Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.03.2017

¿Manipulación o información?



Unos estudiantes me preguntaron recientemente cómo diferenciar la información de la manipulación, en particular en los medios de comunicación que, para tristeza del periodismo objetivo, la mayoría  han perdido de vista la misión de tan noble profesión: la de la búsqueda de la verdad de los hechos. Por supuesto, a simple vista, pareciera que resolver el dilema es sencillo, sin embargo, debido a los distractores que existen hoy en día, encontrar la repuesta correcta demanda de toda persona hacer un esfuerzo mental mayor que aquel que muchos están dispuestos a hacer.

Como en todo proceso de aprendizaje, debemos comenzar con las definiciones de los términos a entender para luego diferenciar. La información es todo aquello que tiene que ver con las preguntas básicas que todos, no sólo los periodistas, debemos hacernos en lo que respecta a los hechos de la realidad: ¿qué pasó?, ¿quiénes están involucrados?, ¿dónde sucedió?, ¿cómo se dio?, ¿cuándo pasó?... y cuándo el hecho lo requiera, buscar los cuántos: ¿cuánto dinero?, ¿cuántas personas?, ¿a cuánto asciende el daño? Las respuestas a estas preguntas son difíciles de manipular, aunque no imposible.

La manipulación se da cuando se buscan las raíces que explican los hechos: cuando se responde el por qué y/o el para qué. Y la falsa creencia de que la objetividad es imposible, una falacia enseñada y difundida en la mayoría de escuelas de la comunicación, facilita la manipulación y la difusión de mentiras y/o “verdades a medias” (fuera de contexto) que favorecen en el corto plazo a los pocos que se benefician de la confusión y que dificultan la construcción de sociedades pacíficas en las cuales prevalezcan aquellos principios que hemos descubierto que van de acuerdo con la naturaleza de las cosas y facilitan el progreso de nuestra especie.

Hoy es triste ver que en los diarios, en los noticieros, en las revistas… predomina la propaganda política, más que la información y el conocimiento que permite la cooperación basada en la virtud de la benevolencia, el libre intercambio y la convivencia pacífica entre los miembros de una misma sociedad. Vaya, entre todas las personas que hoy habitamos la Tierra. Propaganda cuyo objetivo, tal y como lo explica Daniel Lattier en su ensayo titulado “Desactivar el cerebro”, es promover agendas ideológicas y partidistas, más que informar al público sobre los hechos relevantes de la realidad.

Según Lattier, el motivo por el cual tienen éxito es que en la actualidad la mayoría de la gente quiere ser propagandizada: desean recibir órdenes de una autoridad en temas ideológicos y de conversación, en lugar de hacer el esfuerzo mental por aclararse las ideas y formar juicios propios. La mayoría de la gente no tiene interés, y ven poco valor, en el diálogo intelectualmente honesto con otros. No obstante, la única manera en la cual vamos a lograr diferenciar la información de la manipulación, será por medio de ese diálogo y la búsqueda de las evidencias que separen los juicios falsos de los verdaderos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de abril de 2017.

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4.13.2015

Terrorismo gubernamental



Terror solo pueden infundirlo quienes tienen el poder de hacer daño: que poseen las herramientas necesarias para violentar la vida, la libertad o la propiedad de otros. Lo pueden hacer las bandas terroristas propiamente hablando aunque suene redundante, tal es el caso de los grupos guerrilleros y los fundamentalistas armados de cualquier índole como lo son el Estado Islámico y Boko Haram. También lo pueden provocar las organizaciones criminales de los narcotraficantes y los mareros. Y, finalmente, los gobiernos totalitarios y dictatoriales. Sin embargo, gracias al avance tecnológico, hoy los ciudadanos nos podemos defender, al menos de estos últimos, denunciando atropellos y abusos del poder, lo que ha llevado a los mencionados a intentar confundir a la gente utilizando anticonceptos como el incoherente terrorismo mediático.

Un señor de nombre Alfredo Oliva que escribe en una página que defiende a la dictadura venezolana (Aporrea), intenta definir el terrorismo mediático como: “El protocolo o acción previamente diseñada en la que se utilizan los medios de comunicación nacionales e internacionales (prensa, radio, televisión, cine, Internet, redes sociales, celulares, vallas, etc.) para crear atmósferas y/o sembrar miedo, odio y terror en la población con el propósito de desestabilizar y/o derrocar gobiernos, destruir su economía, destruir liderazgos, horadar apoyos populares, provocar confrontaciones violentas entre la población, guerras civiles, etcétera”. Casi solo le faltó agregar a la lista de barbaridades el cambio climático.

Según el citado analista de medios, como lo identifica el noticiario “teleSUR”, todo aquel que cuestiona a los gobernantes, en particular a Nicolás Maduro y a quienes representan al socialismo del siglo veintiuno (sea un periodista o cualquier ciudadano), ejerce el tal terrorismo mediático. El susodicho propone que es una especie de conspiración masiva en la cual, de alguna manera que no se puede explicar, criticamos a los gobernantes porque acordamos derrocarlos.

Además, supone que los que participan en la conjuración son muy bien remunerados por gobiernos imperialistas y los mercantilistas: “Los medios de comunicación que participan en un ataque de terrorismo mediático conjugan, comparten objetivos e intereses políticos, económicos y bélicos… con las fuerzas retrógradas locales y foráneas que intentan desestabilizar y/o derrocar un gobierno, destruir su economía, etcétera”. Ni Pinky y Cerebro podrían complotar de mejor manera. Todo lo anterior, por supuesto, para justificar la violencia terrorista de los dictadores: “El gobierno venezolano tiene todo el derecho y obligación a defenderse”.

Escribir artículos ad hominem y/o falaces no es lo mismo que ejercer el dominio por medio del terror. No se deje engañar: detrás de todo este absurdo discurso lo que hay es un nuevo intento por acabar con la libertad de expresión, necesaria para la defensa de nuestros derechos individuales.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de abril de 2015.

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