Es el caballero de la sonriente mirada, con alma de niño,
que alcanzó lo que no logró Alonso Quijano: conquistó a su Dulcinea y venció a
los molinos de viento que intentaron parar el avance de su amada Libertad. Es
el hidalgo que sabe que la guerra continúa. Es un adalid que ganó las batallas
que hasta hoy ha librado contra aquellos que quisieran esclavizar la mente independiente
de las mujeres y los hombres dignos que valoran su vida y ganan su pan diario
de cada día.
Es un hombre que primero se cuestionó sobre lo que está mal
en el mundo. Luego se preguntó ¿qué hacer para cambiarlo? Y terminó dedicándose
al cómo mejorar la existencia de todos. Es un intelectual que aprendió lo que
está bien. Que reconoce lo importante que es ser parte del debate honesto de
las ideas. Es el educador que nos reta a tener la valentía de aceptar y cambiar
nuestras premisas falsas: un cambio necesario para nuestro beneficio en el
largo plazo. Es el inquieto pensador que busca la verdad y vive de acuerdo a
una escala de valores que le permite ser feliz.
Es el maestro que con su ejemplo nos ha inspirado a muchos.
Es el mentor que, lleno de optimismo a pesar de las circunstancias, nos ha
impulsado a seguir adelante y enfrentar los obstáculos que nos topemos en el
camino. Es el amigo virtuoso a quien se refiere Aristóteles en “Ética a
Nicómaco”. Es el hermano de principios que nos ha brindado su apoyo
incondicional.
Juan Galtón, como
el protagonista de “La Rebelión de Atlas” que lo inspiró, es aquel que en
nombre de lo mejor que hay en él, no sacrifica este mundo a los peores. Que en
nombre de los valores que lo mantienen con vida, no permite que su “visión del
hombre sea distorsionada por lo feo, lo cobarde, lo inconsciente en aquellos
que nunca han conseguido el título de humanos”. Es quien no olvida que “el
estado natural del hombre es una postura erguida, una mente intransigente y un
paso vivaz capaz de recorrer caminos ilimitados”. Juan Galtón no se rinde, sabe que usando su razón puede encontrar
una solución a cualquier adversidad.
Juan Galtón es el
luchador que no claudica ante las dificultades, quien no permite que “se
extinga su fuego, chispa a chispa, cada una de ellas irremplazable, en los
pantanos sin esperanza de lo aproximado, lo casi, lo no aún, lo nunca jamás”. Juan Galtón, amigo mío, “no permitas que
perezca el héroe que llevas en tu alma”. Juan
Galtón, “el mundo que deseas puede ser ganado, existe, es real y posible;
es tuyo”. Tu vida es plena.
¿Quién es Juan Galtón?
¿Es el esmerado lector de Borges, de Mises, de Rand, de Locke, de Nozick, de
Hayek, de Darwin…? ¿Es usted, soy yo, es “V”?
Juan Galtón es un modelo a seguir. Juan Galtón es aquel que prefiere que se
hable poco de él, como un ser grande que es. Solo hay un Juan Galtón, único e irrepetible. Juan Galtón solo puede ser GIS: Giancarlo Ibárgüen Segovia, a quien
deseo una larga, productiva y feliz vida. Veritas,
libertas, iustitia.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 12 de agosto de 2013. En la imagen aparecemos Gianca y yo para la Reunión General de “The Mont Pelerin Society” que se llevó
acabo en la Ciudad de Guatemala en el mes de noviembre de 2006. La foto fue
tomada el 7 de noviembre de ese año.Etiquetas: Aristóteles, Ética a Nicómaco, Giancarlo Ibárgüen, héroes, John Galt, La rebelión de Atlas, libertad, Libertópolis, Mont Pelerin Society, Quijote