¡Adónde hemos llegado! ¿Adónde vamos a llegar?
Los lamentables hechos que conocemos sobre la situación en
que viven los habitantes de los municipios de San Rafael Las Flores y Casillas
(Santa Rosa), y de Mataquescuintla y la cabecera departamental de Jalapa (Jalapa),
en los cuales decretó Otto Pérez Molina un Estado de sitio (que ahora cambió por
un Estado de prevención) son una muestra más de la inseguridad en la que
vivimos en Guatemala. Por supuesto, hay lugares como los mencionados en los
cuales el contexto es más delicado que en otros.
Según la información que ha circulado en los medios de
comunicación, hay evidencia de que por lo menos existe una banda de criminales
dedicados al secuestro, al asesinato por encargo (sicariato) y al robo, entre otros actos violatorios de los derechos
individuales de los pobladores. A estos hay que sumar los grupos de
narcotraficantes y de ecoterroristas
que operan en estos lugares, de los cuales encontramos sucursales en todo el país. Estos últimos que, como todos los
grupos de presión, viven de la destrucción con un supuesto noble fin que les permite conseguir dinero de los tributarios de
otros países que gamonalmente les
regalan los burócratas de la comunidad
internacional a cargo de manejarlos.
“La minería no logra crear empleo significativo”, declaró
Juventino Gálvez, Director del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y
Ambiente (IARNA), a Siglo Veintiuno el pasado 5 de mayo. Habría que preguntarle
a las miles de personas que están empleadas por proyectos mineros qué piensan
de esta afirmación. Y también debería preguntársele a quienes de manera
indirecta se benefician de la explotación minera. Habría que preguntar a todos
los habitantes de Guatemala que utilizamos productos cuyo origen es minero.
Total, habría que preguntar a todos los habitantes del mundo, incluidos
aquellos que se oponen a la transformación de los recursos naturales en
riqueza.
Los que abonan el manido conflicto
y provocan supuestos enfrentamientos en la sociedad
(más bien son luchas de poder entre grupos de interés) son aquellos que
tergiversan el contexto y mienten a gente que no discierne entre la verdad y la
mentira (no se atreven a confrontar sus premisas con la realidad), y terminan
repitiendo prejuicios de individuos que por medio de falacias, logran
obstaculizar la mejora en la calidad de vida de los más pobres, condenándolos a
ellos y a sus descendientes a vivir miserablemente. El día que no haya pobres
que defender, se quedarán sin
trabajo. Por supuesto, en el largo plazo obstaculizan el progreso de todos.
El ecoterrorismo
es un medio para agenciarse de dinero y vivir bien a costillas de otros. Pregúntese:
¿Son la mayoría de los pobladores de San Rafael Las Flores los que se oponen a
la Mina? ¿Es gente de otros lugares? ¿Quiénes se benefician con el
enfrentamiento? ¿Será que algunos quisieran que hubiera una mina cerca de
ellos? ¿O solo quieren disfrutar de las ventajas que ha traído a otros poblados?
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 13 de mayo de 2013. La imagen la bajé de
mamanga.blogspot.com
Etiquetas: derechos individuales, ecoterrorismo, Estado de sitio, Guatemala, Jalapa, Mataquescuintla, Mina San Rafael, narcotráfico, Otto Pérez Molina, San Rafael Las Flores, Santa Rosa, terrorismo