Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

5.28.2018

¿Por qué murió Claudia Patricia?




¿Murió Claudia Patricia Gómez González porque en Guatemala no podía vivir como ella quería vivir? ¿Murió Claudia Patricia porque en Guatemala, a pesar de haberse graduado de perito contador, no podía encontrar un trabajo que le permitiera mejorar su calidad de vida? ¿Murió Claudia Patricia porque en Guatemala no encontró la posibilidad de progresar? ¿Por qué Claudia Patricia y millones de personas más, no pueden hacer realidad sus sueños en Guatemala?
                             
¿Por qué Claudia Patricia decidió emigrar a EE.UU. a pesar de los peligros que sabía que iba a encontrar en el camino? ¿Por qué decidió irse de Guatemala sabiendo que podía morir, como muchos otros murieron antes que ella intentando llegar a EE.UU.? ¿Por qué eligió irse a EE.UU. y no a Venezuela, Cuba o Nicaragua, por ejemplo? ¿Qué hace la diferencia, entre estos países, en la calidad de vida de la gente? ¿A cuál de estos países se asemeja Guatemala y por qué?

Después de conocer la historia de Claudia Patricia Gómez González, similar a la de tantos que han tomado la misma decisión que ella tomó de abandonar nuestro país, repito con más vehemencia, si acaso se puede, la pregunta que nos dejó Matt Ridley a los guatemaltecos cuando visitó nuestro país: “¿Qué tema puede ser más importante que el origen de la prosperidad?”

¡Cuántas historias de éxito habrá escuchado Claudia Patricia antes de tomar la decisión de emigrar! Historias de compatriotas nuestros que llegaron a EE.UU. y acrecentaron sus ingresos. Por eso, tantos como ella optan por hacer la maleta e irse a vivir al otro lado de la frontera, con la certeza de que van a encontrar trabajo productivo, condición sine qua non para la supervivencia de todo ser humano, ya que si quiero incrementar mis ingresos reales, debo aumentar mi productividad. Y, ¿quién no va a querer contratar a aquel que sabe que su mejora de vida depende de su productividad?  .

El hambre que sufren incontables compatriotas nuestros, el cual a duras penas logran saciar precariamente, no es consecuencia del cambio climático, ni de los avorazados empresarios, ni de la falta de programas sociales estatales: es producto de todos los obstáculos que hay para crear riqueza. Y la peor de las ironías es que la mayoría de esos obstáculos son puestos con la excusa de ayudar al desarrollo. ¿El desarrollo de quién? Una tragedia promovida por aquellos que creen que apoyan, y que lo único que logran en el largo plazo es más miseria para los más pobres. ¡Ah! Y facilitar la corrupción para aquellos que llegan al ejercicio del poder.

Para que no decidan más claudiapatricias emigrar, tienen que confiar de que en Guatemala pueden prosperar. Para poder prosperar necesitan contar con un trabajo productivo. Para que haya trabajo, necesitamos inversión. Para que haya inversión por lo menos debe haber certeza jurídica, respeto a la propiedad privada y un sistema impositivo bajo y competitivo. Bien lo dijo Dwight E. Lee: “Las decisiones políticas equivocadas, que ignoran lo que hemos aprendido de la economía REAL, afectan a los más pobres”. ¿Cuántos más morirán antes de que la mayoría reconozca la realidad?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 28 de mayo de 2018.

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2.29.2016

Sin duda razonable, pena de muerte



No tengo duda: la pena de muerte se debe aplicar en aquellos casos que el crimen cometido la justifique y en las acusaciones que han sido plenamente probadas y no existe ninguna duda razonable acerca de la culpabilidad del acusado. Es lo moralmente correcto. La aplicación de la pena de muerte es un asunto que corresponde al ámbito de la moral: es un error abordarlo de una manera pragmática y utilitarista.

Se equivocan en su análisis quienes pretenden justificar su oposición a que se aplique la pena de muerte en que no hay evidencias de que sea un disuasivo para aquellos que están dispuestos a asesinar a alguien: caen en la falacia de la generalización apresurada. Hay todo tipo de estudios y estadísticas que muestran que sí es un disuasivo, así como hay otros que pretenden probar la hipótesis contraria. Al final, todo depende de las variables y el contexto dentro del cual se recaban las muestras y las examinan. Yo considero que sí es un disuasivo.  Sin embargo, recalco que apoyo la aplicación de la pena de muerte cuando es lo justo.

Quienes opinan sobre la pena de muerte fuera del contexto moral, terminan siendo cómplices de quienes la aplican en el sector informal de la justicia: sin un juicio previo, sin el debido proceso. O sea, en los linchamientos que proliferan en nuestro país. Olvidan que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Dicen que les preocupa que se pueda condenar a morir a un inocente, y prefieren que terroristas, asesinos en serie, sicarios… vivan el resto de su vida a expensas del tributario. Confunden la aplicación de la pena de muerte a quién la merece (hecho que debe ser probado, respetando el debido proceso) con el reto que significa mejorar nuestro sistema de justicia.

Pero aún, con todo y las dificultades que este último enfrenta, hay casos en los cuales no hay duda de que el acusado es responsable del crimen del cual se le acusa. Por ejemplo, hay confesiones de sicarios que, sin ninguna pena, reconocen que se dedican a asesinar gente por encargo. ¿Consideran que a estas personas se les debe condenar a vivir el resto de sus vidas a expensas de los tributarios? ¿Qué no corren el riesgo muchos inocentes que, si estos criminales logran escapar, serían sus próximas víctimas?

Todos merecemos que se respeten nuestros derechos, comenzando por el derecho a la vida, una vez nosotros cumplamos con nuestra parte del trato: respetar los derechos de los otros y no iniciar el uso de la fuerza en contra de nadie. Trato que sólo es posible entre seres racionales. Aquellos que desprecian la vida humana, como  es el caso de los asesinos en serie o los terroristas, e inician el uso de la fuerza contra otros con la intención de causarles la muerte, deben estar dispuestos a pagar un castigo proporcional al crimen que pretenden cometer. Es lo justo. Y, lamentablemente en muchos aspectos, hasta la misma muerte del criminal puede ser un costo demasiado pequeño para compensar el daño que les hizo a otros seres humanos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de febrero de 2016.

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12.02.2013

La salud estatal mata



En mi artículo anterior escribí: “Todas las demás tareas que asigna el Estado Benefactor/Mercantilista a los gobernantes son solo una fuente de corrupción, y sobra la evidencia en el pasado y en el presente que confirma esta aseveración… en casi todos los casos, la educación en manos de los gobernantes termina siendo pura programación de los niños y jóvenes de hoy en futuros siervos no deliberantes… en lugar de ciudadanos pensantes. La salud a cargo del abstracto Estado no es más que un ruin y falso consuelo para los pobres y, en muchas ocasiones, más que sanar al enfermo acelera su muerte”. Lo anterior motivó un emotivo correo que me envió un lector que se identifica como un médico que trabaja en el sector estatal de salud.

Omito de su comentario los ataques ad hóminem y demás falacias, solo transcribo lo que considero el origen de su equivocación, y la de muchos, debido a un análisis ceteris paribus y fuera de contexto del porqué de la situación que describe: “Existe gente (por si no lo sabía) en nuestro país que sobrevive con menos de Q1.500 mensuales de ingreso FAMILIAR. Desde esa perspectiva,  dígame usted cómo podría esta familia suplir sus gastos de Salud y Educación con tan magro ingreso???... En fin, personas ‘acomodadas’ como usted y yo, posiblemente podríamos hacerle frente a esos rubros con nuestros propios ingresos, pero no el 80% de la población” (sic).

Para cualquiera que entiende mis escritos o escucha mis programas es obvio que conozco la miseria en la cual viven muchos. Sin embargo, mi principal preocupación (más que tratar de ayudarlos a sobrevivir con sus ingresos actuales) es promover medidas que permitan que sus ingresos y su poder adquisitivo, y los de todos, aumenten. El problema no es cuánto ganan hoy, sino por qué no ganan lo suficiente para que ellos mismos puedan elegir el tipo de educación, salud, vivienda… que deseen y no la que les imponen los gobernantes apoyados por personas compasivas, pero emocionalmente manipuladas.

Todo aquello que ofrecen los políticos con el objetivo de adquirir poder más allá del necesario para cumplir con sus funciones propias (seguridad y justicia) son una especie de placebo para aliviar momentáneamente el falso sentimiento de culpa de algunos que se consideran privilegiados (aunque no lo sean) o acomodados, como dice mi lector. Son solo promesas incumplibles para conseguir el voto de quienes desean satisfacer sus necesidades con el mínimo esfuerzo o quisieran que otros los mantuvieran. Lo triste de esta historia real es que al final los únicos que se benefician del oportunismo de unos y la ingenuidad de otros, son los gobernantes, sus familiares y sus asociados en los negocios del Estado.

Lo que necesitamos para prosperar todos, además de aclararnos las ideas, es que se retiren del camino los obstáculos que impiden producir y crear riqueza, la única forma de acabar con la pobreza. De lo contrario, los bienintencionados seguirán pavimentado el camino al infierno de los más necesitados.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de diciembre de 2013.

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10.08.2012

Amenazan a George




El viernes pasado, mi amigo y hermano por elección, Jorge Jacobs, conocido periodista que ha incursionado en todos los medios,  tradicionales y virtuales, fue amenazado de muerte. No es la primera vez que esto sucede. Tampoco creo que sea la última. Es el riesgo que se corre al ejercer correctamente el periodismo. Pero sí puede ser diferente a otras ocasiones en las cuales ha recibido llamadas, cartas y correos, con mensajes similares y vocabulario propio de un patán cualquiera, lo que nos muestra el tipo de individuo detrás de este intento de intimidación. Un pato tirándole a una escopeta.

En fin, en este caso, y con toda razón, Jorge decidió darle más importancia que de costumbre al vulgar ultimátum que recibió, debido a los intereses multimillonarios que podrían estar detrás. El motivo de la amenaza, según el pusilánime que lo llamó, es el artículo que publicó el jueves 4 de octubre de 2012 en el diario “Prensa Libre”, titulado “¿Pepsi bye?”. Quiero aclarar que yo en lo particular no creo que la amenaza venga de alguien relacionado con la empresa mencionada, ya que la mala prensa que este hecho acarrea es lo último que podrían desear. Además, tampoco los creo capaces de semejante bajeza.

Ahora que escribo este artículo, apenas han comenzado las investigaciones para averiguar quiénes están detrás de esta vil acción, así que fuera de mis propias conjeturas, no puedo compartir más información. Sin embargo, me atrevo a decir que es probable que quien lo haya hecho sea algún sujeto que quiere dañar a los propietarios de la compañía a la cual alude Jacobs en su columna.

Cuatro amenazas recibió Jorge. Primero lo llamaron a las 6:57 de la mañana del número 54972784. En esa ocasión respondió el teléfono, como lo hace normalmente. El tipo que le habló, le advirtió de una manera soez que tenía veinticuatro horas para dejar el país, o de lo contrario peligraba su vida y la de su familia; de la cual aseguró tener los datos de dónde trabajan, dónde estudian, dónde viven. Luego, a las 7:09 a.m., llegó a su teléfono el siguiente mensaje de texto: “moriras h p”. En minúsculas y sin tilde. Unos segundos después entró a su celular otra llamada del número citado. Llamada que inteligentemente no tomó.

La cuarta amenaza llegó a las 9:58 a.m. del correo electrónico luisalbertotorin@yahoo.com: “me parece que la columna fue tu testamento funerario hijo de puta sali del pais en 24 horas o tu familia llorrara destruistes empleos cabcorp nunca se venderá saludame atus hijos... que prensa libre mantenga tu familia”. Sin comentarios.

Los que se refugian detrás del ataque anónimo son unos cobardes. George, como cariñosamente le decimos quienes lo valoramos, es un hombre valiente que ha demostrado su valía en cualquier cantidad de ocasiones. Un hombre honesto y un amigo leal como pocos. Me solidarizo con él y su querida familia, a quienes considero parte de las personas entrañables en mi vida. Cuentan incondicionalmente conmigo.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de octubre de 2012. La imagen la bajé de un blog en la Internet “libre de derechos”.

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