Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.10.2016

El lento progreso



En Guatemala, el poco progreso que hay es lento. Y para muchos, ni siquiera ese poco y lento progreso es posible. ¿Por qué? ¿Cuáles son las verdaderas causas de ese estancamiento, como lo llaman algunos? ¿Quiénes son los responsables de ese bloqueo a la libre movilidad estamental propia de las sociedades en las cuales la gente sí disfruta del progreso, o sea, de una mejora constante en su calidad de vida?
                  
De la información del recién presentado “Informe Nacional de Desarrollo Humano” del PNUD, es importante tomar en cuenta que, a partir de 2006, no ha habido una mejora sustancial en los ingresos de la mayoría. Por supuesto, sus explicaciones de por qué se dio ese resultado son falaces. Al fin, su objetivo es promover más de lo mismo que produjo ese estancamiento: más intervención estatal y más violación de los derechos individuales de unos con la excusa de ayudar a los más pobres, además de promover los acuerdos de apaciguamiento que fueron rechazados por la mayoría de guatemaltecos.

Aunque, en mi opinión, el propósito principal de los burócratas que llegan a tales conclusiones es asegurar sus propios ingresos, los cuales dependen de los impuestos que pagan el resto. Las verdaderas amenazas, no sólo para los pobres sino para todos y en todos lados, son el intervencionismo y el estatismo que impulsan, en la mayoría de los casos, los burócratas estatales (nacionales, internacionales y supranacionales), que viven de lo que otros producen.

Pero, ¿por qué el 82 por ciento de la población no logra mejorar sus ingresos REALES? En Guatemala el desarrollo humano es precario porque lo obstaculizan por medio de legislación que otorga más poder a los gobernantes para dificultar la inversión, beneficiar a los grupos de presión y castigar a los más productivos, violentado los derechos de la mayoría en el proceso. Injusticias que son reconocidas por algunos funcionarios cuando proponen eliminar impuestos o exoneraciones, como lo hicieron la semana pasada los directores del INGUAT, para atraer inversiones. Inversiones que, irónicamente, la burocracia estatal ha ahuyentado. Inversiones que transforman recursos en riqueza y crean fuentes de trabajo productivas. Contradicciones que destruyen vidas, generalmente las de otros y en particular las vidas de los más pobres.

Guatemala, en beneficio de quienes la habitamos, tiene potencial. Hay quienes quisieran invertir más en nuestro país, pero los cambios constantes de reglas que profundizan el sistema de incentivos perversos, la amenaza permanente de aumentar los impuestos y el servilismo de los gobernantes con los líderes de los grupos de presión y la burocracia internacional, terminan ahuyentándolos. La incertidumbre que provocan hace casi imposible la planificación en todos los plazos: corto, mediano y largo. Además de un cambio de ideas, necesitamos un cambio de actitud: aprender a confiar en los hechos y no en las mentiras de aquellos cuyo empleo depende de cuán pobres son otros y cuántos son los pobres.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2016.

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1.27.2014

¿Mano dura contra quién?



Según los burócratas del PNUD, la política de mano dura ¿o simple campaña electorera? del Partido Patriota, es un fracaso. Por cierto, los mencionados no son los primeros, ni serán los últimos, en reconocer que en nuestro país el sector que más crece es el de la delincuencia y de la criminalidad, incentivado por la ineficiencia de la Policía Nacional Civil cuyo principal problema es la corrupción generalizada de sus miembros (salvo contadas excepciones) que, dentro del marco de una República moderna y un Estado de Derecho, debería de ser el más importante medio para que el gobierno cumpla con su obligación de asegurar que las violaciones a la vida, a la libertad y a la propiedad fueran las menos posibles. Y si acaso alguien fuera violentado, asegurarse que el responsable pague las consecuencias de sus acciones y compense a su víctima.  

No obstante, existe un área donde la aplicación de la mano dura sí ha rendido beneficios… al menos para los gobernantes. Me refiero a la campaña de terrorismo fiscal impulsada por la SAT. La persecución a la gente productiva que arriesga, trabaja y crea ha sido implacable. La mejor prueba de lo anterior la encontramos en los datos de recaudación que muestran como año con año los tributarios pagamos más, contrario al discurso que sostienen los gobernantes, y a diferencia de las estadísticas en el caso de seguridad donde no podemos confiar en la veracidad de los números ya que entre los mismos funcionarios se contradicen. Las únicas estadísticas estatales relativamente confiables son las relacionadas con el cobro de impuestos.

Como bien lo dijo recientemente Juan Ramón Rallo, Director del Instituto Juan de Mariana en España: ''Los que pagan impuestos no son los ricos, ni los pobres, ni la clase media. Son los que no pueden evitarlo. Y los que evaden impuestos tampoco son los ricos, ni los pobres, ni la clase media. Son los que pueden hacerlo''. En Guatemala, esos que no podemos evitar pagar impuestos somos alrededor del 20 por ciento de la población económicamente activa. ¡Cuán pocos somos los que soportamos la mayor parte de la corrupta e ineficiente burocracia de nuestro Estado Benefactor/Mercantilista!

Y si acaso intentamos proteger lo nuestro, lo que nosotros hemos creado, hemos producido, hemos ganado… si nos negamos a seguir siendo explotados por otros que descaradamente se roban, con excusas que ya pocos creen, lo que a nosotros nos ha costado, no tardaran las huestes de la Superintendencia de Administración Tributaria/Terrorista en atraparnos y aplicarnos la mano dura. Es mayor la probabilidad de que vaya a la cárcel alguien que no paga impuestos, a que lo haga un ladrón, un violador, un secuestrador, un extorsionador o un asesino.

La mano durase aplica, pero contra aquellos cuyos ingresos sirven para engordar las cuentas personales de los gobernantes, los funcionarios públicos, sus familiares y amigos que forman parte de las pandillas que llegan al ejercicio del poder en nuestro país.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de enero de 2014.

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