¿De qué depende lo normal? ¿Depende de la persona? ¿Depende
de la naturaleza del objeto? ¿Depende del contexto? Bueno, a estas alturas ya
saben que mi artículo de hoy nace del lamentable reconocimiento público del
Presidente Jimmy Morales sobre la normalidad
de la corrupción. “Tal vez todo eso es parte de una corrupción que se ha vivido
en el país, una corrupción que, de una u otra forma en Latinoamérica en
Guatemala y en muchas partes del mundo se han considerado como normales”, respondió
el Presidente a la pregunta que le hizo el periodista Jorge Ramos sobre la
culpabilidad de su hijo y hermano acusados de participar en actos de corrupción.
Debemos recordar que no es Morales el primer mandatario que
se expresa de una manera similar. Una de las afirmaciones más descaradas sobre lo normal que es la corrupción es de la exvicepresidente,
hoy presidiaria, Roxana Baldetti,
cuando declaró a un noticiero radial que los corruptos son parte del paisaje y
no se pueden destituir. Casi logra igualar el cínico reconocimiento que hizo el
expresidente Alfonso Portillo, cuando en una entrevista por televisión, sin
ninguna pena, dijo que todos los políticos mienten para llegar al poder. Lo
patético es que los tres dicen, en este caso, la verdad. No hay día que abra el
diario y no me tope con alguno de esos especímenes corruptos que desmerecen el
hermoso paisaje de Guatemala.
Sin embargo, más allá de las pasiones que desataron estas declaraciones,
a menos que uno sea hipócrita, tristemente debemos aceptar que así es la
corrupción para muchos: algo normal. Eso
sí, no para todos. Ni siquiera lo es para la mayoría. Pero el punto importante
al cual nos invita a reflexionar la cándida
respuesta de Jimmy, una vez calmadas las aguas, es por qué tanta gente
considera la corrupción, la estafa y el engaño como algo normal. ¿Se han convertido estos delitos, estos crímenes, en la
regla y no la excepción? ¿Cuál es el origen de ese juicio falso sostenido por
una importante parte de la población? ¿Es lo normal pagar extorsiones y sobornos para que nos dejen trabajar? ¿Son
normales las negociaciones espurias
entre los gobernantes y aquellos que se prestan para éstas transas o se las proponen a quienes ejercen el poder?
Según el Diccionario de la Lengua Española, en su primera y
segunda acepción, el término “normal” es un adjetivo que significa que una cosa
se halla en su estado natural o que sirve de norma o de regla. Entonces,
¿dentro de qué sistema político lo normal
es el engaño? ¿Qué sistema normativo promueve la corrupción, la colusión y la comisión? ¿En qué sistema quien quiere
trabajar suele ser extorsionado? ¿En qué sistema se vende el poder gubernamental
al mejor postor? En el sistema que otorga a los gobernantes poderes ajenos a la
naturaleza del gobierno: en el Estado Benefactor/Mercantilista.
Por cierto, espero que John Kelly, Secretario de Seguridad
Interna de EE. UU, nos cuente quiénes son los corruptos. Porque no es normal que lo sepa y no lo comparta con
los más interesados en saberlo: los guatemaltecos.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 26 de junio de 2017.
Etiquetas: corrupción, extorsión, Jimmy Morales, John Kelly, Jorge Ramos, normal, político, sistema
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