Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.28.2009

El precio de la felicidad


Es una eterna vigilancia de mi Libertad, de su Libertad, de la Libertad de todos. Y a lo mejor estoy parafraseando al abogado y tercer Presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson. O tal vez al irlandés John Philpot Curran. En fin, lo importante es reconocer el énfasis en la defensa de la Libertad como un acierto de un período cuando los gobernantes de ese país aún valoraban al ser humano y respetaban sus derechos individuales (la Vida, la Libertad y la Propiedad), lo que les facilitó acumular en pocas décadas una enorme riqueza que les permitió salir de una indigente miseria y erigirse como la sociedad más avanzada de todos los tiempos. Una hazaña que ningún otro pueblo había alcanzado hasta que aparecieron en la escena mundial los estadounidenses.

No me interesa el poder. Comparto el sentir de mi tatarabuelo, Joaquín Díaz-Durán, cuando hizo público en los medios escritos de su época, para ser exacta el 21 de noviembre de 1885, lo siguiente: “Entre las diversas candidaturas que se postulan para la Vicepresidencia de La República, se ha hecho mención de mi nombre… créome sin embargo, en el deber de consignar que al discernírseme tal candidatura no se ha contado conmigo, para inquirir, si eventualmente electo, admitiría yo un puesto que podría llegar a ser de trascendentalísima responsabilidad… pues si bien he sido y seguiré siendo defensor resuelto de la causa del progreso y de la civilización, mis aspiraciones personales se contraen únicamente a vivir al amparo de las leyes, como ciudadano libre de mi patria, próspera y feliz”. Del poder sólo me interesa limitar su ejercicio discrecional, para facilitar mi camino, y el de todos, en pos de la felicidad.

Ayn Rand, utilizando al personaje de Hank Rearden de “La Rebelión de Atlas”, enunció una indiscutible verdad: “Un detenido puede defenderse sólo si hay un principio objetivo de justicia reconocido por los jueces participantes, un principio que defienda sus derechos, que el pueda invocar y que nadie esté en condiciones de violar”. En la República de Guatemala, según lo establece su Constitución, la Ley máxima que rige la convivencia pacifica de sus habitantes, reza en el segundo párrafo del artículo 35 que trata sobre la Libertad de emisión del pensamiento que “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos.”

Ante la sorprendente decisión de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad de denegarme el Amparo Provisional por la amenaza que representa hacia mi persona y mis derechos, el uso del poder por parte de José Rafael Espada, Vicepresidente de Guatemala, para intimidarme, que quede claro, por si alguien todavía lo duda, que voy a defenderme con la mejor arma descubierta por el intelecto humano: la Ley. Mis municiones serán las palabras y las ideas que éstas representen.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 28 de septiembre de 2009. La fotografía la tomó Luis Figueroa el pasado sábado 26 de septiembre de 2009.

9.21.2009

Mente de súbdito


Durante el mes de septiembre particularmente, suelen exaltarse y confundirse dos conceptos importantes en la vida de toda persona: Independencia y Libertad. Y, algo que considero un craso error, utilizarlos de forma indiscriminada, como sinónimos y aplicables tanto al colectivo abstracto de nación, como al individuo concreto: el ser Humano. Una más de las lamentables confusiones conceptuales de nuestros tiempos, que han hecho tanto daño a la civilización y el aprecio y respeto que nos debemos los unos a los otros. Y, aún más importante, el respeto que nos debemos a nosotros mismos, como miembros de la extraordinaria raza humana, creadora de esa civilización.

En esa fantasía manipuladora, casi mitológica, que se crea alrededor del concepto de nación, siempre sale perdedor el ciudadano que termina sacrificando, poco a poco, su Libertad, a favor de la supuesta independencia de ese colectivo llamado Estado, elevado al reino de los cielos desde que Georg Wilhelm Friedrich Hegel lo sustituyó a principios del siglo diecinueve por la idea del Dios supremo y todopoderoso. Idea falsa que fue, por supuesto, abrazada e impulsada por aquellos cuya principal ambición es llegar al ejercicio del poder. Les convenía que la gente estuviera dispuesta a entregar su vida por ese recién creado por el hombre, omnipotente Estado. Y es así como en el siglo veinte y en el presente vigésimo primero, nos llegamos a encontrar con una gran cantidad de naciones independientes, pobladas por esclavos. El geist, el espíritu nacional, visto como un ente superior a la mente de los hombres y mujeres libres.

Sin duda, uno de los pensadores decimonónicos que de una manera sencilla y directa aclara esta confusión, es Frédéric Bastiat, cuando en su breve ensayo de 1848, titulado “El Estado” escribió: “…el Estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todo el mundo”. Una obvia contradicción que al final termina siendo nomás el modus vivendi de quienes actúan en nombre de tal ficción. Y estos gorrones son los gobernantes y todos aquellos que forman parte de su círculo de influencia: familiares, miembros del partido, financistas y líderes de grupos de presión. El resto, terminamos siendo expoliados por los mencionados en el párrafo anterior.

Lo anterior es posible gracias al consentimiento de las víctimas, que se rinden a los pies de los que tergiversan los conceptos y manipulan el sentimiento de culpa por hechos en los cuales no hemos tenido nada que ver. Sentimiento que nos es inculcado casi desde que tenemos uso de razón. Sentimiento que lleva a muchos a temer a la felicidad terrena, por miedo a perder una prometida después de esta vida. Una mentira que ha arruinado la vida de muchos, que viven como súbditos de otros, en lugar de “llegar a ser el que eres”, como deseó hace más de dos mil quinientos años, el célebre poeta griego Píndaro: un ser libre.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de septiembre de 2009. El cuadro es de Salvador Dalí.

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9.17.2009

Desgano


Nota: Este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de diciembre de 2008. Como ya lo comenté, me estoy poniendo al día con mis lectores. Y sigo sorprendida de los extraños designios del azar, porque lo que publico hoy, lo podría haber escrito también hoy. La fotografía la tomó Alex Quezada en el aniversario de “Bohemio”, el 3 de abril de 2009.



Hoy, después de leer los diarios y visitar, como ya se me ha hecho costumbre, alguno que otro blog, decidí, a regañadientes, sentarme a escribir. En fin, es parte de mi día a día. ¿Por qué, en diciembre, el mes más maravilloso del año, dicen algunos, me encuentro con poco ánimo de escribir sobre la actualidad mundial, no se diga la nacional? Veamos…

Mientras los habitantes de Guatemala, y otros países, nos encontramos perdidos ante el aumento de la criminalidad en nuestras sociedades, caracterizado por pleitos entre narcos, robos y asesinatos en plena calle, secuestros indiscriminados, extorsiones al por mayor, jueces y policías corruptos… ¿Cuál es la solución inteligente del señor Presidente, Álvaro Colom? Hacer un pacto, firmar un acuerdo. Pregunto: ¿con quiénes? ¿Con los criminales? Una propuesta absurda, como tantas otras ocurrencias de los socialdemócratas, acompañada de la mentira descarada de que no hay fondos para seguridad. ¿Cuál cree Colom que es la razón primigenia por la cual tributamos?

Mientras se pierden empleos, otrora productivos, y disminuye el poco crecimiento económico ¿cómo se entretienen los diputados? Aprobando más préstamos, más impuestos y dándole el visto bueno a un Presupuesto de despilfarro estatal descabellado. Por supuesto, como ya es costumbre, utilizan de excusa a los ancianos, a los niños, a las mujeres… A los oprimidos… A los sujetos subalternos… A los hijos desprotegidos… Total, para Colom, es válido el robo a las minorías, si la mayoría lo aprueba democráticamente. Claro, al final sólo sale beneficiado el grupo minoritario de los serviles al gobernante.

A pesar de todo, mi visión optimista de estos momentos me hace pensar que somos testigos del final de la utopía del siglo veinte: el Estado Benefactor/Mercantilista. Por supuesto que este sistema no va a morir fácilmente. Son demasiados los intereses creados, los privilegios, los vicios y las existencias acomodadas de aquellos que han vivido de gorrones y no conocen otra forma de sobrevivir. Ya sea el gobernante de turno, el exquisito burócrata de algún organismo internacional, el líder del grupo de presión de moda o el empresaurio que ha hecho su fortuna gracias a los privilegios que le han otorgado sus amigos en el ejercicio del poder. O puede ser que ni siquiera sean amigos: sólo asociados con quienes han hecho buenos negocios, ya sea financiando sus campañas políticas o compartiendo solidariamente sus dineros mal habidos o ilegítimamente obtenidos.


Como cada vez me topo con más tonterías, en especial en los diarios, prefiero creer que escribo para quienes me van a leer dentro de 10, 100, 1000 años… Para los habitantes de un futuro relativamente cercano, o tal vez lejano, que tengan curiosidad por entender y aprender de los tiempos que nos tocó vivir. No sé, tal vez para esas fechas, los humanos hayan pasado por momento más difíciles que hagan ver insignificante la mentada, manoseada y tergiversada crisis actual.

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9.15.2009

La movida


Nota: Este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de diciembre de 2008. Debido a mi atraso en actualizar mi blog, hasta hoy lo subo. Sin embargo, ¡las bromas que nos juega al azar! nos cae como anillo al dedo por la recién iniciada discusión del “Presupuesto de Despilfarro 2010”. La fotografía la tomé el 20 de junio de 2009.



Hay que moverse. Ya terminó la contienda que legalizó el robo descarado de casi Q50,000 millones que van a hacer los poderosos el año entrante. Fue aprobado, después de un show poco creíble, que no merecería ni siquiera una mención en la categoría de vestuario de cualquier concurso de tercera categoría. ¡Ah, por cierto! ese rubro para vestidos que se encargaron de incluir los técnicos que prepararon el que, si fueran honestos los políticos (una contradicción lo sé, algo ajeno a su esencia) deberían de llamar “Presupuesto de malgasto y despilfarro de los gobernantes para el año 2009”.

Movámonos, caminemos, avancemos. No nos quedemos quietos, inertes, pasmados. Habrá concluido una batalla, pero no la guerra. Parafraseando a Thomas Jefferson: el precio de la libertad es una eterna vigilancia de nuestros tributos. Aclarémonos las ideas, reflexionemos, llenemos de energía nuestros espíritus cansados y caminemos la senda que nos permita cambiar lo que debemos modificar si deseamos que evolucione, para bien de todos, nuestra sociedad.

Yo al menos no necesitaba, sin ser arrogante, de sendos reportajes y cualquier cantidad de páginas de denuncias de corrupción para saber que la movida, más allá de los discursos y las supuestas buenas intenciones de ayudar a los pobres ¿a qué sean pobres eternamente?, el verdadero objetivo de quienes ostentan el poder es meter sus manos peludas en nuestros bolsillos. Para saberlo sólo necesitamos mover, desempolvar, quitarle las telarañas al olvidado sentido común, y recordar qué tenemos en común los humanos: cada uno de nosotros persigue sus propios fines.

Por supuesto, la forma en la cual cada individuo se mueve en pos de su felicidad va a depender de su escala de valores y los medios que escoja para alcanzarlos. Por eso, sobra decir que hay muchos que vamos a descartar de nuestra vida la profesión dedicada al latrocinio: la política. Preferimos crear, ser productivos y respetuosos de la vida, la libertad y la propiedad de los otros. Pero siempre existirá gente que moverá sus conectes y lucrará ilegítimamente de la ignorancia de los demás que, irónicamente, les otorgarán el poder para hacerlo.

Se mueven como manada de elefantes en estampida. Se escuchan, se sienten venir, hacen templar la tierra bajo sus torpes y pesadas extremidades inferiores que suelen meter donde no deben, mientras corren alagartados tras lo que usted y yo hemos ganado. Por eso, no entiendo por qué hay quienes todavía les creen, les dan el beneficio de la duda a algunos de los integrantes de la gavilla. En fin, puede ser que haya alguna excepción que, precisamente, confirme la regla. También hay que reconocer que este despreciable grupo incluye víboras, con suficiente cantidad de neuronas para ser consideradas inteligentes, que se arrastran sigilosamente, sonriendo, salivando, sudando si son interpeladas… y cuando sentimos, la movida viene con todo y mordida.

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9.14.2009

Nada debo


Nada temo. Certísimo aforismo. Ni los exabruptos del Vicepresidente, José Rafael Espada, ni sus demandas en contra mía, ni las amenazas anónimas de cobardes me quitan el sueño. Duermo tranquila y en paz. Pero, más importante, vivo tranquila y en paz, a pesar de vivir en Guatemala. Soy feliz.

Mi estado anímico, casi siempre optimista, y mi estado legal de “indefensión jurídica”, no me impiden ocuparme de la difícil situación que enfrentamos los habitantes de mi país. Situación que se enmarca dentro de una realidad política complicada en el resto del mundo. Claro, con sus matices: no es lo mismo hablar de la crisis en Hong Kong, Estonia o Luxemburgo, que sufrirla en Latinoamérica.

El despertar de los tiranosaurios por estos lares, especímenes de derecha o izquierda (constructos sociales superficiales) que buscan perpetuarse en el ejercicio del poder, también ha hecho despertar ¡al fin! a muchos que han sido arrullados en el último par de décadas por los peligrosamente encantadores cantos, políticamente correctos, de aquellos que se erigieron, falsa y arrogantemente, como los representantes de una inexistente sociedad civil. Una artimaña que silenció por un tiempo la voz de la razón, expresada valientemente por medio de los hombres y las mujeres libres de nuestra nación.

He afirmado en muchas ocasiones que lamentablemente en mi terruño, como en la mayoría de países, lo que priva en los debates intelectuales es la deshonestidad. Pueden más los complejos, los resentimientos y las envidias de algunos, que el ánimo de buscar la Verdad. Y defino, para no crear más confusión conceptual a qué me refiero cuando menciono la palabra Verdad, ese vocablo que algunos quisieran que desapareciera de los diccionarios: entiendo por verdad la concordancia de lo que pienso con la realidad.

La realidad, según la define en su primera acepción el amansaburros por excelencia, el DRAE, es la “existencia real y efectiva de algo”. Por supuesto, me hubiera gustado citar otras fuentes, pero para que no genere sospechas de complot ideológico e intento de desestabilización del Estado… emocional de alguien, me conformo por hoy con la definición presentada. Mantendré en reserva, por el momento, las otras fuentes.

La realidad en Guatemala es cada vez más deprimente. Cada día esperamos que se sumen a las estadísticas un promedio de 17 personas asesinadas. Asesinatos que aumentan el número de crímenes que, probablemente, nunca serán resueltos. Cada día acompaño mi taza de café mañanero, con la lectura de un nuevo escándalo de corrupción gubernamental, que mañana pasará también a ser parte de la lista de interminables abusos de poder que, tal vez, nunca sean castigados. En fin, cada día se fortalece mi convicción de que el único camino a seguir hoy para salir de este caos es ProReforma, ruta que recorro junto con miles que trabajamos para que sea aprobado el cambio radical de nuestro sistema.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de septiembre de 2009. La fotografía la tomó Jorge Jacobs el pasado junio de 2009, el día de la boda de nuestro querido amigo, el reconocido chef Guayo González Arce. Una boda de ensueño en el mar…

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9.12.2009

La vida es un festival


¡Cuántas cosas se han dicho de la vida! Que es un sueño, que es una ficción o sólo una ilusión. Que si es un carnaval, un mundo multicolor o un lapso destinado al dolor. ¡Dios sabrá! Tal vez usted lo sabe. Al menos, creo que conoce su vida, esa que es única e irrepetible. ¿Será la vida una hermosura, como cantaba Celia Cruz, o una impostura como han escrito tantos poetas? ¿Dependerá de cómo elijamos vivirla? ¿Aceptando retos, enfrentando miedos y buscando la felicidad? O simplemente ¿viéndola pasar?

Hoy que acepté la invitación que me hizo Mara Corado para escribir una columna titulada Le Haim, el tradicional brindis “por la vida” en hebreo, quiero hacer una breve reflexión sobre la existencia, a partir de la vida que creo conocer mejor: la mía. Al fin, quien me acompañe en esta aventura que, como casi todo, será finita, espero que espere algo de mí que pueda contribuir a que la suya sea más divertida. O, a aprender de los errores en carne ajena. Y, por supuesto, disfrutar de los juegos que jugamos los humanos, niños por siempre, más allá de las arrugas que algún día pueblen nuestra frente.

Dentro de los tantos adjetivos que mis amigos usan para describirme, incluyen el de sibarita. Alguien que, como define el DRAE en su segunda acepción, “se trata con mucho regalo y refinamiento”. Si ni yo me consiento, ¿quién más lo va a querer a hacer? Somos los primeros que debemos reconocernos como seres con derecho a ser felices. Apreciarnos, respetarnos, valorarnos. Siempre, como dijo mi admirado Aristóteles, dentro de la justa medida. Ese equilibrio que nos permite experimentar el verdadero placer, que implica crecer, aprender y asombrarnos con cada amanecer de una nueva experiencia conocida a través de nuestros sentidos e integrada a nuestro espíritu gracias a la decisión individual de usar nuestra razón, condición sine qua non que nos diferencia del resto de animales.

Le Haim es un territorio cuya única frontera será la de los 3200 caracteres aceptados. Voy a divagar sobre el tema que se me antoje: comidas, bebidas, libros. Cine, música, teatro. Pintura, escultura, culturas. Viajes, ciudades, personajes. Temas universales. Un enclave gobernado por la digresión y destinado al ocio enriquecedor: reflejo de mi voz interior. Y eso porque creo que sufro un poco de claustrofobia. Necesito de espacios amplios, iluminados, ventilados. Aunque a veces, no discuto, hay momentos que se disfrutan profundamente en recintos oscuros en los cuales la luz que los convierte en paraísos proviene de la inmensa alegría que un instante indeterminado produce en las personas que lo habitan.

Me acompañará en este antojo aquel que se le antoje hacerlo. Sin obligaciones, sin más compromiso que el de pasarla bien y celebrar la vida. Total, la vida es un placer. El placer de ser y estar: el único deber debe ser el ser auténtico. No falsear la realidad. Así que este es un espacio de libre asistencia y permanencia. Para usted que me lee y para mí que lo escribo. ¿O lo vivo? Ya veremos… Bueno, y como yo no tengo ningún empacho en usar la palabra placer, y menos vivirlo, espero que si decide acompañarme, obtenga placer al leer lo que yo placenteramente escribiré para usted. Por la vida, santé.



"La vida es un festival" fue publicado en la Edición número 20 de la Revista NuChef, de julio/agosto de 2009. La fotografía la tomé algún día de este año, una noche cualquiera, en mi rincón casi predilecto del Asteroide B506.

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9.07.2009

Caricatura de Jota Ce


Quiero agradecerle a Jota Ce, por esta caricatura que me hizo sonreir ayer. Ilustración que fue publicada en el diario guatemalteco "elPeriódico" el domingo 6 de septiembre de 2009.

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La verdad desestabiliza al mentiroso


¡Tantas cosas sobre las cuales quiero reflexionar hoy, y no sé por dónde empezar! En fin, hay al menos uno de los temas que sé que no debo tocar en esta ocasión: el legal. A pesar de que me encantaría, y estoy segura que deleitaría a mis dilectos lectores, quienes no imaginan hasta dónde puede llegar el abuso de los poderosos a la hora de intentar intimidar a una ciudadana que, en el caso de la presente escribidora, ejerce el periodismo. Por cierto, un intento frustrado. Fallido, como la mayoría de proyectos emprendidos por el presente gobierno.

No trato el asunto de la querella penal que presentó en mi contra ante el Ministerio Público José Rafael Espada, “como funcionario público y en calidad de Vicepresidente de la República”, por sugerencia de mi selecto grupo de abogados que, sin cobrar un centavo, me están apoyando en estos momentos en los que me enfrento contra el poder del Estado representado por el nombrado Espada que cuenta, al menos en apariencia, con el apoyo del Presidente, Álvaro Colom.

En lo que respecta a la parte jurídica, sólo quiero recordarles a Espada, a Colom y a sus respectivos asesores, el segundo párrafo del artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala: “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos.” ¿Acaso no está claro para cualquiera lo expresado en nuestra Carta Magna?

Quiero aprovechar para agradecer a los reconocidos juristas: José Luis González Dubón, Luis Pedro Álvarez, Alejandro Baldizón, Marta Altolaguirre y José Francisco Alonzo, por sus sabios consejos y la manera decidida en la cual trabajan la parte legal de mi defensa. De alguna manera, en algún momento, tendré la oportunidad de corresponder a este acto noble y digno de acompañarme en esta parte de la batalla.

También quiero darles las gracias a los periodistas que, en lo individual, se han pronunciado sobre este caso que atenta contra uno de los derechos más importantes de los humanos: el derecho a la libre emisión del pensamiento. El derecho a la libre expresión, que no sólo es exclusivo del mundo de las palabras.

Por supuesto, si no fuera por el cariño y respaldo de mi familia, mis amigos y una incontable cantidad de personas que aún no conozco, pero siento muy cerca de mí, esos miles de lectores y oyentes, hombres y mujeres libres de mi país, las circunstancias serían menos llevaderas. Gracias a todos. Desde lo más profundo de mi corazón.

Y, como he repetido hasta el cansancio, sostengo hasta la última palabra (incluidos los adjetivos, cuya utilización es justificada), coma y punto que dieron vida a “El beso de Espada”. Por cierto, quisiera conocer cuál es la opinión de Carlos Castresana en lo que respecta a los hechos mencionados en mi artículo citado. ¿Algún aguerrido periodista del área de investigación se anima a preguntarle?

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de septiembre de 2009. La imágen la bajé de la Internet. No encontré quién es el autor.

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9.05.2009

El beso de Espada


La fotografía la tomé el domingo 14 de junio de 2009, en la Plaza Italia.



Fue como el beso de Judas. “Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: ‘Al que yo bese, ese es. Arréstenlo.’ Así que, acercándose a Jesús, dijo: ‘¡Buenas noches Maestro!’ Y lo besó. Jesús le contestó: ‘Amigo, lo que has venido a hacer, hazlo’ Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.” Nuevo testamento, Mateo 26: 48, 49, 50.

¿Por qué considero a Rafael Espada, Vicepresidente de Guatemala, un traidor? Porque, como lo saben y lo pueden corroborar varios de los familiares y amigos cercanos del póstumamente célebre Rodrigo Rosenberg, una semana antes de ser asesinado se reunió con Espada para ponerlo al tanto de los hechos que había descubierto con relación al crimen de Khalil Musa y su hija Marjorie Musa, quienes, según Rosenberg, también fueron asesinados por encargo de aquellos que serían los responsables de su propia muerte violenta.

También compartió en esa oportunidad su inquietud de que se hicieran realidad las amenazas de muerte que había recibido en las últimas semanas. Tal y como me lo confirmaron dos fuentes cercanas a Rosenberg, Espada se comprometió a ayudarlo y asumir su responsabilidad como supuesto segundo abordo en el Gobierno de Guatemala. ¡Qué ingenuo Rosenberg que confió en la palabra de Espada! ¿Lo habrá entregado a sus enemigos por un puñado de monedas?

Total, sobra recordar la pusilánime actitud de Espada, recién pasado el asesinato de Rosenberg y, sobre todo, su cobardía a la hora de cumplir con sus compromisos, no digamos con el abogado asesinado, con los ciudadanos de nuestro país. Sin duda es cómoda la vida de los poderosos, que con sus acciones nos muestran cuál es su escala de valores… y su falta de virtudes.

Y, para colmo de males, y como una indiscutible muestra de su descaro, según una nota de AP, publicada el pasado lunes 24 de agosto en Siglo Veintiuno, en su reciente viaje a Quito, Espada declaró al canal estatal Ecuadortv que “existen procesos desestabilizantes (sic) en la región, y citó la polémica desatada por el abogado Rodrigo Rosenberg.’ Fue un golpe duro para el país, un intento de desestabilización gubernamental’ mencionó en la entrevista pregrabada.”

“El hombre sabio no se expone innecesariamente al peligro, ya que son pocas las cosas por las que se preocupa lo suficiente, pero está dispuesto en las grandes crisis a dar incluso su vida, a sabiendas que bajo ciertas condiciones no vale la pena vivir.” Dijo mi admirado Aristóteles. La falta de filo de Espada, por complaciente, dejó pasar la muerte de aquel que confió en él, y su hipocresía lo convierte en cómplice de quienes lo mandaron a matar. ¿Podrá dormir en paz?

En fin, como dice Antoine de Saint Exupery en “El Principito”, esa gran obra literaria imprescindible, al menos para mí: “¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras.” Nos conocemos y damos a conocer por nuestras acciones.




Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 31 de agosto de 2009.

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