Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.17.2012

Las fiestas de la corrupción




Son ineludibles las fiestas de fin de año del Estado. Corren los ministros, corren los secretarios, corren los diputados: corren todos aquellos a cargo de malgastar el dinero de los tributarios. Si no se apuran, pierden los fondos que no han usado. Pierden la comisión que, consideran, les corresponde. Pierden la oportunidad de acumular una fortuna a costillas de los pagadores de impuestos: de aquellos que sí están trabajando, sí están arriesgando y sí están creando riqueza que les es expoliada bajo la amenaza de terminar en la cárcel. Parte del terrorismo fiscal, el terrorismo de Estado más popular en estos tiempos democráticos del Estado Benefactor/Mercantilista.

Y lo anterior es lo común en Guatemala y en muchos otros países en los cuales hasta organizan marchas contra la corrupción. Hace unos días, en una de las protestas multitudinarias en República Dominicana en contra de un nuevo paquetazo fiscal, alguien sostenía un letrero con el siguiente mensaje: “Estoy cansada/o de que los políticos le enseñen a mis hijos que lo mal hecho premia”. Claro, es el sistema de incentivos perversos que prevalece en la mayor parte del mundo.

Comparto con ustedes unos cuantos ejemplos de titulares recientes en nuestra Guatemala. Comencemos con el Ministerio de Desarrollo Social que elude licitar y fracciona las compras, que licita con dedicatoria (Agroindustrias Albay, Q60 millones en productos que, según elPeriódico, ni siquiera van a entregar); la ministra, Lucy Lainfiesta, que reporta más de Q27 mil al mes en pago del celular. Pasemos al Congreso, cuyas cajas chicas les quedan grandes, que benefician en el Presupuesto 2013 a oeneges acusadas de corrupción. Y cómo olvidar al ministro de Trabajo, Carlos Contreras, con su ya famoso “¡Puta, usted cree que esto no cuesta pisto!”. Por supuesto que cuesta dinero... ¡DE NOSOTROS!

¿Continúo? Q13 mil millones en transferencias que facilitan el robo de nuestros impuestos. Estados de excepción para no seguir procedimientos y facilitar la asignación a dedo de los fondos. Viajes al extranjero, todo pagado, cortesía suya. Quesos importados, vinos, whisky etiqueta negra, aceite de oliva extra virgen, latas de calamares, arreglos florales, comilonas en restaurantes: desde cevicherías hasta de fusión internacional dependiendo del gusto del funcionario. ¡Cuánto espacio más necesito para listar todas las denuncias que conocemos! Solo Armando Paniagua de Fonapaz ocuparía muchas cuartillas. Y eso que solo llegamos a conocer la punta del iceberg de la corrupción.

En fin, hasta que la mayoría entienda que el problema es el sistema que da poderes casi ilimitados a los gobernantes y, sobre todo, acepte cómo llegan los gobernantes a adquirir ese poder, las cosas no van a cambiar, por más protestas que organicen. Como bien lo dijo Manfredo Marroquín en una entrevista en elPeriódico: “Bajo este mismo sistema yo no veo posibilidades de revertir estos niveles de corrupción. La corrupción es el motor de este sistema”.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de diciembre de 2012. La imagen la bajé del blog “Había una vez” de Federico Abril.

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2.06.2012

MY loves Gt



Emeye me dicen muchos de mis amigos, tanto en ámbitos virtuales como reales (¿acaso no es el mundo virtual también parte de la realidad?). El apodo surge de unir y leer, como si fuera mi nombre, las iniciales de este. Y “Gt” son las siglas por las cuales se identifica mí país y el suyo: Guatemala. Y digo “suyo” porque, independientemente de dónde haya nacido, si acaso está leyendo este artículo es porque le interesa conocer mi opinión sobre lo que sucede en mi terruño. Motivo por el cual imagino que también usted tiene su versión de mi nación. A lo mejor, al igual que yo lo he hecho, hasta la eligió para vivir su vida. Al menos hasta hoy, ya que por el momento no pienso tirar la toalla, hacer mi equipaje y emigrar a otro lugar. Lo cual tampoco descarto como una opción, una vez llegara a ser imposible vivir feliz en Guatemala.

La anterior es una decisión que afirmo día a día, a pesar de conocer las condiciones en las cuales vive la mayoría. Leer que encontraron congelados los cadáveres de 14 recién nacidos en el Hospital Regional de Cobán me hizo despreciar todavía más a quienes acabaron con la institución de la adopción en Guatemala. Por otro lado, enterarme de que atraparon al acusado del asesinato de Luisa Fernanda Fajardo López, me hace reforzar la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien.

Reconocimientos como el del Ministro de Trabajo de que la mayoría (en especial en el interior de nuestra guanabí República), no ganan el salario mínimo decretado por el gobierno, me hace pensar que muchos se pueden dar cuenta ¡al fin! de que los ingresos no aumentan por orden del gobernante. Que si queremos mejorar nuestra calidad de vida, debemos retirar los obstáculos que nos impiden transformar los recursos en riqueza, comenzando por los impuestos directos. Aunque sé que en el corto plazo lo anterior es poco probable por la ambición y la falta de visión de los poderosos, y el sistema Benefactor/Mercantilista que impera en Guatemala y en gran parte del planeta.

Declaraciones como las de Luz Lainfiesta, nombrada Ministra de Desarrollo Social, y el Presidente Otto Pérez (aunque insulsas por ser hechos conocidos por casi todos) de que han encontrado pruebas para sustentar las denuncias de corrupción en Cohesión Social, me llevan a creer que sí van a pagar sus crímenes algunos de los funcionarios del gobierno de Álvaro Colom. A pesar de la contradicción de Pérez al convertir los tales programas en un nuevo Ministerio.

En fin, mi Guatemala no es la misma suya: la diferencia la hacen mis recuerdos, mi escala de valores y mis metas. No me dejo engañar por la falsa Guatemala que nos venden los gobernantes y los tontos útiles que les sirven de comparsa. Yo quiero vivir en una Guatemala diferente, no sólo soñar con ella. Por eso, no falseo la realidad. Busco los medios para cambiarla. Yo reconozco la valía de los creadores y denuncio a los saqueadores que nos esclavizan. Yo amo a mi Guatemala.


Nota: la imagen que acompaña este artículo es un “collage” de fotografías que contiene mis valores más importantes y algunos de los recuerdos claves para mí y mi vida en Guatemala. La razón por la cual amo a mi Guatemala. Por eso, no hay dos Guatemalas iguales. Por eso, NADIE se debe sacrificar por la Guatemala que nos quieren vender los poderosos. No se deje engañar, no se deje manipular.


El presente artículo fue publicado el lunes 6 de febrero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno.

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