En mi artículo anterior escribí: “Todas las demás tareas que
asigna el Estado Benefactor/Mercantilista a los gobernantes son solo una fuente
de corrupción, y sobra la evidencia en el pasado y en el presente que confirma
esta aseveración… en casi todos los casos, la educación en manos de los gobernantes termina siendo pura programación de los niños y jóvenes de
hoy en futuros siervos no deliberantes… en lugar de ciudadanos pensantes. La salud a cargo del abstracto Estado no es
más que un ruin y falso consuelo para los pobres y, en muchas ocasiones, más
que sanar al enfermo acelera su muerte”. Lo anterior motivó un emotivo correo
que me envió un lector que se identifica como un médico que trabaja en el sector estatal de salud.
Omito de su comentario los ataques ad hóminem y demás
falacias, solo transcribo lo que considero el origen de su equivocación, y la
de muchos, debido a un análisis ceteris
paribus y fuera de contexto del
porqué de la situación que describe: “Existe gente (por si no lo sabía) en
nuestro país que sobrevive con menos de Q1.500 mensuales de ingreso FAMILIAR.
Desde esa perspectiva, dígame usted cómo podría esta familia suplir sus
gastos de Salud y Educación con tan magro ingreso???... En fin, personas
‘acomodadas’ como usted y yo, posiblemente podríamos hacerle frente a esos
rubros con nuestros propios ingresos, pero no el 80% de la población” (sic).
Para cualquiera que entiende mis escritos o escucha mis
programas es obvio que conozco la miseria en la cual viven muchos. Sin embargo,
mi principal preocupación (más que tratar de ayudarlos a sobrevivir con sus
ingresos actuales) es promover medidas que permitan que sus ingresos y su poder
adquisitivo, y los de todos, aumenten. El problema no es cuánto ganan hoy, sino
por qué no ganan lo suficiente para que ellos mismos puedan elegir el tipo de
educación, salud, vivienda… que deseen y no la que les imponen los gobernantes
apoyados por personas compasivas,
pero emocionalmente manipuladas.
Todo aquello que ofrecen los políticos con el objetivo de
adquirir poder más allá del necesario para cumplir con sus funciones propias
(seguridad y justicia) son una especie de placebo para aliviar momentáneamente
el falso sentimiento de culpa de
algunos que se consideran privilegiados
(aunque no lo sean) o acomodados,
como dice mi lector. Son solo promesas incumplibles para conseguir el voto de
quienes desean satisfacer sus necesidades con el mínimo esfuerzo o quisieran
que otros los mantuvieran. Lo triste de esta historia real es que al final los
únicos que se benefician del oportunismo de unos y la ingenuidad de otros, son
los gobernantes, sus familiares y sus asociados
en los negocios del Estado.
Lo que necesitamos para prosperar todos, además de
aclararnos las ideas, es que se retiren del camino los obstáculos que impiden
producir y crear riqueza, la única forma de acabar con la pobreza. De lo
contrario, los bienintencionados
seguirán pavimentado el camino al infierno de los más necesitados.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 2 de diciembre de 2013.Etiquetas: corrupción, educacion, Estado, Estado benefactor, Guatemala, muerte, salud
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