Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.25.2016

¿Corrupto y ladrón?



La respuesta a esta pregunta la dará Jimmy Morales con hechos, no con palabras ni con buenas intenciones, que en la mayoría de los casos sólo sirven para empedrar el camino al infierno de muchos que están a punto de llegar a una situación económica crítica en sus vidas. No se diga los condenados a la pobreza que, al menos hoy en Guatemala, no tienen opción para salir de la miseria en la cual viven. Serán las decisiones que Morales tome las que revelen sus verdaderas intenciones y la de los miembros de su equipo.
                                                 
Y a nosotros, los ciudadanos, no nos conviene bajo ningún punto de vista objetivo hacernos los locos y falsear la realidad mientras vemos a Morales y a su gente cometer los mismos errores que cometieron sus antecesores que, por cierto, ahora se encuentran presos. Y todo por la absurda idea de que hay que darles a los gobernantes recién estrenados un tiempo de espera para que se equivoquen, para que tal vez corrijan sus metidas de pata y para que aprendan lo que se supone ya saben: cuáles son sus obligaciones y cuál es el mandato que les han dado los mandantes.

Lamentablemente, parece que Jimmy comenzó a caminar con el pie equivocado. La semana pasada, en una actividad organizada por AmCham, anunció que solicitará cambios al ya de por sí ominoso presupuesto, cambios que incluyen aumentos en educación y salud (dos ministerios, que junto con el de comunicaciones, constituyen la trinca infernal de la corrupción) y que no le interesa la austeridad (contradiciendo al ministro de Finanzas) si no la calidad del gasto. Lo mismo que han dicho por décadas los corruptos que han llegado al ejercicio del poder.

Para colmo de males, Héctor Estrada, ministro de Finanzas, confirmó que en unos días pretenden emitir más bonos (o sea, más deuda para los tributarios), y el vicepresidente Jafeth Cabrera pretende declarar estado de calamidad en salud para disponer sin controles de nuestros impuestos. Señores, si el problema NO ES de ingresos fiscales. El problema son los egresos, o sea, la corrupción a la cual parece que no están interesados en combatir.

Por otro lado, Sherry Ordoñez, la controversial ministra de Comunicaciones por ser contratista del Estado, intenta escaparse por la tangente y quedarse con su hueso sacando de contexto su situación. Por supuesto que no es pecado ser contratista del Estado: es un delito en el caso de los funcionarios estatales porque está explícitamente prohibido en nuestra legislación. Motivo por el cual, quiera o no Sherry, Jimmy ya la debió haber destituido.

¿Qué puedo decir de otros ministros? Puedo, por ejemplo, preguntarle al ministro de Salud por qué decidió incluir en su equipo a gente cuestionada que trabajó en el gobierno de Otto Pérez Molina bajo las órdenes del Jorge Villavicencio y su sucesor Monterroso. ¿Este hecho indica que no solo son más de lo mismo, sino que, al fin, son los mismos que ya nos defraudaron en la corrupta administración anterior? Repito: hechos, no palabras. Basta de promesas y engaños.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de enero de 2016. La imagen la bajé de la Internet.

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7.29.2013

Bono(s)



Es una coincidencia que hoy también uno de los hilos conductores de mi artículo (como lo fue la semana pasada) sea un trío. La diferencia es que ahora no está integrado sólo por personas. El mes de julio que se acaba ha sido un período en el cual varios tipos de bonos han ocupado parte de la discusión nacional en los medios de comunicación tradicional y en las redes sociales virtuales. De estos bonos, el que más alegría causó a quienes lo recibieron fue el Bono 14. ¿Qué puedo decir al respecto? Que ¡ojalá! lo hayan usado inteligentemente por su propio bien en el largo plazo.

El más controversial de los bonos, y el que más debate e indignación ha causado, es la intención de Otto Pérez Molina de legalizar parte de la llamada deuda flotante (compromisos fraudulentos del gobierno actual y de los gobiernos anteriores) por medio de la emisión de bonos del Estado, la cual debe ser aprobada por el Congreso. Lamento que varios constructores bien intencionados (no todos lo son) hayan sido estafados por funcionarios públicos corruptos que deberían estar presos. Pero no por eso debe reconocerse como responsabilidad del Estado (entiéndase: del tributario) esa deuda. Ni por medio de préstamos, ni por medio de bonos, ni de ninguna manera.

Eso sí, quienes fueron estafados DEBEN demandar a aquellos que los engañaron para que cancelen las cuentas pendientes. Esos ladrones deben de estar "forrados de pisto", con todo lo que robaron. Las deudas que fueron legalmente adquiridas, y si los proyectos fueron correctamente terminados y entregados, deben ser canceladas. En esa batalla estoy dispuesta a participar como ciudadana y como periodista. Pero toda aquella deuda que no estaba contemplada en el Presupuesto previamente a ser contratada es ilegal, y la deben de pagar quienes la adquirieron.

Esta tríada la completa el cantante de origen irlandés Bono que, por cierto, en el manejo del dinero que ha ganado con sus discos y conciertos ha sido muy inteligente, hecho que lo ha convertido en un importante capitalista/inversionista y filántropo. Pero bueno, por motivos desconocidos para mí, la semana pasada circuló en las redes sociales parte de lo dicho por el mencionado vocalista del conjunto U2 el 12 de noviembre de 2012 en Georgetown University (EE. UU.) dentro del marco del Global Social Enterprise Event: “…el comercio y el capitalismo emprendedor sacan a más gente de la pobreza que la ayuda… aquí y alrededor del mundo el estado benefactor y la ayuda exterior son sólo Band-Aids [curitas]. La libre empresa ES la cura”. En Dublín (Irlanda, octubre de 2012) ya había declarado que “los creadores de empleos y los innovadores SON la clave y la ayuda es sólo un puente”.

"El espíritu empresarial es la forma más segura de desarrollo", sabias palabras de alguien que no me atrevo aún a llamar libertario, pero sí un hombre exitoso, influyente y con sentido común, que es capaz de enmendar sus errores y reconocer que para superar la pobreza hay que crear riqueza.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de julio de 2013.

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5.10.2010

Embonados


Endeudados y abonados. Nuevamente fueron comprometidos por los diputados nuestros ingresos futuros. Los ingresos de nosotros: los tributarios que tendremos que pagar el despilfarro del dinero que recauden con la nueva emisión de deuda. ¿Acaso no es un negocio redondo para los gobernantes? Ellos gastan el pisto y nosotros pagamos los platos rotos. Por eso hay tantos interpretando el papel de alfombra con tal de lograr un hueso en el Congrueso o algún chance de burócrata. Si es una consultoría pagada en dólares, todavía mejor.

Ni ganas tengo de perder mi tiempo y el suyo, valorado lector, enumerando por enésima vez los motivos por los cuales la mayoría de gente pensante en Guatemala estaba opuesta a esta nueva emisión de deuda tributaria. Además de redundante, parece que a quienes ostentan el poder les da igual las consecuencias nefastas que van a tener para la economía de los guatemaltecos. En especial en los bolsillos de los más pobres, a quienes quisieran convertir en miserables mendigos, robots programados para ir a votar, para que los politiqueros en el Gobierno (¿o simulacro de gobierno?) puedan continuar sangrando a la gente productiva, honesta y trabajadora que arriesga y opta por someterse, al menos hasta la fecha, antes que rebelarse. Que prefieren fregarse emigrando a quedarse viviendo como limosneros o criminales.

Por supuesto, espero que sean pocos los que todavía creen en las buenas intenciones del gobierno solidario de Álvaro Colom, apoyado por la orgía político-partidista protagonizada por los diputados de la UNE, la GANA y el FRG, a los que se unen en muchas ocasiones los unionistas y algunos oportunistas de las bancadas minoritarias o independientes (¡qué risa!) que están prestos a meter el diente a las arcas públicas. Total, como dijo Baltasar Gracián: “"El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído”. Colom y su grupo podrían terminar como Alfonso Portillo, el único presidente que fue honesto cuando reconoció que el político es un vendedor de ilusiones: miente para ser electo, miente para apropiarse del dinero de los tributarios y miente para permanecer en el ejercicio del poder.

Endeudados y amolados. Y no sólo nosotros. También son comprometidos los ingresos esperados de aquellos que pronto van a pasar a formar parte de los habitantes productivos de nuestro país. Y probablemente a los hijos de ellos. Los tributarios del mañana que aún no han nacido.

¿Y los congruesistas? Embolados, celebrando los millones que se han embolsado. Festejando sus güizachadas, con las que pretenden vernos las caras de algo más que babosos. Preparados para aprobar más “leyes pervertidas”, como correctamente calificó en 1848 Frédéric Bastiat a la legislación positivista y violadora de los derechos de los ciudadanos. “¡Ley convertida en instrumento de todas las codicias, en lugar de frenar las codicias! ¡Ley hacedora de iniquidad cuando su misión era castigar la iniquidad!”. ¿Hasta cuándo, compatriotas, vamos a aguantar?

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de mayo de 2010. La fotografía la tomé el 18 de marzo de 2010 en la “Casa Popenoe” en La Antigua Guatemala. El símbolo en la imagen identifica a los esclavos.

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