Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.22.2015

Calenturas de la guerra fría



Es lamentable que ciertos grupos de presión continúen enfrascados en una guerra del siglo pasado, sin darse cuenta del daño que se hacen, y nos hacen al resto, en este punto de inflexión en nuestra historia nacional. Están más obsesionados en qué están haciendo los otros que en buscar soluciones racionales y objetivas que nos permitan cambiar lo que debemos de cambiar si es que queremos tener la oportunidad de progresar y convivir en paz en Guatemala.
                                                                                                                 
Pierden su tiempo en difundir teorías de la conspiración que lo único que logran es confundir y desmotivar a muchos de los ciudadanos que despertaron y salieron a defender sus derechos, después de que hasta hace pocas semanas habían permanecido ajenos al deterioro constante de las condiciones de vida de la mayoría y al fracaso de nuestro sistema político vigente. Con su contradictoria actitud debilitan la moral de varios de los que han salido a manifestar su descontento, manifestaciones con las que hemos logrado, entre otras cosas, la renuncia de la corrupta de Roxana Baldetti a la vicepresidencia de nuestro país.

Con lo anterior no quiero decir que no haya oportunistas y saqueadores que crean que en este momento tienen la posibilidad de convertirse en Presidentes o Jefes de Estado sin ni siquiera pasar por el proceso de elecciones. Pero del querer al poder hay un gran trecho, el que es improbable que logren superar: sus ambiciones, además de ilegales, son irreales. Es tal el temor que los domina y los ciega que prefieren apoyar al inmoral de Otto Pérez Molina para que termine su mandato y se refugie en el Parlacen, antes de trabajar por lo justo: presionar a Todd Robinson (y por tanto a Iván Velásquez) para que el gobierno de EE. UU. deje de proteger a Pérez Molina. Es lo correcto y lo necesario para que de alguna manera se calme la tensa situación en la cual vivimos hoy y al menos se normalicen los servicios básicos que presta la ineficiente burocracia estatal.

Como he enfatizado en muchas ocasiones, el caos reinante en el cual vivimos, los corruptos que llegan al ejercicio del poder y la creciente emigración son el resultado del sistema político de incentivos perversos que prevalece desde hace décadas. Mientras no cambiemos de raíz ese sistema estatista, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación va a continuar empeorando. Por tanto, impulsar las reformas que nos permitan solucionar el problema desde su origen, debe de ser la principal preocupación de todos aquellos que elegimos a Guatemala para construir nuestro hogar.

Por eso es trascendental concentrarnos en el proceso de aclararnos las ideas para tomar las decisiones correctas que nos permitan cambiar radicalmente el sistema político actual. No debemos permitir, bajo ningún punto de vista, que los mismos de siempre, con las recetas de siempre, se hagan cargo de las reformas, ni que los corruptos se sigan saliendo con la suya. Esa debe ser nuestra principal preocupación y ocupación, y no las calenturas de unos pocos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de junio de 2015.

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4.15.2013

La dama de ideas




Margaret Thatcher fue, ante todo, una persona con ideas claras y la suficiente valentía para enfrentar a muchos cuyos intereses se vieron afectados por la férrea voluntad de alguien extraordinario que no le importó ir contra corriente. Una mujer valiente que formó sus juicios, la mayoría de las veces, a partir de premisas verdaderas que le permitieron cambiar el destino del mundo al ser, a mi parecer, la principal responsable de acabar con la Guerra Fría y la amenaza que ésta representaba para la humanidad en general. Por supuesto, además de mejorar las condiciones de vida de los ingleses, condiciones que se habían visto seriamente deterioradas después de años viviendo bajo gobiernos socialistas.

Sobran las frases, los discursos, los comentarios… de Thatcher para probar que fue, más que nada, una mujer inteligente, de pensamiento correcto, como lo muestra la siguiente declaración que dio en una entrevista a “Women’s Own” en 1987: “…there's no such thing as society. There are individual men and women and there are families. And no government can do anything except through people, and people must look after themselves first. It is our duty to look after ourselves."

Thatcher mostró con el ejemplo que no existe almuerzo gratis. Probó que no se necesita nacer en cuna noble ni crecer alimentada con cubiertos de plata para alcanzar nuestros valores, sin importar lo altas que sean nuestras metas. Disciplining yourself to do what you know is right and important, although difficult, is the highroad to pride, self-esteem, and personal satisfaction”. Fue Thatcher una persona orgullosa de sus éxitos, justamente ganados a base de esfuerzo propio.

Y poco le importaron las mentiras y las falacias ad hominen que solían proferir en su contra los débiles mentales, los resentidos y los privilegiados que se vieron afectados por sus decisiones. I always cheer up immensely if an attack is particularly wounding because I think, well, if they attack one personally, it means they have not a single political argument left.Sabía que en la batalla de las ideas ella ganaba: tenía los pelos de la burra en la mano para decir de qué color era. Fue aliada de la realidad: íntegra y de fundamentos sólidos.

La única manera en la cual los pobres serán menos pobres es creando riqueza, y para alcanzar ese objetivo se necesita invertir capital para transformar los recursos con los que contamos en ese bienestar que deseamos la mayoría: aquellos que estamos dispuestos a trabajar, a ganarnos el pan de cada día con nuestro propio empeño y usando nuestra mente, arriesgando lo nuestro. Una sociedad en la cual no caben los gorrones que quieren vivir a costillas de los otros. Un principio que entendió la dama de las ideas, ideas que llevó a la práctica con la convicción de que sus mandantes iban a mejorar su calidad de vida. Hecho innegable de la era que será conocida por la historia como la Época Tatcheriana. Larga vida al legado de Margaret Hilda Thatcher, Baronesa Thatcher de Kesteven.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de abril de 2013.

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