Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.01.2014

El rey no es la ley

"Soy una VÍCTIMA de los impuestos, no un pagador de impuestos"


Y menos lo son sus vasallos. Así como el Presidente no tiene el poder para violentar los derechos de los ciudadanos, tampoco lo poseen los funcionarios de la Superintendencia de Administración Tributaria/Terrorista ni ningún otro que trabaje dentro del aparato burocrático estatal. Sin embargo, lo anterior les importa poco a los mencionados y todos los días somos testigos de cómo los gobernantes pasan por encima de nosotros.

El objetivo de quienes trabajan en la SAT es exprimir hasta el punto de la inanición a los trabajadores y a los creadores de riqueza, para complacer a sus amos y permitir que estos sigan llenando las arcas públicas con dinero expoliado a aquellos que, lamentablemente, guardan silencio ante al atropello descarado de su dignidad de mandantes. Y no solo eso, casi sin chistar aceptan que a plena vista los gobernantes se roben lo que es nuestro y sin ninguna pena exhiban descaradamente la fortuna que han acumulado a costillas de nosotros.

Los verdugos de la SAT, traidores a las elementales normas de moralidad, no les importa extorsionar a los pocos tributarios (aproximadamente el 20 por ciento de la población económicamente activa) que quedamos atrapados en la economía formal. Aprovechándose de los trámites que uno debe de hacer para pagar tributos bajo amenaza de cárcel si no lo hacemos, obligan a quienes intentan cumplir con sus exigencias a llenar una falaz encuesta en la cual pretenden que uno mismo se incrimine. ¿Quién habrá sido el descendiente de Stalin, Mao o Hitler que cree que puede hacerlo? Me gustaría conocer su nombre para decirle en la cara, sin miedo, lo que pienso de él.

¿Por qué tantos dejan que los gobernantes abusen de ellos? ¿Qué hace falta para que surja un movimiento ciudadano con las ideas claras, que impulse valiente y enérgicamente, los cambios necesarios, urgentes, a nuestro sistema político? ¿Cambios que permitan reducir el poder que hoy gozan los gobernantes de dispensar privilegios a quienes se les antoje a costa del resto? Quiero enfatizar el punto de “un movimiento ciudadano con las ideas claras”, porque no se trata de que surja otro grupo de presión como todos los que hay hoy en nuestro país cuyo único objetivo es, precisamente, que les otorguen privilegios.

Como bien escribió Étienne de La Boétie en el siglo dieciséis: “Es el pueblo el que se subyuga, el que se degüella, el que pudiendo elegir entre ser siervo y ser libre, abandona su independencia y se unce al yugo; el que consiente su mal o, más bien, lo busca con denuedo. Si le costase algo recobrar su libertad, yo no le apremiaría a ello. ¿Qué debe estimar el hombre más que recuperar su derecho y, por así decir, de bestia volver a ser hombre? … ¿qué desgracia ha sido esta que ha podido desnaturalizar tanto al hombre, el único verdaderamente nacido para vivir libremente, y hacerle perder el recuerdo de su primer ser y el deseo de recuperarlo?” ¿Estamos a tiempo de rebelarnos, pacíficamente, para recuperar nuestra condición de soberanos de nuestro Estado?



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de septiembre de 2014.

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