Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

5.01.2017

El trabajo y la riqueza



La única forma de aumentar de manera sostenida en el tiempo los ingresos reales, personales y de los demás miembros de la sociedad, es aumentado nuestra productividad. Mejorando nuestros ingresos reales, aumenta la riqueza creada y por tanto la calidad de vida propia y de todos. Una mejora que depende de la importancia de nuestro aporte a la creación de esa riqueza. Existe una enorme cantidad de evidencia que sustenta la veracidad de lo anterior. Basta hacer una breve investigación en Internet para toparse con las estadísticas y los índices de productividad y progreso que empezaron a hacerse desde el siglo diecinueve.

Sin embargo, a la fecha hay mucha gente influyente, en algunos casos bienintencionados y en otros no, que promueven medidas estatistas que obstaculizan el progreso. Y, como casi siempre, los más afectados con estas medidas propias del Estado Benefactor/Mercantilista suelen ser los más pobres, a quienes más afectan los obstáculos que esas políticas ponen a la creación de riqueza. Por cierto, el estado natural del ser humano es la pobreza. Todos venimos de la mayor de las pobrezas, en la cual el principal objetivo del núcleo familiar, y de los individuos en general, es sobrevivir.

Sé y reconozco que éste es un hecho que cuesta entender, porque tanto usted como yo formamos parte de una familia en la cual esa pobreza extrema ya fue superada, gracias a que uno o varios de nuestros antepasados pagaron el costo para salir adelante y sacar a sus descendientes de esa condición natural del ser humano. Alguien que trabajó arduamente durante mucho más que ocho horas diarias, los siete días de la semana; que si acaso estudió algo fue apenas lo básico: sumar, restar, tal vez multiplicar y dividir y, con suerte, medio aprendió a leer. Quién plantó el capital semilla que les permitió a nuestros padres y/o abuelos crear la riqueza que hoy nos asegura una mejor vida.

Como escribí en mi artículo titulado: “La necesidad de trabajar” (9/2/2015): “Si elijo vivir necesito trabajar. Si no trabajo, no podré ni siquiera sobrevivir, no digamos mejorar mi calidad de vida. Nadie tiene el derecho moral de impedirme trabajar en lo que yo decida, una vez mi elección no violente la vida, la libertad y la propiedad de otros. Los demás, ciudadanos y gobernantes (burócratas estatales y de organismos internacionales), deben respetar mis decisiones en general, incluidas las condiciones que haya negociado con mi empleador”.

En fin, lo más importante es entender el porqué todos venimos de la pobreza, más allá de hace cuántos años ésta haya sido superada por nuestra familia. Nuestra tarea es conservar la riqueza creada y acrecentarla. Para alcanzar este objetivo, como lo hicieron nuestros ancestros, debemos trabajar. Y es vital resaltar que el esfuerzo debe ser tanto mental como físico. Más aún, de los dos trabajos, el trascendental es el mental. Si no le damos la relevancia que tiene, terminaremos derrochando nuestros escasos recursos y alejándonos de nuestras metas. Terminaremos destruyendo riqueza.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de mayo de 2017.

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5.23.2016

Emérita crea riqueza en EE. UU.



Y disfruta de la riqueza que ella ha creado, la cual comparte con sus seres queridos tanto en EE. UU. como en Guatemala. Me enteré de la historia de Emérita gracias a un artículo de Mario Vargas Llosa titulado “Un muro de mentiras”, el cual fue publicado el 22 de octubre de 2006 en el diario “El País” de España:

“La conocí hace tres años, cuando pasé aquí en Washington otro semestre, como ahora. Nos la recomendaron unos vecinos a los que Emérita venía a limpiarles la casa dos veces por semana. La contratamos y nos prestó un magnífico servicio, porque en las dos horas que pasaba entre nosotros con sus lustradoras y barredoras eléctricas y plumeros, dejaba la casa tan pulcra como una carnicería suiza. Nos cobraba entonces 60 dólares por aquellas dos horas. Ahora, hemos tenido la suerte de volverla a contratar, nos cobra 90 dólares, cada vez. En verdad nos hace una rebaja, porque todos nuestros vecinos le pagan por este servicio… 100 dólares.

“Emérita es una centroamericana que lleva ya 10 años en Estados Unidos y se desempeña bastante bien con el inglés. Tiene una camioneta Buick último modelo y una parafernalia ultramoderna para barrer, lustrar, limpiar, baldear y sacudir. Los sábados -trabaja seis días por semana y el domingo descansa- la ayuda su marido que, el resto de la semana, trabaja como jardinero. No sé cuánto gana él, pero Emérita limpia cada día un promedio de cuatro casas, y a veces cinco, lo que significa que tiene un ingreso mensual que no baja de los 8.000 dólares. Por eso ella y su marido han podido ya comprarse una casa aquí en Washington y otra en su país de origen.

Antes de venir a Estados Unidos, la pareja sobrevivía a duras penas, viviendo en condiciones de mera subsistencia. Pero, lo peor, dice Emérita, no era eso ‘sino que no había ninguna esperanza de mejorar en el futuro. Ésa es la gran diferencia con Estados Unidos’. Sí, en efecto, ésa es la enorme, la sideral diferencia, y ésa es la razón por la que miles, decenas de miles, millones de latinoamericanos, que conocen muy bien la historia de Emérita y su marido, les siguen los pasos, y escapan de esos países-trampa, donde no hay esperanza”.

¿Por qué Emérita no pudo progresar en Guatemala? ¿Por qué Emérita en EE. UU. se convirtió en una exitosa empresaria que presta servicios de limpieza? Para responder estas preguntas, debemos remontarnos al último cuarto del siglo dieciocho en Estados Unidos, período de tiempo en el cual los padres fundadores de este país debatieron por un década sobre cuál sería el sistema político y la forma de gobierno ideal para que los habitantes del naciente país tuvieran, a partir de su esfuerzo propio, la oportunidad de progresar. Optaron por el sistema que ojalá algún día tengamos en Guatemala: por una República cuyo objetivo era proteger los derechos individuales de todos. Es así como nace el capitalismo moderno, ese que, a pesar de los ataques falaces en su contra, aún permite que la gente que se esfuerza pueda mejorar su calidad de vida.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de mayo de 2016.

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2.09.2015

La necesidad de trabajar



Si elijo vivir necesito trabajar. Si no trabajo, no podré ni siquiera sobrevivir, no digamos mejorar mi calidad de vida. Nadie tiene el derecho moral de impedirme trabajar en lo que yo decida, una vez mi elección no violente la vida, la libertad y la propiedad de otros. Los otros, ciudadanos y gobernantes (burócratas estatales y de organismos internacionales), deben respetar mis decisiones en general, incluidas las condiciones que haya negociado con mi empleador. La única persona que sabe cuál es MI canasta básica, los bienes y los servicios mínimos que necesito para mi supervivencia, soy yo: yo decido qué incluyo en ésta y a qué me voy a dedicar para cubrirla.

Más aún, si decido trabajar a cambio de víveres, vivienda, vestido, educación, salud… y otras necesidades, sin importar lo que me den en efectivo, ES decisión mía. De nadie más. La obligación de los gobernantes es velar porque nadie violente mis derechos individuales. NO es obligación de los gobernantes protegerme de lo que ellos crean son malas decisiones en lo que respecta a cómo manejo mi vida y mis bienes. NO tienen el derecho de protegerme de mi misma, sólo porque ellos eligen de manera distinta.

Los bienintencionados, que generalmente poseen una bondadosa alma de dictadores, que creen que protegen a los trabajadores impidiéndoles trabajar, no solo son cómplices de los políticos que promueven leyes que violan nuestra libertad, sino que son responsables de la miseria en la cual muchos mueren de inanición ante la imposibilidad de conseguir empleo en las condiciones que, según los activistas sociales, son las ideales. No me canso de reconocer la sabiduría del refrán que dice: “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. El principal problema en la mayoría de los casos, tal vez por eso no aprenden los bienintencionados, es que quienes sufren las consecuencias de las acciones de los mencionados no son ellos, sino aquellos a quienes se suponen pretendían ayudar.

Trabajar no es un derecho: es una actividad necesaria para ejercer mi derecho a la vida. Trabajar corresponde al ámbito de mi libertad: ese es el derecho que violan todos aquellos que impulsan y aprueban legislación antiprogreso, como lo son los salarios mínimos y los impuestos directos que castigan a quienes son exitosos en la creación de riqueza. Todas son medidas que ahuyentan el capital que URGENTEMENTE necesitamos que venga a nuestro país para que todos podamos mejorar nuestros ingresos reales y, por tanto, sean pocos los que opten por emigrar.

Los colectivistas/socialistas, entre los que hay muchos resentidos y envidiosos, pueden decir cualquier tontería pero la realidad es que con sus acciones cuyo objetivo es promover la intervención de los gobernantes en nuestras vidas en nombre del abstracto Estado, dañan irremediablemente la existencia de la mayoría, en especial la de los más pobres a quienes no dejan más opciones que vivir al margen del sistema en la economía informal o buscar trabajo en otro país.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de febrero de 2015.

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5.12.2014

Latinoamérica y La Bestia



No es la misma historia romántica de La Bella y La Bestia. No es un cuento de hadas europeo: es ante todo una realidad americana. Mucho menos es una novela rosa con final feliz para todos, al estilo de la famosísima Corín Tellado, la escritora española menos apreciada en los ambientes intelectuales pero, para la envidia de tantos, fue la amanuense que más libros del popular género mencionado vendió en gran parte del siglo veinte.

Lejos está la hermosa región nuestra de ser considerada bella, no porque sus paisajes no merezcan tal adjetivo, sino por la desdichadas condiciones en las cuales viven una enorme cantidad de sus habitantes. No existe por estos lares armonía entre las partes con las partes y las partes con el todo. No produce placer ver cómo a duras penas sobreviven algunos, mientras otros acumulan cuantiosas fortunas a base de engaños, corrupción y privilegios. No, tristemente Latinoamérica no es La Bella.

Del cuento citado han circulado varias versiones. En mi opinión la mejor de estas es la original, escrita en 1740 por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, aunque sé que la más conocida es la adaptación de Jeanne Marie Leprince de Beaumont publicada en 1756. Ambas, al igual que las obras clásicas (incluido El asno de oro de Apuleyo) en las cuales se supone se inspiraron, las encuentran en Internet. Es una ironía que algo similar puedo decir de la historia de amor/odio entre La Bestia y los emigrantes: existen muchísimas versiones, una por cada hombre, una por cada mujer… que decidieron dejar su terruño a seguir viviendo en este en condiciones miserables y sin esperanzas reales de mejorar. Antes de convertirse en criminales prefirieron arriesgar su valor más preciado: su propia vida. Y muchas de estas historias también las encontramos en los medios virtuales, en las redes sociales, en las noticias diarias...

¡Cuántos coterráneos nuestros no esperan montar a La Bestia para hacer menos difícil su travesía en búsqueda del sueño de una vida mejor! En pos de una situación diferente a la de la pesadilla latinoamericana en la que viven. Tal vez el sueño no sea tan esplendido como se los han pintado o lo han imaginado. Pero es seguro que, para la mayoría, será mejor que la realidad que enfrentan día a día en la América latina ajena a la América inglesa de Estados Unidos.

Sin embargo, desde el 31 de marzo pasado esa opción fue prohibida para aquellos que decidieron iniciar tan azaroso viaje. Que corrían muchos riesgos y eran abusados en su marcha pocos lo cuestionan. No obstante, cuán malas serán sus otras alternativas para que La Bestia sea la menos terrible de todas. En fin, lo que no dudo es que miles seguirán optando por correr esos y otros peligros antes de continuar viviendo dentro de los sistemas mixtos locales (estatistas, intervencionistas) más cercanos al socialismo que al capitalismo, con contadas excepciones (Chile y tal vez Perú). En resumen, los Estados Benefactores, mercantilistas que predominan en La Bella Latinoamérica.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de mayo de 2014. La imagen de "La Bestia" la bajé de Internet sin identificación de quién la tomó.

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2.25.2014

Izquierdas y Derechas

"El lenguaje político está diseñado para hacer pasar las verdades por mentiras y el asesinato como algo respetable", George Orwell.


Ambos son términos relativos y simplemente como tales deben ser usados. En el debate de las ideas solo sirven para confundir al despistado que no está dispuesto a hacer el esfuerzo mental necesario para encontrar las premisas a partir de las cuales ha formado ¿o nomás repetido? juicios, y confrontarlas con la realidad para verificar si estas son falsas o verdaderas.

Política, económica y filosóficamente son vocablos de poco contenido intelectual, casi vacíos. Pueden representar cualquier cosa, según los intereses de quien los usa. Más aún, durante el sanguinario gobierno de Maximiliano Robespierre, sumo sacerdote de la Revolución Francesa de 1789 que terminó sus días como tantos miles a quienes mandó a cortar la cabeza, sólo representaban el lugar en el cual se sentaban los miembros de los principales grupos de presión que se disputaban el ejercicio del poder.

Hoy, en pleno siglo veintiuno, su anacrónico uso solo ha contribuido para perpetuar sistemas económicos y políticos cuyos hilos conductores en ambos casos, izquierda y derecha, son el estatismo y el intervencionismo, distrayendo a la mayoría de la discusión prioritaria que va más allá, ¡mucho más allá! de un supuesto enfrentamiento de extremos. Por cierto una falacia que les encanta repetir a quienes más pereza les da pensar y ni siquiera tienen la valentía de tomar partido por una escala de valores definida: aquellos que se ubican en el centro de la pueril discusión de izquierda y derecha.

Debemos discutir sobre los sistemas políticos que han sido elaborados y puestos en práctica durante nuestra historia. Sobre las premisas de los que han fracasado y los que han mostrado que funcionan para asegurar el progreso de todos en el largo plazo, aún de los menos productivos. Debatir entre personas intelectualmente honestas cuyo objetivo es encontrar la verdad, que aceptan que el árbitro final es la realidad y no las opiniones de la gente. Aquellos a quienes nos preocupa el presente en el cual vivimos y deseamos un futuro mejor para todos.

Debemos aceptar que necesitamos un fundamento filosófico objetivo, adoptado conscientemente, que nos lleve a tomar las decisiones moralmente correctas que se adecuan a nuestra naturaleza tal cual es, no como algunos quisieran que fuera. Tener juicio propio porque, como dicen que dijo Voltaire, “aquellos que pueden hacerte creer absurdos pueden hacerte cometer atrocidades”.

Es vital entender el significado real (no el manipulado y menos el distorsionado) de socialismo, de liberalismo, de mercantilismo, de capitalismo… de las ideas que pueden cambiar, para bien o para mal, nuestro destino. Es relevante para todo ser humano que quiere vivir en libertad, dentro de una sociedad pacífica basada en el respeto mutuo a los derechos individuales de todos, reconocer que podemos actuar de manera contradictoria e irracional, pero, si decidimos actuar de ese modo, entendamos de una vez por todas que no podremos evitar las trágicas consecuencias de falsear la realidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 24 de febrero de 2014.

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7.29.2013

Bono(s)



Es una coincidencia que hoy también uno de los hilos conductores de mi artículo (como lo fue la semana pasada) sea un trío. La diferencia es que ahora no está integrado sólo por personas. El mes de julio que se acaba ha sido un período en el cual varios tipos de bonos han ocupado parte de la discusión nacional en los medios de comunicación tradicional y en las redes sociales virtuales. De estos bonos, el que más alegría causó a quienes lo recibieron fue el Bono 14. ¿Qué puedo decir al respecto? Que ¡ojalá! lo hayan usado inteligentemente por su propio bien en el largo plazo.

El más controversial de los bonos, y el que más debate e indignación ha causado, es la intención de Otto Pérez Molina de legalizar parte de la llamada deuda flotante (compromisos fraudulentos del gobierno actual y de los gobiernos anteriores) por medio de la emisión de bonos del Estado, la cual debe ser aprobada por el Congreso. Lamento que varios constructores bien intencionados (no todos lo son) hayan sido estafados por funcionarios públicos corruptos que deberían estar presos. Pero no por eso debe reconocerse como responsabilidad del Estado (entiéndase: del tributario) esa deuda. Ni por medio de préstamos, ni por medio de bonos, ni de ninguna manera.

Eso sí, quienes fueron estafados DEBEN demandar a aquellos que los engañaron para que cancelen las cuentas pendientes. Esos ladrones deben de estar "forrados de pisto", con todo lo que robaron. Las deudas que fueron legalmente adquiridas, y si los proyectos fueron correctamente terminados y entregados, deben ser canceladas. En esa batalla estoy dispuesta a participar como ciudadana y como periodista. Pero toda aquella deuda que no estaba contemplada en el Presupuesto previamente a ser contratada es ilegal, y la deben de pagar quienes la adquirieron.

Esta tríada la completa el cantante de origen irlandés Bono que, por cierto, en el manejo del dinero que ha ganado con sus discos y conciertos ha sido muy inteligente, hecho que lo ha convertido en un importante capitalista/inversionista y filántropo. Pero bueno, por motivos desconocidos para mí, la semana pasada circuló en las redes sociales parte de lo dicho por el mencionado vocalista del conjunto U2 el 12 de noviembre de 2012 en Georgetown University (EE. UU.) dentro del marco del Global Social Enterprise Event: “…el comercio y el capitalismo emprendedor sacan a más gente de la pobreza que la ayuda… aquí y alrededor del mundo el estado benefactor y la ayuda exterior son sólo Band-Aids [curitas]. La libre empresa ES la cura”. En Dublín (Irlanda, octubre de 2012) ya había declarado que “los creadores de empleos y los innovadores SON la clave y la ayuda es sólo un puente”.

"El espíritu empresarial es la forma más segura de desarrollo", sabias palabras de alguien que no me atrevo aún a llamar libertario, pero sí un hombre exitoso, influyente y con sentido común, que es capaz de enmendar sus errores y reconocer que para superar la pobreza hay que crear riqueza.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de julio de 2013.

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8.16.2010

Lucky day


¡Me encantan los viernes 13! ¿Será porque es un día que se presta para cuestionar prejuicios sin bases en la realidad? ¿Esa que tantos se empeñan en negar dañándose a sí mismos y al resto? Eso incluye en especial el ámbito de las ideas que, les guste o no a algunos, tienen consecuencias. Por eso es vital separar las premisas falsas de las verdaderas. Separar las intenciones, sean buenas o malas, de los resultados alcanzados. Reconocer que los segundos son más importantes y dependerán de la falsedad o certeza de nuestras creencias.

Por ejemplo, entender el capitalismo es entender la acción humana y respetar nuestra naturaleza, no intentar cambiarla como lo hacen los socialistas y los creyentes en mitos que, como el viernes 13, no tienen sustento en la realidad. Conocer la diferencia entre el empresario y el mercantilista va intrínsecamente unido al enunciado primero de este párrafo.

Los ciudadanos debemos recordar que nosotros les delegamos, no entregamos, a los gobernantes el poder, por eso debe ser limitado su ejercicio. No caer en las trampas de los políticos: en sus discursos populistas y complacientes, cuyo principal objetivo es captar los suficientes votos para ejercer el poder. Que no nos convenzan con su falso canto, como lo intentaron las sirenas que tentaron a Odiseo. Una vez adultos debemos asumir la responsabilidad de nuestra vida. No debemos pensar que la responsabilidad que asumieron nuestros padres cuando éramos niños, ahora la contraigan el Presidente, los diputados, los jueces. Ellos tienen funciones específicas, y es a esas funciones a las que se deben dedicar. Son ellos quienes deben temer a los ciudadanos para que no abusen del poder, y no nosotros, los ciudadanos, a los gobernantes.

Soy creyente en la protesta valiente, pero siempre pacífica, dentro de la libertad que aún respeta el régimen de legalidad existente, que al menos en el caso de Guatemala, todavía nos permite legalmente recuperar el terreno que hemos perdido en el campo de los derechos individuales. Protesta que respeta los derechos de los otros, que no inicia el uso de la fuerza contra los demás.

En Guatemala necesitamos algo más que infraestructura. Menos si ésta es construida por el abstracto Estado, que termina siendo administrado por oportunistas y gorrones que construyen casas de cartón, las cuales cobran como si fueran elaboradas con granito y mármol. No se diga de las carreteras, los puentes, las escuelas… Más que edificios, necesitamos esperanza, como dice Evey, la protagonista de “V for Vendetta”. Necesitamos ProReforma.

"Cada ser humano es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida". Palabras de Ayn Rand. En fin, ¡otro viernes 13! de buena suerte para quien sabe que su vida depende de sí mismo y las decisiones que tome.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de agosto de 2010. La imagen es la primera página de la resolución de la Corte de Constitucionalidad, la que recibí el viernes 13 de agosto pasado (el mismo día que este escrito fue concebido) en la cual me notifican que rechazaron mi solicitud de amparo. En una futura columna voy a analizar las consecuencias que el dictamen acarrea al artículo 35 de la Constitución, la cual de nuevo es violada y debilitada por los mismos magistrados llamados a defenderla.

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5.25.2010

Playmates



El domingo 16 de mayo leí la controversial e irreverente entrevista que le hizo Paola Hurtado a Karla Baso, la primera centroamericana que ocupó las páginas centrales de la célebre revista Playboy en su edición para América Latina. Por cierto, la conejita latinoamericana del mes de marzo pasado es guatemalteca y se siente, como debe ser, orgullosa de haber alcanzado una de sus metas.

A mí en lo particular, comparta o no sus fines, me alegra saber de gente que los logra en base a su esfuerzo y no inspirando lástima o pretendiendo que otros paguen los costos que impliquen hacer realidad un sueño. Bien dice el refrán:" quien quiere celeste, que le cueste". Si nuestros objetivos en la vida son distintos a los de nuestra compatriota, una vez el medio que elija para alcanzarlos no violenten los derecho de otros, no somos nadie para criticarla y tirar la primera piedra. Y el anterior principio es aplicable a todo ser humano.

Es probable que a usted le cueste creer que en el año de 1964, una “angry young woman of 58”, como llamó el periodista Alvin Toffler a Ayn Rand, ocupó no el póster central de la citada publicación pero sí quince páginas de la misma. Una entrevista titulada: “A candid conversation with the fountainhead of objetivism”. Sin duda Rand, además de ser una intelectual coherente, fue alguien que se atrevió a cuestionar el statu quo de su época. Aún hoy, ¿cuántos se atreverían a hacer lo que hizo esta visionaria mujer?

Les recomiendo que lean la entrevista completa que la pueden encontrar en la Internet. Aprovecho a compartir con ustedes el esperanzador final de la misma:

PLAYBOY: You are sharply critical of the world as you see it today, and your books offer radical proposals for changing not merely the shape of society, but the very way in which most men work, think and love. Are you optimistic about man’s future?”

RAND: Yes, I am optimistic. Collectivism, as an intellectual power and a moral ideal, is dead. But freedom and individualism, and their political expression, capitalism, have not yet been discovered. I think men will have time to discover them. It is significant that the dying collectivist philosophy of today has produced nothing but a cult of depravity, impotence and despair. Look at modern art and literature with their image of man as a helpless, mindless creature doomed to failure, frustration and destruction. This may be the collectivists’ psychological confession, but it is not an image of man. If it were, we would never have risen from the cave. But we did. Look around you and look at history. You will see the achievements of man’s mind. You will see man’s unlimited potentiality for greatness, and the faculty that makes it possible. You will see that man is not a helpless monster by nature, but he becomes one when he discards that faculty: his mind. And if you ask me, what is greatness? I will answer, it is the capacity to live by the three fundamental values of John Galt: reason, purpose and selfesteem.”

Ansina es.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 24 de mayo de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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