Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.25.2012

Río de intereses




“Confiamos en que… pongan nuestros intereses por encima de todos los otros intereses…”, declaró la activista neozelandesa, Brittany Trilford, en la Cumbre Río+20, convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Poco me importa qué suceda en esta reunión de burócratas internacionales, evasores de impuestos que viven muy bien de los tributos que nos obligan a pagar a otros bajo amenaza de ir a la cárcel. Pero la exigencia de Trilford, esa sí llamó mi atención por varios motivos.

Empiezo por reconocer que es una afirmación cierta. Lo que esperan los representantes de los grupos de presión que llegan a este tipo de actividades, es que los funcionarios presentes al final les ofrezcan entregarles pronto, lo más pronto posible, un voluminoso cheque para apoyar sus intereses, sus causas que terminan siendo financiadas por quienes sí trabajan, producen y crean, y que generalmente se van a ver afectados, de manera negativa, por las acciones de estos grupos de interés.

Por aquello de que alguno no comprenda en su totalidad a qué me refiero al hablar de intereses, copio la definición de “intereses creados” dada por el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): “Ventajas, no siempre legítimas, de que gozan varios individuos, y por efecto de las cuales se establece entre ellos alguna solidaridad circunstancial que puede oponerse a alguna obra de justicia o de mejoramiento social”. Esa solidaridad que une a Ban Ki-moon, y muchos más, con gente como Trilford, especímenes de la raza humana (aunque muchas veces sean misántropos) de los cuales encontramos varios representantes en Guatemala.

Lamento que la joven Trilford (17 años) sea utilizada por los oportunistas que se han aprovechado de su posible ingenuidad y buenas intenciones, así como también sucede en nuestro país. Los niños y los adolescentes son manipulados desde muy pequeños, no solo por los gobernantes que esperan acabar con su capacidad de pensar para que luego sean siervos dóciles que repitan como loros una especie de salve al Rey-Estado, proveedor de todo y protector de los pobres, sino por sus mismos maestros que descargan en ellos sus frustraciones, resentimientos y envidias, convirtiéndolos en tontos útiles al servicio de los saqueadores que abundan entre aquellos que ejercen el poder y sus cómplices en la sociedad civil y el sector privado. Por cierto, también abstracciones detrás de la cuales se esconden individuos concretos.

Al final, la lucha entre intereses privados en búsqueda de ser privilegiados por el Estado, termina destruyendo los valores necesarios para asegurar la vida del ser humano en sociedad: los derechos individuales, los cuales deben estar por encima de los intereses particulares de cualquiera. “Violar los derechos del hombre significa compelerlo a actuar en contra de su propio juicio o expropiar sus valores”, Ayn Rand. Es convertir a los libres en esclavos de los intereses de unos pocos.


El presente artículo fue publicado el lunes 25 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía de Brittany Trilford la bajé de elcomercio.com

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6.18.2012

Ser consciente




Vive despierto. Sé consciente, que es la manera correcta de ser humano. Tal y como nos recordó Fredy Kofman el pasado jueves en una reunión con catedráticos en la Universidad Francisco Marroquín, la acción humana, como la definió Ludwig von Mises, es acción con propósito. Con un propósito común a todos: ser felices. A diferencia del resto de especies, el hombre elige sus fines, es parte de nuestra naturaleza, no lo podemos evitar. Aún dejar que otros elijan por nosotros, es una elección porque lo permitimos y lo acatamos. La charla de Kofman me provocó muchas reflexiones, de las cuales hoy comparto algunas con ustedes.

Solo los individuos pueden ser conscientes, no los colectivos. Los grandes avances de la humanidad serán siempre el producto de la mente y laboriosidad de personas concretas,  las que logran trascender la mediocridad en la cual muchos eligen vivir. Las personas que comparten valores suelen encontrarse y luego alinearse alrededor de estos. Elegimos compartir con aquellos que coincidimos. Así, se caracterizan los grupos de gente. Suele ser cierto el refrán que dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”.

El ser humano necesita elegir sus objetivos y sus valores. Es parte del ser consciente. Por medio de las elecciones que hace una persona podemos conocer cuál es su sentido de la vida. Las acciones sostenidas en el largo plazo, los hábitos de una persona (sus virtudes y, tristemente, también sus vicios) nos muestran quién es. Nosotros mismos nos descubrimos frente a los otros al elegir y actuar.

En el mundo, son pocos los verdaderos ermitaños, los misántropos. El hombre, salvo contadas excepciones, necesita colaborar, cooperar y compartir con otros para alcanzar sus metas, para ser feliz. Pero lo anterior debe darse dentro de un marco de respeto a la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Por supuesto, sobra decir que toda persona es libre de elegir con quiénes va a compartir su vida, y qué de su vida va a compartir con cada uno de aquellos a quienes eligió.

Nadie debe ser obligado a dar lo que es suyo a otros. Tampoco debe ser obligado a compartir con aquél que no eligió libremente. Nadie debe ser obligado a mantener a su enemigo. Nadie debe ser obligado a trabajar para aquel que le desea y actúa para causarle mal: para destruirlo. Tenemos el derecho de defendernos de la agresión. No debemos obedecer las reglas que pretenden esclavizarnos. Debemos rebelarnos.

El peor daño que provoca el Estado Benefactor/Mercantilista es el moral. La idea del gobernante actuando como padre de los adultos, distribuyendo lo que es de unos entre los otros a su gusto y antojo, presumiendo del supuesto bien que hace con lo que no es suyo, destruye el tejido ético de la sociedad. Ante este panorama, muchos optan por sentarse a esperar los restos de lo expoliado y con esas migajas sobrevivir, pero nunca vivir la mejor vida posible. Esa que solo se alcanza siendo consciente.

El presente artículo fue publicado el lunes 18 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de www.larebeliondeatlas.org

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6.11.2012

El problema del engañado




El pasado martes 5 de junio, publiqué en las redes sociales que frecuento (Facebook y Twitter) una idea que hace tiempo habita en mi cabeza. Compartí con otros cibernautas lo siguiente: “El problema no son los mentirosos. El problema son aquellos que les creen. Aquellos que por miedo a vivir plenamente se acomodan y se dejan engañar”. Pese a que el pensamiento y el orden de las palabras son míos, casi inmediatamente empecé a recibir comentarios sobre una canción de Ricardo Arjona que decía algo similar.

Mi respuesta a quienes me informaron sobre lo escrito por nuestro compatriota fue la misma en todos los casos: que no conocía la canción de Arjona. Reconozco sus logros y la tenacidad con la cual ha buscado sus sueños y los ha hecho realidad. Una actitud loable. No obstante, su música, en la mayoría de los casos, no es de mi agrado. Bien dijeron los escolásticos: “los gustos no son discutibles”. Agregué en mi respuesta que el contexto en el cual ambos habíamos identificado un problema era distinto. Yo me refería al ámbito político, y él al ámbito sentimental. Además, podría asegurar que no somos los únicos que hemos dicho algo similar.

Sin embargo, curiosa como soy, después de responder a las personas que amablemente se habían comunicado conmigo, volé a YouTube a buscar la canción de Arjona, en la cual encontré otras afirmaciones que, pienso, podemos aplicar igualmente a nuestra esfera pública, no solo la privada: “El problema no es que mientas, el problema es que te creo… El problema no es cambiarte, el problema es que no quiero… El problema no es que duela, el problema es que me gusta… El problema no es lo que haces, el problema es que lo olvido… El problema no es qué digas, el problema es lo que callas”. ¿Necesito explicar por qué lo anterior también describe en gran parte la relación entre los políticos y muchos de los ciudadanos? ¿El autoengaño del gobernado que acepta las mentiras del gobernante?

"Puedes ignorar la realidad, pero no las consecuencias de ignorarla" escribió Ayn Rand. Por eso, la condena del engañado es vivir desencantado. Vivir con temor y a la espera de un cambio que no vendrá. Culpando a otros de su fracaso. Renegando de quienes lo engañaron en el pasado, pero cayendo en las mismas trampas en el presente. Total, cree que es más fácil que otros se encarguen de satisfacer sus necesidades. Que se responsabilicen los demás de su existencia.

La verdad del engañado es que se engaña a sí mismo. Quiere ser engañado. Sus motivos son variados. Le gusta ser engañado por desidia, porque desea que otros se encarguen de sus necesidades. Le gusta ser engañado por miedo a asumir las consecuencias de sus acciones: por miedo a ser responsable. Le gusta ser engañado por envidia, por sentirse incapaz de lograr sus objetivos y de alcanzar los éxitos que otros han conseguido, ya sea en el ámbito material o en el mundo intelectual. El engañado es masoquista: le gusta ser engañado. No se engañe.


El presente artículo fue publicado el lunes 11 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la página de “Libertad Uruguay” en Facebook.

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6.04.2012

Constitualet




Tal y como se lee en español, nuestra actual Constitución ha sido utilizada la mayor parte del tiempo para que los políticos y los funcionarios del gobierno, pasados y presentes, limpien sus desechos pasándose los derechos de los habitantes de Guatemala por donde se les da la gana.


Por supuesto que estoy de acuerdo con el 93 por ciento de personas que votaron a favor de modificar la actual ley suprema que rige en nuestra sociedad, según la encuesta publicada en “Prensa Libre” el pasado jueves 31 de mayo de 2012. En lo que NO estoy de acuerdo, y pienso oponerme férreamente hasta donde me lo permitan mis fuerzas, es al hecho de que esa modificación se haga por medio de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), y que la reforma que se haga sea la propuesta por los politiqueros que hoy nos gobiernan. O aquellos que desean gobernarnos, tal es el caso del populista de Manuel Baldizón.

Como era de esperarse en la propuesta de los mencionados, pues al fin es lo que conviene a sus intereses, lo que estos pretenden es ampliar su poder, profundizar el sistema actual (que fracasa en todos lados y está consumiendo la riqueza creada en siglos anteriores en las sociedades más desarrolladas del planeta) y debilitar aún más el derecho de propiedad con la excusa de que “el Estado debe seguir asumiendo responsabilidades para las cuales no tiene recursos suficientes”, como declaró Pérez el día que se celebraron los 27 años de la Carta Magna. Me pregunto, ¿quién gobierna al Presidente? ¿Quién está detrás de sus palabras? ¿Quién le ha vendido tales ideas? ¿Quiénes lo rodean y le susurran al oído cual sirenas homéricas?

Por cierto, me sorprendió el alto porcentaje de gente que respalda el cambio del sistema, y pienso que esta evolución en la opinión de la mayoría es un producto más del arduo trabajo que durante varios años hicimos los miembros de la Asociación Civil ProReforma. Logramos concientizar a más conciudadanos de los que alguna vez llegamos a imaginar. Por eso hoy hay tantos convencidos de que la única manera de mejorar nuestra calidad de vida es cambiando el modelo de Estado Benefactor/Mercantilista que hoy prevalece por un verdadero Estado de Derecho.

Le duela a quien le duela (unos pocos que hacen algún ruido y han mentido a diestra y siniestra sobre el contenido y los objetivos de ProReforma) NINGUNA otra propuesta ha tenido el apoyo que tiene ProReforma. Más de 73 mil ciudadanos, debidamente identificados, dando la cara y el nombre, la apoyamos y presentamos al Congreso de la República. ProReforma ya no pertenece a quienes la redactaron, sino a todos aquellos que la apoyaron y la hicieron suya. Pase lo que pase antes de la Consulta Popular que se va a llevar acabo el año entrante, los diputados tienen la OBLIGACIÓN de incluir en esta consulta lo solicitado por tantos guatemaltecos. Y que decidamos nosotros, los mandantes, cuáles son los cambios que se deben hacer.


El presente artículo fue publicado el lunes 4 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de mapigodoy.blogspot.com

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