Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.25.2016

El origen de la tragedia venezolana



El origen de la tragedia venezolana es el mismo de la mayoría de tragedias. Un origen que viene del olvido de algunos, de la negación de muchos o del desconocimiento de otros de que las ideas tienen consecuencias. ¿Cuáles eran las ideas que predominaban en la mente de los venezolanos a finales del siglo pasado cuando decidieron apoyar el socialismo promovido por Hugo Chávez y su gente? ¿Cuáles creían que eran las obligaciones de los gobernantes? ¿Sabían que el Estado es sólo una ficción, un ente de razón, un término por medio del cual se identifica a un conjunto de personas, que viven dentro de un mismo territorio y conviven bajo un mismo sistema de normas? ¿Que ese ente de razón, cuya existencia sólo es mental, no puede hacerse cargo de las necesidades de nadie?

¿Sabían los venezolanos a finales del siglo pasado que quienes actúan en nombre del abstracto Estado son aquellos que llegan al ejercicio del poder? Políticos que, en la mayoría de los casos, la gente desprecia por mentirosos, corruptos y ladrones. Políticos que son el producto del sistema de incentivos perversos que fue impuesto en casi todo el mundo en la primera mitad del siglo veinte. En el caso de Guatemala, ese sistema fue adoptado en 1945. Un sistema que proclamó a los cuatro vientos sus buenas intenciones pero que, al final, terminó empedrando el camino al infierno para millones que no lograron superar los obstáculos que pone en el camino para la creación de riqueza y superación de la pobreza.

Más allá de las etiquetas que algunos usan de muletillas, ante la falta de argumentos y evidencias para sostener sus juicios obviamente falsos, lo que aquellos que buscamos la verdad (y entendemos que ésta es una cualidad de los juicios mentales que emitimos, los cuales serán verdaderos si concuerdan con los hechos de la realidad) debemos hacer es enfocarnos en cuáles son las características del sistema dentro del cual convivimos.

El sistema será injusto y de incentivos perversos, independientemente de cómo lo llamen, si el sistema es intervencionista (otorga poder a los gobernantes para inmiscuirse en muchas o todas las actividades humanas y las distintas facetas de la vida de todo individuo), es estatista (los gobernantes, en nombre del Estado, se supone que se hacen cargo de la mayoría o todas las necesidades de la población) y colectivista (se privilegian las demandas de los grupos de presión por encima de los derechos de los individuos).

Los venezolanos de finales del siglo pasado, no se aclararon las ideas ante el fracaso del Estado Benefactor/Mercantilista en su país. Y en lugar de hacer un cambio radical, optaron por radicalizar el intervencionismo, el estatismo paternalista y el colectivismo, apoyando el socialismo impulsado por Chávez. He ahí el origen de la tragedia que hoy los ha llevado a una situación en la cual no tienen ni qué comer. ¿Cuántos hoy en Venezuela entienden el origen de su problema? ¿Cuántos en Guatemala entendemos que caminamos una senda tan peligrosa como la de los venezolanos?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de julio de 2016.

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11.24.2014

El estatismo es cosa de locos



El pasado martes 18 de noviembre, conversé en ContravíaPM, programa radial producido por “Libertópolis”, con el abogado Luis Pedro Álvarez, diputado de Encuentro por Guatemala y Presidente de la “Comisión Extraordinaria de Asuntos Sobre Discapacidad” del Congreso, sobre las trágicas condiciones en que se encuentran los pacientes institucionalizados en el Hospital Nacional de Salud Mental Federico Mora, lugar en el cual pareciera que el último acto de cordura es optar por la locura. Un infierno del cual es casi imposible escapar, más allá de las buenas intenciones de unos cuantos por hacer el bien. Un resultado esperado del estatismo: la idea que promueve esclavizar a la mayoría en beneficio de unos cuantos, impulsado por gente que prefiere hacerse la loca antes de aceptar que es un fracaso si acaso su objetivo es mejorar justamente la calidad de vida de todos de manera sostenida en el largo plazo.

Son estatistas los sistemas que otorgan un poder casi ilimitado al gobernante quien, en nombre del Estado, decide cuáles son los derechos de las personas y es quien los concede. Los que hacen creer que los derechos pertenecen a la sociedad y es esa sociedad la que dispone de la vida, la libertad y la propiedad de todos… los que no ejercen el poder. Da igual que sean sistemas de derecha o de izquierda, una vez pretendan que los gobernantes en nombre de abstracciones tales como la sociedad, el Estado, el pueblo, la nación, la familia… decidan sobre usted y sus bienes. Todos los dictadores son estatistas, como lo son aquellos seudointelectuales que mantienen estas convicciones.

Ayn Rand y Ludwig von Mises explican con detalle por qué se incluyen entre estos sistemas el socialismo, el comunismo, el fascismo, el nazismo y el Estado Benefactor. Todos variantes del mismo pensamiento. Todos sistemas injustos e inmorales por medio de los cuales la embaucada mayoría sostiene la fantasía de que quienes ejercen el poder, que ELLOS les otorgaron para saquear a unos en beneficio de otros, se van a recordar de aquellos que les permitieron llegar a gobernar. ¡Qué ingenuos! ¿Cuándo van a entender el refrán que dice quien parte y reparte se queda con la mejor parte?

Entiendo los motivos por los cuales los politiqueros y los letrados que intentan sostenerlos filosóficamente rara vez reconozcan que mienten o que se equivocan: viven a costa de ese fraude, viven de la gente productiva que trabaja y que los mantienen en muchos casos como reyes. Pero, quienes se han tragado el cuento de que tienen derechos sin obligaciones, que pueden disponer de otros y de sus pertenencias, que los demás tienen la responsabilidad de satisfacer sus necesidades, que pueden existir sin ganarse la vida… ¿Cuándo van a despertar de la pesadilla y darse cuenta de la mediocridad de sus existencias? ¿Cuándo van a reconocer que es autoengañarse creer que los corruptos gobernantes en nombre del Estado van a velar por ellos? ¿Cuándo van a aceptar que el estatismo es cosa de locos?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 24 de noviembre de 2014. La imagen la bajé de Internet.

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5.25.2010

Playmates



El domingo 16 de mayo leí la controversial e irreverente entrevista que le hizo Paola Hurtado a Karla Baso, la primera centroamericana que ocupó las páginas centrales de la célebre revista Playboy en su edición para América Latina. Por cierto, la conejita latinoamericana del mes de marzo pasado es guatemalteca y se siente, como debe ser, orgullosa de haber alcanzado una de sus metas.

A mí en lo particular, comparta o no sus fines, me alegra saber de gente que los logra en base a su esfuerzo y no inspirando lástima o pretendiendo que otros paguen los costos que impliquen hacer realidad un sueño. Bien dice el refrán:" quien quiere celeste, que le cueste". Si nuestros objetivos en la vida son distintos a los de nuestra compatriota, una vez el medio que elija para alcanzarlos no violenten los derecho de otros, no somos nadie para criticarla y tirar la primera piedra. Y el anterior principio es aplicable a todo ser humano.

Es probable que a usted le cueste creer que en el año de 1964, una “angry young woman of 58”, como llamó el periodista Alvin Toffler a Ayn Rand, ocupó no el póster central de la citada publicación pero sí quince páginas de la misma. Una entrevista titulada: “A candid conversation with the fountainhead of objetivism”. Sin duda Rand, además de ser una intelectual coherente, fue alguien que se atrevió a cuestionar el statu quo de su época. Aún hoy, ¿cuántos se atreverían a hacer lo que hizo esta visionaria mujer?

Les recomiendo que lean la entrevista completa que la pueden encontrar en la Internet. Aprovecho a compartir con ustedes el esperanzador final de la misma:

PLAYBOY: You are sharply critical of the world as you see it today, and your books offer radical proposals for changing not merely the shape of society, but the very way in which most men work, think and love. Are you optimistic about man’s future?”

RAND: Yes, I am optimistic. Collectivism, as an intellectual power and a moral ideal, is dead. But freedom and individualism, and their political expression, capitalism, have not yet been discovered. I think men will have time to discover them. It is significant that the dying collectivist philosophy of today has produced nothing but a cult of depravity, impotence and despair. Look at modern art and literature with their image of man as a helpless, mindless creature doomed to failure, frustration and destruction. This may be the collectivists’ psychological confession, but it is not an image of man. If it were, we would never have risen from the cave. But we did. Look around you and look at history. You will see the achievements of man’s mind. You will see man’s unlimited potentiality for greatness, and the faculty that makes it possible. You will see that man is not a helpless monster by nature, but he becomes one when he discards that faculty: his mind. And if you ask me, what is greatness? I will answer, it is the capacity to live by the three fundamental values of John Galt: reason, purpose and selfesteem.”

Ansina es.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 24 de mayo de 2010. La imagen la bajé de la Internet.

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