Cantos de profetas

Cuántas lecciones aprendemos del alboroto causado por el viaje frustrado a nuestro país de José Luis de Jesús Miranda, líder religioso del grupo llamado “Creciendo en Gracia”; condimentado por la campaña política que se intensifica día a día, acompañado por medidas de hecho tomadas por algunos maestros estatales y ciudadanos que demandan cualquier cosa a los actuales administradores del Estado Benefactor.
Vale la pena recordar que los seguidores de los mesías (en minúsculas y en plural), religiosos o políticos, esperan que alguien más asuma por ellos la responsabilidad individual de decidir y las consecuencias que esto conlleva. La única, pero vital diferencia, es que en el caso del tema espiritual, todavía, las creencias de unos no pueden ser forzadas a los otros, mientras que en la cuestión política, las fantasías de pocos sí son impuestas a los demás. Aunque, para confirmar si aún se respeta la libertad de conciencia en Guatemala, habría que analizar las implicaciones de la aberración de Punto Resolutivo que emitieron los diputados en el caso de Miranda, y las violaciones a los derechos individuales en que incurre.
“La Biblia”, junto con la “La Ilíada y la Odisea” fueron de las primeras obras, en su presentación para niños (con ilustraciones similares a las de los comics), que me regalaron mis papás; las cuales leí en varias ocasiones. Por supuesto, en cuanto pude, me interné en los escritos en su versión original, en especial aquel que cuenta las peripecias que retardan el regreso de Odiseo (Ulises en su traducción latina) a Ítaca, después de participar en la guerra de los aqueos contra los troyanos.
Hoy, con tantos elegidos que pululan en la tierra y nublan la razón de las personas en dos de las más sensibles áreas de nuestra vida, la espiritual y la política, me parece atingente recordar uno de los obstáculos que Odiseo debe vencer para alcanzar su objetivo: resistir los cantos de las Sirenas. “Encontrarás… a las sirenas que encantan a los hombres que se les aproximan… está perdido aquel que, imprudentemente, escuche sus cantos... le hechizan… reclinadas en una pradera al lado de un enorme montón de osamentas de hombres y de pieles de putrefacción”.
Si hacemos el esfuerzo de pensar y aclararnos las ideas, aceptando el principio de que, si queremos que nos respeten, debemos respetar a los otros, podremos vivir en paz. Yo estoy dispuesta a hacerlo, ¿y usted?
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 16 de abril de 2007.
Etiquetas: creencias, Estado de Derecho, igualdad ante la ley, Libertad de conciencia, libertad de expresión, Odiseo, respeto