Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.19.2012

Tras el duelo, la corrupción




Y antes también. ¿Cuándo fueron levantadas las obras públicas que recién se cayeron? ¿Este año? ¿El año pasado? ¿El antepasado? Me atrevo a asegurar que la mayoría de estas no han sido declaradas patrimonio nacional debido a su antigüedad. Probablemente muchas fueron construidas en el presente siglo. Ante todo, cuando del gobierno se trata, va la corrupción. Por supuesto, envuelta en un manto de compasión. ¡Qué no falte la foto del ¿mandatario? abrazando a la anciana sin hogar! Al niño sin padres, a la niña herida, al hombre sin trabajo…

¡Estado de calamidad en siete departamentos! San Marcos, Quetzaltenango, Sololá, Totonicapán, Suchitepéquez, Quiché y Huehuetenango. Así, más fácilmente se podrán repartir el botín. Digo, podrán adjudicar el dinero necesario a las personas idóneas para levantar ¿o levantarse? nuestra Guatemala después del terremoto en… San Marcos. En fin, algo habrá que hacer en los otros departamentos.

Total, saben que la mayoría de la obra pública construida por el Estado se cae con un soplo, ¡cómo no va a causar daños irreparables un seísmo como el del miércoles antepasado! Analizándolo desde este punto de vista, de una vez hubieran declarado el tal Estado en todo el país. Pienso que la mayoría coincidimos en que el Estado de Guatemala es una calamidad. ¡A gastar sin controles, sin límites, sin fiscalización! Lo justifica el estado actual de las cosas. Aunque ¿cambia en algo los procesos actuales? Es conocido por casi todos que es raro el funcionario de gobierno que cumpla con los procedimientos estipulados por la ley para gastar el dinero expoliado a los tributarios.

¡Cuántos habrán temblado de la emoción al enterarse de la destrucción que hubo en San Marcos el 7 de noviembre pasado! Temblores de una magnitud medible en millones de quetzales, con réplicas en dólares y en euros. Mil millones de quetzales solo para comenzar. ¡Cuántos habrán empezado a soñar con todo el dinero que les permitirá aumentar sensiblemente la intensidad de sus cuentas bancarias! ¿A quiénes se les cayó la baba de tanto que salivaron al imaginar su buena suerte? ¡Cuántos habrán corrido a ponerse a las órdenes del Presidente, Otto Pérez Molina, para que los tenga presentes a la hora del reparto de las obras de reconstrucción! Los más vivos habrán llorado a los muertos con Roxana Baldetti. ¿Quiénes serán los beneficiados gracias a los damnificados del terremoto en San Marcos? Cuántas preguntas que… ¿usted se anima a contestar?

¿A qué destina la mayoría de sus ingresos? ¿Quiénes son los principales beneficiarios de su trabajo? ¿Por qué son los principales beneficiarios de su trabajo? ¿Sabe a ciencia cierta cuánto paga en impuestos? ¿Por qué paga impuestos? ¿Para qué son utilizados sus impuestos? ¿Cómo sabe para qué son utilizados sus impuestos? Algunas de tantas preguntas que deberíamos hacernos seguido, para que el sistema deje de favorecer al estafador de turno en el ejercicio del poder.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de noviembre de 2012. La imagen la bajé de la Internet.

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11.12.2012

Leonel tembló




El miércoles apareció Leonel. Muerto. ¿Tembló cuando murió? Dejó su casa el sábado por la mañana. Fue a trabajar. Nunca regresó. Dicen que lo mataron por robarle la moto. No estoy segura de que así haya sido. Apareció en Mixco, lejos de su hogar. Veintidós años. Productivo. Era Leonel parte de una familia muy querida por mis padres. Otro asesinato cuyo responsable morirá algún día en el anonimato. Impune. Lo siento mucho por Evaristo y Laura. Siento no poder hacer más por ellos que lamentar su dolor y desear que con el tiempo encuentre paz su corazón.

Guatemala tembló. Cayó el peligroso San Marcos de adobe que sobrevivió al terremoto de 1976. Cayó sobre decenas de personas que dejaron de existir. Muchos creen que las mató el sismo.  ¿Será cierto? Conocemos el epicentro del fenómeno que ayer mostró la fragilidad en la que tantos viven. ¿Fue el sismo el que disparó contra las construcciones que cayeron encima de los que murieron? Sé que a Leonel lo mató quien jaló el gatillo del arma asesina.  ¿Quién es culpable de la muerte de cuatro niños en una casa decretada patrimonio histórico de la nación? Decisión que impidió que fuera destruida para levantar una nueva edificación. La legislación presente, como en el caso de Leonel, es la principal causa de la muerte.

Qué cierto es lo escrito por Francisco Pérez de Antón en “Callejón de Dolores”, su más reciente novela: “La ley se ha instituido para inhibir la acción de los indeseables, se dice, pero… no hay justicia que pueda devolverle la vida a las víctimas de los asesinos. Por acuerdo general dejamos aquella en manos de terceros, pero cuando los jueces por incompetencia, cobardía, corrupción u otras causas, no son capaces de hacerlas cumplir ¿Qué nos queda a los demás para alcanzarla? ¿Y qué satisfacción dar a los agraviados, a los inocentes y a los muertos?

Guatemala tembló. San Marcos lloró. Leonel murió. Y todo lo anterior son más pruebas que se suman a las tantas evidencias que ya hay de que el sistema colapsó: se cayó. ¿Cuándo lo vamos a levantar? ¿Cuándo lo vamos a cambiar? ¿Cuándo le vamos a dar un giro de 180 grados que nos permita alejarnos del intervencionismo actual que nos ahoga? ¿Cuándo vamos nosotros, los ciudadanos, a impulsar los cambios que nos permitan vivir dentro de una República Liberal? Y quiero resaltar que los cambios solo pueden venir de nosotros, los ciudadanos, porque a los políticos les conviene el caos, la miseria y la inseguridad creciente en la cual vivimos.

Evaristo y Laura, no puedo devolverles a Leonel vivo. No puedo detener el muro de adobe que se derrumbó sobre los niños que vivieron en la histórica casa, patrimonio ¿de nuestra cultura? ni puedo resucitar a todos aquellos que mueren porque nos han impuesto un sistema empobrecedor, ajeno a un verdadero Estado de Derecho. Pero sí puedo denunciarlo, sí puedo hacerlo público, sí puedo condenarlo. Sí puedo invitarlo a usted a que también lo haga. Puedo y lo hago.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de noviembre de 2012. La fotografía es de Edgar Domínguez de Prensa Libre.

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3.21.2011

La explosión del nipón


Explosión que espero solo se de en la forma que la voy a utilizar, como una metáfora de lo que podría pasar después del terremoto y el tsunami que este provocó en la isla del Japón. No me interesa mucho por hoy la “nación”, una sustancia segunda como la llamaría Aristóteles, cuya existencia es conceptual. Me voy a referir principalmente a las sustancias primeras, a los individuos que hacen de la nación una realidad. Y, por supuesto, al futuro de estos si logran superar los retos que la naturaleza y los errores de sus gobernantes les han hecho enfrentar, no solo este año, sino desde tiempo atrás.

Como bien lo escribe George Melloan, exsubdirector de las páginas editoriales del Wall Street Journal, en su columna del jueves 16 de marzo: “A Japón le sobran los problemas: una población envejecida, 20 años de lento crecimiento económico y un gobierno inestable debido a que los reaccionarios en el parlamento se resisten a significativas reformas de libre mercado. Ahora ha sido golpeada por la gran tragedia del terremoto y la crisis nuclear. Un importante peligro post-desastre es que las autoridades japonesas gestionen mal la recuperación, con desafortunadas consecuencias para la economía global”. Y más que para la economía global, será para la economía de los individuos concretos que intercambiamos y hacemos esa economía sobre la que viven cacareando los economistas y los burócratas estatales. En especial a la economía estancada de los nipones.

Melloan cita, acertadamente, a otro célebre periodista e intelectual francés del siglo diecinueve para cuestionar la intervención de los gobernantes nipones, en particular la de Presidente del Banco de Japón, Masaaki Shirakawa: “Como señaló… Frédéric Bastiat en ‘La falacia de la ventana rota’, el crecimiento del PIB que se produce por la reconstrucción no trae ninguna ganancia neta a la [suma de la] riqueza de [los miembros] de la sociedad. Simplemente sustituye, con el tiempo, lo que se perdió”. La destrucción, tal y como la define el DRAE, simplemente es “ruina, asolamiento, pérdida grande y casi irreparable”.

La única diferencia entre la recuperación y el abandono a la miseria y la desolación que provocan la destrucción nace del carácter de los individuos afectados. La mayoría de nipones son gente laboriosa, productiva y respetuosa de ciertas normas que incluyen el respeto a la propiedad de los otros. Hasta la fecha no se han visto, como suele pasar en Latinoamérica, a oportunistas saqueando comercios y casas. Los empleados de la central nuclear de Fukushima en lugar de huir han enfrentado valerosamente la tarea de evitar un desastre de dimensiones mundiales. Los sobrevivientes se encargan de sus vidas y ayudan a recuperar los cadáveres de las víctimas. Esa es la actitud responsable que hace la diferencia. En la irradiación de esa explosión nipona confío para que Japón muestre porque es el origen del sol.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de marzo de 2011. La imagen del cuadro “Nipón 1” del pintor español Alfonso Albacete la bajé de la Internet.

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3.10.2010

Que reste-t-il


¿Que reste-t-il de los terremotos en Chile y en Haití? Lecciones. Las diferencias abismales entre las dos tragedias. Alrededor de 500 fallecidos en Chile. Más de 300,000 muertos en Haití. Y eso a pesar de que el terremoto en Chile fue 500 veces más fuerte que el seísmo de Haití. Un lamentable ejemplo de que los sistemas de normas que imperan en una sociedad SÍ son importantes.

Desde principios de los años 80 del siglo pasado, durante la dictadura de Augusto Pinochet, el sistema de incentivos cambió en el mencionado país sudamericano. Los chilenos empezaron a alejarse del nefasto Estado Benefactor/Mercantilista de inspiración socialista, y comenzaron a acercarse al ideal de un Estado de Derecho liberal. La gran diferencia entre ambos es que el citado primero es un sistema de incentivos perversos y el segundo es un sistema de incentivos correctos. La mayoría de habitantes de Chile han aprendido que uno paga las consecuencias de sus acciones y que deben trabajar, arriesgar y producir para alcanzar sus metas. Ninguna Sandra Torres o un Álvaro Colom les van a poder regalar lo que le pertenece a otros. Lo que pertenece a los tributarios que no pagamos impuestos para que los politiqueros estén presumiendo con sombrero ajeno.

Sin duda, son mas responsables los chilenos que los haitianos, porque los primeros tienen tres décadas de vivir dentro de un sistema de normas que en general van de acuerdo con la naturaleza de la acción humana, y los presidentes socialistas que gobernaron su nación fueron lo suficientemente inteligentes para respetar las reglas que heredaron del gobierno de Pinochet. Les guste o no a algunos. O tal vez los mandatarios mencionados no tuvieron la posibilidad de modificar la esencia de las normas, ya que el principal secreto del Estado de Derecho es que limita el ejercicio discrecional del poder.

Hoy todavía no podemos controlar un fenómeno propio de la naturaleza de la Tierra. No sé si dentro de 100, 200, 1000 años… los hombres de ese tiempo van a tener la capacidad, el conocimiento y la tecnología para evitar eventos como un sismo o un tsunami. Pero, más allá de lo angustiante que puede ser sufrir un terremoto u otra clara muestra de que el Planeta sigue vivito y coleando, recordemos que la verdadera tragedia es la muerte de un ser humano. Imaginen la magnitud trágica de la muerte de 100 personas. O de 100,000 o más individuos. Si un barco está estacionado en el centro de la ciudad, si se abrió una gran grieta en una carretera, si 3 edificios se partieron en dos… todo eso se puede reconstruir. Pero una vida perdida nunca.

Si en Haití existiera un sistema de incentivos correctos las construcciones hubieran estado adaptadas a las condiciones propias de este país. Lo que les permitió a los chilenos superar con mucho menos muertes, y no se diga mucho menos destrucción, un fenómeno natural de una mayor dimensión que el de Haití, es toda esa enorme creación de riqueza que les ha permitido, entre otras cosas, construir refugios más adecuados para el ser humano. Construcciones que obviamente no había en Haití. Y toda esa riqueza, toda esa infraestructura, todo ese capital invertido, repito, es producto de un sistema de incentivos correctos. Como el que propone ProReforma para Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de marzo de 2010. Las fotografías las bajé de la Internet. El collage es obra mía.

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3.01.2010

Falla


Según el Director del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), Eddy Sánchez, de las siete fallas que atraviesan nuestro país la llamada Chixoy-Polochic fue la que ocasionó los fuertes temblores que conmocionaron a muchos el pasado martes 23 de febrero de 2010. Sin duda los hizo recordar el reciente terremoto de Haití en el cual, según su Presidente René Préval, murieron alrededor de 300 mil personas. Y a más de uno lo remontó al 4 de febrero de 1976, fecha en la que vivimos el último terremoto del siglo veinte.

Sin embargo, considero que los expertos mencionados, y tantos más, no han tomado en cuenta una falla, la más lamentable y dañina de todas: la falla que es responsable de las vidas miserables y mediocres de millones de personas que han habitado Guatemala. Me refiero a la falla del Estado Benefactor/Mercantilista. Lo cruel del asunto es que esta falla SÍ la podemos corregir. A diferencia de las otras mencionadas que no dependen del hombre.

Falla el Estado Benefactor/Mercantilista por ignorar que la naturaleza del ser humano es teleológica, lo que significa que actúa a partir de fines propios y elige los medios que considera le permiten alcanzar sus objetivos. Fracasa, al igual que cualquier tipo de socialismo porque en lugar de basarse en cómo somos, pretenden sus ponentes de forma arrogante, haciéndose pasar por humildes, cambiar nuestra naturaleza que los incluye a ellos mismos. Se erigen en dioses creadores o en correctores de lo que alguien más pudo haber hecho. Que, por lo visto, no fue hecho a su antojo.

Por cierto, el Estado Benefactor/Mercantilista es de inspiración socialista. Es el resultado de las ideas de Eduard Berstein, los miembros de la sociedad fabiana y otros intelectuales que intentaron explicar el fracaso de Karl Marx, Friedrich Engels y los teóricos socialistas del siglo diecinueve. Fracaso que ignoró Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin. Es una ironía que parte de los antecedentes decimonónicos de la socialdemocracia de Berstein los encontremos en las reformas impulsadas por quien fuera su enemigo político y tocayo, el canciller alemán Otto (Eduard) von Bismark.

Total, descontando a los ingenuos que olvidan el aforismo que nos advierte que “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”, la mayoría de los entusiastas promotores de estas ideas falsas son una partida de oportunistas cuyo objetivo es llegar al ejercicio del poder. Y la manera más fácil de lograrlo es aprovechándose de la pobreza de la mayoría, el resentimiento de algunos y la ignorancia y pereza de otros, ofreciéndoles lo que nunca van a cumplir: sacarlos de la miseria. Al final, los únicos que se enriquecen son ellos y su círculo cercano. Al resto de individuos los empobrecen y convierten en mendigos.

Hoy tenemos la posibilidad de corregir la falla del Estado Benefactor/Mercantilista, la falla más dañina de todas. Esa posibilidad es ProReforma.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de marzo de 2010. La fotografía la bajé de la Internet. No encontré el nombre del autor.

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