Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.10.2009

Acquarella


Si quisiera nombrar esta época del año la llamaría acuarela. Una temporada de muchos colores diluidos en el agua que camina de la mano del calor propio de un tiempo que invita a la reflexión. Al menos en mi caso.

Sé que a otros los lleva a disfrutar de una chela, oscura y bien fría, a orillas de la piscina. O alberca, como usted prefiera. O vodka con jugo de naranja. (Una sugerencia: pruebe a mezclar el jugo con el amarrillo almendrado del amaretto. Y, por supuesto, mucho hielo). Disfrutando de la vista cercana (o lejana, da igual), de un mar vestido de turquesa. Escuchando el caer de las olas sobre la arena gris. Sintiendo la brisa incolora que recorre su piel y aspirando una multiplicidad de olores sazonados con sal blanca en su versión primera. Una delicia para los cinco sentidos que nos permiten conocer la realidad y disfrutar de la vida.

¿Será el estanque frente al cual va a descansar similar al que había en Jerusalén, inmediato al templo de Salomón? ¿El depósito que servía para lavar y purificar las reses destinadas a los sacrificios? ¿Un tanque teñido de rojo? Sería una ironía en el país de la eterna agonía, Guatemala. Tierra mestiza que recorre mis venas. ¿O serán simplemente los seres queridos que en ella habitan los que me retienen en una sociedad de eterno peligro? Al fin, si de mis recuerdos se trata, esos los llevo conmigo adonde quiera que vaya.

Que quede claro que lo anterior lo escribo al margen del imperativo religioso a la penitencia y la compenetración con el dolor que, según cuenta la historia, vivió Jesús los días previos a su muerte. Y aclaro que hoy no pretendo enfrascarme en una discusión infructuosa, la mayoría de las veces irracional, sobre la que debe ser la elección más íntima de todo individuo: la elección de creer o no en un Dios. O, simplemente, en Dios.

¿Soy deísta? ¿Soy agnóstica? ¿Soy atea? ¿Qué les importa a los demás? Me debe importar sólo a mí. Y lo anterior ojalá fuera entendido por todos. Se facilitaría mucho la convivencia humana y el respeto de los unos a los otros. Evitaría la manipulación de una gran mayoría que sufre culpas ajenas. O trabaja por los intereses particulares de sus guías espirituales. Sin duda, facilitaría la búsqueda y encuentro de nuestra felicidad: fin primero y último de todos, aún de aquellos que dedican su frustrada existencia a amargar la de los demás.

Dolor hemos sufrido todos. Físico, mental y anímico. Sin embargo, mi experiencia, y la de amigos y familiares queridos, me ha enseñado que las lesiones más difíciles de sanar son aquellas que poéticamente se conocen como las heridas del corazón. Esas que sangran sin que el líquido que recorre nuestro cuerpo de norte a sur se derrame. Esas cuyas cicatrices nos pueden marcar o ayudar a madurar. Las que pasan a formar parte de nuestro acervo personal. Las que una ilusión que nos invita a soñar podría curar. Una paleta de posibilidades que sólo nosotros podemos identificar y aprovechar.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de abril de 2009. La fotografía la tomé el domingo 22 de marzo de 2009, en el Hotel Sheraton Presidente de San Salvador.

Etiquetas: , , , , , , , ,

1.21.2008

¿Qué culpa tiene Dios?


¿Por qué tienen los políticos que dejar todo en manos de Dios? ¿Esperan que los ilumine, que los guíe, que los bendiga… que se haga responsable de sus errores? En fin, ¿cuál es esa manía de dejar a la voluntad de Dios lo que es tarea de los hombres? ¿Será una excusa más? Al final, probablemente ellos, al igual que muchos que los eligieron, siguen buscando un papá que asuma las obligaciones que como adultos tienen. O, en este caso, los deberes adquiridos como gobernantes de un pueblo.

Y, lo que es peor, pareciera que detrás de esta actitud se esconde el deseo de que alguien más (quién mejor que Dios) se haga cargo de sus equivocaciones y las consecuencias que los actos incorrectos que cometan les acarreen a ellos y los gobernados. “Fue culpa de Dios, no mía”. “Yo tenía la mejor de las intenciones”: la más común de las excusas tras los fracasos.

Dos de las más efectivas maneras de manipular al ser humano es apelar, precisamente, a dos conceptos místicos de gran relevancia en la esfera íntima del individuo: Dios y la abstracta Nación. Por supuesto, no debemos obviar la idea del Robin Hood cuyo objetivo primordial en la vida es robarle a los ricos para repartir el botín entre los pobres. Y de estos tres elementos escuchamos repetidamente durante el discurso de toma de posesión de Álvaro Colom. Aunque casi al final del mismo haya declarado tener un “profundo respeto por la propiedad privada”. Por cierto, la existencia de propiedad privada en nuestro “país mágico”, como describió a Guatemala su recién estrenado Presidente, es sólo una ilusión más. Pero explicar por qué será tema de un posterior artículo.

Cualquier sociedad (sin duda, un vocablo que prefiero por encima del desacreditado termino de Nación) que base su progreso en ilusiones, percepciones (la mayoría de las veces equivocadas) y simple doxa, sin base objetiva cimentada en la realidad, no pasará de pollo a Gavilán. Por más que los estrategas políticos de la UNE hayan considerado a esta ave rapaz, de unos tres decímetros de largo desde el pico a la extremidad de la cola, como el animal con el cual deseaban identificar al otrora candidato, hoy rey quiché, Colom. ¿Sabrán sus asesores, los geniales creadores del apodo, que la hembra de esta especie es un tercio mayor que el macho? ¿Conocerán el significado de rapaz? Según el Diccionario de la Real Academia Española, rapaz es un adjetivo que describe a un ser inclinado o dado al robo, hurto o rapiña.

En fin, sólo espero que no se necesite de un verdadero milagro para que la gente productiva y respetuosa que sueña con un supuesto segundo despertar a la primaveral democracia, se de cuenta que para que exista un cambio real en las condiciones de vida de todos es urgente cambiar el sistema socialdemócrata de Estado Benefactor/mercantilista, al cual llevamos más de 60 años dándole el beneficio de la duda. ¿Acaso no es ya hora de decir basta, el socialismo no funciona?

Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de enero de 2008.


La fotografía la tomé el 14 de octubre de 2007, en la Iglesia Ortodoxa de Guatemala, situada a orillas del lago de Amatitlán.

Etiquetas: , , , , , , ,