Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.08.2010

Rápido Goteo



Vivo enamorada de ciertos períodos de la historia humana. Por ejemplo, admiro profundamente a los griegos, particularmente al estagirita Aristóteles: sin él, hoy no tendríamos, entre tantas cosas, las herramientas que nos brinda la lógica para pensar correctamente. Me maravillan los renacentistas, en especial el genial Leonardo da Vinci, que se enfrentaron a los dogmas religiosos de la Edad Media y recuperaron la figura del ser humano para ubicarla en el lugar que le corresponde en el mundo. Aprendo de los ilustrados que nos invitan a usar la razón, facultad de la especie “hombre” que nos permite diferenciar lo falso de lo verdadero para tomar decisiones acertadas en el ámbito privado y en el público. ¡Y cómo no me van fascinar los románticos, si comparto con ellos la pasión por la vida y el individuo!

Sin embargo, no cambiaría por nada la época mía, de la cual poco sé sobre cómo será vista en el futuro. Una era de cambios cuyas consecuencias últimas aún no somos capaces de imaginar o pronosticar. Un ciclo que puede permitir el despertar del ciudadano de la ficción más reciente promovida por los poderosos, esa vida solucionada que prometía el Estado Benefactor/Mercantilista, que en el largo plazo sólo benefició a unos pocos: a aquellos que llegaron al ejercicio del poder y a sus asociados (familiares, amigos y empleados). Un instante de la historia que nos permitió a los soberanos enfrentar a los gobernantes utilizando los medios de información al alcance de todos cuya base es la Internet: los buscadores, las redes sociales, las bitácoras virtuales (los blogs)…

Un papel importante van a jugar los escándalos goteados por un grupo de periodistas agrupados en una organización cuyo nombre es Wikileaks. Escándalos que no sólo incluyen a los gobernantes de Estados Unidos, sino a burócratas estatales y mandatarios de muchas naciones. ¡Hasta a supuestos científicos del cambio climático! Denuncias de abusos de poder que deben de ser corregidos limitando el ejercicio de este, sin importar el país del que se trate. Una lucha de toda persona libre que se valore a sí misma y conozca sus derechos y obligaciones. Una confirmación de lo que la mayoría sabemos: lo que priva en la política gubernamental es la hipocresía y la mentira.

La palabra hawaiana “wiki” significa rápido, lo que me lleva a considerar los datos públicos con los que contamos, más que un goteo, un chorro de información y conocimiento que puede cambiar en ciento ochenta grados la forma en la que hasta hoy hemos interactuado los seres civilizados. Aquellos que no se den cuenta del cambio y no se adapten a este quedaran enterrados en el pasado. Incluidos quienes se sienten, se creen todopoderosos y dueños del planeta y de todo aquel que lo habita. Bien dicen que dijo Thomas Jefferson: “El precio de la Libertad es una eterna vigilancia de la misma”. Y los libres de ahora estamos mejor armados para defenderla.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de diciembre de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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6.30.2010

Frágil


Hoy tengo la tentación de pedirle que no lea la presente digresión. Frágil, como el título que le di. Total, sólo es una idea vaga de los sentimientos que me atormentaron hace un par de meses, provocados por una experiencia que me acercó a la posible pérdida de un ser querido. Una sensación de impotencia. Una impresión que me recordó que la vida, además de breve, es frágil.

Para inspirarme busqué apoyo en Jaime Sabines. Sin embargo, no encontré más que el siguiente verso: “Te agradezco al aire. Eres esbelta como el trigo, frágil como la línea de tu cuerpo”. Luego, me acerqué a Alessandro Baricco, que me dijo en privado y bajito: “nuestra vida se asemeja a la existencia de los gusanos que crean la delicada seda: al menor de los descuidos, mueren”. Más cuando contamos entre nuestros preciados amigos a Leonardo Da Vinci, quien nos cuenta en sus “Apuntes de Cocina” que Salai, su siervo, se niega a prestarle ayuda en sus experimentos desde que lo encontró colocando en su comida cantidades incrementadas de estricnina y belladonna. ¡Oh los genios! gente incomprendida.

Hoy me atrevo a llamar al día frágil. El sol aparece y desaparece, la temperatura baja y el viento recrudece, aunque por momentos pareciera que amaina. Hoy que me siento a escribir este suelto que he pensado tantas veces en los últimos meses. Qué frágil ha sido mi decisión de transcribir las vivencias que me obligaron a cuestionar la falsa eternidad de mi más preciado bien: mi vida. Y la vida de mis amores, mis valores primeros.

Leo de nuevo mis entregas anteriores. Busco el hilo conductor de Le Haim. Al fin me cae el veinte: cada Le Haim es diferente como cada día es único, irrepetible e incierto. Así como no sé de qué manera voy a terminar este día con que inicia la semana, tampoco sé dónde pondré el punto final de este escrito. Hoy, como la hoja que se lleva el viento, quiero que mis pensamientos se dejen guiar por lo que dicta la tirana que vive en mí. Esa voz interior que a veces quisiera acallar. Esa dictadora que hace mi vivir más frágil de lo que comúnmente es vivir para la mayoría. En fin, a veces creo que Le Haim se convierte en ese diario que tantas veces empiezo ¿o continúo? y pronto abandono.

¡Qué cosa! Mientras escribo, un temblor hace que se balancee el edificio en el cual orbita mi hogar al cual he apodado el asteroide B506. Aunque en este caso, esa aparente fragilidad lo que muestra es el ingenio humano a la hora de construir los espacios que vamos a habitar. Como el bambú que no se quiebra a pesar de la fuerza de Céfiro, al cual vence sin retarlo. A veces, elegimos andar con personas con quienes no compartimos fines. Ni medios. Personas que nos parten. ¿Somos tan frágiles? Ser valientes y construirnos tal y como nosotros lo deseamos y no los otros. Esa es mi respuesta, tal vez incomprendida. Buscar el balance. Life is too short for lies.

Vivo mientras escribo. Y lo que vivo va a influenciar lo que escribo. Una llamada que recibí mientras divagaba me regresó al asunto de la fragilidad. La voz abatida de alguien a quien admiro me decía: “¡Qué tristeza la que percibo!”. La anterior afirmación me llevó a preguntarme: ¿nos sentimos tristes cuando nos creemos frágiles? Una vez pasa esa voluble e intermitente compañera del homo sapiens, ¿nos deja su paso el camino abierto para el placer? Melancolía armoniza con vida. Así como con alegría.

Sé que el propósito de Le Haim es celebrar la vida sin falsearla. Gozarla. Al menos la mía, ya que como lectora empedernida, a veces necesito imperiosamente escribir. ¿Podemos tenerlo todo? No sé. Depende. Lo que sí sé es que no podemos tenerlo todo al mismo tiempo. Tenemos que elegir. Y yo elijo terminar por hoy disfrutando del Tignanello 2006 con el que una de las tres Reinas Magas reconoció el pasado 6 de enero mi deseo de ser feliz.

El presente escrito fue publicado en la edición 23 de la Revista NuChef, ejemplar que corresponde al bimestre enero-febrero 2010. La fotografía la tomó Raúl Contreras en el taller de cerámica de Kira Sapper, ubicado en La Antigua Guatemala, el domingo 31 de marzo de 2010. La responsable del recorte y edición de la misma soy yo. En la imagen intento hacer una vasija de barro. Al fin, logré hacer una especie de cuenco. Logré mi objetivo: además de distraerme y disfrutar la experiencia, hice un utensilio útil, aunque este no hubiese sido mi meta primera.

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