Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.22.2016

El poder se vende



El poder político se vende para otorgar privilegios, conceder prerrogativas, dar prebendas y facilitar la vida de unos pocos en este mundo intervenido por el Estado, con la lamentable autorización de la mayoría de ciudadanos. El poder político se vende a quién quiera y pueda pagar el precio que exigen aquellos que lo ostentan. El poder político lo venden desde el mismo Presidente, pasando por los altos funcionarios, los jueces y los diputados, hasta llegar al burócrata estatal de más bajo rango.

Los sobornos, las comisiones, las mordidas… serían imposibles, por más que los oportunistas quisieran comprar favores políticos, si no hubiera quién tiene el poder de concederle sus deseos a quien quiere un privilegio y está dispuesto a comprarlo. Este es el origen de la corrupción. ¿Cómo adquieren los gobernantes ese poder? ¿Qué papel juega usted en este engaño? ¿Cuál es la responsabilidad de quien decide no ejercer como mandante?

El poder lo adquieren los gobernantes cada vez que en el Congreso aprueban legislación específica y arbitraria que pretende satisfacer las demandas de unos a costa de otros. Cada vez que los diputados le asignan más obligaciones que no les corresponden a los gobernantes, las cuales implican más impuestos y más burocracia estatal INNECESARIA. El poder lo adquieren cada vez que alguien exige que los gobernantes, en nombre del abstracto Estado, satisfagan sus caprichos o las necesidades de otros a costa del resto.
                                                                                                                                                     
El poder lo adquieren los gobernantes con el apoyo de burócratas parasitarios de la élite internacional y supranacional que, más allá de su discurso supuestamente bienintencionado, presionan para que se violenten los derechos individuales con tal de que los primeros puedan exprimir más a los tributarios, de los cuales viven los segundos en condiciones mucho más favorables que las que enfrentan aquellos que crearon la riqueza de la cual ellos disfrutan.

Un ejemplo de lo anterior es la reciente presión del Banco Mundial para que se elimine el debido proceso, al que maliciosamente llaman secreto bancario, en el caso de la información del manejo de cuentas bancarias. Si este nuevo abuso llegara a ser aprobado por los diputados, lo único que se va a lograr es aumentar el precio de las transacciones entre los funcionarios de la SAT y quienes puedan pagar el precio que les exijan: facilitará la corrupción estatal.

“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. Cita de “La rebelión de Atlas”, escrita por Ayn Rand.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de febrero de 2016. La imagen es la portada del diario guatemalteco "elPeriódico" del lunes 14 de enero de 2013.

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9.17.2012

Antinacionalista




Sé que existen varias interpretaciones (dependiendo de los intereses de quien lo use) del término nacionalista, como suele suceder con otros temas trascendentales para el progreso del ser humano. Pero yo, al igual que los pensadores sin los cuales no existiría la civilización actual, pienso que “toda palabra tiene un significado exacto”, y que promover la confusión conceptual es una de las principales armas, junto con la descontextualización, que utilizan los seudointelectuales que pretenden convencernos de que la realidad no existe, o que el hombre es incapaz de conocerla, lo que crea un sentimiento de desamparo en tantos que terminan viviendo con apatía su vida o entregados a creencias místicas que permiten a unos cuantos, pasados de vivos, manipular al resto.

Dentro del grupo de anticonceptos preferidos y más usados se encuentra el nacionalismo, en nombre del cual se cometieron los mayores crímenes del siglo pasado. Hitler, Mussolini, Stalin, Mao, Pol Pot… eran nacionalistas. Invitaban a la gente a morir por una abstracción que solo los beneficiaba a ellos y su círculo cercano. Y quienes se atrevían a cuestionarlos eran condenados a morir o al exilio. El “Reino del Terror” de Robespierre parece un paraíso al lado de las barbaridades que los que enarbolan la bandera del nacionalismo han cometido.

Millones han muerto sin saber por qué. Millones han muerto en guerras de saqueadores que se pelean el poder. Millones han muerto solo para favorecer a quienes los han esclavizado, los han expoliado y los han maltratado. Algunos hasta, ingenuamente, han ido gustosos a encontrar la muerte, porque les han vendido la idea de que es un acto glorioso en favor de su nación, sin preguntarse qué es la nación ni quién es el verdadero beneficiario de su acción.

Todavía amo vivir en Guatemala. A pesar de la creciente incertidumbre y la violación constante a los derechos de los habitantes de mi país. A pesar de que los principales violadores de esos derechos son los gobernantes que, irónicamente, deberían protegerlos. Valoro el tiempo pasado en mi terruño. Me aferro a todo aquello que he construido en este pedazo de tierra donde descansan los restos de mis seres queridos que hoy viven entre mis recuerdos más preciados.

Todavía amo vivir en el país donde nací, porque aquí se encuentran mis valores más queridos: mi familia, mis amigos, mis empresas. Por todas esas personas que me muestran su cariño día a día y cuyos rostros nunca he visto, pero con quienes comparto el sueño de vivir en una Guatemala diferente. Por todos esos lectores, oyentes y televidentes que sin conocerlos son ya parte de mi vida. Yo moriría luchando por defender los derechos individuales míos y de mis valores. Pero nunca lo haré por un discurso político y manipulador que se aprovecha de la ignorancia de muchos, del deseo de la mayoría de ser parte de una sociedad y de la benevolencia propia del ser humano honesto. No vivo ni muero por una ficción.


El presente artículo fue publicado el lunes 17 de septiembre de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de la Internet.

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