Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.29.2013

La nueva censura




La censura actual es practicada por grupos políticamente correctos integrados por gente que vive de los tributos de las personas productivas, creadoras de riqueza. Es la censura de los burócratas estatales, nacionales e internacionales, que quisieran que solo se expresaran aquellos que van a estar de acuerdo con ellos. Parte de quienes ejercen la censura moderna son militantes en grupos de presión que se mantienen del aporte que les hacen a su causa (vivir la vida de la gauche caviar sin fronteras) los burócratas internacionales que deciden el destino de los impuestos de sus connacionales.

Hay que agregar a la lista de censores a los sujetos cuya frustración acumulada a lo largo de su vida los hace reaccionar frenéticamente contra quienes piensan diferente a ellos, que viven una vida plena y feliz y no temen decir lo que piensan aunque luego sean atacados de manera ad hominen por quienes no toleran la verdad y prefieren vivir una farsa.

“Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla”, afirmó Manuel Caballero Bonald al recibir el Premio Cervantes el pasado martes 23 de abril. Un consejo que nos queda como anillo al dedo por todos aquellos que quisieran que nos calláramos. Sobre todo si al hacerlo vamos en contra de lo sostenido por los poderosos, o no nos dejamos manipular por los aprovechados que viven de la tragedia de otros y se dedican a alimentar el odio y el resentimiento de algunos.

Usura, que rima con censura y, siendo Caballero Bonald un poeta, me parece perfecta para describir las intenciones reales de los buscadores de rentas que lucran del dolor ajeno y se valen de las necesidades de otros para avanzar su agenda política. O tratar de aplacar su amargura y su complejo de perdedores. “Solo la palabra libre puede sacudir letargos y remover conciencias”, afirmó el Príncipe Felipe de Asturias en la entrega del premio a Caballero Bonald. Un comentario certero. Por eso hay quienes detestan que se les diga en la cara que están equivocados. Que mienten.

Pero, a mi parecer, el argumento más despreciable del porqué no debemos opinar es el de los abogados arrogantes que consideran que son los únicos que saben de Derecho, apoyados por mal llamados ciudadanos cuya mente servil les permite tragarse este cuento. Todo ciudadano que se precie de serlo debe conocer qué es el Derecho, tema desconocido por muchos positivistas jurídicos. Y, sobre todo, debemos defender nuestros derechos. “El final de nuestras vida comienza el día que decidimos guardar silencio sobre las cosas importantes”, dijo Martín Luther King Jr.

Hoy, más que nunca, no hay que callar ni temer al debate que espero se mantenga al nivel de una discusión, a pesar y sin importar la intensidad de la misma o las falacias a las que suelen apelar tantos. Que no se recurra a actos criminales por parte de nadie. Que no corra peligro la integridad de ninguno de los que participan en la disputa. Que la vida de todos sea respetada. Que la violencia sea la única censurada.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de abril de 2013.

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4.22.2013

Juicio a todos




Para que haya justicia en Guatemala en lo que respecta a los delitos y los crímenes que se cometieron contra la población civil que NO estaba involucrada en el conflicto armado, hay que juzgar a todos los que se supone asesinaron, violaron, secuestraron, robaron, extorsionaron… en ambos bandos: guerrilleros y militares. Desde Efraín Ríos Montt hasta Rigoberta Menchú Tum. Y no convertir en víctimas a ninguno de los combatientes que murieron como consecuencia de sus decisiones. Las víctimas fueron otras personas. No sean buitres: no se aprovechen más de la tragedia de otros.

Me da lástima la gente ingenua que se deja manipular. “Tontos útiles” como los llamó Joseph Stalin, que desprecian los conceptos y no son capaces de reconocer el contexto. Confunden peras con manzanas: confunden crímenes de guerra con el delito de genocidio. Creen que un plan de ataque (que todo ejército, estatal o guerrillero, debe tener para enfrentar al enemigo en una guerra) es lo mismo que un plan para exterminar a un grupo étnico… En fin, es tan larga la lista de confusiones y contradicciones, las cuales aprovechan los vividores de siempre, que desahogan sus frustraciones manipulando a otros. En río revuelto, ganancia de pepenadores, parafraseando el célebre refrán.

No soy seguidora de Ríos Montt, como correctamente escribió en mi cuenta en Facebook.com/mylibertas alguien que se identifica como Fernando Solís: “Hasta Marta Yolanda que no es amiga del ejército y por lo mismo de los soldados guatemaltecos entiende que no hubo genocidio en  Guatemala”. No seré amiga de los militares de ningún tipo, como bien lo dice Solís, pero reconozco a las personas dignas que velan por el respeto a los derechos individuales de todos.

Odio la guerra. Pero más odio la mentira. No soy parte del grupo de los engañados que confunden un genocidio con una guerra y los crímenes lamentables que en ésta se cometieron. ¿Quieren que haya justicia? Hay que derogar la "Ley de reconciliación" (Decreto 145-96) y que se juzgue a todos (repito: desde Ríos Montt hasta Menchú Tum). Que se juzgue a militares y a guerrilleros por los crímenes que en la realidad se hayan cometido. Pero que no se retuerza la figura del genocidio “para castigar hechos que no fueron ejecutados con el propósito de destruir a un grupo nacional, étnico o racial como tal” (“Reflexión de la Asociación de Amigos del País sobre la verdadera reconciliación nacional”, Siglo veintiuno, 15 de abril de 2013).

De lo contrario, lo que de verdad les interesa es montar un show para la comunidad internacional y así seguir parasitando del dinero de los tributarios de otros países. Una comunidad integrada, en su mayoría, por gente políticamente correcta que también vive de los impuestos de los demás, miembros de la gauche caviar sin fronteras. Defensores de los derechos humanos que quisieran que solo unos pocos, escogidos por ellos, se pudieran defender. No creen en la igualdad ante la ley: solo en el dictado de sus pasiones. Peractum est.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de abril de 2013.

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