Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

5.30.2016

Democracia o República

"Los Estados Unidos no es una democracia. Es una república. En una democracia, la mayoría impera. En una república todo individuo es protegido de la mayoría".


La democracia y la república son incompatibles. Sólo puede prevalecer una de las dos formas de gobierno porque son contrarias desde su mismo origen. Tanto Platón como Aristóteles lo entendieron bien y ambos plantearon en sus respectivos trabajos sobre la política lo que consideraban la mejor opción para sustituir a la democracia, la cual le permitió a la mayoría condenar a muerte a Sócrates nada más porque no les parecía lo que les enseñaba a sus discípulos. De las dos propuestas, considero que la correcta es la aristotélica, que describe una forma de gobierno similar a la que hoy conocemos como república.

Lamentablemente, después de alrededor de mil años de oscuridad intelectual, donde el placer de pensar quedó reservado a unos pocos, algunos de los primeros que se atrevieron a pensar fuera del clero, previo y durante el período de la ilustración, confundieron ambas formas de gobierno. Y, ante el abuso de poder de los señores feudales, de los reyes, de la nobleza y de los religiosos, dispusieron que lo ideal fuera darle el poder a la mayoría, ignorando que también la mayoría se puede equivocar y cometer abusos, si las reglas que prevalecen privilegian lo que muchos desean frente a los derechos individuales de todos. Y es en este punto donde radica la diferencia básica entre la democracia y la república. 

En la democracia, al menos en la teoría, la minoría electa para gobernar hace lo que la mayoría quiere. En la república, se respetan y protegen los derechos individuales de todos. Cuál es la forma de gobierno justa y correcta dependerá de la que sea la función de los mandatarios/gobernantes: ¿velar por el interés de unos en detrimento de los derechos de otros? ¿O proteger a todos de los actos delincuenciales y criminales de los antisociales?

El sistema demócrata es el vehículo por el cual llegan al ejercicio del poder los oportunistas y los vividores. También los dictadores, en el peor de los casos. La república por supuesto que también propone como forma de elección el sufragio universal. Aunque considero que en algunos casos (como las elecciones para las cortes) podemos recuperar las elecciones por sorteo que eran propias de la democracia ateniense.


Es importante señalar que el poder arbitrario, discrecional y casi ilimitado que otorga el estatismo, promovido por muchos con la excusa de atender las necesidades de los más pobres y corregir supuestas inequidades, es la fuente de toda corrupción. El abuso del poder es lo que podemos esperar cuando se pervierten las funciones del gobierno y se traicionan los principios republicanos. Ni usted, ni yo ni nadie tenemos el derecho de violentar el derecho de otros de ninguna manera. Aunque fuéramos una mayoría, eso no nos faculta para violentar los derechos de la minoría, recordando siempre que la minoría más pequeña es UN solo individuo. Esa minoría podemos ser usted, yo o cualquiera. En Guatemala impera la democracia. Que a nuestra nación se le llame república, no quiere decir que lo sea.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 30 de mayo de 2016.

Etiquetas: , , , , , , , , ,

5.23.2016

Emérita crea riqueza en EE. UU.



Y disfruta de la riqueza que ella ha creado, la cual comparte con sus seres queridos tanto en EE. UU. como en Guatemala. Me enteré de la historia de Emérita gracias a un artículo de Mario Vargas Llosa titulado “Un muro de mentiras”, el cual fue publicado el 22 de octubre de 2006 en el diario “El País” de España:

“La conocí hace tres años, cuando pasé aquí en Washington otro semestre, como ahora. Nos la recomendaron unos vecinos a los que Emérita venía a limpiarles la casa dos veces por semana. La contratamos y nos prestó un magnífico servicio, porque en las dos horas que pasaba entre nosotros con sus lustradoras y barredoras eléctricas y plumeros, dejaba la casa tan pulcra como una carnicería suiza. Nos cobraba entonces 60 dólares por aquellas dos horas. Ahora, hemos tenido la suerte de volverla a contratar, nos cobra 90 dólares, cada vez. En verdad nos hace una rebaja, porque todos nuestros vecinos le pagan por este servicio… 100 dólares.

“Emérita es una centroamericana que lleva ya 10 años en Estados Unidos y se desempeña bastante bien con el inglés. Tiene una camioneta Buick último modelo y una parafernalia ultramoderna para barrer, lustrar, limpiar, baldear y sacudir. Los sábados -trabaja seis días por semana y el domingo descansa- la ayuda su marido que, el resto de la semana, trabaja como jardinero. No sé cuánto gana él, pero Emérita limpia cada día un promedio de cuatro casas, y a veces cinco, lo que significa que tiene un ingreso mensual que no baja de los 8.000 dólares. Por eso ella y su marido han podido ya comprarse una casa aquí en Washington y otra en su país de origen.

Antes de venir a Estados Unidos, la pareja sobrevivía a duras penas, viviendo en condiciones de mera subsistencia. Pero, lo peor, dice Emérita, no era eso ‘sino que no había ninguna esperanza de mejorar en el futuro. Ésa es la gran diferencia con Estados Unidos’. Sí, en efecto, ésa es la enorme, la sideral diferencia, y ésa es la razón por la que miles, decenas de miles, millones de latinoamericanos, que conocen muy bien la historia de Emérita y su marido, les siguen los pasos, y escapan de esos países-trampa, donde no hay esperanza”.

¿Por qué Emérita no pudo progresar en Guatemala? ¿Por qué Emérita en EE. UU. se convirtió en una exitosa empresaria que presta servicios de limpieza? Para responder estas preguntas, debemos remontarnos al último cuarto del siglo dieciocho en Estados Unidos, período de tiempo en el cual los padres fundadores de este país debatieron por un década sobre cuál sería el sistema político y la forma de gobierno ideal para que los habitantes del naciente país tuvieran, a partir de su esfuerzo propio, la oportunidad de progresar. Optaron por el sistema que ojalá algún día tengamos en Guatemala: por una República cuyo objetivo era proteger los derechos individuales de todos. Es así como nace el capitalismo moderno, ese que, a pesar de los ataques falaces en su contra, aún permite que la gente que se esfuerza pueda mejorar su calidad de vida.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de mayo de 2016.

Etiquetas: , , , , , , ,

5.16.2016

Vivamos en un paraíso



Será una experiencia de vida maravillosa. Ideal. Será una manera esplendida de vivir nuestra vida irrepetible, al menos para todos aquellos que nos esforzamos, mental y físicamente, por hacer realidad nuestros sueños, nuestras metas personales. Hombres y mujeres que actuamos con visión de largo plazo para mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros seres queridos. Que sabemos que obtendremos aquello que merecemos a partir de lo que nosotros hemos escogido y dependiendo de cuánto hayamos trabajado para obtenerlo. En resumen, viviremos cosechando cada uno lo que ha sembrado y gozando de nuestros logros.

Un paraíso en todos los sentidos: armonioso, respetuoso y pacífico. Un paraíso en el cual podamos convivir, compartir e intercambiar en paz con los demás, respetando los unos a los otros el derecho de todo individuo a su vida, a su libertad y a su propiedad. En el paraíso no van a existir parásitos que pretendan vivir de la productividad de otros. Los habitantes del paraíso sabemos que el almuerzo gratis de hoy que ofrecen los populistas en el infierno se paga con el hambre de mañana. Reconoceremos que es injusto pretender vivir a costa de los demás.

Un grupo de gente será contratada por nosotros, reconocidos como los mandantes, para velar por la justa convivencia en sociedad, a los cuales llamaremos mandatarios y no gobernantes como los llaman en el infierno, para que, en caso de que se cuele en el paraíso algún antisocial que cree que puede impunemente violentar los derechos de los demás, sean los responsables de atraparlos, recabar la evidencia que muestre la veracidad de la acusación en su contra y presentarlos ante los jueces a cargo de velar porque haya justicia, los que se asegurarán de que las víctimas de los delincuentes y los criminales sean compensadas por estos.

En el paraíso no habrá tributarios que sean extorsionados para satisfacer los deseos de otros. Seremos contribuyentes que, por voluntad propia, vamos a pagar en igual proporción lo estrictamente necesario para que los mandatarios cumplan satisfactoriamente con los servicios de seguridad y de justicia que están obligados a prestar, lo cual será estipulado por medio de una Constitución breve, de principios y cuyo principal objetivo sea limitar el ejercicio del poder.

Los puestos en el Congreso serán ocupados por quienes hayan probado a lo largo de su vida que son personas virtuosas, productivas y honestas. Los senadores se encargarán de velar porque no se aprueben decretos violatorios de los derechos individuales de los miembros de la sociedad, y los diputados se encargarán de fiscalizar las cuentas que les entreguen los miembros del poder ejecutivo y del judicial. No necesitarán reunirse más que dos veces al año: una para aprobar el presupuesto y la otra para revisar cómo se ejecutó. Si es rechazado, los funcionarios responsables de tal hecho deberán pagar con su propio patrimonio las consecuencias de sus errores.

¿Es posible el paraíso? Sí. Cuán probable sea dependerá de nosotros.

                                                                            

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de mayo de 2016.

Etiquetas: , , , , , , , , ,

5.09.2016

Tributamos por seguridad y justicia



De nuevo sale Iván Velásquez con la necedad de que paguemos más impuestos para lo que ya pagamos más que suficiente: seguridad y justicia. Sobre todo para él, es EVIDENTE que el problema del gobierno, o Estado como prefiere llamarle, no es de ingresos. El problema es de egresos: es cómo malgastan, despilfarran y roban los impuestos que pagamos. Y mientras en la lucha contra la corrupción nos distraen con espejitos (denuncias de extorsión en las aduanas y de sobornos en la concesión de negocios), en lo que respecta al ROBO de nuestros tributos, casi nada ha pasado. Sólo los casos del fraude de la limpieza del Lago de Amatitlán y el de IGSS-PISA, y unas pocas acusaciones en contra de un par de alcaldes.

Las siguientes son las declaraciones de Velásquez sobre el tema impositivo, aduciendo como excusa la necesidad de aumentar la cobertura del sistema de justicia: “Esto, naturalmente, requiere recursos. ¿De dónde va a sacar el país los recursos para que el Ministerio Público, el Organismo Judicial, la División Especializada en Investigación Criminal y el Instituto de la Defensa Pública Penal crezcan? Tiene [¿el país o los amolados tributarios?] que buscar la fórmula. Y la manera como un Estado obtiene recursos es mediante los impuestos… es necesario que se examine en el tema tributario cuáles son las posibilidades del país para poder cubrir estas necesidades”.

Como manda nuestra Constitución en los artículos primero y segundo: “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común…Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. Queda claro que los impuestos que pagamos DEBEN ser destinados a la seguridad y a la justicia. Los tributarios NO debemos pagar más impuestos para exigir que los mandatarios cumplan con su obligación.

Es mentira que sólo lo van a pagar los ricos. La realidad es que TODOS los impuestos se socializan: se trasladan a los bienes que compramos y los servicios que contratamos. Así que, todos los impuestos los pagamos todos. Aunque los más afectados, como lo es siempre con las políticas intervencionistas y estatistas, son los más pobres: los que no tienen trabajo y los que no pueden encontrar uno mejor y se tienen que conformar con lo que les ofrezcan.

Repito algunas de las preguntas que hice la semana pasada: ¿Trabajamos para mantener al Estado? ¿Qué es el Estado? ¿Quiénes son, bajo el argumento de que el Estado necesita ingresos, los que en verdad se benefician de nuestro trabajo? ¿Vivimos para pagar impuestos al Estado, sin importar cómo el Estado malgaste, despilfarre y robe nuestro dinero? Y luego, para colmo de males, nos exigen que paguemos más por lo que ya pagamos: seguridad y justicia. Si seguimos haciendo más de lo mismo y aceptando las imposiciones de los políticos y los burócratas, nuestra vida en lugar de mejorar va a empeorar.

                                                                            

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de mayo de 2016.

Etiquetas: , , ,

5.02.2016

¿Vivimos para pagar impuestos?


¿Trabajamos para mantener al Estado? ¿Qué es el Estado? ¿Quiénes son, bajo el argumento de que el Estado necesita ingresos, los que en verdad se benefician de nuestro trabajo? ¿Para qué vivimos en sociedad? ¿Para tener una mejor vida? ¿O para alimentar parásitos que viven del falaz discurso de que el Estado nos va a proveer de todas nuestras necesidades? ¿Vivimos para pagar impuestos al Estado, sin importar cómo el Estado malgaste, despilfarre y robe nuestro dinero?

Estas y muchas preguntas más quisiera hacerles todos los días a todos aquellos que vivimos en Guatemala. Preguntas que le podría hacer a cualquier persona alrededor del mundo. Al fin, el tal Estado no es más que una ficción, un ente de razón, una abstracción que le sirve de excusa a un montón de gente improductiva que vive parasitariamente de lo que otros producen. Lamentablemente, muchos de los que se dejan engañar con el discurso del necesitado Estado rara vez se atreven a cuestionarse a sí mismos y a cuestionar las premisas sobre las cuales se basa el falso juicio de que debemos de pagar impuestos por cualquier cosa que se les ocurra a quienes, precisamente, viven cómodamente de esos impuestos que nosotros pagamos.

¿Cuál es el objetivo de vivir en sociedad? ¿Mejorar nuestra calidad de vida o tributar al Estado? ¿Para qué recibe dinero el Estado? Para alimentar a una enorme, ineficiente y en la mayoría de los casos, innecesaria burocracia estatal (nacional e internacional), para satisfacer los deseos y los caprichos de los grupos de presión y para que los politiqueros corruptos que llegan al ejercicio del poder acumulen fortunas a costa de nosotros. ¿Qué recibimos a cambio? Poco positivo. Mucho negativo: malos tratos de los burócratas, extorsión de los gobernantes, programación a cambio de educación, muerte a cambio de salud, criminalidad a cambio de seguridad y violación a nuestros derechos individuales a cambio de justicia.

¿Para qué debemos pagar impuestos? ¿Bajo qué circunstancias, bajo qué sistema político nos conviene pagar impuestos y por qué? ¿Podemos dejar de ser tributarios de los caprichos de los gobernantes y de los grupos de presión privilegiados para pasar a ser contribuyentes del mantenimiento de mandatarios, con un uso limitado del poder, y los funcionarios estatales que sean necesarios?

“El peor enemigo del mundo no es la maldad sino la estupidez”, declaró Arturo Pérez-Reverte. Y no hay mayor estupidez que la de engañarnos a nosotros mismos. Al fin, aunque haya quién crea que las acciones no tienen consecuencias, la realidad es que la ley de la causalidad es inevitable. No depende de la voluntad de las personas. Simplemente es. Por supuesto, el ser humano, siendo primordialmente un ser volitivo, puede decidir actuar irracionalmente y falsear la realidad, pero, como bien explicó Ayn Rand, no puede evitar las consecuencias de falsearla. Si seguimos haciendo más de lo mismo y aceptando las imposiciones de los políticos y burócratas, nuestra vida en lugar de mejorar va a empeorar.

                                                                            

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de mayo de 2016.

Etiquetas: , , , , , ,