Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.04.2016

Libertad sin fronteras



La libertad no debe tener límites. Sobra, a lo largo de toda la historia de la humanidad, evidencia de que, entre más se respeta la libertad individual en general, más prospera el ser humano. Por supuesto, a estas alturas del debate, parto de la premisa de que queda claro a la mayoría que no es lo mismo la libertad que el libertinaje. Toda persona debe ser libre de hacer lo que se le antoje con su vida y sus bienes, una vez no violente la vida, la libertad y la propiedad de los demás. En otras palabras, para ser verdaderamente libres debemos responsabilizarnos plenamente de nuestras acciones y merecer la vida que llevamos.

Cada uno es responsable de su vida. Y para que todos seamos libres de perseguir nuestros valores, metas, fines… nace la idea moderna de cuáles deben ser las responsabilidades de los gobernantes: velar por el respeto a los derechos individuales de todos y asegurar de que, en caso algún antisocial atente contra alguien más, éste sea aprendido, juzgado en los tribunales competentes, respetuosos del debido proceso y, si es probada su culpabilidad, que sea obligado a compensar a su o sus víctimas para que haya justicia.

Vale la pena recordar que lo anterior fue bien entendido por los llamados padres fundadores de Estados Unidos, a pesar de las discusiones que sostuvieron por casi once años a partir del 4 de julio de 1776, fecha en la cual proclamaron su independencia del imperio inglés. Once años en los cuales discutieron la que es hoy considerada la primera constitución moderna, la cual sigue vigente, con todo y enmiendas, desde su promulgación en 1787. En aquel año llegaron al acuerdo de que la mejor forma de gobierno era la República, o Nomocracia como la llamaría posteriormente Friedrich Hayek, ya que la democracia terminaba inevitablemente en dictaduras que ejercían minorías corruptas en nombre de la mayoría.

Hoy, que vivimos tiempos interesantes, de mayor incertidumbre política a nivel mundial, es importante recordar eventos históricos que han configurado el desarrollo de nuestra especie. Parafraseando a George Santayana, si no aprendemos de los errores de nuestros antepasados, estamos condenados a repetirlos. Más aún con la confusión conceptual que impera y la manipulación que pretenden algunos, haciéndose pasar por eruditos e intelectuales, de los conceptos, sus orígenes y las consecuencias que han tenido a lo largo de nuestra historia la imposición de normas contrarias a nuestra naturaleza, gracias al abuso de los gobernantes del poder coercitivo del abstracto Estado.
                                                                                                                
Más allá de lo que los doctos académicos pregonan, ya sea porque efectivamente no entienden o simplemente porque son intelectualmente deshonestos, cada uno de nosotros debe usar su propio juicio para llegar a conclusiones que sean coherentes con los hechos de la realidad. De lo contrario, nos estamos jugando nuestro futuro y el de nuestros seres queridos. Es indiscutible la sentencia de Thomas Jefferson de que el precio de la libertad es una eterna vigilancia de la misma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de julio de 2016.

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7.04.2011

Camino de servidumbre



Es el nombre de la obra que va a dar a conocer públicamente, más allá de los círculos académicos e intelectuales, al ganador del Premio Nobel de Economía de 1974, Friedrich A. Hayek. En este, probablemente uno de sus libros más breves, hace Hayek un llamado urgente a la gente para repensar las premisas sobre las cuales se pretende construir los sistemas políticos que van a normar las relaciones sociales y las consecuencias esperadas si estas premisas no van de acorde a la acción humana tal cual es y no como algunos quisieran que fuera.

Una reflexión, a mi parecer, timeless: tan valida en 1944, cuando se publica por primera vez, como lo es en el presente, motivo por el cual quiero compartir con ustedes algunas de las ideas elaboradas por Hayek, con la esperanza de que se animen a leer el texto completo:

“Hechos y teorías se convierten así en el objeto de una doctrina oficial, no menos que un criterio de valor. Todo el aparato para difundir conocimientos: las escuelas y la prensa, la radio y el cine, se usarán exclusivamente para propagar aquellas opiniones que, verdaderas o falsas, refuercen la creencia en la rectitud de las decisiones tomadas por la autoridad, se prohibirá toda la información que pueda engendrar dudas o vacilaciones… no habrá campo donde no se practique una intervención sistemática de la información y no se fuerce a una uniformidad”.

“Las doctrinas del nacionalsocialismo son la cima de una larga evolución [a mi parecer involución] ideológica… Desarrollaron su sistema con rigurosa consecuencia, y UNA VEZ SE ACEPTAN LAS PREMISAS iniciales no es posible escapar a su lógica”. Es importante notar que Hayek se refiere a las premisas colectivistas, propias del socialismo en general, que desprecian, entre otras cosas, al individuo como tal, aunque se vendan como humanistas.

“…el impulso del movimiento hacia el totalitarismo proviene principalmente de los dos grandes grupos de intereses: el capital organizado [los mercantilistas] y el trabajo organizado…si los empresarios [mercantilistas] pueden ver confirmadas sus aspiraciones durante un período de transición, no transcurrirá mucho tiempo antes de que se encuentren, como les sucedió a sus colegas alemanes [en la Alemania nazi], con que ya no son los dueños, sino que tienen que contentarse, en todos los aspectos, con el poder y los emolumentos que el gobierno quiera concederles”.

Hoy terminó una discusión de seis semanas en las que con un grupo de profesores de la Universidad Francisco Marroquín discutimos “Camino de Servidumbre”. Hoy tengo más evidencia de que es ese, lamentablemente, el camino que andamos en la mayoría de países del mundo. Hoy considero urgente invitarlos a rechazar el reino de la insensatez, y vivir como hombres y mujeres libres que usan su razón para pensar. Esclavo es aquel que trabaja para alguien en contra de su voluntad. ¿Nos hemos convertido, poco a poco, en esclavos de los gobernantes?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de julio de 2011. La imagen la bajé de la Internet.

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5.02.2011

Amor, Filosofía y… Vida



Momento. Espere. No cambie la hoja ni piense que voy a fallar a la principal regla que debe seguir quien escribe, según me enseñó el respetado escritor Francisco Pérez de Antón: toda narración debe entretener. Claro, también debe tener quien escribe algo que decir que considere importante compartir con otros. Al menos, en la mayoría de los casos. Porque no tengo ninguna pena en confesar que, como parte de mi filosofía del buen vivir, hay cosas que sólo escribo para mí. Total, ¿a quién más le pueden interesar?

Y, como quien dice nada, este es el décimo suelto, tal vez fuera de contexto, que escribo para la Revista nuChef. Mi dedicatoria será para el genial Jimmy Wales que, siguiendo los pasos de Denis Diderot y los enciclopedistas de la segunda mitad del siglo dieciocho, se le ocurrió empezar una tarea titánica, como la emprendida en su tiempo por los ilustrados mencionados. El resultado de esa aventura representa hoy el centro de consulta más popular en todo el planeta. Me refiero a la Wikipedia que el pasado sábado 15 de enero cumplió diez años de existir. La enciclopedia virtual que es más exacta de lo que algunos docentes imaginan. Un producto del orden espontáneo. Orden explicado por el ganador del Premio Nobel de Economía de 1974, Frederic A. von Hayek.

En fin, hoy quiero escribir sobre uno de los temas universales que fue, es y será un hilo conductor de la vida de todo ser humano, nos guste o no: el amor. Aclaro que es un asunto que no voy a tocar poética ni fantasiosamente. Me voy a atrever a enfrentarlo desde el punto menos convencional: el racional. Principio diciendo que el sentido de la vida es la suma integrada de nuestros valores básicos. ¿Por qué? Porque ese registro personal, del cual no podemos ocultar nada ni siquiera a nosotros mismos, que comienza a crearse desde que entramos en contacto con la realidad que nos incluye, explica nuestras reacciones y decisiones. Lo anterior lo aprendí leyendo (y cuestionando cuando es necesario) a la filósofa Ayn Rand. El tema del sentido de la vida lo aborda principalmente en “El Manifiesto Romántico”, una colección de ensayos que constituyen uno de mis libros predilectos de la autora mencionada. ¿Por qué mi preferencia por esta obra? La dejo hablar por sí misma: “Existen dos aspecto de la existencia del hombre los cuales son un territorio especial y expresión de su sentido de la vida: el amor y el arte”.

“Aquí me refiero al amor romántico en el sentido trascendental de ese término, para distinguirlo de los apasionamientos fugaces, de aquellos cuyo sentido de la vida carece de cualquier valor consistente, es decir, de alguna emoción duradera a excepción del miedo. El amor es una respuesta a valores. Es el sentido de la vida de una persona de lo que uno se enamora, de esa suma esencial, de esa postura fundamental o actitud ante la vida, la cual es la esencia de la personalidad. Uno se enamora de la corporización de los valores que dan forma al carácter de una persona, los cuales están reflejados en sus mayores logros o los pequeños gestos, que crean el estilo de su alma, el estilo individual de una conciencia única, irrepetible e irremplazable”.

“El amor es la expresión de la filosofía, de una suma filosófica subconsciente y, quizá, ningún otro aspecto de la existencia humana necesita el poder consciente de la filosofía tan desesperadamente… cuando el amor es una integración consciente de razón y emoción, de mente y valores, entonces, y sólo entonces, es la mayor recompensa en la vida de una persona”. Las citas compartidas con ustedes las encuentran en el segundo capítulo del texto mencionado. El capítulo entero, es una maravilla.

¿Habrá algo más que decir por el momento? Sólo desearles, como siempre, que sean felices, muy pero muy felices. Le haim.

El anterior ensayo breve fue publicado en la Edición 29 de la Revista nuChef, correspondiente al bimestre marzo – abril 2011. La fotografía de la escultura de Mars and Venus”, que se cree fue hecha en 1575 por Hans Mont (original de Flandes, hoy Bélgica), la tomé en el “J. Paul Getty Museum” de Los Ángeles el 28 de abril de 2007.

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