Y disfruta de la riqueza que ella
ha creado, la cual comparte con sus seres queridos tanto en EE. UU. como en
Guatemala. Me enteré de la historia de Emérita gracias a un artículo de Mario
Vargas Llosa titulado “Un muro de mentiras”, el cual fue publicado el 22 de
octubre de 2006 en el diario “El País” de España:
“La conocí hace tres años, cuando
pasé aquí en Washington otro semestre, como ahora. Nos la recomendaron unos
vecinos a los que Emérita venía a limpiarles la casa dos veces por semana. La
contratamos y nos prestó un magnífico servicio, porque en las dos horas que
pasaba entre nosotros con sus lustradoras y barredoras eléctricas y plumeros,
dejaba la casa tan pulcra como una carnicería suiza. Nos cobraba entonces 60
dólares por aquellas dos horas. Ahora, hemos tenido la suerte de volverla a
contratar, nos cobra 90 dólares, cada vez. En verdad nos hace una rebaja,
porque todos nuestros vecinos le pagan por este servicio… 100 dólares.
“Emérita es una centroamericana
que lleva ya 10 años en Estados Unidos y se desempeña bastante bien con el
inglés. Tiene una camioneta Buick
último modelo y una parafernalia ultramoderna para barrer, lustrar, limpiar,
baldear y sacudir. Los sábados -trabaja seis días por semana y el domingo
descansa- la ayuda su marido que, el resto de la semana, trabaja como
jardinero. No sé cuánto gana él, pero Emérita limpia cada día un promedio de
cuatro casas, y a veces cinco, lo que significa que tiene un ingreso mensual
que no baja de los 8.000 dólares. Por eso ella y su marido han podido ya
comprarse una casa aquí en Washington y otra en su país de origen.
“Antes de venir a Estados Unidos,
la pareja sobrevivía a duras penas, viviendo en condiciones de mera subsistencia.
Pero, lo peor, dice Emérita, no era eso ‘sino que no había ninguna esperanza de
mejorar en el futuro. Ésa es la gran diferencia con Estados Unidos’. Sí, en
efecto, ésa es la enorme, la sideral diferencia, y ésa es la razón por la que
miles, decenas de miles, millones de latinoamericanos, que conocen muy bien la
historia de Emérita y su marido, les siguen los pasos, y escapan de esos
países-trampa, donde no hay esperanza”.
¿Por qué Emérita no pudo
progresar en Guatemala? ¿Por qué Emérita en EE. UU. se convirtió en una exitosa
empresaria que presta servicios de limpieza? Para responder estas preguntas,
debemos remontarnos al último cuarto del siglo dieciocho en Estados Unidos,
período de tiempo en el cual los padres fundadores de este país debatieron por
un década sobre cuál sería el sistema político y la forma de gobierno ideal
para que los habitantes del naciente país tuvieran, a partir de su esfuerzo
propio, la oportunidad de progresar. Optaron por el sistema que ojalá algún día
tengamos en Guatemala: por una República cuyo objetivo era proteger los
derechos individuales de todos. Es así como nace el capitalismo moderno, ese
que, a pesar de los ataques falaces en su contra, aún permite que la gente que
se esfuerza pueda mejorar su calidad de vida.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de mayo de 2016.Etiquetas: capitalismo, Estados Unidos, Guatemala, Mario Vargas Llosa, pobreza, progreso, República, riqueza