Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.06.2017

Facebook, un negocio más




Y, como cualquier otra empresa exitosa, es producto del ingenio de un creador que hizo el esfuerzo mental y físico por alcanzar sus objetivos. Un empresario que se arriesgó y triunfó. Un genio que innovó radicalmente la manera de comunicarnos y de relacionarnos en el siglo veintiuno. Un hombre cuyo nombre es mundialmente conocido: Mark Zuckerberg.

Facebook es un servicio como cualquier otro, y sus creadores y propietarios tienen el mismo derecho que tenemos todos de obtener ganancias de nuestros negocios. En el caso de Facebook su sobrevivencia y éxito dependen de sus anunciantes, como también es el caso en la mayoría de los medios de comunicación, tanto tradicionales como virtuales. Pero, como sucede a menudo, hay gente que cree que otros deben trabajar para ellos y sus fines sin cobrarles: pretenden que los bienes y/o servicios que provean no tengan ningún costo para ellos.

Estos oportunistas, que suelen en muchas ocasiones vivir muy bien a costa de alguien más, desprecian los principios básicos de convivencia pacífica, en especial el respeto a la propiedad privada de los medios de producción, ya sea intelectual o material. Consideran que el justo intercambio voluntario entre dos o más personas debe ser regulado. En otras palabras, que los gobernantes, en nombre del Estado, controlen el mercado: que regulen la competencia (de ideas y de bienes), que ordenen a los empresarios qué producir y a los consumidores qué consumir. No les conviene reconocer que cuando la cooperación es una realidad, o sea que es libre, todos los participantes en el proceso ganan.

En el caso específico de la batalla de las ideas, que incluye la lucha contra la corrupción, algunos consideran que unos tienen la obligación de apoyar a otros a difundir sus opiniones. Los más descarados llegan a promover legislación que obligue a los propietarios de los medios a financiarlos, aun cuando las ideas que éstos sostienen no sean compartidas por quienes serían obligados a difundirlas.

La batalla de las ideas debe ser pacífica: por medio de la persuasión. Ojalá ganara quien prueba la veracidad de sus juicios y no aquel que es más eficiente para manipular emotivamente a los demás. Pero, al final, son las personas interesadas en progresar y ser felices quienes tienen la última palabra. Todos somos libres de expresarnos, pero nadie tiene la obligación de financiarnos. Hoy, precisamente gracias a creadores como Zuckerberg, todo individuo que quiera compartir con otros sus pensamientos, creencias, emociones, elecciones… lo puede hacer sin mayor costo, más que su tiempo.

Como usuaria de Facebook, la creación de la sección para explorar en la cual ahora encuentro las páginas que sigo, me parece fabulosa: me facilita enfocarme en la búsqueda de conocimiento. Como usuaria de una página pública significa que, si quiero que aquellos que no consultan la sección de explorar lean mis artículos, tendré que pagar una mínima cuota para que lo hagan. Por años tuvimos sin costo este servicio. Y justo es que, quien quiere celeste, que le cueste.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de noviembre de 2017.

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5.29.2017

El poder de las ideas



Es el mayor de los poderes. Es un poder propio de la naturaleza del ser humano. Puede utilizarse para el bien o para el mal. Lamentablemente, sólo una minoría es consciente del poder de las ideas. Dentro de esa minoría, hay quienes deseamos fervientemente que la mayoría se dé cuenta del significado trascendental que tienen en sus vidas las ideas. Sin embargo, hay otros que prefieren que esa mayoría permanezca ajena a la importancia de éstas. Ignorancia que les facilita manipular a quienes renuncian a pensar por sí mismos.

Somos la única especie capaz de abstraer, de integrar a nuestro conocimiento conceptos de índole superior que nos han permitido crear bienes y servicios que, en particular en los últimos doscientos años, han mejorado exponencialmente nuestra calidad de vida, además de permitir nuestra reproducción por miles de millones, sin agotar los recursos con los que se cuentan. Más aún, contrario a la falsa creencia popular de que estamos acabando con éstos, el esfuerzo mental y físico de muchos nos ha permitido multiplicarlos.

Para poder progresar y vivir la mejor vida posible, las ideas a partir de las cuales vamos a actuar deben estar basadas en juicios verdaderos: juicios basados en hechos de la realidad, y no en opiniones, creencias o deseos sin evidencia que pruebe su veracidad.

Dentro del sistema de normas prevaleciente, hay quienes consideran que es peligroso buscar la verdad, ya que ésta no es conveniente para quienes ejercen el poder político y los grupos de presión privilegiados, ya que mantienen ese poder y sus prebendas gracias al apoyo de la mayoría confundida. Pero, aún peor que el peligro que implica buscar y decir la verdad, son las consecuencias de ignorar o falsear la realidad: esto equivale a un suicidio lento, doloroso y sostenido en el tiempo. Recuerde: el ser humano puede falsear la realidad, pero no puede evitar las consecuencias de falsearla.

Parte del proceso implica identificar a aquellos que lo engañan y cómo logran su objetivo. Aprenda a identificar las falacias, lo que no es complicado de hacer una vez se conocen las más comunes: la falacia ad hominem, la falacia de la generalización apresurada y la falacia del hombre de paja. Es todavía más fácil de identificar a quiénes mienten descaradamente y ponen en boca de otros cosas que nunca han dicho: sólo pídales la evidencia de lo que sostienen, y su mentira caerá casi inmediatamente.

¿Qué implica el proceso de aclararnos las ideas y por qué es vital para todo ser humano cuyo propósito moral más alto es ser feliz? ¿Por qué es importante vencer nuestros miedos, independientemente de cuáles estos sean, y dar la cara y el nombre en la batalla de las ideas? ¿Por qué es importante superar el resentimiento, la frustración o la envidia que lo puedan invadir? La respuesta a estas preguntas, y a muchas más, es la misma: por su bien y el bien de sus seres queridos.

Las ideas no mueren. Las ideas tienen consecuencias. Las ideas son poderosas. Use correctamente su mente. Razone. Elija ser un #LiberHéroe.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de mayo de 2017.

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2.15.2016

Carta al mandante



Hoy te escribo a ti. Sí, a ti que estas harto de la situación en la cual vives. Que estás cansado de levantarte antes de que salga el sol y llegar a tu casa horas después de que este se ocultó. Tú, ciudadano que empiezas a aceptar, aunque sea a regañadientes, que esa situación no va a cambiar a menos que TÚ decidas intervenir. Que TÚ decidas ejercer como mandante. Que TÚ decidas aclararte las ideas. Que TÚ asumas tus responsabilidades contigo mismo y con aquellos seres queridos a quienes libremente has decidido apoyar. Que te des cuenta que la raíz del problema se encuentra en ti mismo y la actitud que has tomado frente a los retos propios de tu decisión de vivir en sociedad con otros.

Hoy que dedico a ti mi artículo, ya sabes que, de nuevo, te mintieron aquellos que te prometieron hacer las cosas diferentes al resto. Ese cambio significativo que esperabas para ti y tus seres queridos se esfuma conforme avanzan los días. ¿Cómo iban a ser diferentes si llegaron al poder con un discurso similar al de sus antecesores? Sí, analiza bien lo que te ofrecieron en las elecciones pasadas y compáralo con lo que ofrecieron la mayoría de quienes traicionaron tu confianza en administraciones pasadas. Cuando están en campaña, todos están en contra de la corrupción, todos se venden como diferentes a los demás, todos juran y perjuran que como ellos no hay ningún otro.

Pero al final, resulta que no es verdad. Sin duda te preguntas, ¿por qué? Lo primero que debes hacer para responder esta pregunta es cuestionarte a ti mismo. ¿Alguna vez, honestamente, creíste que iban a cumplir lo que creías que te ofrecían cuando te enamoraban para que les dieras tu voto? ¿Qué creías que te iban a dar? ¿Te mintieron sabiendo tú, aunque no lo quisieras reconocer, que te mentían? ¿Fuiste cómplice del engaño? ¿Por qué?

Sufres en carne propia los horrores del sistema inmoral que priva en nuestra sociedad. Un sistema que es el producto de las ideas erradas de nuestros antepasados, pero que si continúa vigente es con tu venia, con tu aprobación. Cada vez que aceptas que aquellos que elegiste como mandatarios violenten los derechos de unos para satisfacer las demandas de otros, estás siendo partícipe de una injusticia que tarde o temprano te va a golpear en la cara. Sí, mañana la injusticia la cometerán contigo.

¿Eres de los que creen que es trabajo de otros el dar la batalla por el bienestar de todos? ¿Crees que hay quienes tienen la obligación de sacrificarse por el resto, entre ese resto tú? Si es así, estás equivocado. La tarea es de todos los que queremos seguir viviendo en Guatemala, pero en condiciones diferentes. Si eres, como lo soy yo, parte del grupo que desea vivir en una sociedad en paz, donde todos seamos libres de buscar nuestra prosperidad a partir del esfuerzo que estemos dispuestos a dar, donde la probabilidad de que atenten contra tu vida, la vida de aquellos a quienes amas y contra tus bienes sea la mínima posible, debes pelear por ese objetivo. Sólo así lo vamos a alcanzar.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de febrero de 2016.

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1.04.2016

2016



Imaginemos cómo va a ser este año que recién comenzó hace unos días. Va a ser un período más complicado que el pasado 2015. Si esas complicaciones nos van a beneficiar o no en el largo plazo dependerá de nosotros. Las decisiones que tomemos van a influir más que en otras ocasiones en nuestro futuro, si es que decidimos seguir viviendo en Guatemala. Es vital que nos imaginemos a nosotros, a los ciudadanos que decidimos ejercer como mandantes, como los protagonistas de la historia que vamos a escribir en conjunto. De lo contrario, digamos adiós a la posibilidad de progresar, la cual depende de cambiar lo que hay que cambiar urgentemente: el sistema político actual del Estado Benefactor/Mercantilista.

Espero que la incertidumbre que priva en lo que respecta a cómo va a ser el gobierno de Jimmy Morales y quiénes lo van a acompañar en el Ejecutivo, haga a la mayoría voltear la cabeza al que debe ser el poder del Estado más importante en el próximo período: el legislativo. Como ya lo hemos repetido varios hasta el cansancio, el deseo de muchos de vivir en una sociedad justa, donde todos seamos iguales ante la ley, pasa por un cambio radical de las normas que rigen nuestra convivencia. Y este hecho sólo se puede dar desde el Congreso. Por supuesto, será un reto titánico el que vamos a enfrentar, considerando que son pocos los diputados que podemos calificar como honestos, íntegros y con las ideas claras. Sin embargo, con el apoyo nuestro, esos pocos pueden hacer mucho por todos.

Debemos tomar en cuenta que la lucha contra la corrupción apenas empezó. Que la misma corrupción que corroe el sistema de justicia (como a todo el resto de la burocracia estatal) reclama de nosotros una presencia continua en los medios pacíficos con los cuales contamos, para presionar a los jueces, a los fiscales y a todos aquellos a cargo de presentar la evidencia necesaria que permita condenar a los que nos han robado por años sin violentar el derecho al debido proceso. El robo salta a la vista: solo falta que los responsables puedan armar correctamente los casos en contra de los acusados.

Contamos con las redes sociales y los avances continuos en los medios por los cuales podemos expresarnos y comunicarnos. La tecnología ha permitido que los ciudadanos estén mejor informados sobre lo que hacen sus mandatarios, lo que nos facilita ejercer como mandantes y nos permite convertirnos en actores en los asuntos políticos que nos conciernen, tanto a nivel local como global. Usemos los medios con los que hoy contamos para dar la batalla de las ideas, de la cual dependen nuestras condiciones de vida y las de nuestros seres queridos. Quisiera poder predecir el mañana, pero sé que eso es imposible: ni yo, ni nadie, cuenta con una bola de cristal para hacerlo. Lo que sí sé a ciencia cierta, es que ese mañana, hoy incierto, será el resultado de nuestras acciones presentes. Somos los amos de nuestro destino. Decidamos que éste sea productivo, memorable y feliz.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de enero de 2016.

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