Y no es cualquier grupo de
presión. Es uno de los grupos más poderosos, a pesar de que no cuentan con el
apoyo de la población guatemalteca, fuera del respaldo que le dan algunos
grupitos de presión locales y algunos periodistas usando sus medios de
comunicación.
Por cierto, si fuera verdad lo
que el actual Comisionado, Iván
Velásquez, dijo en una conferencia de prensa el pasado 16 de septiembre sobre
su preocupación por la forma en la cual se están llevando a cabo
los procesos de selección de candidatos para las Cortes de Apelaciones y la Corte
Suprema de Justicia ("Lo hacemos… con el único propósito de contribuir a
la construcción de un sistema de justicia independiente, imparcial, idóneo,
apto para enfrentar el incremento siempre ascendente del crimen
organizado"), estarían proponiendo cambios objetivos al proceso de elección
como, por ejemplo, que este no dependa de la voluntad de nadie, sino que se
hiciera por sorteo.
Al fin, lo que en realidad les
preocupa es que no queden sus candidatos: aquellos a los que pueden manipular
y/o comprar. Aunque, considero que el principal motivo que los lleva a figurar por estas fechas en los diarios,
las radios y la televisión nacional es su deseo de que se prorrogue su cómoda
vida y las de sus compañeros de ¿trabajo? al frente de este ente.
No tengo ninguna duda de que los
politiqueros, los ladrones que se encuentran en el ejercicio del poder (y aquellos
que quieren llegar a ejercerlo), estén utilizando todas sus influencias para que elijan a inmorales
que sean fácilmente comprables, y así
asegurar que no los van a perseguir legalmente cuando no estén protegidos por
el privilegio al antejuicio del cual gozan. Pero este hecho no implica que las
intenciones de los grupúsculos que se adjudican una falsa representación de la
abstracta sociedad civil sean
distintas a las de los primeros. Todos, lo único que buscan es vivir a costa de
los demás que, en su mayoría, observan en silencio como se desintegra nuestra
sociedad concreta.
Hasta que quienes ejercen su
derecho al voto entiendan que la única forma de cambiar las cosas para bien de
todos en el largo plazo, aún para el bien de los menos productivos, es
cambiando el Estado Benefactor/Mercantilista por un verdadero Estado de Derecho
(donde todos seamos iguales ante la ley y que los gobernantes NO tengan el
poder para otorgar privilegios a ninguno), continuaremos deslizándonos por la
pendiente que nos lleva directo a un caos que podría terminar en un conflicto
armado similar al que vivieron nuestros padres y abuelos en el siglo pasado.
Podemos evitarlo, pero esto
dependerá de nosotros, no de burócratas prepotentes y arrogantes cuyo único interés
es su propio bienestar. Si hubiesen querido aportar a construir un sistema de
justicia en Guatemala, no hubieran recurrido a la mentira, a la extorsión y a
la compra de testigos, solo por mencionar algunas de las capacidades y habilidades
que, lamentablemente, los señores de la CICIG trasladaron a los fiscales
nacionales.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de septiembre de 2014.Etiquetas: CICIG, corrupción, Corte Suprema de Justicia, grupos de presión, Guatemala, Iván Velásquez, justicia