Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.19.2011

Las dos erres


Aquellos que queremos cambiar la sociedad en que vivimos para bien de todos, debemos tener en cuenta las dos erres básicas para que estos cambios se den y sean sostenibles en el largo plazo: revolución con respeto. Sé que, lamentablemente, hasta hoy ha sido imposible lograr las reformas políticas necesarias, en ningún lugar del mundo, sin enfrentamientos sangrientos previos. Tal es el caso de EE. UU., la primera nación que puso en práctica las conclusiones a las cuales llegaron los liberales ilustrados del siglo diecisiete y del siglo dieciocho.

También sé que muchos de los combatientes en tales guerras no han tomado en cuenta las dos erres, en especial la segunda: el respeto que se le debe a los inocentes que no están involucrados en el proceso. Por supuesto, lo anterior no significa que no sigamos intentando hacer los cambios de manera pacífica, y mucho menos que se justifiquen y excusen las violaciones que se han dado en las guerras civiles de los países en los cuales se ha buscado, la mayoría de veces, más el poder que la evolución de los pueblos.

Hechos cuyos resultados en muchos casos, sobre todo durante el siglo veinte, no han sido para el bien de los habitantes de la nación en conflicto, sino para el retroceso en la calidad de vida de las personas, privadas de libertad y del gozo de su propiedad. Pensemos, sólo por citar algunos de los casos emblemáticos, en la mal llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la china comunista de Mao y la Cuba de Fidel Castro.

Todo lo antedicho me trae a comentar brevemente el conflicto armado, como ha sido nombrado, de nuestra Guatemala. Guerra que enfrentó al Ejército con lo guerrilleros que optaron por las armas y la clandestinidad para alcanzar sus objetivos políticos. Se decantaron por las medidas de hecho y despreciaron el Derecho en todos los sentidos. No dudo que entre los miembros de las distintas facciones guerrilleras hubiera uno que otro idealista manipulado que, en vez de usar su razón para impulsar lo que creía sería más justo, optó por convertirse en delincuente y criminal: otra situación que lamento.

Pienso que una de las primeras acciones que debemos tomar quienes buscamos la verdad, es cuestionar los informes elaborados por ciertos grupos interesados sin siquiera haber aportado la evidencia que justifique todos los abusos que pretenden aclarar. Sin duda, los primeros que deben ser revisados son el de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y el REMHI, que ha sido elevado a la calidad de libro sagrado y que fue redactado por gente que fue parte de la guerrilla.

No obstante, también pienso que todos los militares que atentaron contra la vida y la propiedad de civiles inocentes que no eran parte del conflicto, ciudadanos que tuvieron la mala suerte de quedar atrapados entre los dos fuegos, deben pagar las consecuencias de sus acciones y compensar a las víctimas y sus deudos. Hasta que haya justicia para todos, habrá paz.


El presente artículo fue publicado el lunes 19 de diciembre de 2011 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la Internet del sitio de WebIslam.

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