Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.09.2018

Janus: el David de los trabajadores




El pasado 27 de junio, la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. emitió un dictamen en favor de Mark Janus, contrario a las pretensiones de AFSCME, el cual debe ser celebrado por todos los trabajadores del mundo. Se enfrentó a Goliat, representado por el sindicato estatal, y le ganó. Un importante triunfo que afirma los derechos de los estadounidenses protegidos por la Primera Enmienda de su Constitución.

El Tribunal Supremo de los Estados Unidos dictaminó en el caso Janus versus AFSCME, que no se puede exigir a los trabajadores gubernamentales no sindicalizados, que paguen cuotas a los sindicatos como condición para trabajar en el Estado. Esta resolución, considerada histórica por muchos, restaura los derechos de libertad de expresión y libertad de asociación de la Primera Enmienda, a más de cinco millones de maestros de escuelas públicas, personal de primera respuesta (policías, bomberos, etcétera) y otros empleados del gobierno en todo el país.

La Primera Enmienda reza: “El Congreso no legislará respecto al establecimiento de una religión o a la prohibición del libre ejercicio de la misma; ni limitará la libertad de expresión o de la prensa; ni coartará el derecho de las personas para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios”.

Mark Janus, demandante en el caso, empleado por el gobierno estatal de Illinois, declaró: "Estoy muy emocionado de que la Corte Suprema haya restaurado no solo mis derechos asegurados por la Primera Enmienda, sino también los derechos de millones de otros trabajadores gubernamentales en el país. Muchos de nosotros nos hemos visto obligados a pagar por discursos políticos y posiciones políticas con las que no estamos de acuerdo, solo para poder mantener nuestros trabajos. Esta es una victoria para todos nosotros. El derecho a decir ‘no’ a un sindicato es tan importante como el derecho a decir ‘sí’”.

Jacob Huebert, abogado de Janus, comentó al respecto lo siguiente: "Esta es la mayor victoria para los derechos de los trabajadores en una generación. La Primera Enmienda nos garantiza a cada uno de nosotros, como individuos, el derecho de elegir a qué grupos queremos apoyar y a cuáles no. La Corte Suprema reconoció que nadie debe ser obligado a renunciar a ese derecho solo para poder trabajar en el gobierno. La Corte reconoció que los sindicatos tienen el derecho de organizarse y abogar por las políticas en las que creen, pero no tienen un derecho especial para obligar a las personas a pagar por su cabildeo. Tienen que jugar según las mismas reglas que todos los demás”.

La importancia de esta sentencia radica en que nos recuerda que todo trabajador, sin importar el sector en el cuál trabaja, debe ser libre de elegir con quién asociarse,  de rechazar formar parte de un sindicato y no ser obligado a pagar cuotas para mantener a los líderes de estos grupos. Debe ser libre de elegir dónde trabajar, bajo qué condiciones y ganando lo que él acuerde con quien quiera que esté en la capacidad de ofrecerle un empleo productivo y desee hacerlo. El trabajador debe ser libre de elegir cómo prever para su vejez, con quién crear su fondo de retiro, bajo qué circunstancias y en cuál contexto desea hacerlo. Al final, es SU dinero: producto de SU esfuerzo. Si es capaz de ganarlo, lo justo es respetar su decisión de cómo gastarlo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 9 de julio de 2018.

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7.10.2017

Un mundo justo



Es uno de los eslóganes más comunes. En su nombre los artistas hacen conciertos, los burócratas estatales (nacionales y supranacionales) organizan cumbres, los miembros de los grupos de presión exigen privilegios… En fin, ¿quién en su sano juicio no desea vivir en un “mundo justo”? El problema no se encuentra en el anhelo de que prevalezca la justicia. El problema se encuentra en la definición ambigua del término “justicia” y el poco entendimiento de la mayoría de lo que es justo. Es por eso que en nombre de ese “mundo justo” se terminan cometiendo tremendas injusticias.   

¿Cómo sería un “mundo justo”? ¿Por qué sería un “mundo justo”? ¿En qué nos basamos para decir que es un “mundo justo”? ¿Qué necesitamos para vivir en un “mundo justo”? Primero, reconocer que “justos” sólo podemos ser los seres humanos que decidimos cultivar el hábito de darle a cada quién lo que le corresponde. Y segundo, así como buscamos ser justos en nuestra vida diaria, debemos buscar esa justicia en la sociedad en la que vivimos, lo que significa que el sistema político que impere en nuestro país debe ser justo.

¿Cómo debe ser ese sistema justo que respete la máxima de darle a cada quien lo que le corresponde? ¿Debe ser un sistema que discrimine y beneficie a unos a costa de los otros? ¿O debe ser un sistema de leyes iguales para todos? ¿Un sistema que vele por igual para que se respeten los mismos derechos y las mismas obligaciones a todo miembro de la sociedad? ¿Debe ser un sistema que reconozca y respete el éxito a quien le corresponda y, por otro lado, castigue a los delincuentes y criminales, los cuales deben ser obligados a compensar a sus víctimas?

Lamentablemente, en el mundo actual, en diferentes grados, el sistema que predomina es el que discrimina. El sistema de incentivos perversos, injusto, que favorece a los que engañan, roban, destruyen… y castiga a los productivos, responsables, que se superan y respetan la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Los trágicos sucesos recientes en el correccional “Las Gaviotas” y la decisión de los magistrados de la “Corte Intermedia de Injusticia” en el caso de la Minera San Rafael son una muestra más del fracaso de ese sistema que sólo beneficia en el corto plazo a gente acostumbrada a violentar los derechos de otros y vivir parasitariamente del trabajo del resto. Otra tragedia provocada por quienes promueven el Estado Benefactor/Mercantilista.

Dentro de ese contexto, es perder el tiempo preguntarse por qué tantos de nuestros compatriotas deciden emigrar y por qué son pocos, cada vez menos, los que se atreven a invertir en Guatemala. Más que medidas superficiales para promover “un mundo justo”, lo que necesitamos es que más personas se decidan a cuestionarse y, después de aclararse las ideas, cambiar de raíz lo que hay que cambiar y podemos cambiar por ser creación humana: el sistema político estatista e intervencionista.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de julio de 2017

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3.07.2016

La CC es la suprema corte



En Guatemala, los magistrados que integran la Corte de Constitucionalidad, constituyen la última palabra en prácticamente todo lo concerniente al ejercicio del poder y la aplicación de la justicia que, en muchos casos, lamentablemente termina convirtiéndose en una mayor injusticia. Más allá de lo que estipule la legislación en nuestro país, la Corte que en la práctica funciona como suprema, es la Corte de Constitucionalidad. La nombrada Corte Suprema de Justicia en estos lares, se desempeña más como una corte de amparo. Esta es la realidad, les guste o no a los leguleyos.

Según el Diccionario de la Lengua Española (DLE), el término supremo/a, en su segunda acepción, significa “que no tiene superior en su línea”. Ese adjetivo en lo que corresponde a la aplicación de justicia en Guatemala concierne, sin discusión al menos hasta la fecha, a la Corte de Constitucionalidad. Esta Corte, como lo sabemos todos los interesados en el quehacer político de nuestro país, puede revertir sin problema cualquier decisión que hayan tomado los magistrados de la mal llamada Corte Suprema de Justicia.

Por lo anterior, desde hace cualquier cantidad de tiempo, el apodo con el cual se conoce a la CC es el de Corte Celestial, porque ante la decisión final de los abogados que la integran, temporalmente, no hay dios que pueda revertir lo que estos hayan acordado. Por cierto, debido a esa temporalidad es que nos topamos a cada rato con contradicciones en las resoluciones de los todopoderosos magistrados constitucionales.

Debido al poder casi ilimitado que gozan hoy los magistrados de la CC, como interpretes finales de lo que manda la Constitución, es de vital importancia que quienes integren la Corte sean personas probas, decentes, con ideas claras, que no representen intereses particulares de grupos de presión. Profesionales que valoren su nombre, que cuiden su honor y sean intelectualmente honestos: que trabajen por ser justos y busquen darle a cada quien lo que le corresponde. Que velen por la existencia de un Estado de Derecho en cual prevalezca la igualdad de todos ante la Ley, y que estén decididos a no otorgar privilegios a NADIE. Personas que no se vendan al mejor postor.

Hombres y mujeres valientes que estén dispuestos a enfrentar a los burócratas internacionales y a los representantes de gobiernos de otros países que creen que Guatemala es su jardín de recreo en el cual se vienen a entretener. Y, lo que es todavía peor, que crean que los guatemaltecos somos sus serviles lacayos que sin protestar estamos dispuestos a dejarlos experimentar con nosotros. Ya basta de ser conejillos de indias para todos estos parásitos, que viven de los impuestos que paga la gente que SÍ es productiva, promotores de agendas políticamente correctas que lo único que logran es profundizar el fracasado estatismo e impulsar más intervencionismo de los gobernantes en las vidas de los habitantes de nuestro país. Presionemos por una CC justa.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de marzo de 2016.

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10.27.2014

Justicia secuestrada



En las sociedades en las cuales prevalece el Estado Benefactor/Mercantilista, la justicia es secuestrada por los grupos de presión. Grupos que se multiplican en los países donde los gobernantes gozan del suficiente poder para otorgarles privilegios a unos cuantos en detrimento del bienestar de otros. En algunas naciones todavía los escudos constitucionales creados para evitar este abuso funcionan más o menos. Eso no quiere decir que el sistema de justicia de estas sociedades no haya sido infiltrado. Sin embargo, aún no ha sido copado por gente servil a grupos de interés de cualquier índole, como es el caso de Guatemala.

Hay quienes consideran las negociaciones entre los grupos mencionados como normales al juego o, hablando en la jerga políticamente correcta, al proceso político del ejercicio del poder, lo que me parece despreciable. En lugar de pretender justificar este hecho, quienes no formamos parte de ninguno de los grupos que se reparten el mencionado poder debemos unirnos para luchar contra los miembros parasitarios de estos colectivos que lo que buscan es vivir a costa nuestra.

Lamentablemente, el infantil enfrentamiento entre izquierdosos y derechosos, cual si fuera un partido de futbol en el cual sólo buscan meterle gol al otro bando, importándoles poco ser coherentes con sus supuestos principios, nos aleja de la vital batalla en pos de una verdadera República: donde impere el Estado de Derecho y la igualdad de todos ante la ley, en la cual se respeten la vida, la libertad y la propiedad de todos. El resultado final de ese enfrentamiento irracional es que ni unos defienden los derechos humanos (a menos que sean los de sus cuates ideológicos) ni a los otros les importa que el sistema de justicia sea cooptado por los políticos corruptos que gobiernan, dejando la defensa de la justicia en quienes han mostrado con sus acciones su inclinación por el estatismo y el intervencionismo. Que, además, promueven la violación de los derechos de unos para beneficiar a otros. Han dejado la defensa del sistema de justicia en manos de los grupos de presión promovidos por la CICIG. Los lobos cuidando a las ovejas.

No se debe repetir todo el proceso de elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y para las salas de la Corte de Apelaciones. Sólo se debe repetir la elección en el Congreso ya que quienes pactaron los puestos no respetaron los tiempos estipulados por la ley. Esta elección se puede hacer por sorteo a partir de las listas elaboradas por las comisiones de postulación para evitar más injerencia de los grupos de presión. Por supuesto, para solucionar los problemas en el largo plazo y evitar que dentro de cuatro años nos veamos envueltos en una situación similar a la actual, se debe reformar la Constitución. Los legisladores tienen en sus manos una propuesta que cambiaría, para bien de todos, nuestro sistema. Esa propuesta, apoyada por más de 73,000 ciudadanos debidamente identificados, es ProReforma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de octubre de 2014.

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9.22.2014

La CICIG es un grupo de presión



Y no es cualquier grupo de presión. Es uno de los grupos más poderosos, a pesar de que no cuentan con el apoyo de la población guatemalteca, fuera del respaldo que le dan algunos grupitos de presión locales y algunos periodistas usando sus medios de comunicación.

Por cierto, si fuera verdad lo que el actual Comisionado, Iván Velásquez, dijo en una conferencia de prensa el pasado 16 de septiembre sobre su preocupación por la forma en la cual se están llevando a cabo los procesos de selección de candidatos para las Cortes de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia ("Lo hacemos… con el único propósito de contribuir a la construcción de un sistema de justicia independiente, imparcial, idóneo, apto para enfrentar el incremento siempre ascendente del crimen organizado"), estarían proponiendo cambios objetivos al proceso de elección como, por ejemplo, que este no dependa de la voluntad de nadie, sino que se hiciera por sorteo.

Al fin, lo que en realidad les preocupa es que no queden sus candidatos: aquellos a los que pueden manipular y/o comprar. Aunque, considero que el principal motivo que los lleva a figurar por estas fechas en los diarios, las radios y la televisión nacional es su deseo de que se prorrogue su cómoda vida y las de sus compañeros de ¿trabajo? al frente de este ente.

No tengo ninguna duda de que los politiqueros, los ladrones que se encuentran en el ejercicio del poder (y aquellos que quieren llegar a ejercerlo), estén utilizando todas sus influencias para que elijan a inmorales que sean fácilmente comprables, y así asegurar que no los van a perseguir legalmente cuando no estén protegidos por el privilegio al antejuicio del cual gozan. Pero este hecho no implica que las intenciones de los grupúsculos que se adjudican una falsa representación de la abstracta sociedad civil sean distintas a las de los primeros. Todos, lo único que buscan es vivir a costa de los demás que, en su mayoría, observan en silencio como se desintegra nuestra sociedad concreta.  

Hasta que quienes ejercen su derecho al voto entiendan que la única forma de cambiar las cosas para bien de todos en el largo plazo, aún para el bien de los menos productivos, es cambiando el Estado Benefactor/Mercantilista por un verdadero Estado de Derecho (donde todos seamos iguales ante la ley y que los gobernantes NO tengan el poder para otorgar privilegios a ninguno), continuaremos deslizándonos por la pendiente que nos lleva directo a un caos que podría terminar en un conflicto armado similar al que vivieron nuestros padres y abuelos en el siglo pasado.

Podemos evitarlo, pero esto dependerá de nosotros, no de burócratas prepotentes y arrogantes cuyo único interés es su propio bienestar. Si hubiesen querido aportar a construir un sistema de justicia en Guatemala, no hubieran recurrido a la mentira, a la extorsión y a la compra de testigos, solo por mencionar algunas de las capacidades y habilidades que, lamentablemente, los señores de la CICIG trasladaron a los fiscales nacionales.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de septiembre de 2014.

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7.25.2011

Pesos Pesados



Una pelea de campeonato. Digna de la WWE (World Wrestling Entertainment). En la misma se encuentran representados tanto los nacionales como los internacionales. En una esquina, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Luis Archila, y en la esquina opuesta el titular de la CICIG, Francisco Dall’Anese. El árbitro, que públicamente favoreció a uno de los contendientes, es el Presidente del Organismo Ejecutivo, Álvaro Colom. Parece que se vendió al extranjero.

En el público espectador podemos encontrar un poco de todo: desde los apáticos hasta los empáticos. Los miembros de los grupos de presión del mainstream, aquellos que son parte de la corriente políticamente correcta por conveniencia (les conviene porque sus negocios mercantilistas, más conocidos como oeneges, son financiados con los impuestos que otros pagan en naciones ajenas a la nuestra) le hacen de entusiastas corifeos del costarricense al frente de la CICIG.

Muy pocos se atreven a aplaudir la decisión del líder máximo del Organismo Judicial, por miedo al qué dirán los arrogantes miembros de la comunidad internacional. No vaya a ser que no los inviten más a los cócteles en las embajadas en los cuales derrochan el dinero que los taxpayers de sus países han sido obligados a pagar, sin duda, no para que los personajes citados aumenten sus, en muchos casos, abultados vientres. ¿Qué sería de ellos si no salieran en la foto de grupo de los asistentes a tal o cual banquete? Podría provocar el suicidio de más de uno. Rechas.

En los medios de comunicación sucede algo similar a lo anterior, con contadas excepciones. ¿Cómo es posible que alguien se atreva a cuestionar al todopoderoso jefe de la CICIG? No vaya a ser que los tachen de retrógrados aquellos que no saben cuándo utilizar un adjetivo y sustentar con evidencia la calificación otorgada, y se decantan por el burdo y facilón arte del insulto, conocido en corrillos filosóficos como la falacia ad hominen.

Total, todo lo que les ha costado alejarse de la misión del periodista de buscar la verdad (sí, la verdad) de los hechos y un por qué de los mismos sustentado en la realidad. Lo importante hoy es adecuarse a la corriente de moda que busca un supuesto balance entre opiniones sin importar que la mayoría estén sustentadas en premisas falsas, lo que tanto Platón como Aristóteles considerarían doxa despreciable.

Yo, como marginada, a mucha honra, de los ámbitos mencionados, e indiferente al qué dirán, opto por felicitar al lic. Archila por su valentía, aunque al final la Asociación de Jueces y Magistrados no haya seguido adelante con su solicitud de que Dall’Anese renuncie o sea destituido. Por supuesto, soy consciente de que en el sistema de justicia en Guatemala hay tanta corrupción como en el resto del aparato estatal. Pero, también estoy convencida de que la única forma de cambiar para bien es reformando el Estado. Y, para eso, la solución ideal es ProReforma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 25 de julio de 2011. La imagen la bajé de Internet.

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12.14.2009

Los Musa


Desde el 11 de mayo de este año, la noticia más comentada en Guatemala es el asesinato de Rodrigo Rosenberg, acaecido un día antes: el día consagrado a celebrar a las madres. Esas progenitoras que, parece, le hacen falta a muchos de los que ejercen el poder en nuestro país. O tal vez la mayoría de ellas, ante las eminentes joyitas de hijos que parieron, prefieren permanecer en el anonimato. Sin embargo, este crimen que se hizo mundialmente célebre debido a la declaración pública que dejó grabada en un video la calaca (como lo llamaron despectivamente los sicarios contratados para matarlo), que debía ser difundida en caso de su muerte, hecho que se dio apenas tres días después, es consecuencia de otro asesinato, doble asesinato, perpetrado unas semanas antes. Me refiero al caso de los Musa.

Khalil Musa y su hija Marjorie Musa fueron asesinados el 14 de abril de 2009. Rosenberg, a partir de esa fecha, se dio a la tarea de averiguar cuáles fueron los motivos y quiénes eran los responsables de la muerte violenta de dos personas a quienes apreciaba, tal y como atestiguan aquellos que los conocieron. No sabía en el lío que se metía, el cual le iba a costar su propia vida. Los descubrimientos que hace el abogado asesinado, confirman lo que ya sabíamos, y eso que apenas muestran una pequeña parte de toda la porquería que circula desde las más altas esferas del poder, hasta toda la red de achichincles necesaria para que unos pocos se enriquezcan a costa del resto.

El asesinato de Rodrigo Rosenberg es sólo una consecuencia del asesinato de los Musa. ¿Por qué somos muy pocos quienes todavía recordamos éste hecho? ¿Por qué Carlos Castresana, el todopoderoso jefe de la CICIG, lo ignora flagrantemente y con excusas poco creíbles hace caso omiso de la denuncia de Rosenberg? ¿Por qué el Presidente Álvaro Colom conoce intimidades sobre un crimen en el cual él es uno de los acusados? ¿No es esa una tremenda falla en cualquier proceso de investigación? ¿Será por eso que se congratula con el trabajo de Castresana y lo apoya? Al fin, a Castresana sólo le interesa mantener su puesto y distraer a la afición chapina, algo fácil de lograr.

Y mientras, en el país del eterno caos y la perenne agonía, Colom amenaza con despedir burócratas que, si lo analizamos racionalmente, sería un alivio para los tributarios, ya que una gran cantidad de personas están contratadas para pagar las facturas de la campaña política, porque son familiares de algún polítiquero en el ejercicio del poder o son parte de la red de ladrones ya mencionada que saquean nuestros bolsillos todos los días amparados en la legislación casuística que impera en Guatemala. Legislorrea, como la llamó Voltaire, que abunda por estos lares y cuyo único objetivo es darles más discrecionalidad a los gobernantes. Darles más poder que suelen utilizar para violentar nuestros derechos y enriquecerse a costillas de la gente laboriosa y respetuosa.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de diciembre de 2009.

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10.07.2009

Corte


Listos, cámaras, acción: la nueva Corte Suprema de Justicia quedó integrada. De los trece nuevos magistrados, son seis los cuestionados por la sociedad civil. Varios de los miembros de la entelequia mencionada de último, creo que actúan impulsados por un noble deseo de contribuir al cambio real, para el bien de todos los que conformamos la sociedad guatemalteca. Otros supuestos representantes de tal entidad abstracta, son parte del mismo equipo de oportunistas y guanabis gobernantes que tienen más de una década de pulular en el corrupto mundo político del país de la eterna hipocresía.

Por supuesto, no olvido que entre los justicieros se encuentra un narcoléptico caballero, que vino ataviado de brillante armadura desde la Madre Patria, a rescatar a los hijos perdidos del Imperio desaparecido, hoy asustados por el crimen organizado que controla al Estado. Aunque, justifico su ya famoso sopor porque en mi terruño, sin duda, el arte de la política es ejercido por un conjunto de estrellas en vías de extinción, cuyas interpretaciones ganarían las más importantes categorías de los premios Golden Raspberry, Razzies o Frambuesa de Oro “que fueron creados por el crítico y escritor de cine John Wilson en 1980, intentado complementar y criticar con un enfoque cómico los Premios de la Academia, premiando a los peores actores y actrices, guionistas, directores y películas de la industria cinematográfica estadounidense”, tal cual explica la popular Wikipedia. En fin…

Más que hacer leña del árbol caído, quisiera resaltar que la mayoría de los recién nombrados jueces máximos, forman parte del grupo de candidatos que no fueron cuestionados. Al menos, para recordarles a mis lectores lo importante de la división del poder, aún dentro de los mismos poderes gubernamentales. Sin embargo, les recuerdo, que nada de esto tiene sentido si no le entramos de raíz al problema que es, ni más ni menos, el sistema benefactor/mercantilista que reina en Guatemala desde hace más de seis décadas. ProReforma es, actualmente, la única respuesta.

Y como recientemente disfruté viendo Silk, una película encantadora que, cosa extraña, me llevó a leer el libro que la inspira, una obra breve deliciosamente escrita por un italiano de nombre Alessandro Baricco, me permito la siguiente digresión, que alguna razón tendrá: “Hervé Joncour siguió llevando durante días una vida retirada, dejándose ver poco en el pueblo y empleando su tiempo en trabajar en el proyecto del parque que antes o después construiría. Llenaba hojas y hojas de dibujos extraños, parecían máquinas. Una noche Hélène le preguntó: -¿Qué son? - Es una pajarera. -¿Una pajarera? –Sí. - ¿Y para qué sirve? Hervé Joncour mantenía los ojos fijos en aquellos dibujos. –Se llena de pájaros, todos los que se pueda, y después, un día en el que suceda algo feliz, se abren sus puertas de par en par y se mira cómo vuelan libres”.

¿Resolvió el misterio de la digresión? Corte.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de octubre de 2009. La fotografía la tomé el 31 de diciembre de 2007 en Coatzacoalcos, Veracruz, México.

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