Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.14.2014

Vete



O quédate. Haz lo que consideres justo para llegar a ser la persona que tú quieres ser. Hazlo respetando la vida, la libertad y la propiedad de los demás. Pero no lo dejes de hacer bajo ninguna circunstancia. Elige tú: sólo tú vivirás tu vida y sólo tienes una oportunidad para vivirla. Haz lo que consideres necesario para ser feliz. Te lo digo con aprecio y sin signos de admiración. No es una orden. Es una muestra de apoyo. Es reconocer que te entiendo.

Es casi seguro que los peligros que vas a encontrar sean peores que los enfrentados por tus predecesores. Como siempre, se vuelve a cumplir la advertencia que resume parte importante de la sabiduría humana acumulada: “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. Gente que dice actuar de buena fe, promueve una mayor intervención del Estado, para lo cual es necesario otorgar más poderes a los gobernantes obviando el acertado consejo que dio un inglés que vivió hace muchos años, un señor al cual probablemente nunca has oído nombrar, pero basta con que aprendas lo que dijo: “El poder tiende a corromper. El poder absoluto corrompe absolutamente”. Por si acaso te interesa, su nombre fue John Acton.

El mayor control que impulsan los mencionados bienintencionados (y otros que no lo son tanto) va a provocar que los servicios que prestan los coyotes aumenten de precio, al igual que la inseguridad que vas a sentir en el camino. Lo mismo pasó con la guerra contra los narcos que tanto daño ha hecho por estos lares. Es irónico que los impulsores de ese absurdo enfrentamiento son los gobernantes de Estados Unidos, el destino preferido de quienes desean emigrar. Que buscan trabajar. ¿Será la guerra contra los coyotes la próxima guerra perdida emprendida por el gobierno de EE. UU., servilmente aceptada por los gobernantes de nuestra región? ¿Será la sustituta de la guerra perdida contra las drogas?

Entiendo que los estatistas/colectivistas pidan y apoyen más intervención de los gobernantes en nombre del abstracto Estado: es una excusa más que justifica su existencia. Pero que personas identificadas con el ideario liberal/individualista también aplaudan estas medidas me parece una evidente, y terrible, contradicción. En fin, es su decisión adoptar esa posición en pleno uso de su libertad. Esa libertad que espero aprendas a valorar. A exigir su respeto. A defender.

En octubre de 2004 escuché contar al filósofo David Schmidtz que en una cena a la que asistió por esos días, uno de los comensales le preguntó cuál era la esencia del liberalismo. La respuesta del intelectual fue la siguiente: “El corazón del pensamiento liberal está en el derecho de cada individuo a vivir su vida donde quiera”. Tú y yo no nos conocemos, y probablemente nunca nos veremos. Pero entiendo tu anhelo de formar parte de una sociedad donde tengas más posibilidades de vivir en paz. Donde la probabilidad de prosperar sea más alta que la que encuentras en tu tierra. Yo, deseo que tengas éxito buscando tu felicidad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 14 de julio de 2014. La imagen la bajé de la Internet.

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7.23.2007

Entrecruzada


La segunda cruzada por el voto cruzado cobra fuerza entre los ciudadanos conscientes de la importancia de limitar el ejercicio del poder, haciendo eco de la celebérrima frase acuñada por Acton en el siglo diecinueve: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Los cruzados, en pleno ejercicio de nuestra facultad de elegir, hacemos un voto solemne por nunca ser súbditos de nadie, y nos unimos a la batalla de las ideas que es dirigida espontáneamente por el ánimo de los participantes de vivir en una sociedad diferente donde podamos cooperar los unos con los otros de manera pacífica. Una sociedad que respete el derecho individual a intercambiar bienes y servicios con quien uno quiera, cuando quiera, como quiera… sin la intervención arbitraria de terceros en las decisiones libres de los involucrados. Una sociedad que privilegia el respeto a los derechos humanos preexistentes al sistema político que se encuentre vigente. Vida, libertad y propiedad. Una sociedad donde cada persona pueda buscar el máximo anhelo del hombre y la mujer: la felicidad.

Negar que hoy en Guatemala los políticos gozan de un enorme poder discrecional, concedido por obra y gracia del Estado benefactor/mercantilista, es similar a intentar tapar el sol con un dedo. Un enorme poder que ha permitido, dentro de lo legal, cometer crímenes infames que han contribuido al detrimento de las condiciones de vida de todos los que hemos decidido permanecer en nuestro país.

No dudo que la solución a largo plazo es el cambio de las normas. Ese esperado cambio que nos aleje del sistema interventor que prevalece desde hace más de seis décadas, y nos acerque a una verdadero Estado de Derecho, no a su remedo, basado en un sistema jurídico positivista que privilegia la legislorrea por encima de las pocas leyes generales, universales y abstractas que deberían regir nuestro comportamiento.

Sin embargo, en este momento, el voto dividido entre el Congreso y el Ejecutivo, más conocido como el voto cruzado, es la menos peor de las opciones que tenemos los gobernados para limitar los excesos de quienes ejercen la autoridad que descansa en nosotros.

Quienes dudan del éxito de la primera cruzada olvidan que, gracias a esa decisión que tomaron los electores en el año 2003, se logró parar muchísimos absurdos propuestos por el Ejecutivo durante el actual período de gobierno. Y lo anterior se logró a pesar de los problemas, los abusos, la corrupción y tantas otras acciones deleznables cometidas por varios de los diputados.

En fin, aún vivimos en una nación donde cada quien es libre de votar como mejor le parezca, así que no pienso involucrarme en discusiones interminables, y poco productivas, para intentar convencer a aquellos que preferirían regresar a aplanar el camino al infierno, optando por una especie de monarquía donde el Presidente ordena a los legisladores qué hacer. Yo, voto cruzado.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de julio de 2007.

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