Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.29.2014

Herencia de 2014



¿Qué me dejó este año que está a un punto de terminar? ¿Fue un año extraordinario como lo visualicé al finalizar 2013? ¿Qué gané? ¿Qué perdí? ¿Qué aprendí? Estas y muchas preguntas más suelo hacerme a finales del mes de diciembre. Pienso que es un examen que varios hacemos bajo la influencia de la idea de que acaba un ciclo y estamos a pocos días de empezar uno nuevo. Todo principio genera esperanza, pero para que nuestros sueños de hoy se hagan realidad mañana, primero debemos analizar objetivamente el período que cerramos, los errores que cometimos, los aciertos que tuvimos y responder a la pregunta evadida por muchos, ¿alcancé mi más alto propósito moral? ¿Fui feliz?

Sin enfrentar la última pregunta será muy difícil lograr o conservar el año que viene la felicidad alcanzada, el fin primordial de todo ser humano. Un fin que se renueva, que cambia cada vez que logramos un valor. Un estado que, para mantenerlo, demanda de nuestro enfoque en las cosas que nos son importantes. Mantenernos firmes en nuestro proceso de integración: en el reto de resolver satisfactoriamente nuestras contradicciones para poder llegar cada vez más lejos en nuestras aspiraciones. Aprender a diferenciar cuándo decir sí y cuándo decir no: a distinguir entre aquello que depende de nosotros y lo que depende de otros y de hechos que no se supeditan a nuestra voluntad.

Para facilitar mi proceso, lo divido en cuatro ámbitos: el laboral, el intelectual, el físico y el de las relaciones personales. Durante esta etapa en casi todas las áreas, a excepción de mi salud que no me dio ningún problema sino todo lo contrario, me tocó enfrentar retos desafiantes. A pesar del desaliento que en algún momento pude experimentar, mi deseo de salir adelante prevaleció y hoy, con mucha satisfacción, puedo decir ¡gané! Gané nuevas experiencias, nuevo conocimiento, nuevas amistades. Renové mis principios filosóficos con la seguridad de que la evidencia que los respalda es irrefutable, y que la elección de basar mi vida en la realidad y dejar la ficción y las creencias mitológicas para la imaginación (el ámbito al cual pertenecen), ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi existencia. Es precisamente gracias a esa elección consciente que en los últimos años mi calidad de vida, en todos los sentidos, ha mejorado exponencialmente.

La única pérdida irreparable que me deja 2014 es la muerte de mi abuelita, mí bien amada Mamita. Aunque sé que siempre vivirá junto a mis otros abuelos en mi memoria, lo que representa un aliciente más para conservarme en la mejor de las condiciones para no olvidarlos. Adquirir el hábito del ejercicio diario me permitió disfrutar más de la vida y todo aquello que contribuye a mi felicidad. Compartir con mis seres queridos me llenó de alegría. La Maestría en Filosofía que estudio enriqueció mi mente. Sumando a lo anterior los éxitos en mi trabajo académico, el periodístico y el empresarial me permiten confirmar que 2014 fue un año excepcional, como lo será 2015.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de diciembre de 2014.

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12.22.2014

Los virtuosos del amor

"La virtud involucrada en ayudar a aquellos que se ama no es el desinterés propio o el sacrificio, sino la integridad", Ayn Rand.

Todo en esta vida se debe de ganar, en especial lo más preciado por nuestra especie: el amor. ¿Cómo es posible que haya quienes creen que deben ser amados sin haberlo merecido? Son los parásitos del amor. Tanto el amor, como la amistad, el respeto, la admiración… son nuestra respuesta emocional a las virtudes de alguien más. Son sentimientos que representan el pago espiritual dado a cambio de nuestro placer personal y egoísta cuyo origen es el carácter único e irrepetible de otra persona.

Es el sentido de la vida de cada uno el que determina nuestras acciones: la apreciación subconsciente, la integración emocional que hacemos de nosotros mismos, de nuestro lugar en el mundo y nuestra relación con la realidad y los demás. Lamentablemente, son pocos quienes meditan sobre los motivos que le hacen amar a determinada persona y no a otra. Para la mayoría es más fácil recurrir a la falaz y equivoca idea hecha célebre por Blaise Pascal de que el corazón tiene razones que la razón no entiende, que dedicarle el tiempo que se debe a la elección más importante que hacemos en nuestra vida: la elección de con quién vivirla. Y no me refiero solo a la pareja romántica, también aplica este proceso a nuestros amigos y a aquellos con quienes hemos elegido libremente compartir nuestro valor más precioso.

Quien no te valora, no te merece. Quiérete y no andes regalando tu tiempo y tu amor a quien te desprecia. Cuánto te valoran se muestra con actos, no sólo con palabras, los cuales deben ser consistentes y concordar. Al apoyar a los seres que amamos, personas de gran importancia para nosotros, no lo hacemos por sacrificio. Esa es una gran mentira que muchos repiten afectando subconscientemente su propia estima. Ayudamos a quienes amamos precisamente por que los amamos: representan un valor en nuestras vidas, y velar por ellos es una muestra de nuestra integridad y de que actuamos de manera coherente con nuestra escala de valores. En consecuencia, el que otros ELIJAN (sobra decir libremente) amarnos a nosotros, es resultado de quién hemos decidido ser y un premio GANADO por nuestras virtudes.

Amar es una condición que no tiene discusión, al menos para el ser humano que quiere vivir como tal. Amar es valorar. Depende de nosotros y de nuestras elecciones. Constantemente valorar y buscar ser valorado es su historia, mi historia, la historia de todos. Atesoro mis valores como lo que son: fuente vital de mi felicidad. Mis valores más estimados son personas de carne y hueso, fabulosas y auténticas, honestas… que se han ganado mi amor por nuestras coincidencias y sentidos de vida similares. Se han ganado mi respeto y admiración por sus virtudes. Seres humanos extraordinarios que merecen lo que tienen y aún más que, estoy segura, van a lograr. Mi gente, con la que comparto una visión existencial benevolente y cuyo propósito moral más elevado es el mismo mío: ser feliz. A ustedes, que saben quiénes son, los amo. Gracias por compartir su vida conmigo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de diciembre de 2014.

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6.11.2012

El problema del engañado




El pasado martes 5 de junio, publiqué en las redes sociales que frecuento (Facebook y Twitter) una idea que hace tiempo habita en mi cabeza. Compartí con otros cibernautas lo siguiente: “El problema no son los mentirosos. El problema son aquellos que les creen. Aquellos que por miedo a vivir plenamente se acomodan y se dejan engañar”. Pese a que el pensamiento y el orden de las palabras son míos, casi inmediatamente empecé a recibir comentarios sobre una canción de Ricardo Arjona que decía algo similar.

Mi respuesta a quienes me informaron sobre lo escrito por nuestro compatriota fue la misma en todos los casos: que no conocía la canción de Arjona. Reconozco sus logros y la tenacidad con la cual ha buscado sus sueños y los ha hecho realidad. Una actitud loable. No obstante, su música, en la mayoría de los casos, no es de mi agrado. Bien dijeron los escolásticos: “los gustos no son discutibles”. Agregué en mi respuesta que el contexto en el cual ambos habíamos identificado un problema era distinto. Yo me refería al ámbito político, y él al ámbito sentimental. Además, podría asegurar que no somos los únicos que hemos dicho algo similar.

Sin embargo, curiosa como soy, después de responder a las personas que amablemente se habían comunicado conmigo, volé a YouTube a buscar la canción de Arjona, en la cual encontré otras afirmaciones que, pienso, podemos aplicar igualmente a nuestra esfera pública, no solo la privada: “El problema no es que mientas, el problema es que te creo… El problema no es cambiarte, el problema es que no quiero… El problema no es que duela, el problema es que me gusta… El problema no es lo que haces, el problema es que lo olvido… El problema no es qué digas, el problema es lo que callas”. ¿Necesito explicar por qué lo anterior también describe en gran parte la relación entre los políticos y muchos de los ciudadanos? ¿El autoengaño del gobernado que acepta las mentiras del gobernante?

"Puedes ignorar la realidad, pero no las consecuencias de ignorarla" escribió Ayn Rand. Por eso, la condena del engañado es vivir desencantado. Vivir con temor y a la espera de un cambio que no vendrá. Culpando a otros de su fracaso. Renegando de quienes lo engañaron en el pasado, pero cayendo en las mismas trampas en el presente. Total, cree que es más fácil que otros se encarguen de satisfacer sus necesidades. Que se responsabilicen los demás de su existencia.

La verdad del engañado es que se engaña a sí mismo. Quiere ser engañado. Sus motivos son variados. Le gusta ser engañado por desidia, porque desea que otros se encarguen de sus necesidades. Le gusta ser engañado por miedo a asumir las consecuencias de sus acciones: por miedo a ser responsable. Le gusta ser engañado por envidia, por sentirse incapaz de lograr sus objetivos y de alcanzar los éxitos que otros han conseguido, ya sea en el ámbito material o en el mundo intelectual. El engañado es masoquista: le gusta ser engañado. No se engañe.


El presente artículo fue publicado el lunes 11 de junio de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la página de “Libertad Uruguay” en Facebook.

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5.02.2011

Amor, Filosofía y… Vida



Momento. Espere. No cambie la hoja ni piense que voy a fallar a la principal regla que debe seguir quien escribe, según me enseñó el respetado escritor Francisco Pérez de Antón: toda narración debe entretener. Claro, también debe tener quien escribe algo que decir que considere importante compartir con otros. Al menos, en la mayoría de los casos. Porque no tengo ninguna pena en confesar que, como parte de mi filosofía del buen vivir, hay cosas que sólo escribo para mí. Total, ¿a quién más le pueden interesar?

Y, como quien dice nada, este es el décimo suelto, tal vez fuera de contexto, que escribo para la Revista nuChef. Mi dedicatoria será para el genial Jimmy Wales que, siguiendo los pasos de Denis Diderot y los enciclopedistas de la segunda mitad del siglo dieciocho, se le ocurrió empezar una tarea titánica, como la emprendida en su tiempo por los ilustrados mencionados. El resultado de esa aventura representa hoy el centro de consulta más popular en todo el planeta. Me refiero a la Wikipedia que el pasado sábado 15 de enero cumplió diez años de existir. La enciclopedia virtual que es más exacta de lo que algunos docentes imaginan. Un producto del orden espontáneo. Orden explicado por el ganador del Premio Nobel de Economía de 1974, Frederic A. von Hayek.

En fin, hoy quiero escribir sobre uno de los temas universales que fue, es y será un hilo conductor de la vida de todo ser humano, nos guste o no: el amor. Aclaro que es un asunto que no voy a tocar poética ni fantasiosamente. Me voy a atrever a enfrentarlo desde el punto menos convencional: el racional. Principio diciendo que el sentido de la vida es la suma integrada de nuestros valores básicos. ¿Por qué? Porque ese registro personal, del cual no podemos ocultar nada ni siquiera a nosotros mismos, que comienza a crearse desde que entramos en contacto con la realidad que nos incluye, explica nuestras reacciones y decisiones. Lo anterior lo aprendí leyendo (y cuestionando cuando es necesario) a la filósofa Ayn Rand. El tema del sentido de la vida lo aborda principalmente en “El Manifiesto Romántico”, una colección de ensayos que constituyen uno de mis libros predilectos de la autora mencionada. ¿Por qué mi preferencia por esta obra? La dejo hablar por sí misma: “Existen dos aspecto de la existencia del hombre los cuales son un territorio especial y expresión de su sentido de la vida: el amor y el arte”.

“Aquí me refiero al amor romántico en el sentido trascendental de ese término, para distinguirlo de los apasionamientos fugaces, de aquellos cuyo sentido de la vida carece de cualquier valor consistente, es decir, de alguna emoción duradera a excepción del miedo. El amor es una respuesta a valores. Es el sentido de la vida de una persona de lo que uno se enamora, de esa suma esencial, de esa postura fundamental o actitud ante la vida, la cual es la esencia de la personalidad. Uno se enamora de la corporización de los valores que dan forma al carácter de una persona, los cuales están reflejados en sus mayores logros o los pequeños gestos, que crean el estilo de su alma, el estilo individual de una conciencia única, irrepetible e irremplazable”.

“El amor es la expresión de la filosofía, de una suma filosófica subconsciente y, quizá, ningún otro aspecto de la existencia humana necesita el poder consciente de la filosofía tan desesperadamente… cuando el amor es una integración consciente de razón y emoción, de mente y valores, entonces, y sólo entonces, es la mayor recompensa en la vida de una persona”. Las citas compartidas con ustedes las encuentran en el segundo capítulo del texto mencionado. El capítulo entero, es una maravilla.

¿Habrá algo más que decir por el momento? Sólo desearles, como siempre, que sean felices, muy pero muy felices. Le haim.

El anterior ensayo breve fue publicado en la Edición 29 de la Revista nuChef, correspondiente al bimestre marzo – abril 2011. La fotografía de la escultura de Mars and Venus”, que se cree fue hecha en 1575 por Hans Mont (original de Flandes, hoy Bélgica), la tomé en el “J. Paul Getty Museum” de Los Ángeles el 28 de abril de 2007.

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1.13.2009

V




Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de octubre de 2008. La foto fue tomada el viernes 9 de enero de 2009 por mi amigo Jorge Jacobs, desde la parte superior del asteroide B506. Visualizada y contextualizada por mí, el domingo 11 de enero de 2009.




Victoria. Ventura. Vendetta, una de mis películas preferidas. Viernes, el día que generalmente escribo estas líneas que ustedes leen. Sin embargo, la semana antepasada las palabras fueron ordenadas un día antes. ¿Qué sucedió en mi vida ese viernes que no me dediqué a presionar teclas para verter ideas en una pantalla en blanco? No sé. Estaba viva pero no lo viví. Sólo me lo contaron…

V que en números romanos significa un lustro: 5 años. Lustrum: limpieza. ¿Qué hacía hace un lustro? ¿Viviré dentro de 5 años?

V de valentía, vademécum y vacío. O vaciar. V de Vesícula… “Mide 6.5 por 3.5 centímetros. La superficie es amarillenta, blanquecina, lisa, brillante, con escasos depósitos fibrinosos. Al corte presenta paredes de 0.3 cm. La mucosa se observa amarillenta, irregular, apreciándose múltiples cálculos amarillos, los cuales se polifragmentan con facilidad. Miden entre 0.3 y 0.7 cm. Biliar con infiltrado rico en neutrófilos. Invaginaciones de la mucosa sobre la muscular. Hemorragia. Diagnóstico: colecistitis aguda gangrenosa. Piocolecisto.”

Veloz. En el filme titulado Juno, el nombre de su protagonista, esta adolescente, soltera y embarazada, se cuestiona sobre temas que considera más allá de su nivel de madurez. Juno cree que corre el riesgo de perder su Fe en la humanidad. Al pedirle su padre, Mac MacGuff, que le especifique qué es lo que la atormenta, le responde con la pregunta que la mayoría nos hemos hecho a lo largo de toda la historia: “Two people can stay together for good? People in love?” Para terminar con un reclamo urgente: “I need to know that two people can stay happy together forever”.

Visión. El padre, después de recordarle lo complicado que puede ser alcanzar ese objetivo, le aconseja: “The best thing you can do is find a person who loves you for exactly what you are. Good mood, bad mood. Ugly, pretty. Handsome, what have you. The right person’s still gonna think the sun shines out your ass. That’s the kind of person that’s worth sticking with”. Slang incluido, que aclarador consejo aplicable a todas nuestras relaciones: familiares, amistosas y laborales. Verdad.

Valores. Gracias mamá, papá, Rocío, Augusto, Kathy, Carolina… Gracias LuisFi, Raúl, María Dolores, Jorge, Estuardo, Madre Ivonne, Pedro, Martín, Adrián, Mario, Carmen V… Gracias a Carmen Ch. Gracias a todos aquellos que me visitaron durante mi estadía en el Hue Hue: gracias a su equipo de enfermeras. Gracias Edgar López, Mario Duarte. Gracias a quienes llamaron, escribieron, preguntaron por mi estado… siempre esperanzado. Gracias a esa presencia de múltiples nombres, difícil de describir, fácil de sentir.


V de vida. Una vida que es volátil. Como canta Alejandro Sanz, tal vez "vivir es lo más peligroso que tiene la vida". Pero si algo reafirmé en estos días es que vale la pena vivir: la vida es el máximo placer. El espacio real donde encontramos, y a veces perdemos, la felicidad.

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2.18.2008

More


Hoy no me lea. A menos que le interese conocer algunas de mis digresiones, tesis inconclusas y fantasiosas elucubraciones acerca del más común de los lugares comunes a todo hombre, a toda mujer: el amor. Sí, a-more.

¿Será que me afectó el llamado mes del amor? ¿O será que con el pasar del tiempo mi lado cursi, rosa, suave y tierno como un algodón, prevalece sobre mi tozuda razón? No. Simplemente las musas me llevan este día 15 que escribo por placer, no deber, a abordar el espinudo tema del “sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear” como indica el DRAE en su segunda acepción.

Mientras ordeno mi inspiración, aparentemente desordenada, escucho repetidamente la versión de More (Mondo Cane) del ídolo sesentero Bobby Darin. De nuevo, obsesionada con una melodía. En fin… regresemos al amor, cimentado, según mi visión aristotélica del tema, en la amistad basada en valores compartidos entre pares. La amistad virtuosa que quiere el bien del otro. Ese otro que nos brinda gozo. Nos deleita. Yo, renuncio al concepto doloroso del amor tortuoso que invita a destruirse y destruir al sujeto que nos provoca más un mal que un beneficio. Lo que no quiere decir que no disfrute escuchando y, alguna vez, cantando esos boleros que son parte de nuestra tradición romántica hispanoamericana. ¿Qué sería de mí sin La Lupe, Olga Guillot, Armando Manzanero, Luis Miguel y tantos otros que adoran acompañarnos en nuestras vicisitudes sentimentales?

Es irracional lastimarnos nosotros mismos. Entonces, ¿por qué es tan común toparnos con gente que se niega a la posibilidad de vivir plenamente el más ansiado de los sentimientos humanos? ¿Es más poderoso el miedo a sufrir, a fracasar? ¿Acaso no se sufre, se fracasa, con el solo hecho de no atreverse a amar? ¿O a darnos una segunda o tercera oportunidad? ¿No sería más saludable ser emprendedores del amor y arriesgarnos a ser felices, compartiendo nuestra vida con otro, con otros? Porque no me refiero únicamente al amor de pareja. Recuerden: amamos a nuestros familiares, a nuestros amigos. Queremos para ellos lo mejor. Y quiero recalcar, valga la redundancia, el acto de querer, que implica a nuestra facultad de decidir: la voluntad. Sí: amar es un acto libre, más allá de las mariposas en el estómago o de los amorosos enamoramientos al primer cruce de miradas, parafraseando al poeta Jaime Sabines.

Llego casi al final de este escrito, preguntándome, ¿quién me metió en este lío, cuando es tan fácil elaborar sobre la difícil situación que vivimos los no tan primaverales habitantes de Guatemala? Yo, siempre yo. “More than the simple words I try to say… More than you'll ever know… Longer than always is a long, long time, but far beyond forever… and my heart is very sure…” Amo la vida. Amo, cada día más, mi vida.

Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de febrero de 2008.


La fotografía la tomé el 22 de abril de 2007 en Taipei, Taiwán, en un templo budista al cual va la gente, entre otras cosas, a pedirles pareja a los dioses. En la imagen pueden ver una caja de galletas del amor, la cual se suele regalar a las novias.

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2.13.2007

Rebelde con causa




Albert Camus, en “El hombre rebelde” afirmó que: “El humanitarismo va acompañado del odio al mundo. Se ama a la humanidad en general para no tener que amar a lo seres en particular”. Impresionante. Impactante. Certero.

Más allá del pesimismo o del cuestionamiento a la existencia humana, es importante decantar y dejar respirar, como a un buen vino tinto, el pensamiento de personajes como Camus para disfrutar de su escritura, hurgar en sus reflexiones y entender sus paradojas. Estas últimas, una muestra más, precisamente, de su humanidad falible como la de todos.

¿Es la existencia un absurdo, una casualidad, un accidente más? No sé. Tampoco pongo mucho empeño en intentar responder una pregunta propia del ámbito subjetivo que nos lleva a nuestra misma existencia: esa que es única e irrepetible. No obstante, es imprescindible reconocer que nuestros actos sí causan eventos: resultados imprevistos en nuestra vida y, dependiendo de nuestro circulo de influencia, en la vida de otros.

La vida, por cierto, se acerca más a un claroscuro en constante evolución, que a un negro profundo o un blanco puro. Un arco iris de infinitas tonalidades. Ni tragedia ni comedia: tragicomedia. De cada uno de nosotros depende disfrutar y aprender de los matices de nuestra realidad. Y a cada uno de nosotros corresponde aceptar la responsabilidad que ese vivir implica.

En fin, sólo podemos ser justos por nuestros actos respetuosos de las elecciones, los bienes y la vida de los demás. Parte de mi definición de amar a seres concretos y no construcciones etéreas. Amor de todos los días, incluidos los martes 13. Aunque mañana sea 14 de febrero.

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2.09.2007

Al di la




¿Existe el amor más allá de toda realidad conocida? Como dice aquella canción italiana de la década de los 60 del siglo pasado, interpretada por Emilio Pericoli, Al di la: “Más allá del bien más preciado, estas tu. Más allá del sueño más ambicioso, estas tu. Más allá de la cosa más bella, más allá de las estrellas, estas tu. Más allá estas tu para mi, sólo para mí… Más allá de la vuelta infinita, más allá de la vida. Estas tu, más allá, estas tu para mí”.

Qué cosa la búsqueda de la felicidad, búsqueda humana por excelencia, que se remonta a la primera persona que haya puesto un pie en la tierra. Y qué prueba más romántica que la de esa pareja de amantes del neolítico que fueron, casualmente, encontrados en la Verona italiana de Romeo y Julieta. Sí, esa tragedia clásica de William Shakespeare.

Quiero creer que los amantes encontrados hoy, a diferencia de los de la ficción, sí vivieron intensamente su relación… Tanto, que los llevó a morir abrazados. Así como muchos, algún día, quisiéramos también reposar: eternamente cobijados por el ser adorado.



¿Es acaso el amor una meta inalcanzable al humano? Quién pudiera ser capaz de amar al di la: más allá del todo conocido. Quién pudiera encontrar esa sintonía inefable… Quién pudiera… ser feliz en esta vida y en la otra… si la hay.

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