Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.05.2016

El terror de los inocentes



El viejo refrán según el cual quién nada debe nada teme, no aplica en sociedades como la nuestra, donde el poder del que gozan los gobernantes es casi ilimitado y, para colmo de males, la mayoría cree que éstos deben intervenir en prácticamente toda faceta de la acción humana. En tales condiciones, que los inocentes no deben temer es un juicio falso. Un gobierno con posibilidad de decidir sobre nuestras vidas y propiedades, que convierte casi en una ficción nuestro derecho a la libertad, es contrario a la moderna idea republicana cuya única razón de ser del gobierno es velar precisamente por los derechos individuales de todos.

En un país de todopoderosos gobernantes, ya sea que gobiernen dando la cara o tras bambalinas, cualquiera, en cualquier momento, haya o no violado los derechos de otros, haya o no cometido un delito o un crimen, puede ser detenido y encarcelado sin ningún miramiento y en franca violación del debido proceso. Se violan los derechos de la mayoría, con la venia de muchos y rara vez se escucha a la misma víctima reclamar respeto. Se violan todos los días. Los violan los delincuentes, los criminales y los mismos gobernantes azuzados por los líderes de los grupos de presión que en la mayor parte de los casos sólo se representan a sí mismos.

Hasta Pierre-Joseph Proudhon, a quien nadie puede acusar de ser liberal o capitalista, en “Idea General de la Revolución en el siglo XIX”, publicada en 1851, escribió: “Ser gobernado significa ser observado, inspeccionado, espiado, dirigido, sometido a la ley, regulado, escriturado, adoctrinado, sermoneado, verificado, estimado, clasificado según tamaño, censurado y ordenado por seres que no poseen los títulos, el conocimiento ni las virtudes apropiadas para ello. Ser gobernado significa, con motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado, contado, tasado, estampillado, medido, numerado, evaluado, autorizado, negado, endosado, amonestado, prevenido, reformado, reajustado y corregido”.

Continúo con Proudhon: “Es, bajo el pretexto de la utilidad pública y en el nombre del interés general, ser puesto bajo contribución, engrillado, esquilado, estafado, monopolizado, desarraigado, agotado, embromado y robado para, a la más ligera resistencia, a la primera palabra de queja, ser reprimido, multado, difamado, fastidiado, puesto bajo precio, abatido, vencido, desarmado, restringido, encarcelado, tiroteado, maltratado, juzgado, condenado, desterrado, sacrificado, vendido, traicionado, y, para colmo de males, ridiculizado, burlado, ultrajado y deshonrado ¡Esto es el gobierno, esta es su justicia y esta su moralidad!”.

Varios de quienes nos damos cuenta del camino que andamos optan por hacer la maleta e irse a vivir a otro lado, con la expectativa de que van a vivir mejor. Otros, nos quedamos a dar la batalla, con la esperanza de que más despierten de la pesadilla del Estado Benefactor/Mercantilista y, finalmente, podamos cambiar de manera radical el sistema en el cual vivimos hoy.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 5 de septiembre de 2016.

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8.17.2015

Sin representación no hay reforma



Desde hace un par de meses vengo señalando el oportunismo de ciertos grupos de presión que intentan arrogarse una representación que NO tienen: la representación de los ciudadanos, la representación de los mandantes. La representación de quienes libre y espontáneamente nos reunimos en la Plaza de la Constitución durante varios sábados desde el pasado 25 de abril hasta hace algunas semanas, hartos de los excesos nunca antes imaginados, del abuso de poder y la corrupción a la que ha llegado el actual gobierno de Otto Pérez Molina.

A la fecha, estos aprovechados consiguieron acabar con las manifestaciones multitudinarias de los sábados y estuvieron a punto de lograr que los diputados, ilegalmente, aprobaran cambios a la Legislación Electorera y de Pandillas Politiqueras (LEPP). Celebro que en esta ocasión los magistrados de la Corte de Constitucional (CC) hayan hecho respetar el proceso y decidieran por mayoría declarar inconstitucionales las primeras dos lecturas de los mencionados cambios y ordenar que se repita el proceso. Si la CC no hubiera parado esta violación, el Congreso hubiera continuado hasta las últimas consecuencias, lo cual hubiera sido nefasto para el futuro de Guatemala. Necesitamos una verdadera reforma, no más de lo mismo. Y la mayoría de cambios que aprobaron los diputados lamentablemente sólo profundizaban y fortalecían el sistema de incentivos perversos que hoy impera en nuestro país.

Pierre-Joseph Proudhon se equivocó en lo que trata al tema de la propiedad privada y el origen de la riqueza, pero en lo que respecta a su análisis del gobierno acertó en muchos puntos. De sus ensayos, el que me encantaría discutir próximamente en algún seminario es “Idea General de la Revolución en el siglo XIX” escrito en 1851. En el segundo estudio del ensayo dice lo siguiente: He ahí el fin ulterior de esta centralización que, bajo la máscara del interés general, explota y conculca los intereses locales y privados, vendiendo al mejor postor, y en pública subasta, la justicia que reclaman. La corrupción es el alma de la centralización. Ya esté al frente de una monarquía, ya al frente de una democracia, el gobierno es inmutable en su espíritu y su esencia”.

El poder arbitrario, discrecional y casi ilimitado que otorgan a los gobernantes quienes promueven el estatismo con la excusa de atender las necesidades de los más pobres y corregir supuestas inequidades es la fuente de toda corrupción. El abuso del poder es lo que podemos esperar que suceda tarde o temprano cuando se pervierten las funciones del gobierno y se traicionan los principios republicanos.


Mientras no cambiemos de raíz el sistema estatista actual, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación va a continuar empeorando. No debemos permitir, bajo ningún punto de vista, que los mismos de siempre, con las recetas de siempre, se hagan cargo de las reformas. Para evitarlo, es necesario que se sienta por todos los medios pacíficos posibles la presencia atenta del mandante.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de agosto de 2015.

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