Es uno de los eslóganes más comunes. En su nombre los
artistas hacen conciertos, los burócratas estatales (nacionales y
supranacionales) organizan cumbres, los miembros de los grupos de presión
exigen privilegios… En fin, ¿quién en su sano juicio no desea vivir en un
“mundo justo”? El problema no se encuentra en el anhelo de que prevalezca la
justicia. El problema se encuentra en la definición ambigua del término
“justicia” y el poco entendimiento de la mayoría de lo que es justo. Es por eso
que en nombre de ese “mundo justo” se terminan cometiendo tremendas
injusticias.
¿Cómo sería un “mundo justo”? ¿Por qué sería un “mundo justo”?
¿En qué nos basamos para decir que es un “mundo justo”? ¿Qué necesitamos para
vivir en un “mundo justo”? Primero, reconocer que “justos” sólo podemos ser los
seres humanos que decidimos cultivar el hábito de darle a cada quién lo que le
corresponde. Y segundo, así como buscamos ser justos en nuestra vida diaria, debemos
buscar esa justicia en la sociedad en la que vivimos, lo que significa que el
sistema político que impere en nuestro país debe ser justo.
¿Cómo debe ser ese sistema justo que respete la máxima de
darle a cada quien lo que le corresponde? ¿Debe ser un sistema que discrimine y
beneficie a unos a costa de los otros? ¿O debe ser un sistema de leyes iguales
para todos? ¿Un sistema que vele por igual para que se respeten los mismos
derechos y las mismas obligaciones a todo miembro de la sociedad? ¿Debe ser un
sistema que reconozca y respete el éxito a quien le corresponda y, por otro
lado, castigue a los delincuentes y criminales, los cuales deben ser obligados
a compensar a sus víctimas?
Lamentablemente, en el mundo actual, en diferentes grados,
el sistema que predomina es el que discrimina. El sistema de incentivos
perversos, injusto, que favorece a los que engañan, roban, destruyen… y castiga
a los productivos, responsables, que se superan y respetan la vida, la libertad
y la propiedad de los demás. Los trágicos sucesos recientes en el correccional
“Las Gaviotas” y la decisión de los magistrados de la “Corte Intermedia de Injusticia”
en el caso de la Minera San Rafael son una muestra más del fracaso de ese
sistema que sólo beneficia en el corto plazo a gente acostumbrada a violentar los
derechos de otros y vivir parasitariamente del trabajo del resto. Otra tragedia
provocada por quienes promueven el Estado Benefactor/Mercantilista.
Dentro de ese contexto, es perder el tiempo preguntarse por
qué tantos de nuestros compatriotas deciden emigrar y por qué son pocos, cada
vez menos, los que se atreven a invertir en Guatemala. Más que medidas superficiales
para promover “un mundo justo”, lo que necesitamos es que más personas se
decidan a cuestionarse y, después de aclararse las ideas, cambiar de raíz lo
que hay que cambiar y podemos cambiar por ser creación humana: el sistema político
estatista e intervencionista.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de julio de 2017Etiquetas: cárcel, correccional, Corte Suprema de Justicia, Gaviotas, igualdad ante la ley, incentivos, justicia, Mina San Rafael, político, sistema
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