Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.12.2016

¿Qué es la Libertad?



¿Qué significa ser libre? ¿Qué se necesita para ser libres? ¿Cuáles son las responsabilidades que adquirimos al reclamar nuestro derecho a la Libertad? ¿Cuáles son las obligaciones de los otros? ¿Para qué queremos y debemos actuar en base a nuestro juicio propio? ¿Dentro de qué contexto es necesario reconocer el derecho a ser libres?

¿Qué es la libertad? Es la condición sine qua non, junto con la propiedad privada, para vivir en sociedad. Las decisiones que cada persona toma en lo que respecta a su vida y a sus bienes deben ser respetadas, una vez esas decisiones no violenten los mismos derechos de los otros que reclama para sí mismo. Para poder alcanzar nuestros fines, debemos ser libres de actuar según nuestro juicio propio, les parezca o no a los demás. Sólo así lograremos convertirnos en quien queremos ser.

Necesitamos muchas cosas para sobrevivir y vivir la mejor vida posible. Necesitamos un trabajo productivo, educación, gozar de una buena salud, un techo que nos cubra de las variaciones del clima, un vestido que nos proteja, tiempo de ocio… y muchas cosas más, dependiendo de lo que deseamos para vivir como nosotros queramos. El único responsable de satisfacer tales necesidades es uno mismo. Es injusto pretender cargar a otros con nuestras responsabilidades individuales.

Es una falacia decir que necesitamos tener satisfechas nuestras necesidades para ser libres. Aquellos que piensan de esa manera, también creen que hay unos que deben ser en cierta medida esclavizados para mantener a otros, lo que es una clara contradicción en una sociedad de personas libres. Para ser libres necesitamos que los demás nos respeten y no interfieran con nuestras decisiones, una vez éstas no violen los derechos de otros. Cada uno de nosotros es responsable de esforzarse, mental y físicamente, para satisfacer sus necesidades y la de sus seres queridos.

Para poder satisfacer nuestras necesidades nos debemos respetar los unos a los otros. Todos aquellos que no pretendemos vivir a costa de los demás, que somos respetuosos de los derechos de los otros y asumimos la responsabilidad de nuestra vida y nuestras acciones, tenemos la solvencia moral de exigir a los demás que nos respeten. Todos, no importa nuestra edad, sexo, nacionalidad, etnia, escolaridad… tenemos la oportunidad de corregir nuestro camino y decidir nuestro destino.

Sobran historias de individuos que, independientemente de las condiciones miserables en las cuales nacieron, en base a su ingenio, empeño y trabajo lograron crear la riqueza necesaria para vivir cómodamente y mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Casos como el de Steve Jobs que mejoraron su propia vida y la de millones de personas. “Nadie me ayudó. Nadie me regaló nada. Nadie me ha dejado nada. Todo lo que tengo, me lo gané”, declaró la escritora inglesa Taylor Cadwell a un entrevistador en 1976. Una meta a la cual podemos aspirar para sentirnos orgullosos de nosotros mismos y vivir una vida digna de recordar por otros.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de septiembre de 2016.

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4.09.2012

Semana sin noticias



Semana Santa es una semana sin noticias. Por supuesto, acepto que la anterior puede ser una afirmación considerada por varios una exageración. Sin embargo, dentro del contexto que a mi me interesa es una semana en la cual los escuálidos diarios que circulan se concentran en hechos irrelevantes, en reportes refritos o en las noticias que están en vías de construcción.

El diario que usted sostiene en sus manos, probablemente presentará entre sus noticias principales el número de muertos durante el feriado. Lo mismo de todos los años, aunque no los mismos muertos, aclaro. Habrá alguna mención a las hermosas y efímeras alfombras de aserrín, flores y frutas hechas durante la Semana Santa. ¿Qué más? Sin duda, nos prepararán para lo que nos espera después de un período de evasión de la realidad política. Tiempo que la mayoría sentirá que fue demasiado breve.

Hoy que escribo este artículo, que usted leerá el lunes 9 de abril, por ejemplo, las notas que resaltan tienen que ver con los candidatos a Procurador de los Derechos Humanos. ¡Un montón! Veinte candidatos. Era de esperarse, más conociendo los ingresos de quien ostenta este puesto decorativo: ¡arriba de los cien mil quetzales mensuales! Vaya, y luego hay quienes insisten tontamente en que debemos pagar más impuestos porque los recursos no alcanzan. Si así los malgastan, nunca habrá dinero suficiente para satisfacer a los gobernantes.

También vienen comentarios sobre la situación económica, el precio de los productos y el poco interés que hay de invertir en Guatemala debido a los impuestos y las trabas que hay para la creación de riqueza. Más aún después del paquetazo fiscal del patriota, aunque de inspiración uneísta. ¡Nadie sabe para quién trabaja! ¿O Juan Alberto Fuentes Knight logró negociar bien su propuesta y colocar estratégicamente a sus empleados? En fin, espero que algún día rinda cuentas de verdad, sobre todo a los pobres que seguirán siendo pobres por obra y gracia de su propuesta.

¿Qué más? Ummm… ¿Las notas de la farándula? Podrán ser chismes interesantes para más de uno, pero a mí en lo particular no me generan emoción alguna. Poco me llamó la atención saber que Ashton Kutcher va a interpretar a Steve Jobs en una próxima producción cinematográfica sobre la vida de este famoso creador de bienestar para muchos. Pienso que, más allá del supuesto parecido físico, podrían haber escogido a alguien con mejores dotes de actor para representarlo. En fin…

¿Llegué al final de mi artículo? ¡Ve pues! Ni cuenta me di. Una muestra más de que divagar es una actividad que nos puede llevar, de vez en cuando, a cumplir un objetivo. ¿Y cuál era mi objetivo al escribir esta columna? No fallar a mi cita de los lunes con usted, apreciable lector, que espero haya aprovechado la semana pasada, como lo hice yo, para descansar, leer, reflexionar, comer, disfrutar… ¿En resumen? Que haya aprovechado el tiempo siendo feliz.


El presente artículo fue publicado el lunes 9 de abril de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La fotografía la tomé en diciembre de 2008.

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10.10.2011

Jobs



Trabajos, trabajos, muchos trabajos de apellido productivos. Esos, y muchos valores más, fueron el resultado de la laboriosidad de Steve Jobs: un autentico Hank Rearden, de los que quisiera existieran millones. Además de esos trabajos que recuerdan su propio apellido (jobs), su genio legó a la humanidad una riqueza incomparable, que nos permite hoy vivir en mejores condiciones que las afrontadas por nuestros antepasados.

Como bien escribieron Yaron Brook y Don Watkins en www.forbes.com el pasado jueves 6 de octubre: “There is a widespread recognition that Jobs was a creative genius who changed our world profoundly and for the better... there is nothing greater or nobler than the creative geniuses whose productive ability has created our modern world.” (“Hay un reconocimiento generalizado de que Jobs era un creativo genial que cambió nuestro mundo profundamente y para mejor... no hay nada más grande y más bello que los genios creativos cuya capacidad productiva ha creado nuestro mundo moderno”.)

El célebre discurso de Jobs en Stanford University en 2005 me ha inspirado a ser mejor persona y apreciar más mi vida. Me atrevo a pensar que no soy la única que se ha sentido de tal manera. La vida es movimiento. El movimiento es acción. Las acciones son la consecuencia de nuestras decisiones. Steve Jobs fue un hombre de acción, que no esperó que otros (el Estado, la sociedad, el vecino…) le solucionaran la vida. Él se movió en pos de sus objetivos. No exigió a otros más de lo que se exigió a sí mismo. Siempre quien actúa es un individuo concreto. Ahí radica la importancia de tener claros nuestro propósito y el sentido de nuestra vida: quién queremos ser y cómo lo vamos a lograr.

Steve Jobs fue alguien que, independientemente de las circunstancias en las que nació y creció, nunca se lamentó de su miserable suerte, ni esperó que el Welfare State (como hacen otros) le entregara un cheque mensual que le asegurara alimento y techo a costa de vivir una vida mediocre y conformista (¿Acaso es eso vivir? Eso es vegetar y ver pasar la vida). Por el contrario, buscó ser alguien productivo e independiente. Decidió utilizar su mente y arriesgarse a crear. Un hombre moralmente digno.

Alcanzó sus objetivos haciendo lo que amaba. Se olvidó de la inevitable muerte y se preocupó por vivir. Vamos a sentir la ausencia de Steve Jobs porque mientras vivió se sintió su presencia. Aún aquellos que no son capaces de superar sus complejos e intentan demeritar la obra de los creadores, irónicamente, necesitan de sus creaciones para soltar su veneno. Sin genios como Jobs, ni siquiera se escucharía la voz de los resentidos, los envidiosos y los saqueadores. Una ironía más del sistema de normas que imperan hoy y son contrarias a nuestra naturaleza.

Quiero vivir mi vida como la de todos aquellos que han sentido el orgullo de ser el producto de su mente y su esfuerzo. Viva eternamente el ejemplo de Steve Jobs.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de octubre de 2011. La imagen la bajé de la Internet.

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