Según Iván Velásquez, quién recientemente fue confirmado
como jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG),
la corrupción es un “fenómeno natural” que sólo se acabará si hay una “reforma”
al sistema de justicia. Al menos, eso dijo el martes 27 de junio pasado ante
los representantes de los gobiernos que mantienen financieramente a la CICIG.
Un fenómeno que, según el Comisionado, además de cambios
constitucionales, necesita del involucramiento de la gente para erradicarlo: “Es
necesario un nuevo despertar ciudadano como el de 2015, más profundo y más
consciente, para la consolidación del estado de Derecho indispensable para
lograr prosperidad y certeza jurídica en el país”. Interesante. Parece que el
Comisionado repite lo que varios llevamos todo el siglo veintiuno diciendo
hasta el cansancio. ¿Será posible que, finalmente, alguien poderoso nos
escuchó?
Ahora, hace falta saber si nos referimos a los mismos cambios
y a la misma responsabilidad individual que implica ese despertar ciudadano. Usamos
términos similares, pero, ¿los usamos con el mismo sentido y la misma
intención? ¿Qué entiende Velásquez por reforma?
¿Por estado de Derecho? ¿Por prosperidad? ¿A qué tipo de certeza se refiere? ¿Cómo
concibe ese despertar más profundo? ¿De
qué debemos estar más conscientes los
ciudadanos? ¿De los conceptos? ¿De los hechos de la realidad? ¿Del conocimiento
adquirido por nuestra especie a través del tiempo? En fin, él es el único que
puede responder estas preguntas que le dirijo.
Lo que yo puedo hacer es brevemente mencionar qué pienso que
debemos hacer. Primero, quienes participen en ese despertar deberán pasar por un proceso OBJETIVO de aclararse las
ideas y entender e integrar a su conocimiento qué es el estado de Derecho y
cuál es su naturaleza. De lo contrario, serán un grupo de hombres masa emocionalmente manipulables, sin juicio propio, que
terminaran convertidos en tontos útiles
para avanzar agendas de gente malévola y de grupos de presión parasitarios en
búsqueda de privilegios.
Segundo, si el problema es el abuso del poder, por la
discrecionalidad y arbitrariedad de la que gozan los gobernantes y los
funcionarios, ¿por qué proponen más de lo mismo? Eso no es cambiar las reglas
para mejorar: es empeorar el problema. Entonces ¿cómo cambiarlas para que sea
una verdadera reforma? Debemos cambiarlas en sentido contrario al del estatismo
e intervencionismo que hoy prevalece. Debemos hacer una reforma de raíz que limite
el ejercicio del poder a las funciones que son propias de la naturaleza del
gobierno.
La intervención de unos que se aprovechan del poder que
gozan ellos, sus familiares o amigos, no justifica la intervención de otros
para también imponer sus intereses al resto de miembros del grupo. Más aún, si
se trata de vivir dentro de una sociedad, ese abuso debe ser condenado. En
resumen, si queremos prosperar y vivir en paz, la ruta que debemos caminar es
la que nos lleve hacia la igualdad de todos ante la Ley.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 3 de julio de 2017.
Etiquetas: CICIG, corrupción, Estado de Derecho, gobierno, igualdad ante la ley, Iván Velásquez, justicia, reforma
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home