Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.02.2017

La burguesía socialista



Los socialistas democráticos, en la mayoría de los casos burgueses acomodados, recurren al intervencionista Estado Benefactor el cual privilegia a unos en detrimento de los derechos de otros para alcanzar la que denominan justicia social por medio de la supuesta igualdad de oportunidades que lo que busca es la equidad de resultados, independientemente de que esos resultados correspondan justamente al esfuerzo, mental y físico, que cada quien haya hecho o el riesgo que cada quien haya tomado.

A diferencia de los comunistas, proponen alcanzar sus objetivos sin nacionalizar todos los medios de producción ni planificar de manera totalmente centralizada toda la actividad económica de la sociedad. En otras palabras, promueven un sistema mercantilista donde el gobernante, en nombre del abstracto Estado, tiene la última palabra en lo que respecta a los privilegios que se otorgan y cuándo éstos terminan. Al final, es una especie de concesión y una ilusión de propiedad privada. Un dominio temporal de los medios de producción por aquel que se cree propietario.

El socialista actual, que no se atreve a declararse como tal y recurre a los términos ambiguos de progresista o izquierdista, exige que el gobierno intervenga la actividad empresarial regulando, ordenando, restringiendo, fiscalizando, gravando y dirigiendo casi todos los aspectos propios de la empresa y la competencia, bajo la creencia de que más de alguien puede aprovechar los incentivos y las innovaciones que mejoren las condiciones materiales de la vida de un sector de la sociedad. La dirección, la forma y la medida en que los emprendedores tendrán PERMISO para ser productivos se limitarán y restringirán dentro de las vías que sirven a los supuestos valores superiores, no lucrativos de la indeterminada sociedad civil, que igual pueden llamar el pueblo o cualquier otro colectivo supuestamente desposeído y explotado.

El Estado benefactor no es otra cosa más que el Estado distribuidor. Un sistema contradictorio, basado en premisas falsas, que en el largo plazo acaba con la posibilidad de progresar de la mayoría. Un ejemplo de lo anterior es el actual sistema político de Guatemala, el cual Vilfredo Pareto llamaría socialismo burgués: un sistema de regulación gubernamental, de redistribución de favores y de privilegios que benefician a los mercantilistas y a los líderes de los grupos de presión sociales, en lugar de un socialismo proletario que solo propone trasladar dinero de los ricos a los pobres.

La agenda de equidad e igualdad de oportunidades de los socialistas, además de injusta y violadora de los derechos individuales, facilita y promueve la corrupción en todos los sentidos. La corrupción tanto de aquel que llega al ejercicio del poder como de aquellos que se corrompen moralmente y se acomodan a vivir vidas infelices, mediocres y parasitarias. Es una agenda basada en el absurdo, que falsea la realidad y propone medidas contrarias a la naturaleza humana. Por eso siempre fracasan en el largo plazo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de octubre de 2017.

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4.15.2013

La dama de ideas




Margaret Thatcher fue, ante todo, una persona con ideas claras y la suficiente valentía para enfrentar a muchos cuyos intereses se vieron afectados por la férrea voluntad de alguien extraordinario que no le importó ir contra corriente. Una mujer valiente que formó sus juicios, la mayoría de las veces, a partir de premisas verdaderas que le permitieron cambiar el destino del mundo al ser, a mi parecer, la principal responsable de acabar con la Guerra Fría y la amenaza que ésta representaba para la humanidad en general. Por supuesto, además de mejorar las condiciones de vida de los ingleses, condiciones que se habían visto seriamente deterioradas después de años viviendo bajo gobiernos socialistas.

Sobran las frases, los discursos, los comentarios… de Thatcher para probar que fue, más que nada, una mujer inteligente, de pensamiento correcto, como lo muestra la siguiente declaración que dio en una entrevista a “Women’s Own” en 1987: “…there's no such thing as society. There are individual men and women and there are families. And no government can do anything except through people, and people must look after themselves first. It is our duty to look after ourselves."

Thatcher mostró con el ejemplo que no existe almuerzo gratis. Probó que no se necesita nacer en cuna noble ni crecer alimentada con cubiertos de plata para alcanzar nuestros valores, sin importar lo altas que sean nuestras metas. Disciplining yourself to do what you know is right and important, although difficult, is the highroad to pride, self-esteem, and personal satisfaction”. Fue Thatcher una persona orgullosa de sus éxitos, justamente ganados a base de esfuerzo propio.

Y poco le importaron las mentiras y las falacias ad hominen que solían proferir en su contra los débiles mentales, los resentidos y los privilegiados que se vieron afectados por sus decisiones. I always cheer up immensely if an attack is particularly wounding because I think, well, if they attack one personally, it means they have not a single political argument left.Sabía que en la batalla de las ideas ella ganaba: tenía los pelos de la burra en la mano para decir de qué color era. Fue aliada de la realidad: íntegra y de fundamentos sólidos.

La única manera en la cual los pobres serán menos pobres es creando riqueza, y para alcanzar ese objetivo se necesita invertir capital para transformar los recursos con los que contamos en ese bienestar que deseamos la mayoría: aquellos que estamos dispuestos a trabajar, a ganarnos el pan de cada día con nuestro propio empeño y usando nuestra mente, arriesgando lo nuestro. Una sociedad en la cual no caben los gorrones que quieren vivir a costillas de los otros. Un principio que entendió la dama de las ideas, ideas que llevó a la práctica con la convicción de que sus mandantes iban a mejorar su calidad de vida. Hecho innegable de la era que será conocida por la historia como la Época Tatcheriana. Larga vida al legado de Margaret Hilda Thatcher, Baronesa Thatcher de Kesteven.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de abril de 2013.

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