Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.10.2010

Que reste-t-il


¿Que reste-t-il de los terremotos en Chile y en Haití? Lecciones. Las diferencias abismales entre las dos tragedias. Alrededor de 500 fallecidos en Chile. Más de 300,000 muertos en Haití. Y eso a pesar de que el terremoto en Chile fue 500 veces más fuerte que el seísmo de Haití. Un lamentable ejemplo de que los sistemas de normas que imperan en una sociedad SÍ son importantes.

Desde principios de los años 80 del siglo pasado, durante la dictadura de Augusto Pinochet, el sistema de incentivos cambió en el mencionado país sudamericano. Los chilenos empezaron a alejarse del nefasto Estado Benefactor/Mercantilista de inspiración socialista, y comenzaron a acercarse al ideal de un Estado de Derecho liberal. La gran diferencia entre ambos es que el citado primero es un sistema de incentivos perversos y el segundo es un sistema de incentivos correctos. La mayoría de habitantes de Chile han aprendido que uno paga las consecuencias de sus acciones y que deben trabajar, arriesgar y producir para alcanzar sus metas. Ninguna Sandra Torres o un Álvaro Colom les van a poder regalar lo que le pertenece a otros. Lo que pertenece a los tributarios que no pagamos impuestos para que los politiqueros estén presumiendo con sombrero ajeno.

Sin duda, son mas responsables los chilenos que los haitianos, porque los primeros tienen tres décadas de vivir dentro de un sistema de normas que en general van de acuerdo con la naturaleza de la acción humana, y los presidentes socialistas que gobernaron su nación fueron lo suficientemente inteligentes para respetar las reglas que heredaron del gobierno de Pinochet. Les guste o no a algunos. O tal vez los mandatarios mencionados no tuvieron la posibilidad de modificar la esencia de las normas, ya que el principal secreto del Estado de Derecho es que limita el ejercicio discrecional del poder.

Hoy todavía no podemos controlar un fenómeno propio de la naturaleza de la Tierra. No sé si dentro de 100, 200, 1000 años… los hombres de ese tiempo van a tener la capacidad, el conocimiento y la tecnología para evitar eventos como un sismo o un tsunami. Pero, más allá de lo angustiante que puede ser sufrir un terremoto u otra clara muestra de que el Planeta sigue vivito y coleando, recordemos que la verdadera tragedia es la muerte de un ser humano. Imaginen la magnitud trágica de la muerte de 100 personas. O de 100,000 o más individuos. Si un barco está estacionado en el centro de la ciudad, si se abrió una gran grieta en una carretera, si 3 edificios se partieron en dos… todo eso se puede reconstruir. Pero una vida perdida nunca.

Si en Haití existiera un sistema de incentivos correctos las construcciones hubieran estado adaptadas a las condiciones propias de este país. Lo que les permitió a los chilenos superar con mucho menos muertes, y no se diga mucho menos destrucción, un fenómeno natural de una mayor dimensión que el de Haití, es toda esa enorme creación de riqueza que les ha permitido, entre otras cosas, construir refugios más adecuados para el ser humano. Construcciones que obviamente no había en Haití. Y toda esa riqueza, toda esa infraestructura, todo ese capital invertido, repito, es producto de un sistema de incentivos correctos. Como el que propone ProReforma para Guatemala.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de marzo de 2010. Las fotografías las bajé de la Internet. El collage es obra mía.

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3.01.2010

Falla


Según el Director del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), Eddy Sánchez, de las siete fallas que atraviesan nuestro país la llamada Chixoy-Polochic fue la que ocasionó los fuertes temblores que conmocionaron a muchos el pasado martes 23 de febrero de 2010. Sin duda los hizo recordar el reciente terremoto de Haití en el cual, según su Presidente René Préval, murieron alrededor de 300 mil personas. Y a más de uno lo remontó al 4 de febrero de 1976, fecha en la que vivimos el último terremoto del siglo veinte.

Sin embargo, considero que los expertos mencionados, y tantos más, no han tomado en cuenta una falla, la más lamentable y dañina de todas: la falla que es responsable de las vidas miserables y mediocres de millones de personas que han habitado Guatemala. Me refiero a la falla del Estado Benefactor/Mercantilista. Lo cruel del asunto es que esta falla SÍ la podemos corregir. A diferencia de las otras mencionadas que no dependen del hombre.

Falla el Estado Benefactor/Mercantilista por ignorar que la naturaleza del ser humano es teleológica, lo que significa que actúa a partir de fines propios y elige los medios que considera le permiten alcanzar sus objetivos. Fracasa, al igual que cualquier tipo de socialismo porque en lugar de basarse en cómo somos, pretenden sus ponentes de forma arrogante, haciéndose pasar por humildes, cambiar nuestra naturaleza que los incluye a ellos mismos. Se erigen en dioses creadores o en correctores de lo que alguien más pudo haber hecho. Que, por lo visto, no fue hecho a su antojo.

Por cierto, el Estado Benefactor/Mercantilista es de inspiración socialista. Es el resultado de las ideas de Eduard Berstein, los miembros de la sociedad fabiana y otros intelectuales que intentaron explicar el fracaso de Karl Marx, Friedrich Engels y los teóricos socialistas del siglo diecinueve. Fracaso que ignoró Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin. Es una ironía que parte de los antecedentes decimonónicos de la socialdemocracia de Berstein los encontremos en las reformas impulsadas por quien fuera su enemigo político y tocayo, el canciller alemán Otto (Eduard) von Bismark.

Total, descontando a los ingenuos que olvidan el aforismo que nos advierte que “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”, la mayoría de los entusiastas promotores de estas ideas falsas son una partida de oportunistas cuyo objetivo es llegar al ejercicio del poder. Y la manera más fácil de lograrlo es aprovechándose de la pobreza de la mayoría, el resentimiento de algunos y la ignorancia y pereza de otros, ofreciéndoles lo que nunca van a cumplir: sacarlos de la miseria. Al final, los únicos que se enriquecen son ellos y su círculo cercano. Al resto de individuos los empobrecen y convierten en mendigos.

Hoy tenemos la posibilidad de corregir la falla del Estado Benefactor/Mercantilista, la falla más dañina de todas. Esa posibilidad es ProReforma.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de marzo de 2010. La fotografía la bajé de la Internet. No encontré el nombre del autor.

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