Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.07.2014

Niño caminante



Camina un rumbo lleno de peligros. Camina decidido en pos de un sueño, dispuesto a enfrentar la pesadilla que va a representar el alcanzarlo. Tiene nueve años. Tal vez tiene doce. O puede ser que ya haya cumplido los quince. Al final, su edad es irrelevante, lo importante es que decidió ser caminante para alejarse de su región de origen. Los motivos pueden ser variados, pero la meta es la misma: llegar a Estados Unidos.

Más allá de si va a trabajar para ganar dinero, o estudiar como algunos quisieran creer, lo único que sin duda sabemos es que va con la esperanza de un futuro mejor al presente que vive en Guatemala, en Honduras, en El Salvador… No obstante, por la abundante evidencia que existe en lo que a las llamadas remesas trata, me atrevo a asegurar que va en busca de ser productivo y ganar el dinero suficiente para satisfacer sus necesidades y enviar todo lo que pueda a sus familiares que dejó atrás al emigrar.

Al llegar a su destino, en lugar de parasitar de los ciudadanos y residente legales de la localidad, acepta las labores que estos no están dispuestos a hacer. Consigue un empleo como agricultor, limpia baños, lava platos… ansía recibir los frutos de su trabajo independientemente de lo que este represente, una vez sea una labor decente. Le importa poco cuántas horas al día trabaje y cuántos días a la semana tenga que hacerlo. Su objetivo es poder reunir lo más pronto posible el capital que le permita avanzar en una sociedad donde todavía lo que la mayoría posee lo ha adquirido a base de su esfuerzo y su ingenio.

Para nosotros, los que nos quedamos, el reto es entender el porqué de tan arriesgada decisión del niño y de sus padres cuando este emprende el viaje apoyado por sus progenitores, lo cual, según sé, no siempre es el caso. Aceptar que si lo hace es porque la alternativa, quedarse en el país en el cual nació, es peor que enfrentar todas las desventuras que van a encontrar en el camino que debe recorrer para llegar a una nación en la cual sus probabilidades de prosperar son mucho mayores que las que brinda su terruño.

Los que nos quedamos, que nos indignamos al enterarnos cómo reciben unos cuantos descendientes de inmigrantes a nuestros compatriotas encerrándolos provisionalmente en jaulas destinadas a animales salvajes, debemos actuar objetivamente, estudiar la raíz del problema y cambiar lo que debemos cambiar si queremos que algún día el país de las infinitas oportunidades sea el nuestro. Aprender que la diferencia abismal entre la calidad de vida de los estadounidenses y nosotros se debe al sistema político que los padres fundadores les legaron. No el actual Estado Benefactor/Mercantilista que algún día puede acabar con la riqueza que tanto les ha costado crear, sino a la auténtica República Liberal basada en un verdadero Estado de Derecho que reconoce como deber primordial de los gobernantes el velar por los derechos individuales de todos: la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a buscar la propia felicidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de julio de 2014. El "meme" (imagen) la bajé de Facebook. No indicaba el nombre del autor.

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1 Comments:

  • Ahora: quienes permiten este estado mercantliista? Si tan claro el problema, quienes se oponen a que este problema se pueda corregir ?

    By Anonymous Guayo Solares, at 2:09 p.m.  

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