Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.23.2014

Mercenarios fiscales



Los jefes supremos de la Superintendencia de Administración Tributaria/Terrorista, apoyados por el Presidente Otto Pérez Molina, ante la aparente inutilidad de los guerrilleros fiscales locales, en permanente enfrentamiento con los creadores de riqueza, decidieron contratar refuerzos internacionales. La mejor salida que han encontrado los voraces publicanos, incapaces de identificar su error, es contratar a un grupo de asesores extranjeros: mercenarios a cargo de cumplir con la misión de ordeñar hasta el último centavo posible a los casi siervos pagadores de impuestos de Guatemala.

Los miembros del directorio militar tributario, a cargo de tomar las decisiones estratégicas en la mencionada entidad, en lugar de reflexionar sobre el porqué no llegan a sus metas de recaudación, optaron por tirar la toalla en lo que respecta a la capacidad de los elementos aborígenes (cual seguidores de la tesis asturiana) para contactar a especímenes argentinos que, al parecer, cuentan con dotes superiores a las de aquellos originales de estas eternas tierras poco virginales. ¡Ah! Y poco acogedoras al capital necesario para transformar los recursos en bienes y servicios que permitan la mejora constante en la calidad de vida de todos aquellos que se han ganado el pan diario de cada día.

La poca visión de largo plazo de quienes hoy tienen el poder de decidir sobre nuestras vidas y nuestras posesiones, los lleva a creer que el fracaso de sus políticas es a causa de la gente que está a cargo de llevarlas a cabo, en vez de reconocer que el origen del error se encuentra en las mismas políticas que han adoptado. Una de las peores decisiones que tomó Pérez Molina, servilmente apoyado por la mayoría de diputados actuales, fue aprobar la llamada actualización tributaria, más conocida como la puñalada fiscal, que lo único que logró es obstaculizar aún más el progreso en nuestro país.

Sin embargo, lo importante no es solo lo que los gobernantes logren expoliar a los mandantes (o sea a nosotros los ciudadanos), sino cómo gastan lo que ya logran recaudar. Usted que como yo pagamos impuestos bajo amenaza de cárcel si no lo hacemos, ¿se siente seguro en Guatemala? ¿Circula la mayoría del tiempo con la tranquilidad de que nada le va a pasar a usted y a sus seres queridos? ¿Considera que su vida, su libertad y su propiedad no serán violentadas por cualquier antisocial? Y si acaso en alguna ocasión alguien violó sus derechos, ¿fue compensado por el delincuente o el criminal responsable de hacerlo? ¿Confía en que si mañana lo violentaran o le hicieran daño a un familiar o amigo se haría justicia?

Si algo aumenta año con año, independientemente de las condiciones en las cuales vivimos el resto, es el dinero que los gobernantes logran extraer de nuestros bolsillos. Tal vez no se llega a la cantidad que ellos ambicionan, pero que nos exprimen más día con día es innegable. ¿Y de qué ha servido? ¿Quiénes se han beneficiado de su trabajo, de su riesgo, de su esfuerzo? ¿Para qué paga impuestos?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de junio de 2014. La imagen la tomé el jueves 17 de abril de 2014 en Benidorm, España.

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