Es la pregunta que me hice cuando me enteré de que se iban a
reunir en Miami los Presidentes del llamado “Triángulo Norte” (Guatemala, El
Salvador y Honduras) con funcionarios del gobierno de EE.UU. y un grupo de
burócratas de organismos internacionales, bajo la excusa de discutir una de las
promesas incumplidas de Obama: el “Plan Alianza para la Prosperidad”.
Por supuesto que, como es común hoy en casi todo
ofrecimiento político, vendieron la idea a los ingenuos como un medio para
apoyar a los pobres de la región, evitar la emigración y combatir a los
narcotraficantes. Pero más allá de las supuestas buenas intenciones del plan, en lo que respecta al cómo lograr esos
objetivos, proponen lo mismo de siempre: más intervencionismo y estatismo,
además de la intención de aumentar los impuestos y endeudarnos más con los
burócratas parasitarios del Fondo Monetario Internacional y similares.
Proponen, entre otras cosas, crear una agencia para la ¿inversión? del dinero de los
tributarios, estadounidenses y locales, con la excusa de construir
infraestructura y crear fuentes de trabajo. En otras palabras, los promotores
de esta idea pretenden financiar sus negocios con nuestros tributos y con los tributos
de los gringos. Les recuerdo que, ni nuestros impuestos, ni los impuestos de
los estadounidenses, ¡ni los impuestos de nadie!, deben servir para que unos
cuántos oportunistas capitalicen sus compañías. Es esta una estrategia
mercantilista y contraria tanto a la naturaleza del gobierno como a la
naturaleza empresarial.
Por cierto, ¡ojalá fueran correctas las apreciaciones de Rex
Tillerson!, quien cree que han hecho cambios importantes para atraer inversionistas
a nuestros países: “Insto a los gobiernos del Triángulo Norte a escuchar las
recomendaciones que formule el sector
privado y seguir avanzando en los importantes adelantos que han conseguido
en la mejora del clima de negocios, ya sea fortaleciendo las instituciones,
eliminado reglamentaciones perniciosas u obstructivas y, ciertamente, erradicando
la corrupción”, declaró el Secretario de Estado de los Estados unidos.
Precisamente porque no se han eliminado los obstáculos a la
creación de riqueza en nuestros países es que somos incapaces de atraer la inversión
necesaria para transformar recursos y crear fuentes de trabajo productivas, esto
a pesar de las ventajas que nuestra región ofrece a los interesados en arriesgar
su capital en naciones tercermundistas.
El error principal está en
creer que el progreso es consecuencia del gasto del gobierno y/o la alianza con grupos de presión, lo que
sólo beneficia a unos pocos en perjuicio de la mayoría.
“¿Qué tema puede ser más importante que el origen de la
prosperidad?”, preguntó Matt Ridley en su reciente visita a Guatemala. Coincido
con él. Sin embargo, dudo que de la reunión en Miami se logre esa prosperidad
para todos. Si no hay creación de riqueza no hay progreso, no hay prosperidad. Con
más estatismo e intervencionismo no van a poder solucionar absolutamente nada,
ninguno de estos burócratas de Estados Unidos, de Guatemala, de Europa ni de
ningún lado.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de junio de 2017.Etiquetas: alianza, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, impuestos, mercantilismo, narcotráfico, norte, prosperidad, Rex Tillerson, riqueza inversión, seguridad, triángulo
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