Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.14.2019

Ni todos corruptos, ni todos vendidos




En esta crisis política que inició hace ya varios años, en la cual se enfrentan el gobierno y la CICIG, ni todos los que apoyan al gobierno son corruptos, ni todos los que apoyan a la CICIG son vendidos. Ni todos los que apoyan al gobierno son defensores de la libertad, ni todos los que apoyan a la CICIG son socialistas. Ni todos los que apoyan al gobierno están en contra de la persecución de corruptos, ni todos los que apoyan a la CICIG son honrados. Deshonestos hay en ambos bandos. Idealistas hay en ambos grupos. Oportunistas hay en ambas facciones. Y en las dos partes hay personas que quieren una Guatemala diferente.

Quiero aprovechar para recordar lo que he escrito en otras oportunidades, lo que representa uno de los más serios problemas que enfrentamos. Somos muy pocos los que realmente estamos interesados en lo que sucede a nivel político en nuestro país. La mayoría de nuestros compatriotas no están interesados en temas políticos. A la mayor parte de ellos lo que les preocupa es cómo van a lograr satisfacer sus necesidades básicas y las de sus seres queridos. Muchos otros están enfocados en juntar el dinero que necesitan para emigrar a Estados Unidos. Y el resto, defraudados y desconfiados de los políticos, con sobrados motivos, prefieren ignorar la realidad creyendo que de esa manera no les va a afectar. Tremendo error que pagamos todos.

Ahora, el problema que tienen los que en la presente crisis se han decantado por un grupo en particular, al menos la mayor parte de ellos, es que se están dejando llevar por la emoción y no por la razón. Sin embargo, dentro de la ínfima minoría interesada en los asuntos políticos en Guatemala, existe un tercer grupo con el cual me identifico yo. Dentro de este debate hay muchos que no tomamos una posición indiscutida por un grupo. Y somos más de lo que se imaginan, porque la mayoría prefiere mantenerse silenciosa para no ser etiquetados ni vilipendiados, para no enfrentarse con amigos ni familiares. Ciudadanos que prefieren solo observar, sin emitir públicamente su opinión. Quienes ni estamos indiscriminadamente a favor del gobierno, ni ciegamente a favor de la CICIG.

Que estamos a favor de la construcción de un verdadero Estado de Derecho, dentro de un gobierno republicano, donde nadie esté por encima de las normas y nadie goce ni de privilegios ni de inmunidades especiales. Que exigimos que aquellos que ejercen el poder, lo ejerzan de forma limitada, que rindan cuentas y paguen las consecuencias de sus errores. Todos, sin excepción. En pocas palabras, donde todos seamos iguales ante la Ley: con iguales derechos y obligaciones.

Los invito a meditar de una forma objetiva, racional y prudente, para que no los manipule nadie. Al fin, lo que realmente estamos viendo y viviendo hoy en Guatemala, es una desesperada lucha por el ejercicio del poder a como dé lugar. En unos días será la convocatoria oficial a las elecciones generales de 2019, y estas elecciones, que incluyen su proceso y saber quiénes son los candidatos, deben ser nuestro principal motivo de discusión. Porque en estas elecciones nos estamos jugando las condiciones en las cuales vamos a vivir en los próximos años.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 14 de enero de 2019.

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9.21.2015

El poder ilimitado sirve a pocos



Por eso es importante limitar el poder político, de lo contrario termina siendo el arma por medio del cual unos pocos viven a costa de los demás. Los políticos adquieren el poder por medio de las leyes pervertidas: aquella legislación antojadiza, injusta, que privilegia a unos cuantos en detrimento de los derechos de los demás. Las mal llamadas leyes que se aprueban bajo la excusa de cumplir con lo ofrecido por el destructor de riqueza y de progreso que es al final el Estado benefactor.

Recordemos a Voltaire y la siguiente frase que se le atribuye: “Aquellos que pueden hacerte creer absurdos pueden hacerte cometer atrocidades”. Cuando apoyamos la inmoral idea de que unos tienen derecho sobre la vida, la libertad y la propiedad de otros, las leyes en lugar de ser iguales para todos, terminan favoreciendo a unos y sacrificando a los demás. La ironía es que muchos las aprueban porque falsean la realidad: se engañan a sí mismos creyendo que el abstracto Estado se va a encargar de ellos y de sus necesidades.

Es un error decir que “el dinero corrompe el sistema”. Es falso. Es el sistema que otorga un poder casi ilimitado el que atrae a los corruptos: a los peores representantes de nuestra sociedad. Y parte de su interés es, precisamente, robar nuestro dinero: el dinero que es expoliado a los tributarios.

El poder está al servicio de una minoría, con el consentimiento de la mayoría. Es fácil engañar a quienes falsean la realidad. Solo es cuestión de ofrecerles una vida placentera sin necesidad de trabajar o con poco esfuerzo y brincan de felicidad votando por políticos y sistemas que lo único que logran en el largo plazo es condenar a casi todos a vidas mediocres, fracasadas y amargadas.

Lamentablemente, rara vez reconocen que cosecharon lo que sembraron. Se engañan toda la vida creyendo que el problema son las personas y creen que lo resuelven cambiándolas, aunque se dan cuenta que los únicos que mejoran sustancialmente su calidad de vida son quienes llegan al ejercicio del poder:  delincuentes, criminales que acumulan fortunas mal habidas con la excusa de darles oportunidades a los más pobres.

La corrupción en el colectivizado sector privado solo es posible porque hay quién tiene el poder de hacer lo que se le antoje. Si no tienen el poder los gobernantes y los funcionarios públicos, da igual los negocios que otros quisieran hacer: no habría poder que les pudiera conceder sus deseos. ¿Cuál es el origen de los privilegios y la corrupción? El poder y la legislación que lo otorga.

¿Queremos acabar con esta situación que sólo puede empeorar dentro del contexto actual? Asumamos, de una vez por todas, nuestra posición de mandantes, reconozcamos que los responsables de velar por la satisfacción de nuestras necesidades somos nosotros y no les demos a nuestros mandatarios más poder que el necesario para que cumplan con sus funciones: velar porque haya paz, respeto, seguridad y justicia.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 21 de septiembre de 2015.

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9.23.2013

RENALENAM

"Es una responsabilidad moral desobedecer las leyes injustas".


¿Ya dieron cuál es el significado del acrónimo que sirve de título a mi artículo de hoy? “Registro Nacional de Leyes Nacidas Muertas”. Cada sesión del Congreso en la cual aprueban más legislación hace cada vez más urgente la creación de este registro. Como Directora pueden nombrar a Roxana Ramírez, la anterior administradora del Cementerio General, ya que en este camposanto sí deberíamos de celebrar el que ¡al fin! sepamos cuánta norma inútil han aprobado los diputados a lo largo de los siglos por los siglos de los siglos ¡amén!

La más reciente que, por cierto, podría ser la primera registrada en el RENALENAM es la “Ley de Equipos Terminales Móviles” que prohíbe el robo de celulares y obliga al usuario a registrar su aparato bajo la amenaza de que si no lo hace le suspenden el servicio y le pueden expropiar el celular. Lo que, por cierto, sería inconstitucional. También podemos incluir la norma para ¿regular? el cambio climático y la obligación de portar chalecos anaranjados. Y así, podemos irnos casi ad eternum hasta tener el registro de las miles de regulaciones que no sirven para nada.

Debo enfatizar que estos cadáveres legislativos son unos muertitos muy caros para los tributarios. ¿Cuánto parásito no hace como que trabaja gracias a estas supuestas leyes? ¿Cuánto despilfarro no justifican los gobernantes bajo la excusa de cumplir con lo decretado? Para que al final el ciudadano salga trasquilado y de todas formas no disminuya el mal que pretende corregir. Tal será el caso del robo de celulares. ¡Si hasta en el Registro de Propiedad se roban los bienes inmuebles! Bienes que se supone son inamovibles.

Como escribió François Marie Arouet (Voltaire): “Una multitud de leyes en un país es como tener muchos médicos: es signo de enfermedad”. ¡Cuán enfermos estamos! Bien lo dijo el ilustrado mencionado: “La estupidez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”. Un importante motivo por el cual los ciudadanos debemos expresarnos y corregir la plana a los políticos antes de que sea demasiado “…peligroso tener la razón cuando el gobierno está equivocado”. No vaya a ser que “a fuerza de repetir una necedad, acabemos creyéndola", lo que creo les pasó a los ponentes de estas y otras leyes cuyo único destino es mantener a aquellos que sean contratados para ¿laborar? en la oficinota a cargo de cumplir con la voluntad de los legisladores. ¡Ah! Y los caprichos de los miembros de los grupos de presión que gastaron cualquier cantidad de dinero para que fuera aprobada.

Por descabellada que le pueda sonar a algunos mi idea, podría ser una solución lógica a la legislorrea que ha sepultado bajo su estiércol a las Leyes auténticas que necesitamos para vivir dentro de un Estado de Derecho y construir una verdadera República Liberal. Es mejor que NO PASE NADA en el Congreso a que aprueben más legislación que otorgue más poder a los gobernantes.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de septiembre de 2013.

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12.14.2009

Los Musa


Desde el 11 de mayo de este año, la noticia más comentada en Guatemala es el asesinato de Rodrigo Rosenberg, acaecido un día antes: el día consagrado a celebrar a las madres. Esas progenitoras que, parece, le hacen falta a muchos de los que ejercen el poder en nuestro país. O tal vez la mayoría de ellas, ante las eminentes joyitas de hijos que parieron, prefieren permanecer en el anonimato. Sin embargo, este crimen que se hizo mundialmente célebre debido a la declaración pública que dejó grabada en un video la calaca (como lo llamaron despectivamente los sicarios contratados para matarlo), que debía ser difundida en caso de su muerte, hecho que se dio apenas tres días después, es consecuencia de otro asesinato, doble asesinato, perpetrado unas semanas antes. Me refiero al caso de los Musa.

Khalil Musa y su hija Marjorie Musa fueron asesinados el 14 de abril de 2009. Rosenberg, a partir de esa fecha, se dio a la tarea de averiguar cuáles fueron los motivos y quiénes eran los responsables de la muerte violenta de dos personas a quienes apreciaba, tal y como atestiguan aquellos que los conocieron. No sabía en el lío que se metía, el cual le iba a costar su propia vida. Los descubrimientos que hace el abogado asesinado, confirman lo que ya sabíamos, y eso que apenas muestran una pequeña parte de toda la porquería que circula desde las más altas esferas del poder, hasta toda la red de achichincles necesaria para que unos pocos se enriquezcan a costa del resto.

El asesinato de Rodrigo Rosenberg es sólo una consecuencia del asesinato de los Musa. ¿Por qué somos muy pocos quienes todavía recordamos éste hecho? ¿Por qué Carlos Castresana, el todopoderoso jefe de la CICIG, lo ignora flagrantemente y con excusas poco creíbles hace caso omiso de la denuncia de Rosenberg? ¿Por qué el Presidente Álvaro Colom conoce intimidades sobre un crimen en el cual él es uno de los acusados? ¿No es esa una tremenda falla en cualquier proceso de investigación? ¿Será por eso que se congratula con el trabajo de Castresana y lo apoya? Al fin, a Castresana sólo le interesa mantener su puesto y distraer a la afición chapina, algo fácil de lograr.

Y mientras, en el país del eterno caos y la perenne agonía, Colom amenaza con despedir burócratas que, si lo analizamos racionalmente, sería un alivio para los tributarios, ya que una gran cantidad de personas están contratadas para pagar las facturas de la campaña política, porque son familiares de algún polítiquero en el ejercicio del poder o son parte de la red de ladrones ya mencionada que saquean nuestros bolsillos todos los días amparados en la legislación casuística que impera en Guatemala. Legislorrea, como la llamó Voltaire, que abunda por estos lares y cuyo único objetivo es darles más discrecionalidad a los gobernantes. Darles más poder que suelen utilizar para violentar nuestros derechos y enriquecerse a costillas de la gente laboriosa y respetuosa.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de diciembre de 2009.

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