Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.03.2012

El regalo de Otto




El Sr. Presidente, Otto Pérez Molina, al mejor estilo de los dictadores del siglo diecinueve y del siglo veinte, pidió a los diputados que de regalo de cumpleaños aprobaran la mal llamada iniciativa de ley de desarrollo rural integral, que tal y como varios ya lo han mencionado, más debería de llamarse de subdesarrollo y yo le agrego el apellido de general, ya que no solo va a afectar a quienes viven en las áreas rurales, sino a todos los habitantes de Guatemala, a excepción de los saqueadores y los oportunistas que sueñan con los miles de millones de quetzales de los tributarios que van a circular (no será bloqueado su libre tránsito) por el nuevo Ministerio que piensan crear.

Lo anterior confirma, una vez más, mi convicción de que el actual Presidente, como los anteriores, no tiene ni la menor idea de lo que es gobernar hoy en el siglo veintiuno, cuando somos muchos (cada vez más) los que estamos claros en lo que respecta a nuestro papel en una República Liberal, como la que aspira a ser Guatemala. Nosotros somos los mandantes y el Presidente del Ejecutivo el mandatario. Nosotros ordenamos y él obedece un mandato específico. Ahora ¿cuál es ese mandato específico? ¿Por qué se da? ¿Para qué sirve?:

Escribe Ayn Rand en el ensayo titulado “La naturaleza del gobierno”: “Una sociedad que le roba al individuo el producto de sus esfuerzos, lo esclaviza o intenta limitar la libertad de su mente, o lo compele a actuar contra su propio juicio racional, una sociedad que crea un conflicto entre sus dictámenes y los requerimientos de la naturaleza humana, no es, estrictamente hablando, una sociedad sino una turba que se mantiene unida bajo el poder de un grupo dedicado al pandillaje político institucionalizado. Una sociedad así destruye todos los valores de la coexistencia humana, no tiene justificación posible y no representa una fuente de beneficios, sino la más mortal de las amenazas para la supervivencia humana…

Si una sociedad no proporcionara a sus integrantes una protección organizada contra la fuerza, obligaría a todo ciudadano a estar permanentemente armado, a convertir su hogar en una fortaleza…

“Para excluir la violencia de las relaciones sociales se necesita una institución que se encargue de la tarea de proteger los derechos de los hombres de acuerdo con un código de reglas objetivo. Ésta es la misión de un gobierno (de un gobierno justo), su misión básica; es su única justificación moral y la razón por la cual los hombres necesitan un gobierno. Un gobierno es el medio para mantener el uso de la fuerza física represiva bajo un control objetivo, es decir, bajo leyes objetivamente definidas”.

Tómese el presente artículo como mi regalo para el Presidente y todos aquellos que ansían llegar al ejercicio del poder. Tómese como marco de acción para aquellos que los vamos a elegir y queremos vivir dentro de una sociedad basada en el respeto mutuo. En una sociedad de personas libres, de personas responsables.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de diciembre de 2012. La imagen es de Luis Soto para “elPeriódico”.

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6.09.2011

En búsqueda de la felicidad

... detrás o enfrente de ella.


A veces, como resultado de una experiencia personal que me invita a pensar y cuestionarme, suelo tomar un libro de las estanterías de mi estudio y lo abro al azar con la esperanza de encontrar alguna pista que me ayude a dilucidar el entuerto que da vueltas en mi cabeza. Por supuesto, no todo el procedimiento es irracional. Busco una obra que vaya de acorde al tema que me absorbe. De vez en cuando me satisface lo encontrado y en la mayoría de los casos tengo que hacer varias búsquedas. No siempre encuentro lo que busco, sin embargo, no por eso dejo de buscar.

Hoy, tomé el libro de reflexiones de Epicuro titulado “Sobre la felicidad”. Al abrirlo, de inmediato me topé en el Prólogo escrito por Emilio Lledó con una oración que me recordó una idea que he leído en varias ocasiones en el trabajo de la filosofa Ayn Rand, razonamiento explicado en detalle en el capítulo uno de “La virtud del egoísmo”. La oración de Lledó es la siguiente: “El placer y el dolor son los dos hilos que atraviesan nuestra carne y nos avisan continuamente de lo que nos conviene”.


¡Qué cierta es la anterior afirmación! Expresada por muchos. Comprobada por nosotros mismos.


La fotografía la tomé el 1 de noviembre de 2007 en Santiago Sacatepéquez.

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