Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.04.2013

Legislación electorera de pandillas politiqueras



Legislación arbitraria que solo refleja la voluntad del legislador y los intereses de los grupos de presión con capacidad de cabildear en el Congreso por privilegios. “¡Ley pervertida!” la llamaría Frédéric Bastiat: “¡Y con ella todas la fuerzas colectivas de la Nación, desviada de su objetivo legítimo y dirigida a un objetivo totalmente contrario! ¡Ley convertida en instrumento de todas las codicias, en lugar de frenar las codicias! ¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad!” Normas corruptas, como los son sus autores, para beneficiar a una minoría a costa de la mayoría.

Necesitamos cambiar la ley que regula los procesos eleccionarios. Más aún, necesitamos cambiar de raíz el sistema político completo. Pero eso no implica que debamos hacer cualquier cambio a toda costa. Debemos hacer los cambios que nos permitan vivir dentro de una sociedad donde podamos cooperar e intercambiar en paz, respetando la vida, la libertad y la propiedad de todos. Donde cada uno coseche lo que sembró en base a su esfuerzo y los medios que escogió para producir. Donde las probabilidades de ser felices sean más altas.

Los cambios propuestos recientemente no contribuyen a los objetivos listados en el párrafo anterior. Todo lo contrario. Profundizan el injusto régimen actual. Están diseñados para beneficiar a ciertos grupos, facilitar el expolio del creador/tributario y privilegiar a un sector de individuos ¿o debería decir individuas? que se apropian de una representación que no tienen.

Los politiqueros pretenden duplicar una falsa deuda que nos han endilgado a los ciudadanos: la deuda política. ¡Qué ironía! Si algunos están en deuda con nosotros, los mandantes, son ellos. No obstante, pretenden que les entreguemos 4 dólares por voto recibido, como si los actuales 2 dólares no fueran ya un abuso. Por cierto, ¿por qué no lo decretan en quetzales? ¿No confían en cómo manejan sus colegas la moneda? ¿Prefieren confiar en el Presidente de la Reserva Federal estadounidense? ¿Les preocupa que su patrimonio se devalúe? En fin, lo que pretenden es asegurarle ingresos a su negocito para mantenerlo a flote, sin importar que sus servicios sean o no demandados.

¿Cuán sinvergüenza debe ser alguien para pretender un puesto sin haberlo ganado? ¿Solo por su sexo, su edad o su etnia? ¿Tan poco se valoran para aceptar que solo por medio de favores pueden llegar a ocupar una curul? ¿Cuáles son las intenciones reales detrás de los promotores de semejante aberración? Si fuera cierto que su objetivo es beneficiar a minorías, lo que deberían de promover es la eliminación de privilegios, no la creación de más legislación oportunista.

¿Y que nos ofrecen a cambio de lo anterior? Fijar la cantidad máxima de diputados en 160 parásitos. ¡Cómo si de los actuales 158 no sobraran la mayoría! Tal y como es nuestro sistema actualmente atrae a los PEORES representantes de nuestra sociedad. ¿Qué podemos esperar con las reformas propuestas? Más de lo mismo, solo que en mayor cantidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 4 de noviembre de 2013.

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9.01.2008

Copy/paste


Hace dos semanas, compartí durante unos días con un grupo de intelectuales de varios países de América: desde Estados Unidos hasta la Argentina. En esta ocasión, me tocó ser la única nacida en esta tierra de la eterna agonía, razón por la cual, el entregarme a una parte de la realidad distinta a la de la constante amenaza de la creciente criminalidad, incluida la descarada corrupción de la Administración Pública (de los gobernantes y funcionarios de turno que, por supuesto, NO excluye a quienes ostentaron el poder con anterioridad), significó para mi un verdadero remanso de paz.

Y qué puedo decir de la demandante discusión y debate con personas dedicadas a distintas disciplinas, con un amplio conocimiento de muchos temas y una honestidad intelectual que, sin duda, contribuyeron a enriquecernos a quienes participamos en el Coloquio 78 de “Exploraciones sobre la Libertad”, auspiciado por “Liberty Fund”, en el cual profundizamos en el pensamiento de Frédéric Bastiat, preclaro pensador francés decimonónico.

Reencontrarme con este influyente periodista y redescubrir reflexiones aparentemente olvidadas, aunque ya parte integral de mi saber, me motivan hoy a hacer de mi artículo, como dice su titulo, un “copiar y pegar” lo escrito por otra persona.

“El Estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas del resto”, lo que explica la fascinación que tantos tienen por el fracasado Welfare State, que ha permitido a los gorrones existir gracias a la creación y producción de otros. Principiando por la mayoría de los políticos, continuando con los burócratas estatales y terminando con los cabecillas de los grupos de presión, los cuales crecen inconteniblemente bajo el amparo del poder discrecional, casi ilimitado, de los gobernantes. Las reciente concesiones otorgadas por Álvaro Colom a los delincuentes de la CONIC, financiadas por los agobiados tributarios, son el ejemplo conocido más cercano de este punto. ¿Para eso quieren aumentar, nuevamente, los impuestos?

“El Estado puede tomar y no dar… por la naturaleza porosa y absorbente de sus manos, que retienen siempre una parte y algunas veces la totalidad de lo que tocan. Pero lo que NUNCA se ha visto, lo que JAMÁS se verá y ni siquiera puede concebirse, es que el Estado dé al público más de lo que recibe de él”. Más claro, no canta un gallo. ¿Cuál será el problema de quienes no entienden algo tan sencillo? ¿O será cosa de un conflicto de intereses individuales: no les conviene entender? En fin, la última de las opciones sería una cuestión de ego y pura emoción irracional: el miedo a enfrentar la realidad, reconocer que se equivocaron y aceptar las consecuencias de sus acciones.

Mientras, “el pueblo cree, el pueblo espera y el pueblo hace una revolución”. Yo, me decanto por una evolución radical de nuestras normas que nos permita vivir dentro de un Estado de Derecho, hoy inexistente en Guatemala.


Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de agosto de 2008. En la imagen, Bastiat.

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