Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

10.09.2017

¿Es el gobierno inevitable?



Para responder esta pregunta, primero debemos entender por qué la mayoría de personas elegimos vivir en sociedad. ¿Cuál es el objetivo de asociarnos con otros? ¿Por qué y para qué nos necesitamos los unos a los otros? ¿Cuáles deben ser las características de esa asociación para que sea beneficiosa para todos? Si el objetivo de asociarnos es para vivir la mejor vida posible, según nuestros propios valores y proyectos personales, y facilitarnos alcanzar el propósito más importante de todo ser humano racional, ser feliz, sí es inevitable un gobierno. Si queremos vivir en una sociedad donde prevalezca la paz, que solo se logra a base del respeto mutuo, sí es inevitable el gobierno.

Ahora, en base a las respuestas a las preguntas anteriores, ¿cuál es la naturaleza del gobierno? ¿Cuál debe ser su función dentro de la sociedad? ¿Para qué es necesaria la existencia del gobierno? La naturaleza del gobierno es institucional, y quienes actúan en su nombre poseen temporalmente el poder exclusivo, otorgado al Estado, de poner en vigor en una determinada área geográfica, las normas de conducta que aseguren ese respeto irrestricto de los unos a los otros. Y cuando alguno de los miembros de la sociedad violente la vida, la libertad y la propiedad, estos dos últimos derechos necesarios para que toda persona logre alcanzar sus objetivos de vida, es el gobierno el responsable de capturarlo y juzgarlo respetando el debido proceso.

Hay quienes piensan que debe haber competencia entre los gobiernos. Y en cierta forma la hay, por eso muchos emigran a otros países cuando en el suyo no existen las condiciones necesarias para sobrevivir y mejorar. Pero, no hay que confundir al gobernante con el empresario. La naturaleza del gobierno y la naturaleza de la empresa son diferentes. No se trata de qué puede hacer el gobierno y qué la empresa privada: no es cuestión de permisos que se otorguen por medio de la legislación. El punto importante es entender qué DEBE hacer cada uno de acuerdo con su naturaleza. Cuándo el gobernante o el empresario se entrometen en asuntos que no les corresponden, se convierten en un obstáculo para que los miembros de la sociedad alcancen sus fines.

Como bien lo explica Thomas Babington Macaulay, en “Southey’s Colloquies on Society” (1830): “No es por la intermediación del Estado omnisciente y omnipotente, sino por la prudencia y la energía del pueblo, que Inglaterra ha sido civilizada hasta el presente; y es a la misma prudencia y la misma energía que ahora nos vemos con comodidad y buena esperanza. Nuestros gobernantes promoverán la mejora de la nación limitándose estrictamente a sus propios deberes legítimos, dejando al capital encontrar su curso más lucrativo, a las mercancías su precio justo, a la industria y a la inteligencia su recompensa natural, a la ociosidad y a la locura su castigo natural, manteniendo la paz, defendiendo la propiedad, disminuyendo el costo de la ley y observando la estricta economía en todos los departamentos del Estado. Que el Gobierno haga esto: el pueblo seguramente hará el resto”.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de octubre de 2017.

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6.27.2016

¿Robar a los pobres?

Es el gobierno el que roba a los pobres la esperanza de salir de la pobreza.


¿Cómo se le puede robar a quien, por definición, tiene poco o, simplemente, no tiene nada que le roben? Según el Diccionario de la Lengua Española (DLE) la definición del adjetivo “pobre”, en su primera acepción, es la siguiente: “Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir”. Y, cualquiera en pleno uso de sus sentidos, en particular el sentido común, reconocerá que lo primero que necesita aquel a quien aplica el adjetivo pobre es un trabajo para ¡poder vivir! Sin embargo, maliciosamente, muchos de los que dicen defender a los pobres, lo que suelen hacer es condenarlos a vivir miserablemente.
                                                      
Si hablamos metafóricamente, lo único que se les puede robar es la posibilidad de trabajar, crear riqueza y mejorar su calidad de vida. Y, contradictoriamente, quienes suelen robarles la esperanza a los más pobres son aquellos que los utilizan de excusa en su discurso político. Aquellos cuyos objetivos mezquinos son claros: conseguir financiamiento para sus organizaciones y vivir ELLOS cómodamente. O, aún mejor en el caso de unos pocos, llegar al ejercicio del poder y acumular fortunas robando a los tributarios. En fin, darse una vida de reyes a costa del progreso del resto. Parasitar del esfuerzo mental y físico de los demás.

En Guatemala es tal la desesperación de la gente, que hace unos días un grupo de personas entró a la fuerza a las instalaciones de la Compañía Guatemalteca de Níquel (CGN) en El Estor, Izabal, exigiendo que los contrataran: reclamando trabajo por la fuerza. Por supuesto, con acciones como ésta alejan a los capitalistas y a los empresarios, en lugar de motivarlos a que inviertan en el área, creando fuentes de trabajo productivo que es, al final, lo que la mayoría desea.
       
Irónicamente, los burócratas estatales, tanto nacionales como internacionales, han contribuido al clima político antiempresarial (que aleja las inversiones creadoras de empleo) que prevalece en algunos sectores influyentes. Burócratas que también viven (sin hacer nada productivo, a diferencia de quienes laboran en empresas competitivas) de la riqueza que crean aquellos que arriesgan capital y hacen el esfuerzo, mental y físico, por producir bienes y brindar servicios que benefician a la gente y SÍ contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos.

El respeto al derecho de propiedad es una condición sine qua non para atraer la inversión necesaria para transformar recursos en riqueza, lo cual permitiría que todos, hasta aquel que es menos productivo, encuentren trabajo y puedan aumentar sus ingresos reales. Al aumentar nuestros ingresos reales podemos satisfacer a nuestro gusto nuestras necesidades. El agujero más importante es el de los bolsillos de los habitantes de Guatemala, no el del malgasto y despilfarro de los gobernantes. Lo único que se le puede robar a un pobre es la esperanza de prosperar. Robo que llevan a cabo aquellos que promueven más del mismo sistema político fracasado actual: quienes promueven más intervencionismo y más estatismo.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 27 de junio de 2016.

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1.28.2013

Empresarios contra mercantilistas




Una de las batallas humanas más importante, clave para el progreso de todos, es la batalla entre los creadores y los saqueadores, la cual nos toca pelear permanentemente. Este enfrentamiento se remonta al inicio del tiempo del homo sapiens, miles de años atrás cuando los creadores originales se toparon con los saqueadores ancestrales. Cuando nuestros antepasados descubrieron la razón: la facultad que nos permite identificar la realidad. El tiempo en el cual un grupo de cromañones decidieron convivir para alcanzar sus objetivos. Los creadores, ocupados trabajando y produciendo con el propósito de vivir mejor. Los saqueadores, al acecho de los creadores para quitarles a la fuerza lo que es legítimamente de ellos.

Gracias al esfuerzo y la mente de quienes crean bienes y servicios valorados por otros en todos los campos de la vida humana (empresarial, artístico, académico, filosófico, social…), el hombre como especie ha logrado progresar, a pesar de la carga que representan los parásitos y los antisociales que utilizan la violencia para apoderarse de lo que es de los demás o impedir el desarrollo de otros por simple envidia y un complejo de inferioridad generalmente oculto bajo un manto de arrogancia seudointelectual.

Dentro de este contexto, el enfrentamiento que decide el futuro de todos se da entre empresarios y mercantilistas, injustamente confundidos por muchos que no conocen la diferencia entre unos y otros. Una confusión conceptual que solo favorece a aquellos que viven a costillas de los demás. Los empresarios, a diferencia de los mercantilistas, han creado riqueza a partir de su propio ingenio, esfuerzo y riesgo, compitiendo con otros SIN PRIVILEGIOS, como es el caso de los mercantilistas. La pregunta clave para entender la diferencia es: ¿hiciste tu fortuna por medio del fraude? Si la respuesta es "NO", entonces SÍ eres un empresario. De lo contrario, eres solo un saqueador más.

Los mercantilistas acumulan fortuna, como lo hacen los gobernantes, expoliando a quienes trabajan y crean. Los mercantilistas lo hacen por medio de privilegios que buscan, entre otras cosas, eliminar la competencia. También lo hacen negociando con los gobernantes, dividiéndose con quienes ejercen el poder el dinero recaudado por medio del sistema impositivo. Es por eso que los políticos buscan convencer a los ciudadanos que el abstracto Estado les va a proveer todo aquello que necesiten en la vida: salud, educación, recreación, seguro de desempleo (les pagan por no trabajar)… y todo lo que les permita convencer al votante para llegar al ejercicio del poder. Es así como surge el matrimonio indisoluble entre el Estado Benefactor y el Mercantilismo.

Hoy en Guatemala, la batalla entre los empresarios y los mercantilistas es evidente. Apoyemos a los empresarios. Que prevalezcan nuestros derechos individuales que son protegidos por la Constitución, y no la ambición de los corruptos que nos gobiernan y sus socios mercantilistas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 28 de enero de 2013.

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10.17.2011

De mandantes a siervos




Cuando los empresarios dejan de admirar a los creadores de riqueza y se dedican a alabar a los distribuidores de ésta, a los políticos que han ejercido el poder medianamente regular, personajes con un discurso políticamente correcto (en pro de la educación y la democracia) es una clara señal de que algo anda mal, muy mal.

Cuando los empresarios demandan que los candidatos a gobernante cumplan sus promesas (la mayoría de éstas populistas, además de nefastas en el largo plazo), podemos estar seguros de que nuestras condiciones de vida van a empeorar.

Cuando los empresarios creen que la pobreza tiene causas, y que “los factores que inciden en ésta son la mala infraestructura, la desnutrición, la deficiencia educativa y la falta de seguridad” (consecuencias de un sistema de normas injusto) es una muestra más de que andamos en el camino equivocado.

Cuando los empresarios opinan que la solución es un gran acuerdo nacional (entre veinte individuos que pretenden que hablan por el resto), es un indicio de que las circunstancias no van a cambiar para el bien de todos.

Cuando los empresarios, renunciando a su calidad de mandantes, aceptan que es la voluntad política la que manda, permiten que los saqueadores sigan reinando y consienten convertirse en siervos. Reino que acaba cuando los creadores dejan de crear o emigran a un lugar donde puedan disfrutar del fruto de su trabajo, de su mente y de los riesgos que asumen.

Cuando los empresarios se confunden con los mercantilistas, y los creadores de riqueza son sustituidos por malos herederos en busca de su espacio y de diferenciarse de sus antepasados en lugar de honrarlos con trabajo productivo, es casi una sentencia final al destino fatal de una sociedad.

En mi artículo titulado “Guatemala, ¿es una sociedad condenada?” (9/1/2008), compartí la siguiente cita de “La rebelión de Atlas”, escrita por Ayn Rand: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores. Cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted. Cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada."

Pienso que, a pesar de la evidencia, Guatemala aún es rescatable. Pero este rescate no será producto de la intervención de los gobernantes ni del cabildeo de las elites en decadencia y los oportunistas de los grupos de presión. Tampoco será obra de gente bien intencionada pero mal informada: estos pueden hacer aún más daño que los pícaros que mienten descaradamente. El cambio necesario será el resultado de que el resto nos aclararemos las ideas y actuemos coherentemente con la realidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 17 de octubre de 2011. La imagen de la escultura "Hombre de rodillas" de Jean Lepêtre la bajé de Internet.

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