violados. Una sociedad en la cual es casi inexistente el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de sus miembros productivos, respetuosos y trabajadores. Una más de tantas ironías, pues las principales violaciones vienen de los obligados a proteger los derechos listados. Por supuesto, me refiero a los gobernantes.

OK le dijo Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, a Carlos Castresana al recibir su renuncia al puesto de Comisionado Internacional contra la Impunidad en Guatemala. ¡Qué les parece! Otra ironía. Castresana, un pragmático poco conocedor del Derecho (a pesar de la campaña a su favor que han hecho algunos medios nacionales e internacionales) que actuó impunemente mientras ocupó el cargo mencionado. Más aún, que continúa actuando impunemente persiguiendo a gente inocente y ensañándose con aquellos que lo hemos cuestionado y no asumimos el rol de alfombras para que “pise moreno, pise con garbo, que un relicario me voy hacer…”.

Ayn Rand, en su libro titulado “Filosofía: ¿quién la necesita?”, en el primer ensayo que lleva el mismo nombre, hace una advertencia que hago mía: “You are attacked, not for any errors or flaws, but for your virtues. You are denounced, not for any weaknesses, but for your strength and your competence.” Por cierto, si creen los empleados de la CICIG que me amedrento ante la campaña que impulsan contra algunos periodistas y columnistas están equivocados. Saben dónde encontrarme, dando la cara y defendiendo mi nombre. ¿OK?

¿Por qué siendo el concepto de justicia tan sencillo y de puro sentido común, es tan difícil encontrarlo en sociedades como la nuestra? Darle a cada quien lo que le corresponde no es otra cosa que ser justo. Y a cada uno nos corresponde lo propio, lo que es nuestro, y al otro lo que es suyo.

A mí en lo particular me importa poco la renuncia de Castresana. Era de esperarse que un hombre colérico y prepotente como él no soportara que hubiera quienes se atrevieran a enfrentársele y cuestionar sus hipótesis. Eso no significa que no haya quienes sí se alegren del hecho, así como haya otros que lo lamenten. Que haya quienes se perjudiquen con su despedida y quienes se beneficien. Such is life. Sin embargo, para la mayoría poco va a cambiar su vida con su partida.

Considero que da igual cuáles sean los verdaderos motivos por los que renunció Castresana. O si acaso es cierto que lo obligaron a renunciar. Al final lo que parece que hizo en nuestro país fue pactar con los gobernantes, lavarles la cara y no investigarlos. Independientemente de que él se haya llevado las palmas por la captura de Alfonso Portillo. No es más burocracia, nacional o internacional, lo que necesitamos. Necesitamos darle el OK al cambio constitucional propuesto por la Asociación Cívica ProReforma.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de junio de 2010. La imagen la bajé de www.robink.ca

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3.29.2010

Nunca cerramos


Hace algunos días, para ser exacta el lunes pasado, almorcé con un grupo de amigos muy queridos en Churrasco Centroamericano de la zona 10. Celebrábamos el equinoccio de primavera y conmemorábamos mi natalicio, gracias a la invitación que nos hizo Hugo González. Dejábamos libres nuestros gustos sibaritas. Disfrutábamos de una jugosa carne, acompañada de una fresca ensalada y un vino tinto mendocino que probaba por primera vez. Y a mí las experiencias primigenias generalmente me producen mucho deleite. Al terminar de comer catamos cafés. Ansina es, cafés, no bebidas espirituosas. Cafés. Pero, como suele ser en este tipo de ocasiones irrepetibles, lo que más placer me provocó es la plática variada que enriquece mi vida.

En algún momento de la charla, una conversación muy similar a esas que estoy segura usted también ha disfrutado en más de una ocasión, Hugo mencionó una farmacia no por su nombre comercial, sino por el letrero que la ha dado a conocer: “Nunca cerramos”. Por supuesto, a una persona enamorada del lenguaje, como suelo ser yo, en esas dos palabras dichas al azar, en una conversación inconexa, encontré poesía, fantasía y pesadilla. Y antes de que piense que ya se apoderó de mí el alma de don Federico Nietzsche, ese espíritu que lo calló en su última década de existencia sin vida (opinión expresada por varios de sus admiradores, no yo), procedo a explicarme, ya que loca aún no estoy, aunque desde que tengo uso de razón he sido de una imaginación desbordada. La loca de la casa será ella, según Teresa de Jesús.

Primero pensé en lo imposible tanto del “nunca”, como de su antagonista, el “siempre”. Sólo es atrevernos a afirmar lo uno o lo otro para irremediablemente caer en lo negado o alejarnos de lo prometido. Por eso considero que una de las falacias más peligrosas, más dañinas, es la de la generalización. Es mejor nunca caer en ella, porque siempre terminamos tragándonos nuestras palabras. ¿O no?

Al fin, como si adoleciéramos de un vicio que queremos superar, la meta a alcanzar en el futuro presente se logra día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. Sólo del instante que vivimos podemos estar seguros. Claro, esto no debe ser un impedimento para vivir y ser feliz. Todo lo contrario. El mío es simplemente un reconocimiento a una realidad ineludible. Total, como lo escribió Ayn Rand, otra filósofa a quien respeto mucho, aunque no coincida en todo con ella, “cualquiera que luche por el futuro, vive en el presente”. Lo anterior lo encuentran en la introducción de “El Manifiesto Romántico”, uno de mis libros preferidos de la autora mencionada.

Segundo, recordé que los popularmente llamados malos, aquellos cuyo lema de vida es “el fin justifica los medios”, (vaya, los pragmáticos que no son iguales a los prácticos), podrían ser la excepción a la aludida imposibilidad “del nunca y del siempre”. Esos personajes, aunque no sean siempre los mismos, nunca descansan. Cuidado en Semana Santa, buen amigo.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de marzo de 2010. La fotografía del letrero la bajé de la Internet. El autor del la misma se identifica en el blog que aparece en la imagen.

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2.27.2010

Blend


¿Por qué me cuesta más asomarme a la escritura cuando me encuentro feliz, muy feliz? No sé. Es uno de esos extraños misterios de la zona desconocida de mi existencia. Tal vez porque tengo tanto de que hablar, escribir, elaborar. Seguro compartir, por lo que termino sin decidir por dónde comenzar. En fin, al menos elegí desde hace unas semanas el título de esta divagación suelta, que viene a ser mi tercera entrega para Le Haim. O, el material, como le llama Mara. ¿El material de una mezcla que no puedo descifrar por completo? ¿Un blend cuya base es el tiempo? ¿Y yo la bartender o la enóloga?

Pienso con los ojos cerrados y sueño con los ojos abiertos, mientras ordeno mentalmente el material que hará de esta mezcla única. Aunque reconozco que es imposible evadir los lugares comunes. Obvio: por eso son comunes. Y, sin duda, tengo mucho en común con usted que me lee algunas semanas después de que terminé de elaborarlo, catarlo y saborearlo. Común seré.

Hoy que escribo en el presente, el pasado martes 20 de octubre, no por casualidad sino por atraso, no logro dejar de observar ese luminoso cielo azul que cubre el espacio capitalino llamado despectivamente por algunos Guanhatan. Azul que deseo cubra hasta el más ínfimo de los rincones de Guatemala. Un azul que contrasta con el rojo que arde en los corazones de muchos. En algunos arde por amor. En otros por rencor. Azul-Paz contra Rojo-Pasión. La segunda, necesaria cuando es producto del ejercicio de la razón.

Considero la Libertad mi más caro derecho. Por supuesto, después de la vida que necesito para ejercerlo. Un tesoro mayor que el anillo de John Ronald Reuel Tolkien que Gollum atesoraba. La capacidad de ser quien quiera ser. Definida: decidida mi vida. Realidad hecha por los hechos. Mis acciones, erradas a veces, correctas en su mayoría si acaso logro alcanzar mi meta. Decidí ser libre, mucho antes de leer esta frase atribuida a Víctor Hugo: "La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho". Y así continúo descubriendo los ingredientes de este blend en proceso de mezcla.

¿Mencioné con anterioridad el tiempo? ¿La magnitud física que se mide por segundos y se vive por instantes? Y es la suma de esos instantes la que nos cuenta nuestra propia historia y la de los demás. Historia construida a partir de lo que hicimos con esos momentos irrepetibles. Esas acciones que un jueves me llevaron, después de disfrutar de la presentación de “Holiday of Musicals”, a celebrar brindando con un buen sake, o vino de arroz, y comiendo Dim Sum. Esas elecciones que al día siguiente me permitieron degustar un Reserva chileno, un blend entre Carménère y Shiraz, que acompañé con un caldo de huevos nocturno, por placer no por deber, y canciones versionadas por el grupo Valtrez en Trova Jazz. Y para completar el trío, el sábado visité al conocido artista Iván Gabriel y a su familia en San Juan Comalapa, donde disfruté del arte expuesto en su galería, tomé cusha, comí Pepián casi hasta reventar y desafiné la marimba y los tambores de los Gabriel, en mi frustrado intento de componer una melodía inédita. ¿Acaso no es la vida una maravilla?

La vida es una combinación de muchos ingredientes. De nosotros depende elegirlos. Y los más importantes componentes de nuestro blend, son las personas con las que elegimos compartirlo. Lo sé desde que tengo uso de razón. Por supuesto que me equivoqué en varias ocasiones a la hora de decidir a quienes dejar entrar en mi espacio íntimo. Otras veces me sentí presionada por complacer precisamente a aquellos a quienes he amado. Aprendí de mis errores. Hoy soy más selectiva. Lo que me permite mejorar mi mezcla que espero llegue a ser algún día un virtuosísimo Gran Reserva de Colección. Y, claro, una edición limitada a una botella etiquetada “Yo”.



La anterior pretensión de ensayo breve, fue publicada en la Edición 22, noviembre-diciembre 2010, de la revista sibarita “NuChef”. Agradezco a Mara Corado, Directora General de la revista mencionada, la imagen de la botella que me permitió jugar hasta llegar al collage que acompaña mi “Blend” que espero hayan disfrutado.

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