Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.19.2018

La línea de la UNE



La línea de la UNE se pasó llevando a Álvaro Colom y a la mayor parte de quienes ostentaron el título de ministros durante su gobierno. Esa línea es la línea del Transurbano, que resultó ser una línea más de la corrupción que corroe a todos los organismos del Estado. Una corrupción que es imparable, sin importar cuántos sean acusados de corruptos y menos de cuántos terminen presos, una vez no se elimine desde su raíz el problema. Una realidad que sólo va a cambiar cuando cambien las causas que permiten la corrupción. Y, para que eso suceda, muchos tendrán que reconocer el fracaso del estatismo en todas sus expresiones.

Una línea que les dejo miles de millones de quetzales de los tributarios a los Colom y a varios de los funcionarios de su gobierno, a los pícaros de la AEAU y a saber a cuántos farsantes más. Una partida de estafadores que se aprovecharon de la necesidad de la mayor parte de la población capitalina de transportarse de manera segura.

Una línea que al parecer va a representar el último clavo del féretro de Oxfam, por ser uno de los acusados Juan Alberto Fuentes Knight, el presidente de la misma. Que, por cierto, no es la única ONG (además de la ONU que es la organización supranacional más poderosa que existe), en la cual sus directores y empleados han sido acusados de corrupción, de oportunismo y de violación de los derechos individuales de quienes se suponía iban a ayudar.

Pero, ¿por qué las ONG terminan atrayendo a corruptos, parásitos y violadores? Porque el origen de los fondos y el sistema que facilita el modus vivendi de sus miembros, es el mismo sistema de incentivos perversos que atrae a los politiqueros al ejercicio del poder. Como escribió F. A. Harper en The Freeman (1952): “Una vez que el derecho de cada persona a tener todo lo que ha producido ha sido sustituido por el derecho al saqueo colectivo, no es en absoluto sorprendente encontrar al dispensador oficial [el gobernante] que decide que es correcto para ELLOS saquear el botín… por un digno propósito, por supuesto”.

El origen de la corrupción es el poder, por eso debe ser limitado. Y ese poder lo adquieren los gobernantes gracias a la ingenuidad de los ciudadanos que decidieron otorgárselo más allá del necesario para que cumplan con sus obligaciones primordiales: dar seguridad y velar porque haya justicia. Quienes esperan que alguien les satisfaga sus necesidades, que votan por quienes les ofrecen más beneficios, lo que están haciendo es entregándoles un cheque en blanco a los peores representantes de nuestra sociedad, que son aquellos a los cuales atrae el Estado Benefactor/Mercantilista.

¿Qué cambió con la captura de Álvaro Colom y la mayor parte de su gabinete? Que, al menos ahora, quienes nos atacaban falazmente por defender el derecho al debido proceso, hoy insisten en la importancia que éste tiene dentro de una sociedad justa. En fin, como le responde Alfonso VI a Rodrigo Díaz del Vivar en el Mío Cid: “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de febrero de 2018.

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1.07.2009

Falso Dios





Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 29 de septiembre de 2008.

El supuestamente todopoderoso paquetazo fiscal propuesto por Álvaro Colom y el Ministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes Knight, es un falso dios adorado por quienes esperan les asegure un dorado retiro a costillas de los tributarios. Nada más. Al final, los gobernantes y su séquito de burócratas actúan como lo que son: humanos.

Más allá del discurso bienintencionado la realidad es que todos actuamos en beneficio personal, como bien lo señala Rigoberto Juárez-Paz en su artículo del pasado viernes: “En el fondo de todo lo que hacemos, si somos sinceros, encontramos latente la esperanza de satisfacer algún anhelo propio, incluidas las más generosas de nuestras acciones… En general, todos buscamos nuestro propio beneficio, aun cuando trabajemos para beneficiar a los demás, se trate del tendero de la esquina o del misionero que se va a vivir en la selva para curar a quienes carecen de atención médica. La visión restringida del ser humano es una visión realista del hombre en sociedad. Es una visión que, además, y tal vez por ello mismo, pone mucha más atención a los resultados de nuestra conducta que a nuestras intenciones”. Así que nada nuevo descubrimos en la viña del Señor.

Lo que continúa siendo un misterio es por qué hay quienes, a pesar de las evidencias, aún creen todas las mentiras que repiten hasta el cansancio los políticos. Claro, cuando los mencionados personajes hablan en nombre del abstracto Estado. Entonces, de viles ladrones y estafadores de pacotilla, se convierten en una especie de madres y padres protectores de los aparentemente inútiles adultos que habitan en el país. Qué paradoja, estos incautos en lugar de sentirse insultados por ser tratados como retrasados mentales, terminan alabando las posibilidades (que nunca pasaran de ser una posibilidad) que podría traer un nuevo aumento impositivo. Ver para creer. O mejor, leer a algunos ingenuos columnistas. ¿Serán aspirantes a gobernantes o burócratas? ¿O ya viven del tributario?

En la más reciente campaña publicitaria, mentirosa y manipuladora, ofrecen que PODRÍAN (énfasis en que sólo lo presentan como una posibilidad) evitarse “los actos de corrupción y de evasión que nos tienen indignados”. Obviamente no se comprometen porque saben que lo que esperan robarse son los impuestos. Por eso, más tributos lo único que representan es más corrupción dentro del sistema benefactor/mercantilista actual, ampliamente discrecional.


Por cierto, a mí no me indigna que haya quienes en su justo derecho de defender lo que es suyo, el dinero que tanto les ha costado ganar, eludan o evadan el pago de tributos. ¿A quién en su sano juicio y usando su sentido común le va a agradar tributar para mantener a aquellos que llegan al ejercicio del poder? ¿Qué beneficios hemos obtenido pagando impuestos? Con el incremento anual de la recaudación fiscal ¿ha mejorado o ha empeorado la calidad de vida de los habitantes de Guatemala?

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