Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.28.2011

La caminata del domingo



Como suelo hacer cada domingo que puedo, enfilé desde muy temprano (tan temprano como me lo permiten mis lecturas mañaneras) hacia el norte, con el objetivo de hacer escala en un restaurante bautizado en honor a una célebre cordillera europea. Después de disfrutar de un enriquecedor desayuno, en compañía de mi buen amigo Jorge Carro y sus siempre entretenidas charlas sobre escritores y la vida misma, continué el camino de regreso a mi punto de partida.

Por compromisos previos (la lectura pendiente de “Camino de Servidumbre” de F. A. Hayek para discutir al día siguiente) y el miedo a la lluvia que amenazaba con caer de un momento a otro, decidí variar mi ruta de retorno, mi eterno retorno, a mi lugar preferido en el mundo, el asteroide B506: privado, exclusivo, solitario… como a veces lo soy yo también.

Por cierto, quiero aclarar que el miedo al agua no tenía que ver con el hecho de que me molestara el líquido cayendo sobre mí, ni a la escasa posibilidad de que me derritiera en caso estuviera hecha de azúcar, a pesar de lo dulce que puede ser de vez en cuando. No. Mi temor tenía una base racional: la posibilidad de que a consecuencia de un baño no planificado, adquiriera un resfriado ahora que me había quedado sin equinacia, la cual, para colmo de males, se encontraba agotada en el mercado local. Al menos la que yo tomo. Odio los catarros y más las gripes. Así que seguí el ancestral consejo de que más vale prevenir que lamentar.

Lo maravilloso del cambio de rumbo, a pesar de que extrañé los escenarios que visito en el recorrido que obvié, fueron los personajes con los que me topé. Primero, me sorprendió ver correr a Groucho Marx, inconfundible, enfundado en un short beige y una camiseta roja, con su cabello suelto brincando a cada paso que daba el genial cómico, y los bigotes fijos a la que debió ser una sonrisa. Aunque, imagino que el cansancio le impidió terminarla como se debe.

Luego, me pareció distinguir a Truman Capote en patines, conversando con una amiga que no era Harper Lee. Recordé que recién compré en Chicago la versión original, en inglés, de “To Kill a Mockingbird”, la cual espero leer pronto. También recordé una de mis frases preferidas, de la versión en español, del protagonista (Atticus Finch) de la premiada novela de la distinguida escritora mencionada: “Se es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intentas a pesar de todo y luchas hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence”.

Atenta al dialogo de Yo y Mí, sin un tercero que nos interrumpiera (aunque Zaratustra y Nietzsche nos asechaban), vi pasar en bicicleta a uno de los más respetados roqueros mexicanos: Alex Lora del Tri. A mí, y a yo también, nos gustan más otros géneros musicales o el rock de apellido roll, sin embargo, apreciamos a varios de los grandes creadores que han hecho popular este ritmo musical.

Más adelante me crucé con un hombre guapísimo (ninguno de los nombrados) vestido de payaso, una bella mujer escondida detrás de unos lentes oscuros, varias futuras madres acompañadas de quienes probablemente eran los padres del futuro niño, personajes flacos como un fideo y otros gordos como el Sargento García…

Hagamos un alto en este último. El Sargento García, fiel amigo aunque no lo reconociera, del héroe de negro: el Zorro. No Batman, no se confundan. Diego de la Vega y Bruce Wayne pertenecen a diferentes eras. En fin, regresando a García, pensé que este generalmente era marcado, sin hacerle mayor daño, por la zeta del Zorro. Pensé que hoy, nosotros somos marcados, y nos hace mucho daño, por la zeta de los Zetas: una zeta con significado opuesto, en el caso de los criminales mencionados, a la zeta del caballero de la noche colonial.  

Creí que nada más podía sorprenderme por este día, hasta que enfrente de mí apareció mi ayer. Era yo de año y meses: el cabello rubio, ensortijado, rebelde, similar al del Marx citado anteriormente, pero en distinto color. Cara redonda de cachetes rebosantes y el ceño fruncido. No logré determinar el color de los ojos pero debieron ser verde-avellanado. La criatura caminaba aparentemente sola, tal vez por eso el gesto en su rostro no era de alegría. Seguí caminando sin voltear a ver atrás. Total, el pasado hay que dejarlo descansar en la memoria. La vida es para vivirla en el presente. Lehaim


El presente escrito fue publicado en la Revista Nuchef (Edición 31) de julio-agosto 2011. La fotografía de la Avenida de Las Américas la tomé el 26 de agosto de 2007.

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12.27.2011

Vida Real



¿Cómo será la realidad de William y Kate después de su boda real? Real con dos significados: primero, porque es un hecho consumado que se casaron; y, segundo, en el sentido de que el enlace de ellos fue una boda de la realeza, aunque la novia sea de origen plebeyo. Algún día será la reina consorte de Inglaterra, el último de los imperios coloniales en sucumbir. Sin duda, como lo fue su casamiento, también lo será su vida: diferente en muchos aspectos a las vidas del resto. Principiando porque están condenados a vivir gran parte de su vida expuestos públicamente. ¡Y cuántos envidiaran sus existencias sin saber a ciencia cierta cómo se desarrolla en la intimidad! Todo a partir de elucubraciones propias de los cuentos de hadas.

La exagerada atención, en algunos casos casi una obsesión, que se le da a este tipo de situación, ¿es acaso un reflejo, una prueba de la existencia de un vacío existencial, una necesidad vital insatisfecha en el resto que fantasea a partir de la vida de otros? ¿Es señal de una carencia emocional? ¿Será que todos sentimos esa falta de amor en algún momento de nuestras vidas? ¿Es por eso que la mayoría venera ídolos o se entretiene, se distrae, evade la realidad, inmerso en la vida de los demás? Vidas que pueden ser reales como la de William y Kate, o ficticias, producto de la imaginación de un guionista, como en el caso de la telenovelas.

En fin, yo me reconozco ajena al enajenamiento de muchos con este tipo de noticias. Sin embargo, me intriga la pasión que genera en esa mayoría, entusiasmo que llega al extremo de que la ceremonia del matrimonio fue vista por millones de personas alrededor del mundo. Probablemente las nupcias más vistas de todos los tiempos, gracias a los avances tecnológicos con los que contamos hoy. ¿Cuántos no habrán seguido los acontecimientos desde su teléfono móvil, mal llamado inteligente? Imaginen la cantidad que los vieron darse el “sí” por televisión: se calcula que fueron alrededor de dos mil millones de personas. ¿Y cuántos habrán observado el enlace desde su computadora, por Internet? Total, una inmensa cantidad de personas que nunca sabremos con seguridad cuántas fueron.

Gente cuya vida real no es un cuento de hadas con un final feliz que se anuncia desde el principio del fin: “y vivieron felices por siempre”. Final que ni siquiera es seguro para los recién casados mencionados al inicio de este escrito. Como todo en esa vida real a la que hago referencia, lo que pase en el futuro lo desconocemos. Siempre nos enfrentamos al presente, ese que cambia a cada instante. Lo único que debe ser constante son ciertos valores y el lugar que estos ocupen en nuestra escala personal. Valores que son los que nos van a permitir ser felices de verdad.

Por lo general intentamos planificar nuestras acciones para alcanzar nuestros objetivos. Pero al ser todos, en forma individual y colectiva, incapaces de prever todas las variables involucradas (nadie posee un conocimiento universal), muchas veces los hechos no se dan como los esperábamos. Normalmente nos sorprenden los resultados no previstos de nuestras acciones, que en ocasiones pueden ser más beneficiosos que aquellos que buscábamos alcanzar. No obstante, mientras llega el resultado deseado, la incertidumbre, la espera, el miedo a sufrir o a ser rechazados, no valorados, provocan una ansiedad, una inquietud a veces insoportable.

Hay quienes dejan pasar su vida real refugiados en un ideal platónico o ansiando un imposible, una fantasía irrealizable, todo por miedo a arriesgar y reconocer la realidad. Reconocimiento que a veces duele. Sin embargo, como canta el salsero Luis Enrique “Yo no sé mañana… Esta vida es igual que un libro, cada página es un día vivido. No tratemos de correr antes de andar”. Vivamos nuestra vida real. Prost y hasta la próxima.


El presente artículo fue publicado en la revista “Nuchef”, en la edición 30 correspondiente al bimestre mayo – junio de 2011. La fotografía de Kate y William la bajé de la Internet

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12.26.2011

El poder del poder



Abordar el tema del poder me parece fascinante. Sobre todo, por la atracción fatal que ejerce sobre tantas personas, especialmente en personajes inestables e inseguros que sufren de un serio complejo de inferioridad. Complejo que suelen esconder disfrazados de salvadores mesiánicos de los pobres, con ínfulas de superhombres dotados de omnisciencia y padres protectores de sus queridos compatriotas.

Por cierto, estos últimos (los compatriotas), no son tan abusados como se creen ya que suelen caer en las trampas que les ponen para que voten por ellos y les otorguen el tan ansiado poder. Poder que, al final, los termina convirtiendo en abusados cuando los otrora candidatos, luego gobernantes, violentan sus derechos individuales. Una ironía más de tantas que encontramos en el mundo actual, plagado de creencias políticas basadas en premisas falsas.

El poder como tal, es una facultad que posee todo ser humano. La capacidad de actuar según su voluntad. El poder político, por otro lado, es un tema que han tratado muchos pensadores respetados. Los clásicos griegos Platón y Aristóteles lo hacían casi al mismo tiempo que los sabios chinos Lao Tse y Confucio. Probablemente el autor más citado en temas relacionados con el poder político sea Nicolás Maquiavelo.

Mis autores preferidos son los ilustrados escoceses y aquellos intelectuales del siglo diecinueve y del veinte que se montaron sobre los hombros de David Hume, John Locke, Adam Smith… fortaleciendo con sus obras la idea del indispensable respeto a los derechos individuales y la necesidad urgente de limitar el ejercicio del poder por el bien de todos los hombres. Hay filósofos como Michel Foucault que desarrollaron el tema de una manera que ha llamado mi atención aunque no coincida con ellos en muchas cosas.

La experiencia y mis lecturas, me llevan a concluir que el poder que ejercen los gobernantes sólo es necesario para reprimir al antisocial y castigarlo cuando sea necesario. Por supuesto, teniendo claro que hacer justicia implica que el criminal compense a sus víctimas. Cuando se ha utilizado el poder para intentar beneficiar a unos a costa de otros, se termina haciendo lo contrario al único motivo que justifica su existencia. Se termina violentando los derechos de unos y cometiendo una injusticia. El exceso de poder, un poder poco limitado, con fronteras borrosas, sólo beneficia a quienes lo ejercen y su círculo íntimo.

El poder más allá del necesario para cumplir con su función, del tipo que por estas épocas gozan los gobernantes, lo han adquirido manipulando la noble virtud humana de la benevolencia, y aprovechándose de un deseo común a nuestra especie: lograr el bienestar propio con el menor esfuerzo. Cuando la benevolencia y la búsqueda de mejorar nuestra calidad de vida son guiadas por la razón somos capaces de grandes hazañas: nos brinda muchas más posibilidades de alcanzar y conservar nuestros valores. Es un serio problema, para nosotros y nuestro círculo de influencia, cuando nos dejamos dominar por emociones irracionales.

Considero que el principal reto que tenemos en el siglo veintiuno es el poder influenciar a otros y convencerlos de que usen su mente de manera activa, para evitar que unos pocos acaparen el poder público, y acaben con nuestras posibilidades de progresar.


El presente artículo fue publicado en la revista guatemalteca "Poder" (año I, volumen IV) de noviembre de 2011. La imagen la bajé de Internet: es la portada del disco de la película mexicana "Todo el poder".

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12.24.2011

Feliz Nochebuena y bendiciones siempre

12.19.2011

Las dos erres


Aquellos que queremos cambiar la sociedad en que vivimos para bien de todos, debemos tener en cuenta las dos erres básicas para que estos cambios se den y sean sostenibles en el largo plazo: revolución con respeto. Sé que, lamentablemente, hasta hoy ha sido imposible lograr las reformas políticas necesarias, en ningún lugar del mundo, sin enfrentamientos sangrientos previos. Tal es el caso de EE. UU., la primera nación que puso en práctica las conclusiones a las cuales llegaron los liberales ilustrados del siglo diecisiete y del siglo dieciocho.

También sé que muchos de los combatientes en tales guerras no han tomado en cuenta las dos erres, en especial la segunda: el respeto que se le debe a los inocentes que no están involucrados en el proceso. Por supuesto, lo anterior no significa que no sigamos intentando hacer los cambios de manera pacífica, y mucho menos que se justifiquen y excusen las violaciones que se han dado en las guerras civiles de los países en los cuales se ha buscado, la mayoría de veces, más el poder que la evolución de los pueblos.

Hechos cuyos resultados en muchos casos, sobre todo durante el siglo veinte, no han sido para el bien de los habitantes de la nación en conflicto, sino para el retroceso en la calidad de vida de las personas, privadas de libertad y del gozo de su propiedad. Pensemos, sólo por citar algunos de los casos emblemáticos, en la mal llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la china comunista de Mao y la Cuba de Fidel Castro.

Todo lo antedicho me trae a comentar brevemente el conflicto armado, como ha sido nombrado, de nuestra Guatemala. Guerra que enfrentó al Ejército con lo guerrilleros que optaron por las armas y la clandestinidad para alcanzar sus objetivos políticos. Se decantaron por las medidas de hecho y despreciaron el Derecho en todos los sentidos. No dudo que entre los miembros de las distintas facciones guerrilleras hubiera uno que otro idealista manipulado que, en vez de usar su razón para impulsar lo que creía sería más justo, optó por convertirse en delincuente y criminal: otra situación que lamento.

Pienso que una de las primeras acciones que debemos tomar quienes buscamos la verdad, es cuestionar los informes elaborados por ciertos grupos interesados sin siquiera haber aportado la evidencia que justifique todos los abusos que pretenden aclarar. Sin duda, los primeros que deben ser revisados son el de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y el REMHI, que ha sido elevado a la calidad de libro sagrado y que fue redactado por gente que fue parte de la guerrilla.

No obstante, también pienso que todos los militares que atentaron contra la vida y la propiedad de civiles inocentes que no eran parte del conflicto, ciudadanos que tuvieron la mala suerte de quedar atrapados entre los dos fuegos, deben pagar las consecuencias de sus acciones y compensar a las víctimas y sus deudos. Hasta que haya justicia para todos, habrá paz.


El presente artículo fue publicado el lunes 19 de diciembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la Internet del sitio de WebIslam.

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12.12.2011

Condecorados hoy, condenados mañana



No serían Álvaro Colom y su séquito los primeros en pasar de ser condecorados a recibir la única mención que merecen: la de condenados por corruptos. Al fin, ya antes que ellos recorrieron ese camino Alfonso Portillo y Francisco Reyes. Pienso que los primeros nombrados, al igual que los segundos, tampoco pasarán de conde a marqués, tal vez porque no aprendieron, a pesar de tantos años, a mover el abanico como se debe, parafraseando un viejo refrán.

Lo despreciable en ambos casos no es sólo el hecho de que la principal acusación contra los mencionados sea de corrupción, sino que la mayoría de tales condecoraciones se las otorgaron ellos mismos. ¿Qué validez tienen ante las circunstancias citadas? Por supuesto, no faltará el burócrata hipócrita o el oportunista interesado en conseguir algún favor del gobernante que justificará tal decisión y hasta alabará el que tengan el descaro de autocondecorarse.

Lo anterior, a mi parecer y según algunos estudiosos de la conducta humana, denota un serio complejo de inferioridad que se esconde detrás de una fachada de superioridad y pretensión de saber qué deben hacer los demás con sus vidas. Como escribió Raúl de la Horra en uno de sus artículos recientes en elPeriódico: “La fanfarronería o inflación del ego [es un recurso] para compensar sentimientos de minusvalía y de inferioridad, atribuyéndose virtudes exageradas”. Inflación del ego que en este caso es reconocida con una insignia, no merecida, en el pecho.

Si por algo se han distinguido nuestros gobernantes y el personal a su servicio (y no al servicio del ciudadano a quien se deben), además de la corrupción estatal alimentada por los buscadores de privilegios de casi todos los sectores (mercantilistas, sindicalistas, ambientalistas…), es por hacer más pobres al resto de habitantes de Guatemala.

En las evaluaciones mundiales recientes, Guatemala ha sido una de las naciones peor calificadas. Por ejemplo, en el Índice de Percepción de la Corrupción retrocedió 29 puestos (bajó del 91 en 2010 al 120 en 2011). En el reporte Doing Business, elaborado por el Banco Mundial, cayó al puesto 97 de 183 países evaluados. Además, en el Índice de Competitividad Global que elabora el Foro Económico Mundial, ocupamos la posición 84 de 142 países; y en el Índice de Libertad Económica se encuentra en la casilla 79 de 183 países.

Si a lo anterior agrego lo comentado por Carroll Ríos de Rodríguez en su columna en Siglo Veintiuno del miércoles pasado (“Es deplorable la calificación de Guatemala en el Índice de Estado de Derecho de 2011, generado por el World Justice Project….en criminalidad, Guatemala ocupa la casilla 63 de los 66 países medidos”) el único reconocimiento que merece el gobierno de Guatemala es a la peor gestión vista en lo que va del siglo. Y más que condecorados, deben ser condenados a devolver todo lo que han robado y a pasar algunos de ellos el resto de su vida en la cárcel.


El presente artículo fue publicado el lunes 12 de diciembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la Internet.

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12.05.2011

El gobierno Pérez/Colom



¡Qué cosa curiosa observamos los habitantes de Guatemala a finales del año 2011! Por si acaso usted me lee muchos pero muchos años después de la fecha mencionada, probablemente se sorprenderá de lo que voy a contar. Nosotros, los que vivimos lo que procedo a narrar, lo veremos como la conclusión obligada del gobierno socialdemócrata de Álvaro Colom.

Como ustedes ya sabrán, lectores presentes y futuros, el pasado 6 de noviembre fue electo para ocupar el cargo de primer mandatario (o primer mandadero, no lo olvide) de la Nación el general retirado, Otto Pérez Molina. El período del susodicho - como gobernante de la guanabí República - comienza, teóricamente, a partir del 14 de enero de 2012. Sin embargo, en términos prácticos, comenzó el 7 de noviembre de este año. Sí: Pérez comenzó a tomar las decisiones de Estado más importantes al día siguiente de las elecciones.

Bajo las órdenes de Pérez, el Congreso aprobó un deficitario Presupuesto (de malgasto y despilfarro de los gobernantes financiado por los taxpayers) para 2012, incluyendo préstamos que antes eran denostados por los representantes del Partido Patriota (PP), actualmente la bancada con más diputados. Y enfatizo que en la realidad son representantes del PP, o sea de Pérez, y no de esa abusada abstracción llamada pueblo, término con el que suele engañarse a los ingenuos que aún creen que el interés de los politiqueros es beneficiarlos a ellos.

A pesar de lo inusual que podría resultar lo anterior en otros lares, en nuestro terruño era de esperarse. Total, el actual Presidente en funciones se ha caracterizado por ser alguien anodino y que fácilmente se deja manejar por otros. A lo largo de su lamentable reinado quien efectivamente ejerció el poder fue su exesposa, Sandra Torres, motivo por el cual no me extraña que ahora sea Pérez y su séquito quienes tomen las decisiones que todavía le corresponden a Colom y su corte.

Probablemente a este último y a sus correligionarios lo único que les interesa en este momento es asegurar su vida en el largo plazo. Primero, esperarán llevarse el máximo posible de dinero entre sus bolsillos. O depositado en sus cuentas secretas en algún paraíso fiscal donde no corran riesgos de ser perseguidos legalmente por el gobierno del lugar. Lo anterior será una lección que les dejó el caso de Alfonso Portillo. Segundo, se estarán asegurando de que no les suceda lo mismo que al expresidente citado y a la otrora cuñada de Colom, Gloria Torres: una exchica superpoderosa.

Y mientras la vicepresidente electa, Roxana Baldetti, echa de su oficina a Rafael Espada con todo y sus videojuegos (¡qué entretenido se la pasaba el vice de la UNE!) para redecorarla, los mandantes nos preparamos, según lo visto hasta hoy, para más de lo mismo: más impuestos, poca seguridad y rara vez justicia. Eso sí, reconozco que, como ocurre cada cuatro años, hubo un cambio: el cambio de la pandilla en el ejercicio del poder.



¿Será que Otto Pérez Molina ya le dio la espalda a los guatemaltecos dignos, trabajadores y creadores de riqueza? ¿Qué ganó con el viaje a Venezuela?


El presente artículo fue publicado el lunes 5 de diciembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía es de los servicios internacionales de AP.

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11.28.2011

Lo común en Muso



Era invitar a sus lectores a usar el llamado sentido común, que no es otra cosa que usar su razón a la hora de pensar y tomar las decisiones correctas para alcanzar una determinada meta: el progreso y la paz. No falsear la realidad ni dejarse engañar por utopías que prometen el cielo en la Tierra, fantasías que terminan convirtiendo nuestras vidas en un infierno. Suelen decir que el sentido común es el menos común de los sentidos. Pero no es cierto: todos podemos razonar. El problema es que no todos quieren hacerlo.

Lamentablemente, muchos renuncian a la característica que nos diferencia del resto de seres que pueblan el planeta. Desde los tiempos de Aristóteles fuimos definidos como el “animal racional”. Ahora, la primera y más importante decisión que hacemos es la de usar nuestra mencionada facultad, que ha sido denostada por siglos, para aclararnos las ideas: separar nuestras premisas falsas de las verdaderas, para actuar a partir de juicios válidos. Lo anterior hizo Muso a lo largo de su productiva existencia. Le dejo a él evidenciar lo anterior en lo que respecta al ejercicio del periodismo de opinión:

“Los siervos nunca han progresado. Solamente los hombres libres lo hacen… Para nuestros protectores nunca seremos adultos. Nunca tendremos buen juicio para velar por nuestros más íntimos y urgentes asuntos. Siempre seremos inmaduros, excepto para votar por ellos. Siempre necesitaremos su protecciónlas personas… deben ser dueñas de sí mismas, asumir sus costos y disfrutar de sus beneficios, y no sujetar su futuro a quienes pretenden ser sus amos; individuos, después de todo, también falibles e imperfectos”. En “Siervos o ciudadanos”, Prensa Libre, 16 de noviembre de 1997.

“… la cooperación enriquecedora y la seguridad jurídica exigen igualdad ante la ley, justicia predecible, mutua consideración, eficiencia en la asignación de recursos y mayor compasión por los menesterosos, que desaparece precisamente cuando el Gobierno anuncia que se encargará de ellos.” En “Si viviéramos en un mundo racional”, Prensa Libre, 30 de abril de 2000. “La discrecionalidad es la madre de la corrupción. Podemos observar en todos los países del mundo…que en el grado en que existe discrecionalidad, en ese mismo grado la corrupción se generaliza con el tiempo”. En “Erradicar la corrupción”, Prensa Libre, 1 de abril de 2002.

Celebro con mucha alegría la publicación del libro “Sentido Común”, el cual recopila varias de las columnas periodísticas de Manuel F. Ayau Cordón, escritas y publicadas durante los últimos cincuenta años. Medio siglo de conocimiento compartido por Muso, que hoy podemos tener al alcance de nuestras manos en una obra de consulta vital para aquellos que queremos vivir en condiciones diferentes. Vivir en esa sociedad que el autor soñó. Una sociedad de personas responsables que se esfuerzan por alcanzar sus fines propios. Una sociedad de personas libres de buscar su felicidad.


El presente artículo fue publicado el lunes 28 de noviembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé del blog de HACER.

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11.21.2011

Yo, tax payer



Yo, pagadora de impuestos. Yo, tributaria obligada de aquellos que no merecen tributo alguno. Yo, que no soy contribuyente y se me impone por los mandados a servirme a pagar por los servicios que no recibo. Yo, ciudadana libre que, a base de estrategias terroristas (que infunden terror ante la amenaza de cárcel), soy extorsionada por gente que probablemente nunca ha producido nada y coaccionada a entregar a los saqueadores locales una gran parte del producto de mi trabajo.

Yo, que soy mandante dentro del orden todavía vigente en esta sociedad, exijo lo siguiente al gobierno recientemente electo, tanto a los mandatarios del Organismo Ejecutivo como a los diputados elegidos para integrar el próximo Congreso de la nación que aspira a ser la República de Guatemala:

Primero: que antes de pensar en expoliar más a las personas productivas, que crean la poca riqueza que hay en el país, aclaren la forma en la cual se malgasta todo el dinero que somos obligados a entregarles sin recibir nada de parte de ustedes. Lo anterior deben hacerlo antes de pretender que los que ya pagamos impuestos paguemos más para facilitarles la vida. Tengan presente que hoy, después de cuatro años del gobierno socialdemócrata de Álvaro Colom y su exesposa Sandra Torres, somos más pobres. Si nosotros debemos nuevamente “apretarnos el cinturón”, también ustedes están obligados a hacerlo.

Segundo: que la prioridad de su gobierno debe ser la de velar porque las violaciones a los derechos individuales de TODOS los habitantes (TODOS pagadores de impuestos de una u otra manera) se reduzcan al mínimo posible lo más pronto que se pueda. También esperamos los pagadores de impuestos conscientes, que los antisociales que violenten la vida, la libertad o la propiedad de otros, compensen a sus víctimas y haya, por tanto, justicia. Que los criminales y delincuentes paguen las consecuencias de sus acciones.

Tercero: que NO cumplan con sus ofrecimientos populistas de campaña. Somos cada vez más lo que estamos hartos de mantener a muchos que poco hacen por ellos mismos, y sólo esperan, ante la promesa injusta del Estado Benefactor/Mercantilista, que alguien más se encargue de llevarles el pan de cada día. Solo uno mismo puede decidir qué significa "atender justamente sus necesidades" a partir de su escala de valores personal. Y es uno el único responsable de satisfacer sus necesidades. Nadie más es responsable. No hay que ser oportunista ni parásito.

Como dijo Julio Cesar, según Suetonio, en el año 49 a. C. al cruzar el Rubicón: Alea iacta est (la suerte está echada). Si el próximo gobierno fracasa, es decir, decide hacer lo mismo de siempre (que, lamentablemente eso parece hasta el momento), nadie puede saber a ciencia cierta qué va a pasar en la tierra sin quetzal (ni ave ni billete). Lo único que sí puedo adelantar es que la situación para la mayoría de sus habitantes empeoraría en el largo plazo. Y en el corto también.


El presente artículo fue publicado el lunes 21 de noviembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de Internet.

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11.14.2011

El menos peor



Es la conformista manera en la cual se refiere la mayoría al Presidente electo de Guatemala. Y, en este punto, coincido con quienes así se expresan. ¡Imaginen la otra opción! El bobo y cursi de Manuel Baldizón. En fin, a este último ya le dedicaré pronto un artículo. No porque lo considere hoy relevante, pero sí pienso que en cuatro años, si acaso Sandra Torres pierde el poder que todavía tiene, podría ser el candidato con más posibilidades de ser electo como Presidente para el período 2016 – 2020.

Es importante que tengamos presente que Otto Pérez Molina ganó el puesto de primer mandatario gracias al voto en contra de Manuel Baldizón. Y a todos aquellos que votaron por este motivo, los de la excusa de que voto por el menos peor, me dirijo en esta oportunidad. Primero, repito, reconociendo que coincido con ustedes en este punto. Y segundo, les escribo con la esperanza de que el motivo por el cual votaron por el candidato del Partido Patriota los haga estar más atentos, como mandantes que son, de las decisiones que tomen desde ya los actuales diputados del partido mencionado.

Más hoy que ya fueron confirmadas las intenciones de Pérez y sus seguidores de hacer una reforma fiscal según la propuesta de los mismos de siempre: los señores que ahora se agrupan bajo el nombre del G40. Los que tienen décadas de estar detrás de los sistema impositivos que imperan en Guatemala. Los que promueven la idea de que los tributarios debemos pagar más impuestos para que el gobierno, antes que y por encima de nosotros, alcancen sus objetivos. Metas que en la mayoría de los casos suelen ser absurdas e injustas, porque violan los derechos de unos para satisfacer las exigencias de otros.

Otro asunto al cual hay que ponerle mucha atención es al aumento de la burocracia prometido por los ganadores. Esa idea a lo Hugo Chávez de crear un súper “Ministerio de Desarrollo Social” a cargo, entre otros, de los programas populistas promovidos por el gobierno de los Torres-Colom. Programas que lo único que lograron es promover una cultura de la mendicidad y el chantaje, además de facilitar el robo de nuestros impuestos. Medidas que al final de la administración socialdemócrata del partido UNE, deja a los pobres más pobres de los que estaban antes de la llegada de Álvaro Colom al ejercicio del poder.

El menos peor de los otrora candidatos nos puede hacer tanto daño como lo habría hecho el más peor, si la mayoría se cruza de brazos y espera ingenuamente que la deteriorada situación en la que vivimos mejore con el cambio de pandilla en el ejercicio del poder. La diferencia no la harán ellos: la haremos nosotros, haciendo las cosas de manera distinta a como las hemos hecho hasta la fecha. Como bien dijo Albert Einstein: “The significant problems we face cannot be solved by the same level of thinking that created them”. El cambio en nuestro sistema político de las premisas falsas por las verdaderas es fundamental.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 14 de noviembre de 2011. La imagen la bajé de el sito del diario español “El mundo”.

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11.07.2011

El día después



Todo luce tranquilo. En las calles se respira paz. Llegó a su fin la campaña electoral 2011, la cual comenzó recién tomó posesión Álvaro Colom en el año 2008. O, tal vez, empezó antes. Son pocos los días que nos dejan de descanso los politiqueros que ambicionan llegar al ejercicio del poder.

Habemus Presidente del próximo gobierno. Lo más probable es que sea Otto Pérez Molina, que será oficialmente quien esté al frente del Poder Ejecutivo. Un primer mandatario a estrenar el 14 de enero de 2012. Aquel que la mayoría de los votantes consideró la menos peor de las opciones. Yo no soy parte de quienes lo eligieron. Ayer no asistí a ejercer mi DERECHO a voto. Por cierto, me parece mezquina la presión inmoral que hicieron algunos en contra de aquellos que, como yo, no votamos en contra de nuestros valores y principios, que es lo mismo que votar en contra de nosotros mismos. Más aún, sabiendo que la solución a nuestros problemas no se encuentra en el Organismo Ejecutivo.

Es insensato creer que existe una especie de obligación de suicidarse moralmente votando por gente en quien uno no confía. Votando por personas que en su mayoría consideramos, al menos ese es mi caso, los peores exponentes de nuestra sociedad. Y pretender que uno debe elegir entre ellos: escoger los menos peores. Eso no es hacer Patria. Esa es la actitud sumisa de quien ha sido educado como súbdito. Quien aún no ha protestado como hombre libre. Y este, a mi parecer y si se puede decir, es el más destructivo de los suicidios: el que atenta contra nuestro código moral.

Es evidente que el actual mandatario, Álvaro Colom, deja a la mayoría de habitantes del país viviendo es condiciones iguales o peores de como estaban al inicio de su gobierno. Lo que es más execrable: deja a muchos compatriotas acostumbrados a vivir estirando la mano para que se les entregue parte de las dádivas que reparten los gobernantes. Parte del circo para mantenerlos entretenidos mientras ellos, los gobernantes y su círculo de parientes y amigos, se quedan con la mayor parte de nuestros impuestos. En resumen, más personas que se han acomodado dentro del sistema del chantaje y la mendicidad estatal, donde sólo unos cuantos se enriquecen a costa de los demás. Aquellos que se esconden bajo la sombra del poder.

En fin, la moral en nuestro país se encuentra como las carreteras: destruida. Por los suelos y llena de agujeros por todas partes. Llegó la hora de empezar a reconstruirla, como debe reconstruirse Guatemala casi entera. Y esa reconstrucción la debemos hacer nosotros, los mandantes, poniendo en su lugar a nuestros mandatarios. Para comenzar, si es necesario, los debemos forzar a reformar el fracasado Estado Benefactor/Mercantilista que hoy impera en Guatemala, y sustituirlo por un verdadero Estado de Derecho Republicano Liberal. Lo que nunca, a pesar de los intentos históricos que ha habido para acercarse a este, ha existido en Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 7 de noviembre de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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10.31.2011

El tesorito



No es un cantante. Tampoco un actor de telenovelas. Sin duda, no es ella (la tesorito), ni se llama Laura ni su apellido es León. El tesorito es el objeto del deseo de la mayoría de quienes quieren llegar al ejercicio del poder. El tesorito está constituido por dos elementos con un solo objetivo: hacer sentir (que no es lo mismo que ser) a quien lo posee que es una persona valiosa, indispensable y admirada. Alguien capaz de decidir por el resto y superior a los demás. ¡Y ay de aquel que se atreve a contradecirlo o a gritar a los cuatro vientos: el emperador va desnudo! Aquel que le recuerda la verdad: que todo su mundo es una mentira.

Creen que la parte más importante del ansiado bien, la parte tangible, la van a encontrar en las arcas públicas. Esa especie de agujeros negros terrestres en los cuales todo el dinero que entra desaparece por obra (que no son carreteras) y arte de magia (ahora los ve, ahora no los ve: ni los billetes, ni la seguridad, ni la justicia, ni la educación, ni la salud, ni los puentes…) de los gobernantes que los administran. ¿O los reparten? ¿Entre quiénes? Arcas que son alimentadas con fondos privados que fueron expoliados a sus legítimos dueños, a los creadores de riqueza.

Según mi parecer, la urgencia (que, por cierto, nunca es satisfecha) de ser adulado es el segundo componente del tesorito, junto con la creencia de que son ellos quienes mandan. Un factor necesario para mantener la ilusión de una alta autoestima en quienes usurpan el lugar del mandante, siendo ellos simples mandatarios. Un peligroso delirio de quien en su interior sabe que es todo lo contrario. Podemos evitar el juicio de los otros, pero nunca el juicio propio.

La ironía es que al final ni siquiera van a encontrar lo que verdaderamente buscan, como lo busca todo ser humano: el placer de ser una persona digna de admiración y orgullosa de sus logros legítimos. Terminan rodeados de personas como ellos (los pares se atraen y se relacionan entre sí), en una constante negación de la realidad, sin confiar en nadie, sabiendo que la mayoría de quienes los rodean lo hacen por un interés mezquino y que en cualquier momento los van a traicionar.

Por estas fechas en Guatemala dos facciones se pelean por quedarse con el tesorito. El día que se definirá quién podrá meterle las manos por cuatros años es el próximo 6 de noviembre. El grupo que se considera ganador ya no utiliza un mapa para encontrar el tesorito… o abrirlo. La nueva moda es la llave secreta. ¿Por qué secreta? ¡Quién sabe! Tal vez Alí Babá podría descifrar el misterio. Mientras, los miembros de la otra pandilla, en especial su líder, ya no saben ni qué ofrecer con tal de que los favorecidos sean ellos. En fin, a nosotros, los responsables de llenar los cofres que contienen el tesorito, no nos queda más que observar… por el momento. Luego, debemos cerrar las arcas de una vez por todas. Y alejarlas lo más posible de los piratas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 31 de octubre de 2011. La imagen la bajé del Internet.

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10.24.2011

De vuelta en vuelta



De vuelta en vuelta del reloj, vueltas de doce horas por dos, nos acercamos al 6 de noviembre, día de la segunda vuelta electoral, en la cual se va a elegir entre dos opciones que ni dándoles la vuelta satisfacen las más mínimas expectativas que una persona sensata tiene de quien será el primer mandatario del país: o sea, el primer mandadero de los mandantes, que somos nosotros.

La más reciente muestra de a qué tipo de gente pertenecen, la vimos el pasado lunes en el espectáculo que brindaron a los asistentes al circo de nombre debate presidencial. No pienso ahondar más en este asunto ya que de todo se ha dicho: desde que hicieron el ridículo hasta que ese era el show que los asistentes (al menos la mayoría) esperaban. Yo, prefiero darle la vuelta a la página y continuar leyendo el libro que vamos escribiendo. Obra que será conocida por nuestros descendientes como la historia de Guatemala de principios del siglo veintiuno.

Por cierto, está de vuelta la temporada fría de nuestra eterna primavera. Una baja en la temperatura que alejó las lluvias que le dieron vuelta a la vida de miles de personas. A varios de ellos, creen algunos, los llevó de vuelta al reino de dónde vinieron: una idea que sirve de consuelo para quienes, de vuelta en la realidad, los lloran. Esta situación me hace traer de vuelta al ruedo de la discusión, el innegable hecho de que la causa de las desgracias que enfrentan tantos, es el sistema contrario a la naturaleza humana que rige nuestra sociedad y la corrupción generalizada que este permite.

¿Cuándo darán una vuelta por nuestra nación la justicia y la razón? La primera para que los responsables de la tragedia que vive la mayoría paguen por sus crímenes y compensen a sus víctimas. Y la segunda para que los ciudadanos de Guatemala, asumamos la responsabilidad de nuestras vidas y renunciemos al Estado benefactor/mercantilista que ilusoriamente promete asumirla por nosotros. Una vuelta a la era de la ilustración, post revolución industrial, sería lo ideal. Una República de verdad.

Y dentro de tantas vueltas que ya me tienen mareada, quiero recordarles a quienes se quejan de que hayan cancelado la vuelta ciclística que, a pesar de que dejó de llover y el sol está de vuelta, las carreteras de nuestro terruño están de vuelta en el taller de reparaciones, motivo por el cual hubiera sido una irresponsabilidad arriesgar la vida de los participantes en la mencionada actividad deportiva.

Al final, lo que seguro nunca vuelve es el pasado. Sí, se dan la vuelta por nuestro presente las memorias de lo que fue. Sin embargo, no podemos cambiar el ayer, pero sí configurar hoy el mañana de tal manera que, cuando estén de vuelta las lluvias por estos lares, estemos preparados para afrontarlas y vencerlas. Lo mismo aplica a su vida: de una vuelta por su interior y pregúntese si es necesario darle la vuelta a sus decisiones para darle la vuelta a su existencia.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 24 de octubre de 2011. La imagen la bajé del blog “Sin Saldo”.

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10.17.2011

De mandantes a siervos




Cuando los empresarios dejan de admirar a los creadores de riqueza y se dedican a alabar a los distribuidores de ésta, a los políticos que han ejercido el poder medianamente regular, personajes con un discurso políticamente correcto (en pro de la educación y la democracia) es una clara señal de que algo anda mal, muy mal.

Cuando los empresarios demandan que los candidatos a gobernante cumplan sus promesas (la mayoría de éstas populistas, además de nefastas en el largo plazo), podemos estar seguros de que nuestras condiciones de vida van a empeorar.

Cuando los empresarios creen que la pobreza tiene causas, y que “los factores que inciden en ésta son la mala infraestructura, la desnutrición, la deficiencia educativa y la falta de seguridad” (consecuencias de un sistema de normas injusto) es una muestra más de que andamos en el camino equivocado.

Cuando los empresarios opinan que la solución es un gran acuerdo nacional (entre veinte individuos que pretenden que hablan por el resto), es un indicio de que las circunstancias no van a cambiar para el bien de todos.

Cuando los empresarios, renunciando a su calidad de mandantes, aceptan que es la voluntad política la que manda, permiten que los saqueadores sigan reinando y consienten convertirse en siervos. Reino que acaba cuando los creadores dejan de crear o emigran a un lugar donde puedan disfrutar del fruto de su trabajo, de su mente y de los riesgos que asumen.

Cuando los empresarios se confunden con los mercantilistas, y los creadores de riqueza son sustituidos por malos herederos en busca de su espacio y de diferenciarse de sus antepasados en lugar de honrarlos con trabajo productivo, es casi una sentencia final al destino fatal de una sociedad.

En mi artículo titulado “Guatemala, ¿es una sociedad condenada?” (9/1/2008), compartí la siguiente cita de “La rebelión de Atlas”, escrita por Ayn Rand: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores. Cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted. Cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."

Pienso que, a pesar de la evidencia, Guatemala aún es rescatable. Pero este rescate no será producto de la intervención de los gobernantes ni del cabildeo de las elites en decadencia y los oportunistas de los grupos de presión. Tampoco será obra de gente bien intencionada pero mal informada: estos pueden hacer aún más daño que los pícaros que mienten descaradamente. El cambio necesario será el resultado de que el resto nos aclararemos las ideas y actuemos coherentemente con la realidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 17 de octubre de 2011. La imagen de la escultura "Hombre de rodillas" de Jean Lepêtre la bajé de Internet.

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10.10.2011

Jobs



Trabajos, trabajos, muchos trabajos de apellido productivos. Esos, y muchos valores más, fueron el resultado de la laboriosidad de Steve Jobs: un autentico Hank Rearden, de los que quisiera existieran millones. Además de esos trabajos que recuerdan su propio apellido (jobs), su genio legó a la humanidad una riqueza incomparable, que nos permite hoy vivir en mejores condiciones que las afrontadas por nuestros antepasados.

Como bien escribieron Yaron Brook y Don Watkins en www.forbes.com el pasado jueves 6 de octubre: “There is a widespread recognition that Jobs was a creative genius who changed our world profoundly and for the better... there is nothing greater or nobler than the creative geniuses whose productive ability has created our modern world.” (“Hay un reconocimiento generalizado de que Jobs era un creativo genial que cambió nuestro mundo profundamente y para mejor... no hay nada más grande y más bello que los genios creativos cuya capacidad productiva ha creado nuestro mundo moderno”.)

El célebre discurso de Jobs en Stanford University en 2005 me ha inspirado a ser mejor persona y apreciar más mi vida. Me atrevo a pensar que no soy la única que se ha sentido de tal manera. La vida es movimiento. El movimiento es acción. Las acciones son la consecuencia de nuestras decisiones. Steve Jobs fue un hombre de acción, que no esperó que otros (el Estado, la sociedad, el vecino…) le solucionaran la vida. Él se movió en pos de sus objetivos. No exigió a otros más de lo que se exigió a sí mismo. Siempre quien actúa es un individuo concreto. Ahí radica la importancia de tener claros nuestro propósito y el sentido de nuestra vida: quién queremos ser y cómo lo vamos a lograr.

Steve Jobs fue alguien que, independientemente de las circunstancias en las que nació y creció, nunca se lamentó de su miserable suerte, ni esperó que el Welfare State (como hacen otros) le entregara un cheque mensual que le asegurara alimento y techo a costa de vivir una vida mediocre y conformista (¿Acaso es eso vivir? Eso es vegetar y ver pasar la vida). Por el contrario, buscó ser alguien productivo e independiente. Decidió utilizar su mente y arriesgarse a crear. Un hombre moralmente digno.

Alcanzó sus objetivos haciendo lo que amaba. Se olvidó de la inevitable muerte y se preocupó por vivir. Vamos a sentir la ausencia de Steve Jobs porque mientras vivió se sintió su presencia. Aún aquellos que no son capaces de superar sus complejos e intentan demeritar la obra de los creadores, irónicamente, necesitan de sus creaciones para soltar su veneno. Sin genios como Jobs, ni siquiera se escucharía la voz de los resentidos, los envidiosos y los saqueadores. Una ironía más del sistema de normas que imperan hoy y son contrarias a nuestra naturaleza.

Quiero vivir mi vida como la de todos aquellos que han sentido el orgullo de ser el producto de su mente y su esfuerzo. Viva eternamente el ejemplo de Steve Jobs.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2011. La imagen la bajé de la Internet.

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10.03.2011

Si yo fuera Jennifer


Y viviera dentro de un sistema de incentivos correctos, probablemente no hubiera muerto de forma trágica siendo apenas una niña. Habría menos posibilidades de que un degenerado criminal me hubiera violado, torturado y asesinado cuando tenía apenas ocho años. Un antisocial que, además, era mi familiar. Una bestia que también mató a su propia abuela. A mi abuela de nombre Argentina, de nacionalidad guatemalteca. Y si aún así mi primo hubiera acabado con nosotros, mi madre, Ana Lorena, sabría que se haría justicia y Jefrey pagaría las consecuencias de sus acciones y la compensaría, siendo ella la única víctima que todavía vivía.

La semana pasada leí varios capítulos del libro "Los fundamentos de la moral" de Henry Hazlitt para la discusión socrática del Club de Lectura del Centro de Ética David Hume. Menciono lo anterior, porque en el capítulo 8 (La necesidad de reglas generales) Hazlitt cita precisamente a Hume y su obra “A treatise of Human Nature” (1740) afirmando que "...sin justicia la sociedad se ve obligada a disolverse inmediatamente, y cada uno caerá en una condición salvaje y aislada, infinitamente peor que la peor situación que pueda ser posible suponer en la sociedad…cuando los hombres han tenido la suficiente experiencia para observar que…todo el sistema de acciones en el que la sociedad entera concurre es infinitamente ventajoso para el todo y para cada parte, no pasa mucho tiempo sin que la justicia y la propiedad se imponga".

Pensé que el vil asesinato de Jennifer y su abuela Argentina es una consecuencia más de vivir en el marco de un sistema legislativo de reglas arbitrarias, que privilegian a unos a costa del resto. Un caprichoso producto de la voluntad del legislador de turno (y todo aquel que haya ejercido el cargo de legislador dentro del sistema mencionado). Voluntad generalmente comprada. Voluntad que se vende a conveniencia del mejor postor. Por supuesto, voluntad que busca sus propios intereses, más allá del discurso bien intencionado que haya utilizado para llegar a la posición de poder que ocupa o haya ocupado.

La lectura de estos capítulos que tratan sobre las reglas generales y de aplicación universal (un sistema de incentivos correctos basado en principios objetivos), me sirvieron para afirmar mi convicción de por qué en Guatemala pasan frecuentemente hechos despreciables como la muerte de Jennifer, una criatura de ocho años cuyo sueño era llegar pronto a ser una mujer adulta. En Guatemala NO hay justicia. Y no la hay precisamente por el sistema en el cual vivimos: un Estado benefactor/mercantilista.

También afirmó mi convicción de que si de verdad la mayoría queremos vivir en otras condiciones, vivir en una sociedad basada en el respeto de los derechos individuales de los unos a los otros, los mandantes (con carácter de urgencia) debemos presionar para que sea consultada y ¡ojalá! aprobada la modificación a nuestra Constitución propuesta por ProReforma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de octubre de 2011. En la foto, Jennifer y su abuelita Argentina.

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9.24.2011

Variaciones en viernes



Ayer por la noche varié mis actividades cotidianas asistiendo al vivificante concierto de Eddie Palmieri y su Latin Jazz Band. Disfruté tanto que llegó un instante en que se aceleró mi corazón de tal manera que las palpitaciones de ese músculo mío alcanzaron la intensidad de las variaciones e improvisaciones que vivimos esa noche.

Probablemente la más sorprendente de las variaciones fue la decisión del maestro de variar lo único anunciado como seguro en el programa: un intermedio en el que íbamos a ver bailar salsa a una pareja de bailarines profesionales. No hubo pausa entre las variadas melodías. No hubo danza porque no hubo descanso. Los artistas eligieron tocar de corrido las canciones que seleccionaron al vuelo de su inspiración. Hora y media de emociones alternadas que iban de la melancolía a la sensualidad, de la alegría compartida a la intimidad individual.

Hoy, siguiendo el ejemplo de la leyenda del jazz latino que se presentó el jueves pasado por la noche en nuestro país, decidí variar mi escrito de los viernes que usted lee los lunes. Una variación de fechas y actividades. Yo escribo. Usted lee. ¿Nos comunicamos? Eso espero. ¿Variamos en el proceso nuestras ideas, descartando las falsas y reemplazándolas por premisas verdaderas? Eso también lo espero.

Total, mi repertorio varía del que comúnmente programan otros escribidores en otros medios. O en este mismo matutino. Qué aburrida sería la existencia si sólo habláramos, pensáramos y abordáramos un tema. Si acaso alguien sigue ese rumbo, imagino que es para evadir su propia existencia, algo que es para mí difícil de entender ya que considero a la vida el mayor de los placeres. El valor que da valor a mis otros valores.

Yo sin duda he variado, pienso que he evolucionado, en estos poco más de trece años que tengo de escribir sueltos para medios de difusión masiva. Lo que no significa que nos lean masivamente. Quiero creer que la mayoría de los pocos que me acompañan leen hacia adentro y detenidamente mis palabras que generalmente expresan juicios objetivos de valor con el propósito específico de invitarlos a pensar usando su razón y dejando el uso de la imaginación para el ámbito que le corresponde: el de la ficción. Lo anterior lo hago con el fin ulterior de retirar de nuestro camino los principales obstáculos que en este hay para lograr el mayor anhelo de todo humano que se precie de serlo: la felicidad.  

Por cierto, muchos consideran al jazz como el género musical de la improvisación. En lo particular, y para variar, pienso que más que improvisar, lo que hacen los genios del jazz, que no lo son todos los que incursionan en este arte, es organizar su conocimiento de una manera diferente para crear un nueva obra que puede llegar a superar aquella que les sirvió de punto de partida. Así como toda persona que, con su sentido de la vida único e irrepetible, es responsable de una magnum opus: su propio ser.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 26 de septiembre de 2011. La fotografía la tomé el jueves 22 de septiembre de 2011 en el Auditórium Juan Bautista Gutierrez.

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9.19.2011

En segunda



Como es de todos los interesados conocido, Otto Pérez, con 36 por ciento de votos válidos, y Manuel Baldizón, con 23 por ciento de votos válidos, se verán cara a cara en la llamada segunda vuelta de las elecciones generales de este año, programada para el domingo 6 de noviembre de 2011.

Para aquellos que culparon de que haya una segunda vuelta electoral a quienes optamos por votar nulo o en blanco (lo que representa el 12 por ciento de los votos emitidos), les aclaro: aunque todos, como en una indescriptible sintonía universal, en un estado de relajación propio del nirvana, en una comunicación mística incomprensible, en un éxtasis inimaginable, hubiéramos decidido votar por Pérez, cruzando nuestras ideas,  contradiciéndonos… de todas maneras, para elegir al próximo Presidente hubiera sido necesario hacerlo en segunda y cuesta arriba.

Por cierto, en lo que respecta al legítimo reclamo que hacen los ciudadanos conscientes sobre el plan de trabajo de los políticos que quieren ejercer el poder (gobernar), tanto el de los mencionados y los de aquellos que lo intentaron, llegué a la conclusión lógica de que dentro del sistema actual (un Estado benefactor/mercantilista, intervencionista, colectivista, o sea, socialista) es casi IMPOSIBLE que existan propuestas congruentes con la realidad.

Lo que podemos esperar es más promesas ilusorias y ofertas populistas. Un torpe malabarismo dentro del circo político de tercera categoría tan de moda hoy en todo el mundo. Actitud que muestra el poco respeto que los politiqueros le tienen a la inteligencia de los ciudadanos.

Al fin, lo único que les interesa es llegar a sentarse en la silla presidencial. Dirán lo que consideren necesario para alcanzar su meta. Por eso, todas las propuestas, sin excepción, tienen un fuerte sesgo estatista que le asigna funciones de "mandante" al "mandatario" y al resto de funcionarios. En lugar de reconocer la realidad, la falsean, intentando hacer funcionar el sistema actual en lugar de proponer cambiarlo para bien. En lugar de adecuarlo a la realidad.

Como escribió Frank Knight en 1943, en su informe al Director General y al Comité de Publicaciones de University of Chicago Press, al referirse al libro “Camino de Servidumbre” de F. A. Hayek: “…primero, que cualquier política que se diga socialista, o de economía planificada, conduce inevitablemente al totalitarismo y a la dictadura; y, segundo, que un orden social así acaba cayendo inevitablemente bajo el control de los peores individuos [de la sociedad]”.

Lo anterior, ¿les recuerda a nuestra nación? ¿A la independiente Guatemala, habitada por una mayoría de gente dependiente del Presidente? Por eso, en nuestro país no andamos ni siquiera en segunda: vamos en retroceso. A menos que cambiemos no sólo de conductores del vehículo, sino del vehículo mismo, la situación poco va a variar. Y este objetivo SOLO se puede alcanzar desde el Legislativo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de septiembre de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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9.12.2011

El regreso de nulo



Un hecho que esperaba sucediese en cuatro años. Sin embargo, después de algunas reacciones a mi artículo de la semana pasada, elegí sacarlo a relucir un día después de las elecciones generales del Estado Democrático de Guatemala. Porque República, NO es. Hubo quienes opinaron sin ni siquiera haber leído mi artículo. Otros que dicen que lo leyeron, pero al parecer no lo entendieron.

Hoy decidí compartir con ustedes algunas de mis respuestas a las preguntas que me hicieron aquellos que consideré intelectualmente honestos y con quienes entablé una conversación en las redes sociales virtuales. Si tienen curiosidad por conocer más sobre los debates, los invito a visitarme en Facebook (mylibertas) y Twitter (@mydda).

“Sé que mi decisión de cómo votar es políticamente incorrecta. Pero es la adecuada a mi escala de valores. Pago impuestos y tengo el derecho de reclamar cómo se gastan. Ese derecho no depende de si voto o no por alguien a la Presidencia. Creo en un gobierno de leyes. No soy súbdita de ningún rey. No voy a legitimizar un sistema presidencialista. No voto por lo que otros votan. Voto por lo que considero correcto. No entiendo cómo todavía hay tantos que creen que estrenando Presidente cambian las cosas para bien en el largo plazo”.

“La respuesta a nuestros problemas NO está en el próximo guanabi rey de Guatemala. Está en el Congreso. No pretendo que nadie más vote como yo. Cómo votar es una decisión individual. Depende de nuestros valores y principios. Es irresponsable votar sin meditar las consecuencias de nuestro voto. Sin darnos cuenta que legitimamos un sistema presidencialista que es la raíz del problema. Vote como usted considere mejor para alcanzar sus valores”.

“Votar por alguien con quien uno no comparte valores, a mi parecer, es cobarde y patético. Y es peor aún, si lo hace porque así opinan otros que hay que votar. Es irracional si vota por una abstracción: el pueblo, la sociedad, el Estado, Guatemala… Debemos votar por los concretos: por nuestro propio bien y el de nuestros seres queridos. Todo lo demás es un discurso emotivo, falaz y manipulador que sólo beneficia a los poderosos: los gobernantes, sus familiares, sus amigos y los líderes de los grupos de presión. Los parásitos saqueadores de los productores y creadores de riqueza”.

Le guste o no a la demás gente: valiente es quien lucha por lo que piensa (no sólo cree) es verdadero, sin importarle que otros lo sigan o lo que diga el resto. "Yo no juego su juego", le dice John Galt a Thompson, el Presidente de EE. UU. en la novela “La Rebelión de atlas”. Lo mismo les digo yo a todos los politiqueros de mi país. Y a mis conciudadanos les reitero que la mía es una decisión propia: un juicio independiente, producto de mi mente. Y que al final, la principal elección que hago es la de ser feliz. Y para ser feliz, necesito ser íntegra y, repito, coherente conmigo misma, con mi escala de valores y con mi código moral.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de septiembre de 2011. La foto es mi voto anulado por Presidente. Prueba de la consistencia de mi palabra con mis actos, de lo cual me siento orgullosa.

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9.05.2011

Nulo



Muchos me han preguntado cómo votar. Les he explicado el procedimiento. Otros, me han preguntado por quién votar: por aquellos con quienes comparten valores y principios. Finalmente, me han preguntado por quiénes voy a votar. Después de un largo proceso de pensamiento racional (meditado, sosegado), decidí hacerlo como lo he hecho hasta hoy y por las mismas razones que ahora soy capaz de explicar de una manera más clara.

Mi voto para presidente, alcalde y diputados al Parlacen será nulo. Aclaro: actúo, como siempre, a título personal y en pleno uso de mis facultades mentales. No formo parte de ningún grupo que impulse determinada manera de ejercer el derecho de elegir a los gobernantes en una República. La mía es una decisión propia: un juicio independiente, producto de mi mente. El resultado de un proceso lógico cuyo objetivo es ser coherente conmigo y mis valores. Ser íntegra. Nunca votaría en contra de mis principios. Esa acción es, a mi parecer, la peor traición.

Yo actúo en pos de aquello que valoro. Por aquellos con quienes comparto una escala similar de valores. Por quienes considero que coincidimos de alguna manera en un código moral basado en la naturaleza humana y no en creencias místicas que sólo sirven para manipular a gente ingenua que se deja engañar. Votar es un verbo que nos muestra el sentido de la vida de quien lo ejerce.

Es obvio que comparto muy poco, en algunos casos nada (ni valores ni código moral), con los candidatos actuales a presidente del Organismo Ejecutivo y a alcalde capitalino. Hecho respaldado por el propio interés de los mencionados: llegar a un puesto desde el cual podrán ordenar y manejar miles de millones de quetzales, y la indiferencia que han mostrado hacia el Legislativo, el poder del Estado desde el cual se puede cambiar (para bien o para mal), las miserables y en constante deterioro condiciones de vida de la mayoría de habitantes de Guatemala. Espero no tener que explicar por qué voto nulo al Parlacen. Ojalá que los próximos gobernantes nos quiten de encima esa inútil carga.

En el caso de los candidatos a diputados al Congreso, votaré por el listado nacional y el metropolitano por un par de personas que cumplen con lo mínimo que espero. Una de ellas es alguien con quien se puede dialogar y cuyo pensamiento ha evolucionado. Y el otro alguien a quien considero un amigo y con quien comparto la idea de que lo que necesitamos es terminar con el Estado benefactor/mercantilista y dedicarnos a construir un verdadero Estado de Derecho, donde todos seamos iguales ante la Ley. Donde los gobernantes ocupen el lugar que les corresponde como mandatarios, y los ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad de mandantes.

Votaré por lo que me importa, sin presiones de nadie. No dejaré que me intimiden los ataques ad hóminen y las falacias fuera de contexto que han circulado. Votaré por mí y por mis seres queridos. Votaré por un gobierno de leyes y no de reyes.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de septiembre de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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