Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.19.2017

Aliados para la prosperidad de quién



Es la pregunta que me hice cuando me enteré de que se iban a reunir en Miami los Presidentes del llamado “Triángulo Norte” (Guatemala, El Salvador y Honduras) con funcionarios del gobierno de EE.UU. y un grupo de burócratas de organismos internacionales, bajo la excusa de discutir una de las promesas incumplidas de Obama: el “Plan Alianza para la Prosperidad”.

Por supuesto que, como es común hoy en casi todo ofrecimiento político, vendieron la idea a los ingenuos como un medio para apoyar a los pobres de la región, evitar la emigración y combatir a los narcotraficantes. Pero más allá de las supuestas buenas intenciones del plan, en lo que respecta al cómo lograr esos objetivos, proponen lo mismo de siempre: más intervencionismo y estatismo, además de la intención de aumentar los impuestos y endeudarnos más con los burócratas parasitarios del Fondo Monetario Internacional y similares.

Proponen, entre otras cosas, crear una agencia para la ¿inversión? del dinero de los tributarios, estadounidenses y locales, con la excusa de construir infraestructura y crear fuentes de trabajo. En otras palabras, los promotores de esta idea pretenden financiar sus negocios con nuestros tributos y con los tributos de los gringos. Les recuerdo que, ni nuestros impuestos, ni los impuestos de los estadounidenses, ¡ni los impuestos de nadie!, deben servir para que unos cuántos oportunistas capitalicen sus compañías. Es esta una estrategia mercantilista y contraria tanto a la naturaleza del gobierno como a la naturaleza empresarial.

Por cierto, ¡ojalá fueran correctas las apreciaciones de Rex Tillerson!, quien cree que han hecho cambios importantes para atraer inversionistas a nuestros países: “Insto a los gobiernos del Triángulo Norte a escuchar las recomendaciones que formule el sector privado y seguir avanzando en los importantes adelantos que han conseguido en la mejora del clima de negocios, ya sea fortaleciendo las instituciones, eliminado reglamentaciones perniciosas u obstructivas y, ciertamente, erradicando la corrupción”, declaró el Secretario de Estado de los Estados unidos.

Precisamente porque no se han eliminado los obstáculos a la creación de riqueza en nuestros países es que somos incapaces de atraer la inversión necesaria para transformar recursos y crear fuentes de trabajo productivas, esto a pesar de las ventajas que nuestra región ofrece a los interesados en arriesgar su capital en naciones tercermundistas. El error principal está en creer que el progreso es consecuencia del gasto del gobierno y/o la alianza con grupos de presión, lo que sólo beneficia a unos pocos en perjuicio de la mayoría.

“¿Qué tema puede ser más importante que el origen de la prosperidad?”, preguntó Matt Ridley en su reciente visita a Guatemala. Coincido con él. Sin embargo, dudo que de la reunión en Miami se logre esa prosperidad para todos. Si no hay creación de riqueza no hay progreso, no hay prosperidad. Con más estatismo e intervencionismo no van a poder solucionar absolutamente nada, ninguno de estos burócratas de Estados Unidos, de Guatemala, de Europa ni de ningún lado.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de junio de 2017.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , ,