Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.19.2012

El discurso de la Cumbre



A poco menos de un mes de la VI Cumbre de Las Américas, en Cartagena de Indias, Colombia (14 y 15 de abril) es ya un hecho que el tema principal a discutir es la llamada por los políticos (y quienes hacen eco de ellos) despenalización de las drogas. Yo pienso que lo correcto debería de ser llamar a esa necesidad urgente la “descriminalización de la producción, comercialización y consumo de las sustancias prohibidas por el gobierno de EE. UU”.

Cuáles son los motivos reales por los que, finalmente, la mayoría de gobernantes de América están dispuestos a abordar el tema no los sé a ciencia cierta. Puedo especular que algunos lo hacen porque al fin se convencieron de que la única manera de terminar con los crímenes producto de la prohibición mencionada es acabando con la prohibición: la presión por seguridad en sus países es cada vez mayor. Otros lo harán a la espera de que el gobierno de EE. UU. les regale más dólares para seguir peleando la guerra perdida. Y más de uno lo hará porque cree que esa es hoy la moda.

Total, lo importante es que al fin van a abordar tan vital asunto. Por eso, considero primordial compartir con ustedes las siguientes reflexiones de mi amigo y maestro Alberto Benegas Lynch (h), publicadas en el “Diario de América” el pasado jueves 15 de marzo, en la columna titulada “Guatemala enfrenta las drogas”:

“Siempre habrá personas que se hacen daño a si mismas con dietas perversas, con deportes riesgosos (y algunos incivilizados como el boxeo cuyo objetivo es destrozar al adversario), alcohol, cigarrillos y tantas costumbres perjudiciales para la salud del cuerpo. También, si es que le damos mayor importancia al espíritu que a la materia, hay lecturas, producciones cinematográficas y obras teatrales que pervierten pero de allí no se desprende que el aparato estatal deba imponer conductas que no lesionan derechos de terceros con la absurda y vana pretensión de jugar a Dios, o más bien la arrogancia superlativa de ser más que Dios puesto que estamos dotados de libre albedrío y, consecuentemente, debemos asumir la responsabilidad por nuestros actos”.

“La prohibición de la producción, tenencia y consumo de las referidas drogas traslada el tema a la órbita criminal con todas las implicancias que esto tiene. De este modo se atestan las cárceles de adultos que han decidido hacerse daño con el agregado de los monumentales estímulos para colocar la droga en todos lados dado los enormes márgenes operativos fruto de la legislación que penaliza la comercialización”. El artículo completo lo encuentran en: http://www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=7181

Para tomar las decisiones correctas, que vayan de acuerdo con la realidad, es trascendental cuestionar nuestros fundamentos irreductibles para separar los falsos de los verdaderos y alcanzar nuestros objetivos. No debemos quedarnos solo con “las buenas intenciones”: estas nos pueden llevar directo al infierno.

El presente artículo fue publicado el lunes 19 de marzo de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de Internet.

Etiquetas: , , , , , , , , , ,

5.30.2011

CSI Guatemala



Sé, gracias a sus correos, que varios de ustedes esperaban leer hoy la segunda parte del ¿cuento? que compartí con mis lectores la semana pasada. Sin embargo, a raíz del macabro asesinato de 27 personas en Petén, me veo en la necesidad de posponer la publicación de “Pasados los quince minutos” para el próximo lunes. Estoy segura que la mayoría entenderá el porqué.

Como lo expresa correctamente Alberto Benegas-Lynch (h) en un artículo publicado el pasado jueves en el diario argentino “La Nación”, en el que comenta el caso de la llamada revolución de los indignados en España: “Es increíblemente curioso y por cierto muy paradójico que la gente sea explotada miserablemente por intervencionismos estatales inmisericordes y, simultáneamente, las víctimas pidan más de lo mismo”. Lo que es aplicable a millones en muchos países, incluido el nuestro.

Uno de los ejemplos más recientes de lo absurdo que es pedir más poder para los gobernantes y una reducción mayor al poco respeto que todavía queda a los derechos individuales es la exigencia de un grupo de señores del CACIF de que en toda Guatemala se imponga el Estado de Sitio. ¡Qué tontería! Creen que de esa manera los criminales se van a encerrar en sus casas a temblar del miedo ante la presencia de las fuerzas de seguridad. De no ser por las consecuencias que la propuesta conlleva para los ciudadanos honrados y respetuosos de la Ley, una solicitud como la de los mencionados sería para tirarse al piso a llorar de la risa.

De tiempo atrás me hago la pregunta, y aún no he encontrado la respuesta, de por qué a tantos bienintencionados les cuesta entender ¿o reconocer? que por definición a los delincuentes y criminales la legislación y todas las prohibiciones que hayan en determinado momento en una sociedad, cualquiera que esta sea, les viene del norte y se la pasan por el arco del triunfo. Por eso, mis indignados señores caciferos y demás que piensen como ellos, los decretos que limitan el ejercicio de los derechos ciudadanos NO acaban con el mal que pretenden combatir. Por el contrario, lo fortalecen en el largo plazo.

Lo que sí con mucha pena tengo que aceptar es que hoy Guatemala entera es un espacio digno de una serie de televisión donde la escena del crimen es todo el territorio nacional. Una escena del crimen perfectamente limitada, como nuestros derechos, pero en la cual pocos se atreven a investigar las violaciones diarias por miedo a perder su vida en el intento. Al fin, muchos agentes de la justicia ya han muerto a manos de los antisociales que pretendían atrapar. Y lo más lamentable de todo es que NINGUNO de los candidatos presidenciales tiene la valentía de proponer lo único que se puede hacer: descriminalizar, (como explica Benegas-Lynch (h) en “La tragedia de la drogadicción”) la producción, comercialización y consumo de las drogas prohibidas, sin importa la opinión del gobierno de Estados Unidos.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 30 de mayo de 2011. La fotografía la tomé el 11 de febrero de 2011, cuando fui a cubrir la escena del crimen: un asesinato, no como cualquiera, en la zona viva.

Etiquetas: , , , , , ,