Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

5.02.2016

¿Vivimos para pagar impuestos?


¿Trabajamos para mantener al Estado? ¿Qué es el Estado? ¿Quiénes son, bajo el argumento de que el Estado necesita ingresos, los que en verdad se benefician de nuestro trabajo? ¿Para qué vivimos en sociedad? ¿Para tener una mejor vida? ¿O para alimentar parásitos que viven del falaz discurso de que el Estado nos va a proveer de todas nuestras necesidades? ¿Vivimos para pagar impuestos al Estado, sin importar cómo el Estado malgaste, despilfarre y robe nuestro dinero?

Estas y muchas preguntas más quisiera hacerles todos los días a todos aquellos que vivimos en Guatemala. Preguntas que le podría hacer a cualquier persona alrededor del mundo. Al fin, el tal Estado no es más que una ficción, un ente de razón, una abstracción que le sirve de excusa a un montón de gente improductiva que vive parasitariamente de lo que otros producen. Lamentablemente, muchos de los que se dejan engañar con el discurso del necesitado Estado rara vez se atreven a cuestionarse a sí mismos y a cuestionar las premisas sobre las cuales se basa el falso juicio de que debemos de pagar impuestos por cualquier cosa que se les ocurra a quienes, precisamente, viven cómodamente de esos impuestos que nosotros pagamos.

¿Cuál es el objetivo de vivir en sociedad? ¿Mejorar nuestra calidad de vida o tributar al Estado? ¿Para qué recibe dinero el Estado? Para alimentar a una enorme, ineficiente y en la mayoría de los casos, innecesaria burocracia estatal (nacional e internacional), para satisfacer los deseos y los caprichos de los grupos de presión y para que los politiqueros corruptos que llegan al ejercicio del poder acumulen fortunas a costa de nosotros. ¿Qué recibimos a cambio? Poco positivo. Mucho negativo: malos tratos de los burócratas, extorsión de los gobernantes, programación a cambio de educación, muerte a cambio de salud, criminalidad a cambio de seguridad y violación a nuestros derechos individuales a cambio de justicia.

¿Para qué debemos pagar impuestos? ¿Bajo qué circunstancias, bajo qué sistema político nos conviene pagar impuestos y por qué? ¿Podemos dejar de ser tributarios de los caprichos de los gobernantes y de los grupos de presión privilegiados para pasar a ser contribuyentes del mantenimiento de mandatarios, con un uso limitado del poder, y los funcionarios estatales que sean necesarios?

“El peor enemigo del mundo no es la maldad sino la estupidez”, declaró Arturo Pérez-Reverte. Y no hay mayor estupidez que la de engañarnos a nosotros mismos. Al fin, aunque haya quién crea que las acciones no tienen consecuencias, la realidad es que la ley de la causalidad es inevitable. No depende de la voluntad de las personas. Simplemente es. Por supuesto, el ser humano, siendo primordialmente un ser volitivo, puede decidir actuar irracionalmente y falsear la realidad, pero, como bien explicó Ayn Rand, no puede evitar las consecuencias de falsearla. Si seguimos haciendo más de lo mismo y aceptando las imposiciones de los políticos y burócratas, nuestra vida en lugar de mejorar va a empeorar.

                                                                            

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de mayo de 2016.

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1.30.2012

No más prosperidad



Al menos para la mayoría de los habitantes de Guatemala que decidan seguir viviendo en nuestro país. El progreso, por decretos anteriores y recientes del Congreso, en la realidad sólo es permitido a unos cuantos: a aquellos que ejercen el poder y a su círculo cercano. A quienes han aprendido a cabildear y comprar las voluntades de los que se venden al mejor postor. Esas son hoy, lamentablemente, las reglas del juego, las cuales decidió reforzar el nuevo gobierno en lugar de cambiarlas. Total, ellos las aprovecharán para asegurar su presente y futuro, saqueando, como lo han hecho otros, los bolsillos de los tributarios.

¿Dónde quedó la promesa hecha por Roxana Baldetti durante la campaña política del año pasado? Como todavía se puede leer en el sitio oficial del Partido Patriota, el 5 de junio de 2011 en Quiché, la hoy Vicepresidente del Organismo Ejecutivo, en una entrevista con periodistas de una empresa de televisión por cable, dijo que durante su gira el pueblo le había “manifestado que no quiere más impuestos, que no quieren más préstamos… la bancada Patriota no apoyará la aprobación de más endeudamiento y más impuestos…”. ¡Qué poco tiempo duró el ofrecimiento!

Hoy no me voy a explayar en los porqués es un trágico error el que Otto Pérez y su equipo fallen a la promesa anterior. Sólo el jueves pasado, en este mismo medio, lo explicaron muy bien (y por enésima vez) Ramón Parellada y Eduardo Mayora. Y desde hace varios años, algunos lo han hecho por décadas, muchas personas (cada día más) hemos presentado evidencia que respalda la conclusión de que con más impuestos (sobre todo los directos que gravan el capital y las utilidades) lo único que se logra es alejar las inversiones necesarias para transformar los recursos en riquezas.

Estoy segura de que quienes celebran las nuevas leyes, servilmente aprobadas por los diputados, no tienen ni la menor idea sobre las consecuencias que estas tendrán en nuestra sociedad. A unos sólo les interesa mantener sus privilegios y a otros aprovechar su llegada al poder o su cercanía con alguien que les pueda otorgar prebendas a costillas de los esclavizados creadores de riqueza. Tristemente, muchos de estos últimos sufren de un falso sentimiento de culpa por su éxito, lo cual los lleva a apoyar su propia explotación en beneficio de los parásitos.

En fin, a apenas 16 días del cambio de gobierno, me atrevo a decir que lo único que va a cambiar en estos tiempos de cambio son algunos de los saqueadores que se van a enriquecer del trabajo de otros. Los nuevos que llegaron a compartir el ejercicio del poder con los antiguos. Los mercantilistas y los líderes de los grupos de presión con buenos conectes seguirán manteniendo sus privilegios. Pero, en lo que al resto respecta, las condiciones variaran poco. Como bien dijo Arturo Pérez-Reverte: “El peor enemigo del mundo no es la maldad sino la estupidez”. Y en Guatemala reinan los insensatos.


El presente artículo fue publicado el lunes 30 de enero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de Internet.

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6.27.2011

El reino de la insensatez


O el reino de la creciente inseguridad. O, simplemente, la primacía de la estupidez. Tal y como lo expresó en una entrevista reciente el célebre miembro de la Real Academia Española, el conocido escritor y periodista Arturo Pérez Reverte: “El peor enemigo del mundo no es la maldad sino la estupidez. De un malvado inteligente puedes aprender. E incluso, sufrir los estragos de su maldad, puede hacerte más lúcido. Pero de un estúpido nunca aprendes nadaY si la unes a la política [la estupidez] el resultado puede ser devastador”. Siendo, a mi parecer, la mayor de las estupideces el no usar la razón a la hora de pensar. Y, por supuesto, al tomar decisiones y actuar.

Todos los días me topo con nueva evidencia que respalda lo dicho con anterioridad al leer los diarios, tanto los nacionales como los de otros lares. Leer diarios hoy es como hacer un recuento de las premisas falsas sobre la cuales está cimentado el sistema de reglas que prevalece actualmente en el mundo. Lo más doloroso es darse cuenta de las consecuencias nefastas que éste ha traído a la humanidad.

Y lo más sorprendente es cómo la mayoría de afectados, no sólo no reacciona sino, como en el caso de los indignados españoles, piden más de lo que nos ha llevado a la situación presente: piden más intervención y control de parte de los gobernantes. Todo por la pereza mental, por no hacer el esfuerzo de aclararse las ideas y separar lo falso de lo verdadero. Por preferir falsear la realidad antes que asumir la responsabilidad de sus vidas. Por dejar que los poderosos los manipulen con promesas que nunca van a cumplir.

¿A qué se debe esa inercia de las víctimas que aceptan lentamente convertirse en siervos, no deliberantes, cediendo el valor más preciado después de la vida? Ese valor es nuestra libertad individual: la que nos permite decidir nuestros fines y escoger los medios para alcanzarlos. Construirnos a nuestro antojo.

Otro ejemplo, en nuestro propio terruño, es el resultado de la “Conferencia Internacional de apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica” donde quedó claro que el principal interés era el monetario. De lo declarado por los participantes, me surge la siguiente duda: ¿Por qué en lugar de pedir que los gringos disminuyan el consumo de las drogas prohibidas, le exigen a sus gobernantes la eliminación de la prohibición que es la raíz del problema? La ironía es que al final lo que Hilary Clinton ¿impuso? es que paguemos más impuestos para financiar su guerra perdida.

¡Ah! Y ofreció miles de millones de dólares en préstamos. Los que van a pagarlos ¿dónde están, qué opinan? Tal vez están trabajando mientras otros los transforman, poco a poco, en sus esclavos. Piensan que trabajan para sí mismos ¡Qué ingenuos! Al fin, lo que ha fallado no es el abstracto Estado. Guatemala es un claro ejemplo de que son el sistema Benefactor/mercantilista y quienes lo administran (los gobernantes) los fallidos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de junio de 2011. La imagen del cuento de Andersen sobre el Emperador y su “traje” que sólo los inteligentes pueden ver, según el estafador que lo vendió, lo bajé del sitio elpregonero.info/fabulas, y la idea de acompañar a mi artículo de hoy la presté al blog de mi amigo luisfi61.com  

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