En las sociedades en las cuales
prevalece el Estado Benefactor/Mercantilista, la justicia es secuestrada por
los grupos de presión. Grupos que se multiplican en los países donde los
gobernantes gozan del suficiente poder para otorgarles privilegios a unos
cuantos en detrimento del bienestar de otros. En algunas naciones todavía los
escudos constitucionales creados para evitar este abuso funcionan más o menos.
Eso no quiere decir que el sistema de justicia de estas sociedades no haya sido
infiltrado. Sin embargo, aún no ha sido copado por gente servil a grupos de
interés de cualquier índole, como es el caso de Guatemala.
Hay quienes consideran las negociaciones entre los grupos
mencionados como normales al juego o, hablando en la jerga políticamente correcta, al proceso político del ejercicio del poder,
lo que me parece despreciable. En lugar de pretender justificar este hecho, quienes
no formamos parte de ninguno de los grupos que se reparten el mencionado poder debemos unirnos para luchar contra
los miembros parasitarios de estos colectivos que lo que buscan es vivir a
costa nuestra.
Lamentablemente, el infantil
enfrentamiento entre izquierdosos y derechosos, cual si fuera un partido de
futbol en el cual sólo buscan meterle gol al otro bando, importándoles poco ser
coherentes con sus supuestos principios,
nos aleja de la vital batalla en pos de una verdadera República: donde impere
el Estado de Derecho y la igualdad de todos ante la ley, en la cual se respeten
la vida, la libertad y la propiedad de todos. El resultado final de ese
enfrentamiento irracional es que ni unos defienden los derechos humanos (a menos que sean los de sus cuates ideológicos) ni a los otros les importa que el sistema de justicia
sea cooptado por los políticos corruptos que gobiernan, dejando la defensa de
la justicia en quienes han mostrado con sus acciones su inclinación por el
estatismo y el intervencionismo. Que, además, promueven la violación de los
derechos de unos para beneficiar a otros. Han dejado la defensa del sistema de justicia en manos de los grupos de presión
promovidos por la CICIG. Los lobos cuidando a las ovejas.
No se debe repetir todo el
proceso de elección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia y para las
salas de la Corte de Apelaciones. Sólo se debe repetir la elección en el
Congreso ya que quienes pactaron los puestos no respetaron los tiempos
estipulados por la ley. Esta elección se puede hacer por sorteo a partir de las
listas elaboradas por las comisiones de postulación para evitar más injerencia
de los grupos de presión. Por supuesto, para solucionar los problemas en el
largo plazo y evitar que dentro de cuatro años nos veamos envueltos en una
situación similar a la actual, se debe reformar la Constitución. Los
legisladores tienen en sus manos una propuesta que cambiaría, para bien de
todos, nuestro sistema. Esa propuesta, apoyada por más de 73,000 ciudadanos debidamente
identificados, es ProReforma.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de octubre de 2014.Etiquetas: Aristóteles, Corte de Apelaciones, Corte Suprema de Justicia, Estado benefactor, grupos de presión, justicia, mercantilismo
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